Donald Trump celebró el Brexit y ha dado mítines en esta campaña electoral con su máximo exponente, Nigel Farage. Y Joe Biden expresa a Boris Johnson su compromiso con el Acuerdo de Viernes Santo, en un aviso a los riesgos de la ley del Mercado Interior que quiere aprobar el Gobierno británico y que ya desató las alarmas de una dirigente relevante del Partido Demócrata, la portavoz del Congreso, Nancy Pelosi, quien señaló que “si Reino Unido viola un acuerdo internacional y mina el Acuerdo de Viernes Santo, no habrá ninguna posibilidad de que un acuerdo EEUU-Reino Unido sea aprobado por el Congreso de EEUU”.
“El Acuerdo del Viernes Santo es la piedra angular de la paz en Irlanda del Norte y una inspiración para todo el mundo”, dijo Pelosi: “Cualquiera sea la forma que adopte, no se puede permitir que el Brexit ponga en peligro el Acuerdo del Viernes Santo, incluida la estabilidad que brinda la frontera invisible y sin fricciones entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte. El Reino Unido debe respetar el Protocolo de Irlanda del Norte firmado con la UE para garantizar el libre flujo de mercancías a través de la frontera”.
“Si el Reino Unido viola ese tratado internacional y el Brexit socava el acuerdo del Viernes Santo, no habrá absolutamente ninguna posibilidad de que un acuerdo comercial entre Estados Unidos y el Reino Unido sea aprobado por el Congreso”, dijo Pelosi: “El Acuerdo del Viernes Santo es un tesoro del pueblo estadounidense y será defendido con orgullo en el Congreso de los Estados Unidos”.
Pelosi estaba respondiendo al proyecto de ley de Mercado Interior del Gobierno británico, que socava el protocolo de Irlanda recogido en el acuerdo del Brexit y, por tanto, viola el derecho internacional al contravenirlo. Lo mismo piensan los lores, que este lunes regalaron a Johnson una aplastante derrota al votar dos conjuntos de enmiendas para despojar a la ley del mercado interior de las cláusulas controvertidas que contravienen el Acuerdo de Retirada de la UE. Pero el proyecto de ley está previsto que regrese a la Cámara de los Comunes en diciembre.
El presidente electo de EEUU habló este martes con el primer ministro Boris Johnson del Reino Unido. Y, además de señalar las prioridades compartidas –contener la COVID-19; la recuperación económica sostenible; combatir el cambio climático; fortalecer la democracia–, Biden expresó “su interés en cooperar con el Reino Unido, la OTAN y la UE en las prioridades transatlánticas compartidas y reafirmó su apoyo al Acuerdo del Viernes Santo en Irlanda del Norte”.
Biden, “el celta”
Pero no sólo eso. Biden sólo llamó este martes a cuatro líderes políticos: a Emmanuel Macron, a Angela Merkel, al primer ministro británico y al primer ministro irlandés. No por el peso de Irlanda en el mundo, sino porque es la parte más afectada por el Brexit y el Acuerdo de Viernes Santo. Así, el presidente electo comunicó a Micheál Martin que “esperaba trabajar con el taoiseach [primer ministro irlandés] para abordar desafíos compartidos como el control de la COVID-19; construir una recuperación económica sostenible y abordar el cambio climático. También reafirmó su apoyo al Acuerdo del Viernes Santo y al proceso de paz en Irlanda del Norte”.
Y si lo personal es político, y lo político es personal, no puede olvidarse que la madre de Biden (Scranton, Pensilvania, 1942), Catherine Eugenia Finnegan, era de origen irlandés y que, por ello, fue criado en la religión católica. Y el Servicio Secreto, cuando entre en la Casa Blanca, le llamará Celtic, en referencia a sus raíces irlandesas. Estos nombres, explica la BBC, son elegidos por el candidato. Trump era Mogul (magnate) y, según las informaciones, Kamala Harris, la vicepresidenta electa, ha elegido Pionera (pioneer).
El día del anuncio de su victoria, la BBC emitió una imagen de archivo cuando un periodista de la cadena británica pública se dirigió a él: “¡Señor Biden, una pregunta para la BBC!” Biden contestó: “¿La BBC? ¡Soy irlandés!”. Sonrió y prosiguió su camino.
A diferencia de Trump, Biden se opuso al Brexit. No es probable que un acuerdo comercial con Londres vaya a ser una prioridad tan alta como podría serlo para Trump, lo cual cierra una puerta a Boris Johnson en su partida negociadora con la UE. Y, como Pelosi, ha descartado un acuerdo de este tipo si Reino Unido agua las protecciones de Irlanda del Norte consagradas en el acuerdo del Brexit que firmó con la UE y que supuso la salida de la salida formal de Reino Unido de la UE el 31 de enero de 2020.
Tommy Vietor, ex portavoz en la administración Obama, de quien Biden fue vicepresidente durante ocho años, replicó a las felicitaciones de Johnson: “Nunca olvidaremos tus comentarios racistas sobre Obama y tu sumisión a Trump”. En efecto, en 2016, cuando Johnson era alcalde de Londres, señaló que Obama había reemplazado un busto de Winston Churchill en el Despacho Oval por uno de Martin Luther King Jr. y lo atribuyó a “la antipatía ancestral del presidente en parte keniano por el imperio Británico”, explica The New York Times, que también recuerda que Johnson comparó una vez a Hillary Clinton con Lady Macbeth.
En este contexto, Reino Unido y la Unión Europea han retomado esta semana las negociaciones, una vez que ha quedado despejado el recuento en Estados Unidos, después de haberlas suspendido el miércoles pasado, y de una conversación telefónica este sábado pasado entre Johnson y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen en la que constataron las diferencias. “Se han logrado algunos avances, pero siguen existiendo grandes diferencias, especialmente en la igualdad de condiciones y en la pesca. Nuestros equipos seguirán trabajando duro la semana que viene. Seguiremos en estrecho contacto en los próximos días”, dijo Von der Leyen tras la conversación.
Sobre la mesa, siguen pendientes los mismos asuntos. El problema es que si no se concluyen las negociaciones en los próximos días, será imposible que el 1 de enero haya un acuerdo comercial vigente entre la UE y Reino Unido, por la imposibilidad de superar los trámites parlamentarios en Londres. “Feliz de estar de vuelta en Londres”, decía el negociador jefe de la UE, Michel Barnier: “Redoblando nuestros esfuerzos para llegar a un acuerdo sobre la futura asociación entre la Unión Europea y Reino Unido”.
Barnier enumeraba las tres claves para desbloquear un acuerdo: “Respeto de la autonomía de la UE y la soberanía del Reino Unido, con mecanismos de gobernanza y aplicación efectivos entre socios internacionales; garantías sólidas de comercio y competencia libres y justas basados en altos estándares compartidos, que evolucionan de manera coherente a lo largo del tiempo; y acceso estable y recíproco a los mercados y las oportunidades de pesca en interés de ambas partes”.
Si Johnson contaba con un acuerdo transatlántico poderoso que limitara el impacto de un Brexit sin acuerdo comercial con la Unión Europea, o si lo agitaba como farol, ahora sabe que eso no pasará: ni el compromiso de Biden y el Partido Demócrata con los acuerdos internacionales es el que tenía Trump; ya le han advertido de que no vulnere el protocolo de Irlanda en su ley de Mercado Interior; y por si fuera poco, queda el factor humano: las raíces irlandesas de Biden y las ofensas de Johnson a Obama. Y, por si fuera poco, el director de comunicaciones del Gobierno británico, Lee Cain, uno de los más estrechos colaboradores de Johnson acaba de presentar su dimisión.