Las mujeres que revolucionaron la lucha por el acceso al aborto en Polonia desde un grupo de Facebook
- eldiario.es profundiza en una serie de reportajes en historias de personas y proyectos que pelean por una Europa más justa y social
El 1 de abril de 2016, los medios polacos informaron de una iniciativa legislativa popular (ILP) llamada “Stop Aborto” y redactada por el think tank católico Ordo Iuris. La propuesta pretendía permitir el aborto solo en caso de peligro de muerte de la madre, y quería criminalizar a las mujeres que trataran de abortar por cualquier otro motivo.
La legislación polaca era ya era una de las más restrictivas de Europa: el aborto solo estaba permitido si el embarazo era resultado de una violación o de incesto, si el feto estaba irreversiblemente dañado, o si la vida de la mujer estaba en peligro. Si esa nueva ILP se aprobaba, estaría por ejemplo prohibido abortar en caso de violación; y si la mujer lo intentara, podría acabar en prisión durante hasta tres años.
“Pensé que toda esa historia de la nueva ley era un chiste”, no por nada era el 1 de abril, recuerda Agata Majewska, de 36 años y diseñadora de moda en Varsovia (en Polonia, como en muchos otros países, el equivalente al Día de los Inocentes es el 1 de abril).
Pero no solo no era una broma sino que, además, la ILP contaba con el apoyo de la poderosa Iglesia católica polaca y del partido nacionalista y conservador Ley y Justicia (Prawo i Sprawiedliwość, PiS), en el Gobierno desde poco antes y con mayoría parlamentaria.
Cuando empezó a ver noticias sobre la ILP, Agata estaba sola en su oficina, así que entró en Facebook y preguntó a varias amigas si tenían más información. Como apenas recibió respuestas, y con la idea de que sería más práctico para hablar del tema, creó un grupo de Facebook. Lo llamó Chavalas Por Chavalas (Dziewuchy Dziewuchom), usó una ilustración de un útero negro haciendo un corte de manga como logotipo, invitó a varias de sus amigas al grupo, y dejó Facebook y siguió trabajando.
Cuando un rato más tarde Agata volvió a entrar en Facebook, de alguna forma el grupo había crecido hasta unos 5.000 personas. Y cuando llegó a su casa esa noche, el grupo iba por las 30.000: casi todas mujeres polacas, y muchas hablando abiertamente sobre el aborto y expresando su indignación ante la propuesta de ley. Era increíble, Agata estaba en shock: nunca había visto algo así en Internet en Polonia, donde el tema del aborto es tabú. Y esto estaba ocurriendo en un grupo que había creado ella misma solo unas horas antes.
En un grupo de Facebook, los miembros pueden publicar notas, documentos, imágenes, enlaces… Y luego otros miembros pueden pinchar en “Me gusta” y escribir comentarios en las entradas publicadas, lo que puede dar lugar a conversaciones que pueden alargarse hasta los cientos de mensajes. Es una idea muy simple pero también muy potente, porque de este tipo de grupos en internet pueden emerger nuevas comunidades e identidades.
“Enseguida hubo gente en el grupo que empezó a preguntar, ‘¿Quién es la administradora? ¿Tiene experiencia en estas cosas? Porque hay muchísima energía y algo bueno podría surgir de aquí, así que no vayamos a cagarla’”, recuerda Agata.
De un modo explosivo e inesperado, el grupo de Facebook que Agata había creado de casualidad se había convertido en el lugar en el que estar en la internet polaca para hablar sobre la propuesta de ley y el aborto. El problema era que ella no tenía ni idea de cómo administrar un grupo de Facebook. En un primer momento, había escrito a organizaciones y páginas web feministas para ver si querían hacerse cargo del grupo, pero no había recibido apenas respuestas ni interés. Al final, fue un miembro de Dziewuchy, una chica, quien espontáneamente escribió a Agata y le enseñó todas las diferentes posibilidades y opciones.
Esta chica le dijo que lo primero debería hacer es ponerle candado a Dziewuchy. Sin saberlo, Agata lo había creado como un grupo abierto, lo que permitía a cualquier usuario de Facebook unirse sin más, y a cualquier persona en internet leer las conversaciones en el grupo incluso sin iniciar sesión en Facebook. Esto había contribuido al crecimiento exponencial de Dziewuchy, pero también había dejado la puerta abierta a los trolls, como se conoce a las personas que se dedican a provocar e insultar con el fin de arruinar conversaciones en internet.
En un grupo de Facebook cerrado, solo pueden leer las conversaciones quienes son miembros. Para poder unirse al grupo, otros usuarios de Facebook tienen que enviar una solicitud, y entonces los administradores (o admins) deciden a quién aceptar. Como creadora de Dziewuchy, Agata era la única admin, y en cuanto cerró el grupo se empezaron a acumular rápidamente centenares de solicitudes de personas que querían entrar. Agata vio que tendría que convertir a algunos miembros en admins para que pudieran ayudarla con la gestión del grupo. Publicó una nota para pedir voluntarios y solo se ofrecieron ocho chicas y Agata no conocía a ninguna de ellas. Las nuevas admins tendrían el poder de expulsar a gente del grupo y de borrar conversaciones enteras: ¿cómo podía saber Agata de quién fiarse?, ¿cómo evitar convertir en admin a alguien con malas intenciones?
Revisó los perfiles en Facebook de las candidatas y se dejó llevar por su instinto. Al final, escogió a tres chicas más o menos de su edad: Barbara Baran (o Basia), psicóloga y experta en derechos reproductivos y que en ese momento vivía en Barcelona; Joanna Filipczak-Zaród, psicóloga y mediadora en Varsovia; y Katarzyna von Alexandrowitsch (o Kasia), quien como Agata tenía experiencia en diseño y también vivía en Varsovia. En un momento, las cuatro pasaron de no conocerse a ser las admins de Dziewuchy Dziewuchom, donde decenas de miles de mujeres estaban hablando sobre el aborto y expresando su rabia de un modo como nunca antes se había hecho en Polonia.
“Al principio era emocionante, claro, porque antes de Dziewuchy no había ningún gran espacio feminista, ni en la Internet polaca ni en la vida real”, dice Basia. “Pero a los pocos minutos Agata estaba aterrorizada, yo estaba aterrorizada... porque la creación del grupo no respondía a ningún plan, no teníamos ni idea de qué íbamos a hacer”.
Agata, Basia, Kasia y Joanna iniciaron un chat privado para hablar de cómo gestionar el grupo. ¿Deberían moderar las conversaciones? ¿Deberían identificar explícitamente el grupo como proelección? Decidieron pasar la conversación a una videollamada por Skype: esa fue la primera vez que las cuatro se vieron, y la llamada duró toda esa primera noche.
“Y lo primero que hicimos fue preparar un manifiesto”, recuerda Kasia. “Queríamos estar seguras de que las cuatro éramos proelección, teníamos que conocernos un poco y saber que pensábamos de forma similar”. Enseguida vieron que ellas cuatro eran explícitamente proelección y defendían liberalizar el acceso al aborto. Pero prefirieron mantener el manifiesto privado porque no querían imponer ningún punto de vista particular al grupo: querían que Dziewuchy desarrollara su propia identidad comunitaria.
Sí decidieron que las conversaciones serían moderadas: los miembros ya no podrían publicar automáticamente cualquier cosa, sino que cada nota, imagen, vídeo o enlace que quisieran publicar en el grupo tendría que ser aprobado antes por una admin. Esto no solo iba a darles mucho trabajo a las cuatro sino que uno puede preguntarse qué necesidad hay de moderar un grupo de Facebook: sus miembros pueden ignorar las conversaciones que no les gusten y marcharse del grupo cuando quieran.
Pero Dziewuchy Dziewuchom no era un mero grupo de Facebook: en menos de un día se había convertido en un espacio seguro donde las mujeres polacas podían discutir y seguir juntas la actualidad de esta ILP que afectaba sus derechos reproductivos. Para muchas de ellas, esta era la primera vez que se encontraban en este tipo de espacio común, la primera vez que podían expresarse libremente y entablar conversaciones con otras mujeres sobre estas cuestiones. Y las admins decidieron que moderar el grupo era necesario para evitar notas ofensivas y el troleo de miembros malintencionados, y también para evitar conversaciones repetidas o sobre cuestiones no relativas a los derechos reproductivos.
Escribir respuestas a las notas publicadas como entradas en el grupo sí seguiría abierto: cualquier miembro podría escribir cualquier cosa en los comentarios, y las cuatro admins concibieron en privado algunas normas para no tener que recurrir a borrar mensajes. “Si alguien usaba un argumento falso o mencionaba algo que no era cierto médicamente, nosotras interveníamos y escribíamos mucho. No se trataba de borrar comentarios, es muy fácil limitarte a borrar comentarios; pero lo que hay que hacer es enseñar a la gente, explicar que algo no es cierto por esto, por esto, por esto y por esto otro. Y para probar nuestra opinión teníamos que añadir enlaces, documentarnos bien antes”, relata Kasia. “Y era muy satisfactorio, porque cuando veían que queríamos ayudar y justificar lo que escribíamos, a menudo la gente cambiaba de opinión, ‘Vale, ahora entiendo qué quieres decir, disculpa lo de antes, me has abierto los ojos, gracias’”.
Además de revisar todas las solicitudes de gente que quería unirse al grupo, y de decidir qué notas se publicaban, las admins trataban de seguir todas las conversaciones y estar listas a intervenir para corregir errores o para evitar conflictos. Resultó que ser admin de Dziewuchy Dziewuchom era un trabajo mucho más laborioso y cansado de lo que ellas habían imaginado.
Porque además el grupo había seguido funcionando. Aún había indignación, rabia, enfado; pero durante la noche las conversaciones fueron tratando cada vez más de qué hacer, cómo reaccionar a la propuesta de ley. Había diferentes opiniones, las discusiones se sucedían a un ritmo frenético: el grupo era un organismo vivo, una emergente conciencia colectiva sobre el acceso al aborto y los derechos y la sexualidad de las mujeres, cuestiones normalmente muy restringidas en Polonia en la esfera pública y también en la privada. En la mañana del segundo día, el 2 de abril, una de las chicas escribió: “Nunca antes me había despertado formando parte de un grupo tan grande de mujeres :) (…) Estemos todas preparadas para este tipo de conversaciones tan difíciles. Os deseo mucha paciencia, empatía y, sobre todo, coraje. :)”
‘¡Apoya a las chavalas!’
Ya durante ese segundo día parecía cada vez más claro que la mayoría de los miembros –o al menos los más activos– tendían a ser proelección. Cuando ese día Barbara Nowacka, activista y excandidata a la presidencia del Gobierno por una coalición de izquierdas, anunció una ILP rival llamada “Salvemos a las mujeres” para tratar de liberalizar el acceso al aborto, muchas personas en Dziewuchy dijeron que se organizarían para recoger firmas.
El lunes 4 de abril, el grupo tenía más de 66.800 personas. Aunque se turnaban para gestionarlo, las cuatro admins apenas habían dormido durante el fin de semana. “Y la segunda vez que nos llamamos (por Skype), todas lloramos. Pero también de alegría, recibimos muchos mensajes como, ‘Muchas gracias, chicas, por vuestro trabajo, por estar comprometidas, por querer cambiar la situación’”, recuerda Kasia.
Mensaje a mensaje, la comunidad maduraba y los miembros tendían a una posición que todos podían compartir. El 6 de abril, en una nota muy larga, una mujer explicaba: “Yo estoy en contra del aborto. No puedo imaginar la posibilidad de abortar solo porque el embarazo no encaja en mi plan de vida. (…) Sin embargo, el mundo es mucho más complicado de lo que nos gustaría. Hay situaciones en la vida que me dejan completamente impotente. (…) Admiro y respeto profundamente a las mujeres que deciden tener el bebé a pesar del riesgo de muerte. Para mí, son heroínas. Pero, al mismo tiempo, creo que no tengo ningún derecho a imponer ese heroísmo a ninguna mujer. Y que nadie más lo tiene: ni los políticos, ni los obispos, ni los médicos y ni siquiera el padre del bebé”.
La cuestión más divisiva era cómo debería Dziewuchy relacionarse con otros grupos y organizaciones, y en particular con los partidos políticos. La mayoría de los miembros despreciaban a los políticos y no querían tener nada que ver con ellos. Como en otros países e idiomas, para mucha gente “político” y “política” se habían convertido prácticamente en insultos. “(Pero) lo que nosotras hacemos es política, y desde el primer momento decidimos que en todos nuestros comunicados, en la información para la prensa y en todo eso lo diríamos así: que lo que hacemos es política pero que no somos un partido político”, cuenta Basia.
Mientras que Dziewuchy se mantendría estrictamente apartidista, el grupo sí decidió colaborar con otras organizaciones de la sociedad civil que defendieran los mismos valores; y las admins anunciaron que Dziewuchy coorganizaría una protesta junto al Parlamento el sábado 9 de abril de 2016, como parte de una coalición llamada “Recuperemos la elección”.
El 7 de abril, Basia publicó una foto de sí misa en la pose del famoso cartel de “We Can Do It!”, hoy convertido en icono feminista, con la etiqueta #ApoyaALasChavalas (#PopieramDziewuchy), y pidiendo a la gente que participara en la protesta prevista dos días más tarde. Kasia y Joanna respondieron enseguida subiendo fotos de ellas mismas con carteles que decían #ApoyaALasChavalas. Y muchos más miembros y también gente de fuera del grupo empezaron a publicar imágenes con ese mensaje. La etiqueta se viralizó, también fuera de Polonia traducida al inglés (#SupportTheGals), y políticos y famosos se sumaron a la convocatoria.
Durante la protesta el 9 de abril, Kasia y Joanna leyeron un discurso desde el escenario en nombre de Dziewuchy: “Para muchas de nosotras, esta es la primera vez que expresamos nuestra oposición, la primera vez en nuestras vidas que nos comprometemos con algo de esta forma. (…) Nuestro grupo es un lugar donde las mujeres pueden por fin tener una voz propia y expresarse de un modo que antes no nos estaba permitido. Las conversaciones que hemos tenido nos han hecho darnos cuenta de que somos capaces de tomar las riendas de nuestra situación y de luchar por nuestros derechos”.
Esa noche, apenas nueve días tras su creación, Dziewuchy Dziewuchom llegó casi a los 100.000 miembros. Y ese día fue también la primera vez que Agata, Kasia y Joanna se conocieron en persona (Basia aún vivía en Barcelona).
Hacia la Protesta Negra
A partir de ese momento, el grupo se estabilizó (hoy tiene alrededor de 103.000 miembros) y el trabajo de las admins prácticamente se profesionalizó, con la diferencia de que ellas lo han ido haciendo en su tiempo libre y sin cobrar.
Mientras que el grupo era el lugar para conversar, compartir historias y organizar protestas y otros eventos, las admins también crearon una página de Facebook llamada Dziewuchy Dziewuchom, que a diferencia del grupo es como un tablón de anuncios público que usan como herramienta de comunicación. Las admins diseñan imágenes y mensajes que publican en esta página y también en otras redes sociales, y que a menudo se convierten en memes virales.
A medida que Dziewuchy ganaba visibilidad fuera del grupo, los políticos en Polonia también tomaron nota del crecimiento enorme del grupo y de su capacidad para movilizar mujeres y para llegar al público femenino, y representantes de partidos de la oposición contactaron a las admins para hablar sobre la posibilidad de colaborar, algo que Dziewuchy nunca ha aceptado. “Políticos de la Plataforma Cívica (Platforma Obywatelska, un partido cristiano demócrata) y de Moderno (Nowoczesna, un partido liberal) trataron de convencernos, ‘Venga, tenemos que luchar todos juntos contra el PiS (el partido nacionalista y conservador en el Gobierno), pero vamos a dejar todo este tema del aborto para más adelante’. Y llevan años haciendo eso”, relata Basia. “El apoyo de la Iglesia es muy importante, lo es para el PiS pero también para la Plataforma Cívica”.
A partir de abril y hasta el fin del verano de ese año, hubo numerosas protestas locales organizadas por mujeres en pueblos y ciudades por toda Polonia. El hecho de que muchas de estas mujeres eran miembros de Dziewuchy ayudó a coordinar y a hacer un seguimiento de todas estas manifestaciones, y las admins mantuvieron un mapa constantemente actualizado de todas estas protestas. “Grupos muy diferentes de mujeres se involucraron para organizar estas manifestaciones, y era la primera vez que organizaban algo así, la primera vez que eran tan proactivas. Muchas mujeres se sorprendieron a sí mismas al ver que eran capaces de influir en la realidad de esa forma. (…) Hubo muchos mensajes en ese sentido”, recuerda Agata.
Durante ese mismo periodo, las admins y varios miembros de Dziewuchy contribuyeron a coordinar la recogida de firmas para apoyar la ILP “Salvemos a las mujeres”, que pretendía liberalizar el aborto. En Polonia, estas iniciativas legislativas ciudadanas necesitan obtener 100.000 firmas para que el Parlamento las tome en consideración, y “Salvemos a las mujeres” consiguió 215.000. Por su lado, la ILP restrictiva “Stop Aborto”, con el apoyo de la Iglesia y el partido en el Gobierno, llegó a más de 450.000 firmas.
Ambas propuestas de ley fueron debatidas en el Parlamento el 23 de septiembre de 2016. “Salvemos a las mujeres” fue rechazada tras la primera deliberación, mientras que una mayoría de diputados aprobó enviar “Stop Aborto” al siguiente paso de la tramitación en su camino hacia convertirse en ley.
Unos días antes, el partido de izquierdas Juntos (Razem) había pedido a las mujeres polacas que vistieran de negro para mostrar su oposición a “Stop Aborto”, y la etiqueta #ProtestaNegra (#CzarnyProtest) había empezado a circular por las redes sociales. Tras el debate parlamentario, la abogada y activista Marta Lempart propuso hacer de la Protesta Negra una gran huelga de mujeres el 3 de octubre contra la tramitación parlamentaria de “Stop Aborto”, y la idea resonó entre mucha gente y se extendió con rapidez.
Con menos de dos semanas para organizar la protesta, Dziewuchy Dziewuchom –y también otros grupos locales que de forma independiente habían empezado a usar ese nombre en Facebook– fue clave como red de información y coordinación de tareas junto con otras organizaciones y foros, y un gran número de protestas organizadas localmente empezaron a tomar forma. Cuando llegó el 3 de octubre, entre 100.000 y 200.000 manifestantes, la gran mayoría mujeres vestidas de negro, tomaron las calles en unas 150 ciudades y pueblos de toda Polonia, y en otras 50 ciudades en otros países.
La enorme escala de las manifestaciones fue noticia internacionalmente y sorprendió hasta a las activistas polacas más optimistas. En respuesta a la protesta, el 6 de octubre el Parlamento votó de nuevo y esa vez también rechazó la ILP “Stop Aborto”.
Durante la segunda mitad de 2017, las dos iniciativas ciudadanas se renovaron para poder volver a recoger firmas con el fin de llegar otra vez al Parlamento. La nueva ILP “Stop Aborto”, en esta ocasión a cargo de la Fundación para la Vida y la Familia (Fundacja Życie i Rodzina), no criminalizaba a las mujeres que abortaran sin permiso –como sí había querido hacer la anterior ILP–, pero pretendía prohibir el aborto en los casos de malformación o enfermedad incurable del feto. Ese había sido el motivo de 1.042 de los 1.098 abortos legales en Polonia en 2016, según las cifras oficiales, por lo que si la nueva ILP restrictiva se convertía en ley el aborto legal quedaría en la práctica prohibido en Polonia. De nuevo con el apoyo de la Iglesia católica y del partido gobernante, esta propuesta consiguió recoger 830.000 firmas.
En el otro lado, la nueva ILP “Salvemos a las mujeres”, otra vez a cargo de la activista Barbara Nowacka y con el apoyo de Dziewuchy Dziewuchom y otras organizaciones feministas y proelección, pretendía liberalizar el acceso a métodos anticonceptivos y al aborto médico. Esta nueva versión, que incluía además provisiones para ampliar y mejorar la educación sexual en las escuelas, llegó casi al medio millón de firmas.
Las dos propuestas de ley fueron debatidas en el Parlamento el 10 de enero de 2018, y diez diputados de Moderno y 19 de la Plataforma Cívica se ausentaron de la votación en la que “Salvemos a las mujeres” fue de nuevo rechazada, esta vez solo por ocho votos de diferencia.
Algunos de esos diputados ausentes habían publicado fotos de sí mismos con el cartel #ApoyaALasChavalas durante la campaña lanzada por Dziewuchy en abril de 2016, y la gente en el grupo estaba furiosa. Las admins publicaron los nombres y las circunscripciones electorales de todos los diputados que no habían votado, y más adelante crearon una serie de memes con sus fotos y en los que les enseñaban una tarjeta roja.
Mientras tanto, y tal y como había ocurrido la primera vez, la ILP “Stop Aborto” fue de nuevo aprobada por la mayoría de los diputados presentes, y enviada al comité parlamentario sobre Justicia y Derechos Humanos para continuar su tramitación.
Tras una pequeña manifestación en Varsovia el 8 de marzo de 2018 por el Día Internacional de la Mujer, el comité parlamentario dio el 19 de marzo su aprobación a “Stop Aborto”, que estaba así un paso más cerca de convertirse en ley. Esto, sumado al apoyo público de la Iglesia a esa ILP, llevó a Dziewuchy y otros grupos a tratar de organizar rápidamente una manifestación mucho mayor. En la página de Dziewuchy, las admins pidieron a la gente de Varsovia que abriera sus casas y cediera camas o al menos sofás a personas de otras partes de Polonia para que pudieran acudir a la protesta. La inmediatez y el gran número de ofertas sorprendieron y aún hoy emocionan a Agata, que no esperaba una respuesta así.
Solo cuatro días después, el 23 de marzo, unas 50.000 personas –según los organizadores– ocuparon el centro de Varsovia en una protesta contra “Stop Aborto”. La mayoría de los medios de comunicación ignoraron la manifestación, y el trabajo de cubrir e informar sobre la protesta recayó en Dziewuchy y en unos pocos otros grupos más. Pero esta vez no hubo apenas reacción por parte del Parlamento, y en mayo de 2019 la ILP “Stop Aborto” seguía en el proceso de tramitación parlamentaria, aunque los diputados no parecían tener prisa en hacer avanzar este proceso.
Agotador y no remunerado
Durante todo este tiempo, las admins de Dziewuchy han continuado cada día revisando las solicitudes de quienes quieren unirse al grupo en Facebook (una tarde en marzo de 2018, cuando Agata inicia sesión hay 2.500 personas en la lista de espera), verificando cada nota, imagen y enlace que los miembros quieren publicar como entradas en el grupo (suele haber entre 200 y 300 al día), y siguiendo cada conversación para responder a afirmaciones falsas e intervenir para evitar conflictos. “Es muchísimo trabajo y nos quita mucho tiempo”, dice Agata. “Y ninguna somos activistas profesionales, a ninguna nos pagan por hacer esto, lo hacemos en nuestro tiempo libre además de dedicarnos a nuestros trabajos y de querer tener una vida privada”.
Además, en marzo de 2018 Agata y Kasia se habían quedado como las únicas dos admins, ya que Basia estaba dedicando su tiempo a una campaña por la educación sexual y Joanna había tenido que dejar su puesto. En mayo de 2019, Kasia y Agata tenían al menos la ayuda de una moderadora, que en un grupo de Facebook es un rol con unos poderes similares a los del admin, pero sin que pueda cambiar la configuración del grupo ni expulsar a otro moderador o a un admin.
El hecho de que Dziewuchy Dziewuchom sea un grupo dentro de Facebook, una empresa cuyo modelo de negocio consiste en vender espacio publicitario y propagandístico y que se ha visto envuelta en varios escándalos de abuso de datos de sus usuarios, es algo que las cuatro fundadoras tienen muy presente. “Esa es una parte vulnerable del proyecto”, observa Agata. “Y, aun así, creo que esa es también una de las causas del éxito de Dziewuchy, porque las redes sociales tienen una gran capacidad para enganchar a la gente, para hacer que la gente se involucre en algo, y habría sido mucho más difícil hacer una simple página web (fuera de Facebook) y acabar teniendo el mismo impacto”.
Además de la gran cantidad de trabajo entre bastidores que requiere el grupo, otro efecto secundario del éxito de Dziewuchy es que gestionar el grupo puede llegar a ser desalentador debido a la dureza del tema del aborto. “A veces es demasiado, si te dedicas a esto cinco días a la semana hay veces que odias Internet, que odias tu ordenador, que quieres poder olvidarte de lo jodida que está la situación en Polonia, y que lo único que quieres es poder desconectar un tiempo”, cuenta Agata.
Parte del problema es que las admins dedican su tiempo libre a gestionar el grupo, por lo que sacrifican precisamente el tiempo que los demás tenemos para relajarnos y tratar de desconectar. Esa es también parte de la razón por la que Basia y Joanna dejaron de ser admins, y las cuatro han estado pensando en cómo profesionalizar el grupo para hacerlo sostenible. Pero es una cuestión problemática “porque Dziewuchy podría perder su razón de ser”, dice Basia. “Porque para las mujeres polacas el grupo es muy diferente del mundo exterior, en el que apenas tienen voz, ni siquiera en los partidos políticos. (…) Pero aquí este es su espacio, es para ellas y hecho por ellas”.
“Fue extraordinario, para mí y para otras mujeres, ver que no estoy sola con mis opiniones, que no estoy sola con mi indignación, que no soy la única que no está de acuerdo con esta ley propuesta por unos cuantos hombres y unos cuantos católicos”, concuerda Agata.
“Porque desde abril de 2016 somos conscientes de que la ley no es algo abstracto sino que nos afecta íntimamente a las mujeres; que aunque no estés interesada en la ley, la ley sí está interesada en ti”, continúa Agata. “Porque aunque no estés interesada en la política, a la política sí le interesas tú”.
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