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Los caminos que podrían llevar a la imputación de Donald Trump

“O nos rendimos a las fuerzas demoníacas que están demoliendo nuestro país o las derrotamos en una victoria aplastante el 5 de noviembre de 2024. O el Estado profundo destruye Estados Unidos o destruimos el Estado profundo”. Este es el tono apocalíptico y conspirativo -aunque nada novedoso- en el que Donald Trump ha decidido enmarcar su campaña electoral, ahora que numerosas investigaciones judiciales contra él se aproximan a sus fases finales. Este es el tono elegido en su primer mitin, en Waco (Texas), donde hace 30 años se desencadenó un violento enfrentamiento armado entre agentes federales y una secta religiosa, que duró 51 días y dejó 82 muertos, y que se ha convertido en un símbolo de resistencia de la ultraderecha contra el gobierno federal.

El magnate lleva meses avivando su tono victimista ante un supuesto gobierno a la sombra que está “instrumentalizando” la justicia en su contra a base de investigaciones “políticamente motivadas”. En su mitin en Waco de este sábado repartió pancartas donde se leía un nuevo mensaje: “caza de brujas”. Trump está creando el caldo de cultivo para cuando llegue su probable imputación, la primera a un expresidente en la historia de EEUU, que finalmente no se dio el martes pasado (como él había predicho, llamando a sus seguidores a protestar y “recuperar nuestra nación”), pero sí podría llegar esta semana. Ante esta posibilidad, el viernes alentó a sus seguidores a través de su red social Truth Social, avisando que su imputación podría provocar “potencial muerte y destrucción” a lo largo del país.

La imputación podría llegar esta semana

Se espera que este lunes se reúna en Manhattan el gran jurado que decidirá si encausa al expresidente, como busca el fiscal del distrito Alvin Bragg, por el pago de 130.000 dólares a la actriz porno Stormy Daniels para comprar su silencio en plena campaña electoral, en 2016. Diez años antes, Trump habría mantenido una relación extramatrimonial con ella. El expresidente niega la relación y el soborno, a pesar de que su entonces abogado, Michael Cohen, ya confesó en 2018 que había entregado el dinero a la actriz y que Trump se lo había reembolsado. 

Comprar el silencio de alguien, en sí mismo, no es un crimen en el estado de Nueva York, pero sí lo es la falsificación de documentos para disimular el pago que Trump habría hecho a su abogado: es un delito menor (misdemeanor), que puede ser castigado con hasta un año de cárcel. Ello se convierte en delito grave (felony) si, como argumenta el fiscal Bragg, dicha falsificación sirve para cometer de otro crimen, como la violación de la ley electoral. La acusación entiende el pago como una donación encubierta, pues sirvió para silenciar un escándalo mediático y limpiar la imagen del expresidente en el tramo final de su campaña electoral.

Probablemente, este caso ayudó a Trump en su victoria electoral de 2016 y, ahora que podría tener que rendir cuentas por ello, busca sacar rédito político para su lograr su vuelta triunfal a la Casa Blanca en 2024. “La persecución judicial es su nueva herramienta (del Estado profundo), y están dispuestos a utilizarla a niveles nunca vistos. Debemos detenerlos y no permitir que tengan esta nueva arma electoral en su kit de herramientas”, dijo el sábado ante las masas exaltadas en su estado afín, en Texas, donde afirmó que, bajo el mandato de Joe Biden, EEUU se ha convertido en una “república bananera” y en un estado “estalinista”. “Los abusos de poder que estamos presenciando en todos los niveles pasarán a la historia como uno de los capítulos más vergonzosos, corruptos y depravados de nuestra historia”, sentenció.

Las causas pendientes de Trump con la justicia se multiplican

Trump se autodenomina “el hombre más inocente” de la historia de EEUU porque, según asegura, ha entregado “11 millones de páginas” de documentos y “no han encontrado nada”. Lo cierto es que está siendo investigado en múltiples tribunales, por causas civiles y penales, políticas y empresariales, y a su probable imputación en Nueva York podrían sumarse otros cargos de mayor calado: por tratar de revertir el resultado de las presidenciales en 2020 en Georgia, por llevarse centenares de documentos clasificados a su residencia de Mar-a-Lago (en Florida) o por su rol en el intento de golpe de Estado que cometieron sus seguidores con el asalto al Capitolio, entre otros procesos judiciales.

Precisamente, más allá de desmarcarse de esta insurrección, la mayor afrenta moderna a la democracia estadounidense, Trump inició su mitin el sábado vanagloriando a los “patriotas” que “defendieron la nación” ese 6 de enero de 2021. El exmandatario llegó en su avión privado a Waco y se dirigió al escenario acompañado por la canción “Justice for All”, una canción interpretada por el Coro de la Prisión del 6 de Enero, formada por los hombres encarcelados por su participación en dichos hechos.

Sobre este caso, en diciembre concluyó la comisión parlamentaria de 18 meses en la Cámara de Representantes, que recomendó la imputación de Trump por cuatro cargos criminales. Ahora el Departamento de Justicia, que ya ha encausado a cientos de personas que atacaron la sede de la democracia estadounidense, está llevando a cabo su propia investigación y debe decidir si imputa también al expresidente.

Trump también podría ser imputado en el tribunal federal de Washington, donde otro gran jurado debe decidir si presenta cargos por el caso de los documentos clasificados que el FBI encontró en agosto en una redada en Mar-a-Lago. Este caso tomó la semana pasada un acelerón, cuando un tribunal de apelación dictaminó que el abogado defensor de Trump, Evan Corcoran, debía testificar ante el gran jurado. El fallo fue significativo, no solo por su rapidez (que frustró las tácticas dilatorias de Trump), también porque vino después de que el Departamento de Justicia convenciera al tribunal de que había pruebas suficientes para demostrar que Trump cometió un delito.

Durante su mandato, el expresidente se llevó de la Casa Blanca más de 11.000 documentos, más de 300 con la marca de “clasificado”, a su lujoso apartamento turístico. La gravedad del caso llevó a la justicia a abrir una investigación penal, donde se espera que se presenten nuevos cargos contra Trump, entre ellos por violar la Ley de Espionaje al conservar información de seguridad nacional que “podría utilizarse en perjuicio de EEUU”, o la obstrucción de la justicia, por negarse a entregar los documentos. La declaración que hizo el abogado de Trump el viernes ante el jurado indica, según apunta la CNN, que la imputación por este caso podría estar cerca.

Además de estos casos, también podría ser “inminente” la presentación de cargos judiciales por el intento de anular el resultado de las presidenciales en 2020. Así lo aseguró la fiscal de distrito del condado de Fulton (Georgia), Fani Willis, augurando una pronta decisión del gran jurado que investiga el caso y afirmando que “las acusaciones son muy graves. Si se le acusa y declara culpable, se enfrentará a penas de prisión”. La acusación se remonta a los hechos ocurridos en noviembre de 2020, cuando, después de confirmarse su derrota en este estado clave, Trump llamó al secretario de Estado de Georgia, Brad Raffensperger, pidiéndole que manipulara el resultado electoral: “Solo quiero encontrar 11.780 votos”, dijo en tono amenazante.

Trump aviva su narrativa conspiranoica

A la luz de estos enredos judiciales, Trump no hizo una premonición muy arriesgada al afirmar que sería imputado, aunque aventuró sin ninguna certeza -como confirmó primero su equipo y luego la realidad- que sería arrestado el martes pasado. Si finalmente se presentan cargos contra él, deberá acudir al juzgado y entregarse a las autoridades para la foto y las huellas dactilares de su ficha policial, y tendrá que escuchar la lectura de sus derechos y los cargos de los que se le acusa. Aunque puede que se resista a ello y termine siendo detenido con las manos esposadas tras la espalda, una imagen que Trump estaría buscando, según aseguraron a The Guardian fuentes cercanas al expresidente.

En el caso de que termine siendo encarcelado, eso no impediría al magnate presentarse a las elecciones -ya en 1920 el socialista Eugene Debs hizo campaña desde prisión, donde cumplía condena por oponerse a la entrada de EEUU en la Primera Guerra Mundial. Aunque una enmienda a la constitución pone una excepción a la norma que permite presentarse a la presidencia: la inculpación por insurrección, algo que tan solo podría ocurrir en la investigación sobre el rol de Trump en el asalto al Capitolio. 

Cada vez más acorralado por la justicia, el ultraderechista está aprovechando para alimentar la narrativa conspiranoica que le llevó a la presidencia y que provocó el ataque del 6 de enero: que existe un “estado profundo” dispuesto a todo para “destruir Estados Unidos”, comenzando por su endiosado líder, Donald Trump: “Los enemigos están desesperados por detenernos. Nuestros oponentes han hecho todo lo posible para aplastar nuestro espíritu y quebrar nuestra voluntad. Pero han fracasado. Solo nos han hecho más fuertes”, afirmó el sábado en Waco. 

Sin embargo, la semana pasada solo se manifestaron unas pocas decenas de sus seguidores en las calles de Nueva York, donde podría caer su primera imputación, y ante su residencia de Mar-a-Lago. Y en el seno de su partido, a pesar de que se han secundado sus denuncias de una “caza de brujas”, pocos republicanos han hecho costado al expresidente en su llamamiento a las protestas. El fantasma del asalto al Capitolio sigue presente en la retórica trumpista; está por ver si su capacidad de movilización continúa siendo la misma.