Hay varios países que llevan esperando lustros para incorporarse a la UE y ahora la sinfonía en el club empieza a sonar desafinada después de que el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, señalara 2030 como objetivo para la ampliación. La Comisión Europea se desmarcó rápidamente del político belga, con el que no tiene una especial buena relación. Pero el alto representante, Josep Borrell, se ha alineado hasta cierto punto con él al apostar por establecer un “horizonte” temporal a ese proceso en el que aguardan los países de los Balcanes Occidentales, Moldavia o Turquía, y al que aspiran desde hace poco más de un año Ucrania y Moldavia.
No es una cuestión de fechas, sino de cumplir los objetivos. Ese es el mantra que repetía la UE a la hora de hablar de su propia ampliación, una cuestión compleja en un club que ya tiene palpables diferencias norte-sur y cuya expansión hacia el este amenaza una integración a “varias velocidades”, tal y como reconoció el presidente francés, Emmanuel Macron. El asunto estaba sumido prácticamente en el letargo. Los candidatos llevan años metidos en el proceso, que supone llevar a cabo importantes reformas, pero la guerra en Ucrania ha colocado la ampliación en el centro del debate.
La entrada de Ucrania es una de las exigencias recurrentes del Gobierno de Volodímir Zelenski en todos los encuentros con sus socios europeos. Lo fue, por ejemplo, durante su visita en Bruselas, y lo ha sido unos meses después en el encuentro informal de ministros de Exteriores celebrado este jueves en Toledo en el que ha participado el jefe de la diplomacia de ese país, Dmitro Kuleba.
“Habrá importantes decisiones que Ucrania y la UE convertirán en realidad entre ahora y diciembre”, ha recordado Kuleba sobre la apertura de las negociaciones. La invasión rusa precipitó el proceso de adhesión en el caso de Ucrania, que obtuvo el estatus de candidato en tiempo récord y ahora aspira a que la Comisión Europea haga el octubre un informe positivo sobre los deberes que le puso el pasado año que permita que los 27 den el visto bueno al inicio formal de las conversaciones de integración en diciembre, aún bajo la presidencia rotatoria del Consejo de la UE. El paso no es inalcanzable con una UE volcada en los gestos hacia Ucrania frente a Vladímir Putin. “El compromiso de España para relanzar ese proceso (...) está fuera de toda duda”, le ha contestado el ministro español, José Manuel Albares.
“Al preparar la próxima agenda estratégica de la UE, debemos fijarnos un objetivo claro. Creo que debemos estar preparados, por ambas partes, para la ampliación en 2030”, dijo el político belga en su reaparición tras el parón estival. Una de las cuestiones que temen los socios europeos es que se rompa el equilibrio con la entrada de países con una peor situación económica. Ucrania, por ejemplo, se convertiría en el estado más grande del club.
Bruselas ha enfriado cualquier tipo de concreción temporal. “No estamos centrados en una fecha. Estamos centrados en trabajar muy estrechamente con los países candidatos para preparar su adhesión a la Unión Europea”, dijo la portavoz de la Comisión Europea, Dana Spinant.
“No creo que sea una cuestión de fechas. Es más una cuestión de voluntad y también una cuestión de cumplimiento, cumplir lo prometido por parte de la UE, pero también por parte de nuestros países socios en los Balcanes Occidentales o los otros tres países candidatos”, reiteró este jueves el comisario de Vecindad y Ampliación, Olivér Várhelyi, desde Toledo.
Aunque ha recordado que el proceso se basa en “méritos”, Borrell comparte con Michel la necesidad de establecer un “objetivo de tiempo” que no ha especificado. ¿La razón? Dar “ímpetus político” al proceso al trabajar con un límite temporal. “Proponer un horizonte podría movilizar nuestras energías”, ha dicho Borrell, que ha dado por hecho, como todos en la UE, que tanto Ucrania como el resto de países que aspiran a unirse, lo harán.
Por el momento, la relación con Ucrania se basa en el apoyo financiero, militar y humanitario. A pesar del esfuerzo nunca visto de los 27 con un país tercero, algunos países, especialmente los bálticos, quieren reforzarlo aún más. El ministro de exteriores lituano, Gabrielius Landsbergis, uno de los más vocales desde que estalló la guerra, ha apostado por sustituir la frase de que se apoyará a Ucrania “mientras sea necesario” por que se hará hasta la “victoria” ante la fatiga tras más de un año de guerra.
Kuleba: “Cuando ganemos la guerra, no necesitaremos más armas”
“Necesitamos apoyar a Ucrania de una forma predecible y sostenible. No solo la próxima semana o el próximo mes, mostrando al agresor que estamos con Ucrania hoy, mañana y siempre. Durante la guerra y después de la guerra”, aseveró el alto representante tras el encuentro con los ministros. En ese paquete está el debate sobre las garantías de seguridad que se le dan a ese país mientras siga fuera de la OTAN o la ayuda militar.
En la antigua fábrica de armas de Toledo, ahora sede de la Universidad de Castilla-La Mancha, el ministro ucraniano ha reclamado más armamento. “Hoy le he dicho a José Manuel [Albares] que estaría agradecido por la entrega de más tanques, más vehículos blindados y más sistemas antiaéreos”, reconoció ante los periodistas. “Cuando ganemos la guerra, públicamente diré que no necesitamos más, mientras estemos luchando, necesitamos más”, respondió a la pregunta de si hace falta material. Albares no se quiso mojar y contestó con un genérico: “Le he vuelto a garantizar que España ayudará a Ucrania todo el tiempo que sea necesario”.
“Putin está perdiendo terreno en la comunidad internacional”
Kuleba también reclamó más ayuda al resto de socios, entre ellos Alemania, y especialmente el envío de cazas F-16, que sólo ha recibido de algunos aliados, como Holanda. Además, se revolvió contra quienes critican la lentitud de la contraofensiva del ejército ucraniano y ha reprochado que se señale a los soldados “que se juegan la vida cada día liberando un kilómetro tras otro”: “Recomendaría a todos los críticos que se callen, vengan a Ucrania y traten de liberar un centímetro por su cuenta”.
El ministro ucraniano puso especial énfasis en la necesidad de mantener el corredor marítimo puesto en marcha ante la ruptura del acuerdo para el grano por parte de Rusia. Borrell se ha mostrado convencido de que esa decisión va a pasar factura a Putin por poner en riesgo la seguridad alimentaria en países a “miles de kilómetros” del conflicto. “Rusia está perdiendo terreno en la comunidad internacional”, afirmó.