Ursula von der Leyen apenas ha tenido agenda pública en las últimas dos semanas. Ni siquiera viajó a la cumbre de la OTAN en Washington para centrarse en las negociaciones para seguir al frente de la Comisión Europea los próximos cinco años. La alemana sabe que lo que es enfrentarse a una votación en la Eurocámara: en 2019 su candidatura salió adelante por solo nueve votos, a pesar de que los grupos que formaban parte del acuerdo superaban en varias decenas la mitad más uno que necesitaba para ser elegida. En esta ocasión, populares, socialistas y liberales suman 401 escaños, pero el margen de cuarenta que tiene por encima de los 361 que requiere no se puede dar ni mucho menos por hecho y a Von der Leyen le ha tocado remangarse y hacer guiños a su izquierda y a su derecha para intentar lograr la cuadratura del círculo.
El gran problema al que se enfrenta es que los acuerdos por un lado del arco parlamentario le pueden desequilibrar la balanza por el otro. En plena campaña, Von der Leyen no dudó en asegurar que buscaría el apoyo de la extrema derecha para mantenerse al frente del gobierno comunitario desatando las críticas y advertencias de sus aliados socialistas y liberales, que le recordaron que no podría contar con ellos si alcanzaba un acuerdo con esas fuerzas, entre las que señalaba a los Fratelli d'Italia de Giorgia Meloni.
Eso ha empujado a Von der Leyen a centrar sus esfuerzos negociadores en Los Verdes, con los que ha mantenido varias reuniones en las últimas semanas. Pero en una votación que es secreta ese acercamiento le puede pasar factura en el ala más dura de su partido, que está en pie de guerra contra el Pacto Verde Europeo y que prefiere aliarse con el grupo de los Reformistas y Conservadores (ECR).
Por el momento Von der Leyen, que se ha reunido con ECR este martes, se ha comprometido con el resto de grupos a no alcanzar ningún acuerdo de cooperación, es decir, no tener un pacto formal con esas formaciones para retener la mayoría con socialistas y liberales y atraer a Los Verdes.
Aunque formalmente sólo se ha sentado con el grupo de la extrema derecha una vez –el Partido Popular Europeo sí mantiene el cordón sanitario a los otros dos grupos ultras, entre ellos el nuevo al que se ha incorporado Vox–, Von der Leyen sí ha hecho guiños durante este proceso. Uno de los últimos lo ha expresado precisamente en la reunión con ECR al confirmar que el próximo gobierno comunitario tendrá un comisario encargado de las pymes y 'simplificación normativa' con rango de vicepresidente, según ha publicado La Stampa. Meloni exigió precisamente un comisario “para la desburocratización” la semana pasada.
Aunque esta no es, en teoría, la fase de negociación de los comisarios porque corresponde a una etapa posterior una vez que la presidencia de la Comisión Europea haya sido ratificada, es un reparto que sobrevuela en las negociaciones de Estrasburgo y que puede empujar a algunas delegaciones nacionales a decantar su voto.
El PP Europeo está aprovechando la negociación para sacar la carta de romper el acuerdo alcanzado por los líderes y retener la presidencia de la Eurocámara todo el mandato y no la mitad, como está pactado. Lo que difunden los populares es la esperanza en una correlación de fuerzas más favorable dentro de dos años y medio –si ganaran en Alemania, por ejemplo, o incluso en España–, con la amenaza de dejar caer al presidente del Consejo Europeo, António Costa, para retener la presidencia del Parlamento Europeo.
Los socialdemócratas, por su parte, también empujan para que su spitzenkandidat, Nicolas Schmit, siga como comisario. La apuesta socialdemócrata se produce a pesar de que el Gobierno de Luxemburgo, a quien corresponde hacer la propuesta, no es de su color –está formado por populares y liberales–, pero argumentan que eso podría dar más estabilidad parlamentaria al Ejecutivo comunitario.
Y es que tras ceder Alemania, que no tiene comisario socialista por ser germana la presidenta, la Comisión Europea tendrá muy pocos representantes de esa familia (España, Malta, Dinamarca y quizás Rumanía) tras haber ido perdiendo gobiernos en los últimos años.
De ahí que una de las pugnas en las negociaciones entre el Nuevo Frente Popular que ganó las elecciones legislativas en Francia y Emmanuel Macron sea la designación del futuro comisario de ese país. La intención del presidente de la República, a quien corresponde marcar la política en materia exterior, es que repita el liberal Therry Breton, responsable de Mercado Interior, pero la France Insoumise pelea por que el representante salga de la candidatura de izquierdas.
La calculadora de Von der Leyen
De los 401 eurodiputados que conforman los grupos de la 'mayoría Von der Leyen' ya hay una veintena que han anunciado que votarán en contra. Son Les Républicains franceses (6) que no le perdonan haber sido la candidata de Macron hace cinco años y los cinco eslovenos del partido del antiguo primer ministro Janez Janša, también de su familia política. Por parte de los socialdemócratas, solo el esloveno Matjaž Nemec ha comunicado que votará en contra de Von der Leyen, aunque se dan por hecho más fugas en una votación que es secreta. Muchos miran a la delegación italiana del Partido Democrático, que censura el acercamiento de la alemana a Meloni, y a la alemana del SPD, en tanto que Von der Leyen, ex ministra de Defensa de Angela Merkel, es de la CDU.
Por parte de los liberales de Renew Europe, el irlandés Fianna Fail (4) se desmarcaría de la disciplina de voto, junto con otros dos irlandeses independientes y un portugués. Eso deja a Von der Leyen con 482 votos, pero el margen de 'disidencia' con el que trabajan en su equipo es de un 10%, que puede incrementarse en función de las alianzas con otros grupos.
En las incorporaciones que puede sumar Von der Leyen al margen de esas tres grandes familias están algunos eurodiputados de ECR, como los tres checos del Partido Democrático Cívico (ODS), cuyo primer ministro, Petr Fiala, le ha mostrado su apoyo. También planea la duda de qué harán los Fratelli d'Italia teniendo en cuenta los guiños que ha hecho Von der Leyen y que Meloni se abstuvo en la votación del Consejo Europeo.
Pero el gran respiro para la alemana puede llegar de la bancada de Los Verdes, que están mayoritariamente dispuestos a llegar a un acuerdo y formar parte de la nueva mayoría. No obstante, las conversaciones con el PPE no han sido del todo fáciles y ha sido la presidenta de los socialdemócratas, Iratxe García, la que ha hecho de bisagra. En el primer test de la legislatura, los verdes (o al menos una parte del grupo) han avalado a la popular Roberta Metsola como presidenta de la Eurocámara. La maltesa ha sacado la mayoría más holgada de los últimos años en su elección con 562 votos. A cambio, el rumano verde Nicolae ÈtefÄnuÈÄ ha sido elegido como uno de los vicepresidentes, con 347 votos.