Tres días después de las elecciones que han instalado a la ultraderecha chilena al frente del segundo proceso constituyente, el presidente Gabriel Boric ha convocado para este miércoles un cónclave con todos los presidentes de los partidos que integran la coalición de Gobierno, para analizar el panorama que se les avecina y consensuar posturas ante los próximos desafíos.
A pesar de los esfuerzos del mandatario para no convertir los comicios del domingo en un examen a su gestión, como ocurrió con el plebiscito de septiembre, no son pocas las voces que consideran que Boric y su Gobierno son los grandes derrotados: la lista de su coalición quedó segunda con el 28% de los votos (16 escaños de 51), por detrás de los ultraderechistas, que llegaron al 35% (23 escaños). La derecha y el centroizquierda tradicional cosecharon los peores resultados (21% y 9%, respectivamente).
El primero en apuntarlo fue el líder del Partido Republicano, el ultraconservador José Antonio Kast, tras proclamarse ganador. “Chile ha derrotado a un Gobierno fracasado, que ha sido incapaz de enfrentarse a la crisis de seguridad, migratoria, económica, social y tantas otras”, dijo.
Ante la contundencia del triunfo de los republicanos, Boric cambió los planes de dejar el balance de la jornada a cargo de los ministros y compareció para dar un discurso a la ciudadanía. Habló a los republicanos, a la derecha y a sus propias filas: “Quiero invitar desde ya al Partido Republicano, que ha obtenido una primera mayoría incuestionable, a no cometer el mismo error que cometimos nosotros en su momento”, dijo en relación a la anterior Convención constitucional, dominada por una mayoría de independientes y progresista. “Este proceso no puede ser de vendettas”.
El desafío de las reformas clave
El escenario político que deja el segundo sorpaso de la ultraderecha chilena –el primero fue en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2021– empina aún más el camino de Boric para cumplir con su programa antes del fin de legislatura en 2026.
Su coalición está en minoría tanto en el Congreso, fragmentado en 21 partidos y gran cantidad de independientes, como ahora también en el Consejo Constitucional. Expertos consultados por elDiario.es coinciden en que las elecciones constituyentes reafirman que tiene “pocas o ninguna” posibilidad de sacar adelante alguna de las tres reformas clave de su campaña: la tributaria, la de pensiones y la sanitaria.
“Al Gobierno solo le queda gestionar y administrar la crisis económica y de seguridad pública, olvidándose de la promesa de cambios estructurales que lo llevaron al poder”, dice Mauricio Morales, politólogo de la Universidad de Talca. Para Claudio Alvarado, director del Instituto de Estudios de la Sociedad, “la única posibilidad de sacar adelante alguna de sus reformas es generar acuerdos políticos transversales”, aunque se arriesgue a que las leyes salgan del legislativo muy distintas a la propuesta original.
¿Consecuencias para la coalición gubernamental?
En el encuentro de partidos de este miércoles también se abordará el reequilibrio de fuerzas que ha dejado la votación. La alianza de gobierno acudió dividida a las urnas, con dos listas separadas: una integrada por el Partido Socialista y el sector más izquierdista de la alianza (Frente Amplio y Partido Comunista) y otra conformada por los partidos más moderados del centroizquierda tradicional junto con la Democracia Cristiana, que está fuera del Gobierno.
En La Moneda, hasta ahora, rechazan la idea de un nuevo cambio de gabinete –sería el tercero en 14 meses de mandato– para dar más peso a las fuerzas de izquierda que tuvieron mejores resultados. Una decisión así obligaría a dejar en un segundo plano el alma moderada de la alianza, que justo llegó para apoyar al Ejecutivo tras su primera gran crisis, con el rechazo de la primera propuesta de nueva Constitución.
“Va a haber una lucha de fuerzas bastante importante dentro del Gobierno”, dice Nerea Palma, académica de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Diego Portales. También recuerda que la cúpula del Partido Comunista, el más votado de la lista de la coalición gubernamental, “ha sido bastante crítica con el manejo del Gobierno en algunos temas”.
Sin embargo, las señales que ha dado hasta ahora el Ejecutivo apuntan a que la jerarquía dentro del organigrama de La Moneda respecto a los socios más moderados se mantendrá. “Estoy en este cargo porque el presidente me ha pedido que sea parte de su equipo (...) No estoy representando a un partido, soy militante de uno, pero estoy ayudando al presidente”, dijo este martes la ministra de Interior, Carolina Tohá, militante del Partido por la Democracia, de centroizquierda, y uno de los pilares de la actual administración.
Hasta el momento, las consecuencias de los resultados solo han pasado factura al bloque de la derecha tradicional: uno de sus partidos (Renovación Nacional) ya ha convocado elecciones internas en agosto.
Los dilemas de Boric
La encrucijada que Boric tiene enfrente pasa ahora por acomodarse en el rumbo más moderado que había tomado su gestión y ceder a los contrapuntos que instale la oposición en las reformas clave, o bien apropiarse de los resultados de su bloque y recuperar su esencia, con las consecuencias que eso conlleve para la aprobación de los proyectos. “Si el Gobierno quiere recuperar su esencia y se polariza, tendrá una fuerte oposición desde el centroderecha que tenderá a radicalizarse”, dice Mauricio Morales.
El lunes, la portavoz de Gobierno, Camila Vallejo, dijo que en el Ejecutivo “hay flexibilidad” para conversar. Sin embargo, está por ver qué pasará con algunas banderas de lucha de sus reformas como la eliminación de las administradoras privadas de fondos de pensiones (AFP) o el impuesto a los superricos de su nueva propuesta tributaria.
“Van a existir presiones para poder ir más hacia la esencia de izquierda porque puede parecer que volver a esa esencia da más réditos electorales. No obstante, de momento el trabajo central pasará por crear un bloque de izquierda que busque limitar y cercar a la ultraderecha”, dice Nerea Palma.
Morales opina que el mayor “problema” para la coalición de Gobierno “llegará el 17 de diciembre, para el plebiscito constitucional de salida [que ratificará la nueva Constitución] y, seguramente, parte de su coalición llame a votar a favor y otra parte en contra, lo que generará una fractura difícil de corregir”.
De aprobarse la propuesta constitucional, Boric tendrá que estampar su firma en una nueva Carta Fundamental que podría incluso ser más conservadora que la actual, heredada de la dictadura de Augusto Pinochet, con sus bases en contra y su alianza duramente golpeada.