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Clint Smith, escritor: “No sabemos si el EEUU actual es la Alemania de 1938 o no, pero es el momento de ponerse en pie”

Clint Smith, poeta y académico autor de 'El legado de la esclavitud'

Javier Biosca Azcoiti

10 de abril de 2025 22:26 h

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Clint Smith, poeta, escritor y académico, ha recorrido EEUU en busca de los lugares que mejor representan el sistema esclavista que permitió a EEUU convertirse en la primera potencia económica mundial. En su libro 'El legado de la esclavitud: cómo recuerda EEUU su pasado más cruel' (recién publicado por la editorial Capitán Swing), el poeta escribe una historia “más honesta” de EEUU que ahora Donald Trump y los conservadores más reaccionarios pretenden ocultar.

Desde una prisión levantada sobre una antigua plantación esclavista y en la cual un 75% de los reos son afroamericanos —un 70% de ellos, condenados a cadena perpetua— que recogen algodón prácticamente sin remuneración y vigilados con agentes a caballo con una pistola al hombro; a la finca del presidente Thomas Jefferson, padre fundador de la patria, desde la que escribía cartas sobre la libertad humana mientras tenía en su posesión 600 personas esclavizadas. El recorrido de Smith es un paseo por el pasado más oscuro, y a menudo olvidado de manera deliberada, de EEUU.

¿De qué hablamos cuando decimos que la esclavitud era el activo más valioso de toda la economía de EEUU en el siglo XIX?

Fue masivo. En 1860, los 4 millones de negros esclavizados valían más que todos los bancos, fábricas y ferrocarriles juntos. Las personas negras en Estados Unidos en 1860 valían más que la suma de todas las manufacturas del país. Es imposible contar la historia del capitalismo americano y de cómo Estados Unidos se convirtió en una superpotencia mundial sin hablar de los siglos y siglos de mano de obra explotada que provenía de los africanos capturados.

Esto no es algo que sólo ocurriera en el sur. Obviamente, la esclavitud existió principalmente en el sur durante la mayor parte de la historia de Estados Unidos, pero hubo un periodo de tiempo en el que existió muy directamente en el norte. Además, la esclavocracia del sur fue financiada y hecha posible gracias a las compañías de seguros en las ciudades del norte, bancos en las ciudades del norte y financieros en las ciudades del norte.

También había leyes, como la ley de Esclavos Fugitivos, que requería que cada estado, independientemente de su ubicación, participase en el intento de capturar a los negros, a menudo de manera arbitraria. Todos los estados del país fueron cómplices y participaron en el comercio de esclavos y se beneficiaron de la esclavitud.

¿Cómo explicaría la conexión entre ese sistema esclavista hasta convertirse en la economía más poderosa del mundo?

La infraestructura económica de EEUU se construyó sobre la agricultura, que fue fundamental para su propia fundación como país. Todas las personas que trabajaban en los campos y las personas que recogían el algodón, el tabaco, que plantaban el índigo y trabajaban la caña de azúcar eran negras. Eran negros explotados. Y todas estas son las exportaciones que levantaron el comercio global de EEUU y que hicieron que se creara una nueva clase económica. Por tanto, la relación es directa. 

En 1860, los 4 millones de negros esclavizados valían más que todos los bancos, fábricas y ferrocarriles juntos. Es imposible contar la historia del capitalismo americano y de cómo Estados Unidos se convirtió en una superpotencia mundial sin hablar de la esclavitud

Dice que ese esfuerzo por aprender del pasado y su impacto en el presente ha desencadenado un fuerte movimiento reaccionario ¿Por qué?

En cada momento de la historia de EEUU en el que ha habido progreso racial y en el que se ha dado la posibilidad de una mayor movilidad social, económica y política para los negros, se ha producido una fuerte reacción en contra. El movimiento Black Lives Matter por ejemplo, fue un cambio profundo ocurrido a lo largo de una década y que se aceleró aún más con el asesinato de George Floyd en 2020 y las protestas globales en todo el mundo. 

Todo eso cambió la forma en que este país habla de la gente negra, cuenta su historia y pasó de entender el racismo como un fenómeno interpersonal —en el que alguien puede decir o hacer algo racista— a una realidad estructural y sistémica en la que el racismo es parte de la política pública, de la legislación y de las decisiones judiciales y cómo sigue dando forma a nuestras instituciones.

Lo que ocurre es que cuando más personas comienzan a contar esta nueva historia, que también es una historia más honesta, hay muchos estadounidenses que se sienten profundamente incómodos. Si tienes que contar una nueva historia sobre Estados Unidos, para muchos estadounidenses eso significa también que tienes que contar una nueva historia sobre ti mismo y sobre tu familia y tienes que contar una nueva historia sobre por qué tienes ciertas cosas y derechos que otras personas no tienen.

¿Qué nos dice de EEUU que Thomas Jefferson, uno de los padres fundadores, escribiese sobre la libertad del ser humano mientras poseía centenares de esclavos?

En Monticello [plantación de Thomas Jefferson] el guía me decía que cuando él o sus colegas tratan de contar la vida del presidente —como que poseía 600 personas esclavizadas, que incluso esclavizó a cuatro de sus propios hijos, que consideraba inferiores a los negros, y que decía que eran incapaces de amar— y su horrible historia de racismo, todos los días hay visitantes blancos que les acusan de mentir.

Para ellos, si tienes que contar una historia diferente sobre Jefferson, tienes que contar una historia diferente sobre EEUU y si tienes que contar una historia diferente sobre América, tienes que contar una historia diferente sobre ti mismo. La gente prefiere operar en la mitología y agarrarse a las historias que le han contado en la escuela o su familia, pero no reflejan toda la verdad.

Se sienten muy cómodos con las historias que cuentan sobre sí mismos. Se sienten muy cómodos creyendo que la razón por la que tienen ciertas cosas es simplemente resultado de su duro trabajo o el de su familia. No quieren aceptar que el país en el que viven o su propio estatus social, político y económico está relacionado con la explotación de otras personas. 

La historia que los estadounidenses cuentan sobre sí mismos a menudo es que somos los buenos y hemos salvado al mundo. Que somos el bastión de la libertad y el ejemplo de la democracia. Está claro que en 2025 somos nosotros los disruptores del orden mundial en el peor sentido

Lo que estamos viendo ahora por parte de muchos estados y la Casa Blanca son intentos de crear una sensación de miedo, concretamente en el sector de la educación, para evitar que los maestros enseñen la historia que explica cómo nuestra sociedad ha llegado hasta aquí. Su esperanza es que si la historia no se enseña, la gente no tendrá que hacerse preguntas de por qué ellos pueden tener algo y otros no.

Pero la razón por la que una comunidad en EEUU presenta diferencias respecto a otra no se debe a las personas que integran esas comunidades, sino a lo que se ha hecho o se ha extraído de esas comunidades generación tras generación. Sin embargo, si no entiendes la historia, pensarás que la razón por la que los negros tienen peores resultados sanitarios, económicos, sociales y académicos se debe de alguna manera a algo que los negros han hecho mal en lugar de a las cosas que se han hecho contra los negros.

Trump es una de esas respuestas reaccionarias, ¿no? Uno de los capítulos más emotivos del libro es su visita al Museo Afroamericano de Washington con su abuelo. Trump ha dicho que ese museo es ideológico y pretende reescribir la gran historia de EEUU ¿Qué opina y qué espera de la actual presidencia en este sentido?

Trump va a fracturar cada vez más la forma en que se enseña la historia estadounidense. Habrá algunas personas que redoblen su compromiso con la enseñanza de esta historia como una forma de combatir el fascismo y autoritarismo creciente en nuestra sociedad; y luego habrá algunas personas que, ya sea porque ideológicamente están alineados con Trump o porque teman represalias —como una retirada de la financiación o ser despedidos—, que no lo harán.

En mi caso, por ejemplo, hay cosas en mi vida que he hecho de las que estoy orgulloso y cosas en mi vida de las que estoy avergonzado. Cuando cuento la historia de mí mismo, no puedo contar sólo la historia de las cosas buenas que he hecho e ignorar el resto. Sería pintar una imagen incompleta de lo que soy. Pues con Estados Unidos ocurre lo mismo.

La historia que los estadounidenses cuentan sobre sí mismos a menudo es que somos los buenos y hemos salvado al mundo muchas veces. Que somos el bastión de la libertad y el ejemplo de la democracia. Eso ha sido una historia mucho más complicada de lo que los estadounidenses quieren aceptar y ahora en 2025 ni siquiera es una historia que podemos pretender decirnos a nosotros mismos porque está claro que somos nosotros los disruptores del orden mundial en este momento en el peor sentido. Uno tiene que contar la historia de racismo, xenofobia, imperialismo y crímenes de guerra de EEUU.

Los paralelismos entre nuestro sistema de prisiones y la esclavitud son claros

Explica que la Proclamación de Emancipación de Lincoln no era el documento radical e integrador que la mayoría cree y que a menudo es malinterpretado. 

Mucha gente cree que fue la Proclamación de Emancipación la que puso fin a la esclavitud, pero la Proclamación de Emancipación se firmó el 1 de enero de 1863 y fue en gran medida un documento militar. Fue un documento que anunció el fin de la esclavitud en los estados confederados, pero Lincoln sólo podría hacer cumplir ese edicto si la Unión llegaba y conquistaba esos estados. La Proclamación de Emancipación fue el comienzo de un largo proceso de libertad para los negros que duró años.

Incluso después de la guerra, había focos de lugares donde no había soldados de la Unión y no había manera de que los negros recibieran información de que la guerra y la esclavitud habían terminado. La esclavitud no terminó en un solo día: no fue la Proclamación de Emancipación, no fue la rendición del general Robert E. Lee y ni siquiera fue la firma de la 13 Enmienda.

En el norte seguía habiendo esclavos.

Así es. Si fuiste esclavizado en Maryland, que no era parte de la Confederación, la Proclamación de Emancipación no fue el documento que te dio la libertad. La esclavitud no terminó en Maryland hasta mucho después. La Proclamación de Emancipación fue también un documento que tenía la intención de evitar que Gran Bretaña y Francia entrasen en el conflicto del lado de la Confederación, porque el edicto convertía la guerra en una batalla contra la esclavitud. Gran Bretaña y Francia, décadas después de haber terminado con la esclavitud, ahora eran naciones antiesclavitud y por eso era menos probable que apoyaran a la Confederación a pesar de que muchos de sus propios intereses económicos estaban enraizados en la Confederación.

También permitió que cientos de miles de soldados negros se alistaran y lucharan por la unión, sin quien es muy probable que la Unión no hubiese ganado.

¿Hay alguna batalla hoy en EEUU que por su importancia e impacto pueda ser recordada en el futuro como hoy se recuerda la lucha contra la esclavitud? ¿Cuál es la lucha contra la esclavitud de hoy en día?

Creo que estamos en medio de una batalla por nuestra democracia en Estados Unidos. Tenemos un presidente que está derrumbando a diario un país que la gente pasó cientos de años construyendo. Está destrozando las normas, la economía, haciendo caso de las órdenes judiciales… está haciendo desaparecer a la gente que no está de acuerdo con él. Personas que, bajo el pretexto del antisemitismo, simplemente abogan por la libertad de los palestinos. 

Estamos en un momento de profundo cambio en la historia global. Todavía es muy pronto y no sabemos dónde acabaremos. No sabemos si esto es la Alemania de 1938 o el EEUU de 1920, pero creo que ahora es el momento de hablar y ponerse en pie. Es algo muy diferente a la esclavitud, pero ahora estamos en un momento político profundamente importante en el que se determinará la trayectoria de la historia mundial.

Estamos en medio de una batalla por nuestra democracia en Estados Unidos y tenemos un presidente que está derrumbando a diario un país que la gente pasó cientos de años construyendo

¿Cuál es el impacto de la esclavitud en la construcción de la sociedad estadounidense actual y qué ha quedado desde entonces?

Todo nuestro orden económico y político es un remanente del periodo de esclavitud. Lo que la gente olvida es que la esclavitud existió en las colonias británicas y luego en Estados Unidos durante unos 250 años y no ha existido durante unos 160. Por tanto, es una institución que existió durante casi un siglo más de lo que no lo ha hecho y una institución en la que todavía hay personas que amaban y que fueron criados por personas nacidas en la esclavitud. 

El abuelo de mi abuelo fue esclavizado. Cuando mis dos hijos pequeños se sientan en el regazo de mi abuelo, me imagino a mi abuelo sentado en el regazo de su abuelo.

Si uno va a un lugar como la Prisión Angola, construida sobre una antigua plantación, donde el 75% de las personas encarceladas son hombres negros y el 70% cumple cadena perpetua, es imposible no preguntarse cuáles son los fallos de nuestra memoria colectiva y de nuestra comprensión de la historia que permiten que tengamos un lugar que encarcela desproporcionadamente a hombres negros que cumplen cadena perpetua y que recogen algodón y otras cosechas prácticamente sin pago alguno mientras alguien les vigila a caballo con una pistola sobre el hombro.

Los paralelismos, especialmente en nuestro sistema de encarcelamiento a una historia de esclavitud están todavía con nosotros. La académica Cynthia Hartman, profesora en Columbia, habla de ello como la vida después de la esclavitud, es decir, cómo los restos y los residuos de la esclavitud siguen dando forma a la infraestructura social, política y económica que tenemos hoy en día.

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