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Chile baraja alternativas ante el posible rechazo a la nueva Constitución

El presidente de Chile, Gabriel Boric, muestra el decreto que convoca un plebiscito obligatorio tras recibir el texto final de la Carta Magna, el 4 de julio.

Meritxell Freixas

Santiago de Chile —
3 de agosto de 2022 22:14 h

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Hay una frase que se está escuchando de forma repetida en los últimos días en Chile: “No es perfecta, pero se acerca a lo que yo siempre soñé”. Es un verso de la canción El breve espacio en que no estás del cantante cubano Pablo Milanés y los chilenos lo han aplicado a la propuesta de nueva Constitución que han redactado 154 hombres y mujeres en paridad. Primero fue la expresidenta Michelle Bachelet quien tomó prestado el fragmento y luego lo repitieron el actual presidente, Gabriel Boric, y su ministro Giorgio Jackson, secretario general de la presidencia.

Dentro de un mes, el 4 de septiembre, Chile votará si aprueba o rechaza el proyecto constitucional escrito por la Convención, el órgano encargado de su redacción. La campaña en la prensa y en la calle lleva semanas (o incluso meses) en marcha, pero será este viernes 5 de agosto cuando empezará la recta final, con el despliegue de la franja electoral en los medios. El debate está encendido porque, en el fondo, el país se juega el entierro definitivo del legado de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990). La carta magna vigente data de 1980 y fue aprobada durante el régimen.

El proceso ha sido intenso, con altos y bajos de la Convención. Aunque al inicio la apuesta por el cambio fue muy clara –casi el 80% votó por esta opción en el plebiscito de entrada de octubre de 2020–, el nuevo texto no convence a buena parte del electorado. Según la encuestadora Criteria, más del 73% se mueven entre dos opciones intermedias: aprobar para mejorar la nueva propuesta constitucional (33,4%) y rechazar para reformar la Constitución vigente (39,9%). Solo el 27% se identifica con las dos alternativas que plantea la papeleta: aprobar el nuevo texto sin hacerle modificaciones (15,9%) o rechazarlo para mantener intacta la actual (10,7%).

Surgen alternativas

A medida que las encuestas han lanzado sus pronósticos, que desde hace meses apuntan al triunfo del rechazo, y sobre todo tras la presentación oficial de la propuesta convencional, han empezado a surgir alternativas al 'apruebo' y 'rechazo' a secas. Algunas apuntan a validar el texto para modificarlo una vez esté aprobado en el plebiscito. Otras buscan rechazarlo directamente y jugar con otras posibilidades dentro del marco vigente.

La coalición de derechas Chile Vamos se ha comprometido a reformar diez aspectos de la actual carta fundamental, entre ellos cuestiones que en el pasado estuvieron en contra de modificar, como el derecho al agua. “El 'rechazo para reformar' es una alternativa poco creíble considerando los antecedentes previos y el comportamiento que ha tenido la derecha en Chile”, dice Cecilia Osorio, académica de la Facultad de Gobierno de la Universidad de Chile.

También sectores del centro-izquierda se oponen al proyecto constitucional y algunos de ellos buscan impulsar una reforma de ley que permita continuar con el proceso constituyente mediante un nuevo plebiscito, en caso de que se imponga el rechazo.

La actual Constitución establece que, en caso de ser rechazada la propuesta de la Convención Constitucional, seguirá vigente la carta magna de 1980. El temor a permanecer bajo el marco de la dictadura es tal que, incluso antes de que se vote, grupos de izquierdas e incluso desde el Gobierno han planteado llegar a un acuerdo para modificar los puntos más polémicos del texto una vez se apruebe.

“Tenemos acuerdo (entre) todos quienes apoyan al Gobierno de que es posible mejorarlo”, dijo Boric. El mandatario ha reconocido que hay puntos que se pueden corregir, pero en los últimos días se ha mostrado partidario de postergar la discusión para después de la consulta ciudadana. El derecho a la interrupción voluntaria de embarazo, el carácter plurinacional del Estado, el nuevo sistema de Justicia y la eliminación del Senado son algunos de los temas que generan más controversia. 

Otra idea que ha sobrevolado y que el mandatario ha terminado de concretar es la llamada 'tercera vía', es decir, abrir un nuevo proceso constituyente y convocar nuevas elecciones de convencionales en caso que la ciudadanía refute el proyecto de Constitución. “De ganar la alternativa 'rechazo', vamos a tener que prolongar este proceso por un año y medio más”, dijo Boric. Sin embargo, no está clara la fórmula prevista para ello y las opciones van desde una nueva asamblea, como sugiere él mismo, hasta el Congreso o un comité de expertos.

“La posibilidad de reformar la nueva Constitución se ha puesto en el debate para calmar a los indecisos y a los sectores más preocupados por determinados ámbitos de la reforma”, dice Osorio. Para el analista político Tomás Duval, decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma, las alternativas planteadas “son señales que debilitan ambas posiciones y parecen establecer que, pase lo que pase, después del plebiscito hay que hacer modificaciones al texto constitucional”.

“Si el resultado entre ambas opciones es estrecho habrá más posibilidad de llevar a cabo las reformas que si la diferencia es más amplia”, dice Duval.

Expectativas desinfladas y desinformación

La Convención empezó su labor con altas expectativas de la ciudadanía, pero se fueron desinflando con el avance del proceso. Varias polémicas entre convencionales de distintos sectores, algunas propuestas radicales que generaron controversia (aunque se descartaron) y la difusión de desinformación por parte de los grupos más conservadores propiciaron un aumento de la desconfianza de la ciudadanía, que observa el proceso con distancia.

“La percepción de la opinión pública respecto la Convención se fue debilitando por el predominio de sectores extremos de izquierda y derecha”, dice Duval. Osorio señala que la presencia mayoritaria de independientes “generó un funcionamiento muy particular, con relatos, discursos y performances que provocaron mucha oposición por ser novedosos, disruptivos y porque hubo momentos de franco desorden”. Y añade: “Muchos convencionales han tenido un rol protagónico y posiciones desde su trinchera que no contribuyen al debate más amplio”. 

El proyecto de nueva Constitución, descargable de forma gratuita en Internet, es el libro de no ficción más vendido en el país, según la clasificación semanal del diario El Mercurio. Antes de que la Convención entregara la propuesta final, el borrador ya se comercializó masivamente en puestos de venta ambulante y quioscos callejeros. Aun así, tanto el Servicio Electoral (Servel) –órgano autónomo que fiscaliza las elecciones en Chile– como expertos advierten del riesgo de desinformación sobre el contenido del texto constitucional. 

“Hay mucha caricatura de los sectores que se ven más amenazados y han simplificado el debate al extremo”, dice Osorio. Eso, a su parecer, se suma a la complejidad que supone “para una población tan amplia –como la chilena– y con muchas preocupaciones en el día a día acercarse a un texto constitucional largo”.

La tergiversación ha llegado al punto de que incluso se han distribuido ejemplares falsos del proyecto de nueva carta magna. El Gobierno respondió repartiendo ejemplares oficiales a la ciudadanía. A pesar de ser criticado por eso, Boric descartó cualquier tipo de intervencionismo en la campaña y enfatizó: “El principal valor y el rol que tiene que cumplir el Gobierno es que todo el mundo tenga acceso a la propuesta de nueva Constitución”.

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