El grupo independiente de expertos creado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para examinar la respuesta internacional a la pandemia de COVID-19 ha publicado un informe provisional esta semana para dar cuenta de sus avances desde su primera reunión. En él, el grupo dice que el mundo “no estaba preparado para la pandemia” y cuestiona la gestión inicial del brote de coronavirus aparecido en la ciudad de Wuhan, diciendo que se pudieron haber tomado medidas “más contundentes” en enero de 2020.
“El análisis de la cronología inicial de las primeras fases del brote parece indicar que podría haberse reaccionado más rápidamente cuando aparecieron los primeros signos mediante una respuesta reforzada e inmediata ante la nueva información sobre la propagación del virus”, dice el documento.
No obstante, el grupo –encabezado por la expresidenta de Liberia Ellen Johnson Sirleaf y la ex primera ministra de Nueva Zelanda Helen Clark– deja claro a lo largo de las páginas que su trabajo aún está “inconcluso” y que siguen recopilando información. Esperan presentar un nuevo informe en mayo.
Según exponen, un análisis “detallado” de la cronología de los primeros acontecimientos en la aparición de la COVID-19 da “motivos para creer que se perdió la oportunidad de aplicar medidas básicas de salud pública de forma más oportuna”.
“Lo que está claro para el grupo es que las autoridades sanitarias locales y nacionales de China podrían haber aplicado medidas de salud pública más contundentes en enero”, dicen los expertos. “También está claro que a finales de enero de 2020 ya había pruebas de casos en varios países. Todos los países que detectaron casos probables deberían haber aplicado medidas de contención de salud pública inmediatas. No lo hicieron”.
Según la información analizada, continúan, “solo unos pocos países aprovecharon plenamente la información disponible para responder ante las pruebas de una epidemia emergente”. Con la información disponible de Wuhan, sí consideran que “la secuenciación local, comercial y de última generación llevada a cabo a finales de diciembre de 2019” permitió obtener “los primeros indicios de un nuevo virus responsable de los casos de neumonía de origen desconocido” detectados.
También indican que una vez pasado el primer periodo de la epidemia queda claro que el volumen de infecciones en todos los países “fue superior al comunicado”. “La consiguiente falta de visibilidad sobre gran parte de la epidemia facilitó su propagación mundial: las simulaciones realizadas muestran que las conexiones de tráfico aéreo predecían la difusión mundial del virus durante la fase temprana de la epidemia”.
Este martes, las copresidentas han reiterado en una rueda de prensa virtual que una de las tareas del grupo es identificar las lecciones aprendidas, “no echar culpas”. “Todos podemos estar de acuerdo en que no queremos que nuestro mundo vuelva a estar en esta terrible situación. Nuestra tarea es mirar hacia atrás, con el beneficio de la retrospectiva, a las áreas que surgen como lagunas en la respuesta; y mirar hacia adelante para recomendar formas de llenar esas lagunas”, ha dicho Helen Clark.
“Es fácil encontrar carencias en la respuesta temprana a un brote cuando la situación se estudia retrospectivamente pero que es mucho más difícil emitir un juicio correcto cuando la información es nueva y, desde un punto de vista científico, incierta e incompleta”, sostiene el grupo en el informe. A pesar de todo, los expertos consideran que hay lecciones “importantes que extraer de los conocimientos que se tenían, y de las acciones que se tomaron”.
Una OMS sin poderes en plena pandemia
Los expertos repiten a lo largo del informe que a la OMS, cuestionada durante la pandemia desde algunos sectores por su gestión y blanco de ataques del presidente saliente de EEUU, Donald Trump, “le ha faltado poder” para hacer el trabajo que se espera de ella. Dicen que es “asombroso” que la agencia de Naciones Unidas “esté sometida a tan graves limitaciones en su potestad para validar los informes sobre brotes infecciosos atendiendo a su potencial pandémico y para poder desplegar localmente medios de apoyo y contención”.
“El resultado final es que la OMS no tiene poderes para hacer cumplir nada ni para investigar por voluntad propia dentro de un país. Cuando se trata de una nueva amenaza potencial de enfermedad, todo lo que la OMS puede hacer es pedir y esperar ser invitada. Estamos preguntándonos si eso es suficiente”, ha dicho Ellen Johnson Sirleaf.
Entre otras cosas, hacen especial énfasis en las deficiencias de financiación de la organización, “constantemente obligada a buscar fondos”. “En general, los Estados Miembros buscan en la OMS liderazgo, coordinación y orientación, pero no la dotan de la autoridad, el acceso o la financiación necesarios para ello. Es evidente que esto no está funcionando. Estamos analizando cuidadosamente esto”, ha explicado Johnson, quien considera que la OMS “es reformable”.
Los expertos continúan indagando en qué medidas podría haber adoptado la OMS, así como otros actores, para que la respuesta de los países hubiese sido “más contundente”, sobre todo entre principios de febrero y principios de marzo del año pasado.
El 30 de enero de 2020 la OMS declaró la emergencia de salud pública de importancia internacional (su máximo nivel de alerta) pero “por las pruebas estudiadas hasta el momento por el grupo, el grado en que los países respondieron a esa declaración no fue el esperado”. Tampoco, dicen, está claro por qué el comité de expertos de la OMS “no se reunió hasta la tercera semana de enero, ni tampoco por qué no pudo ponerse de acuerdo sobre la declaración” de la emergencia en su primera reunión.
También cuestionan si habría sido de ayuda el que la OMS hubiese utilizado el término 'pandemia' antes. “Aunque ese término no se utiliza ni se define en el Reglamento Sanitario Internacional, su uso sirve para llamar la atención sobre la gravedad de un problema de salud”. La OMS no lo usó hasta el 11 de marzo.
En este sentido, el informe se pregunta si el sistema internacional actuó lo suficientemente rápido para detectar y alertar al mundo sobre este nuevo patógeno infeccioso con potencial pandémico. Los expertos del grupo creen que el sistema internacional de alerta y respuesta “no es adecuado para su propósito”. “Parece provenir de una era analógica ya pasada, por lo que es preciso incorporarlos a la era digital”. Para poder reaccionar en días en lugar de semanas, “se requiere un sistema de información distribuida, alimentado por personal de laboratorios y dispensarios locales y apoyado por herramientas de obtención instantánea de datos y de adopción de decisiones”.
Muchos gobiernos de todo el mundo han pedido que la OMS sea reformada o reestructurada en medio de críticas a su respuesta al brote de COVID-19. En general, el grupo considera que no se han puesto en marcha reformas integrales y cree que la inacción “a la hora de instituir cambios fundamentales, a pesar de las advertencias lanzadas, ha dejado al mundo peligrosamente expuesto, como demuestra la pandemia de COVID-19”. También dicen que “es evidente que la confianza del mundo en la eficacia de la OMS nunca había sido mayor”.
Piden medidas decisivas ahora y corregir la desigualdad en vacunas
Asimismo, cuando ya son más de dos millones las personas fallecidas con coronavirus, Clark ha pedido a los países que actúen “con mayor decisión ahora” para frenar la pandemia.
“La corrección del rumbo en la gestión de la pandemia es necesaria ahora. Instamos a los países a que adopten de inmediato y de manera coherente las medidas de salud pública que reduzcan la propagación y el impacto de la COVID-19”, ha dicho la copresidenta. “La detección de los casos lo antes posible mediante pruebas, el rastreo de contactos y el aislamiento, y la reducción de la propagación mediante el distanciamiento físico y el uso de mascarillas son medidas que son tan pertinentes ahora como lo fueron al principio. Deben utilizarse para reducir la transmisión, la enfermedad y la muerte”.
También han manifestado “su gran preocupación” el desigual despliegue de vacunas en todo el mundo que, a su juicio, empaña el “estallido de esperanza” por la aprobación e inicio de la inmunización. “El hecho de que uno haya ido a nacer en Liberia, en Nueva Zelandia o en cualquier otro lugar no debería ser el factor que determinara su lugar en la lista de las vacunaciones”,.
“Lamentamos que el despliegue de la vacuna esté favoreciendo actualmente a los países ricos. mundo en el que los países de ingresos altos reciben cobertura universal, mientras que se espera que los países de ingresos bajos acepten solo el 20% en el futuro previsible, está en el mal camino, tanto por justicia como por el control de la pandemia. Este fallo debe remediarse”, ha dicho Ellen Johnson Sirleaf.