Más de seis meses después del inicio de la pandemia, la COVID-19 sigue marcando el día a día de millones de personas en el mundo y la crisis, cuyo impacto ha sido devastador, no tiene final a la vista. Muchas pueden verse sobrepasadas por tener que mantener un estado de vigilancia constante y no se sienten motivadas a la hora de cumplir las restricciones. Es lo que se conoce como 'hartazgo pandémico', y está en aumento en Europa, según ha alertado la oficina regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Tal aumento se produce en un momento en que los contagios continúan al alza en territorio europeo y a pesar del apoyo ciudadano a las medidas contra la pandemia a nivel general.
Hans Kluge, director de la rama europea de la agencia de la ONU, mencionó encuestas de varios países, los cuales no detalló, que reflejan el crecimiento del hartazgo –entendido como la desmotivación a la hora de seguir los comportamientos recomendados para protegerse a sí mismos y a los demás– de la población en el continente: aunque se mide de diferentes maneras y los niveles varían según el país, se estima que ha alcanzado más del 60% en algunos casos.
Es una reacción natural y esperada. “Los ciudadanos han hecho grandes sacrificios para contener la COVID-19. Ha tenido un coste extraordinario, que nos ha agotado a todos, sin importar dónde vivamos o qué hagamos. En tales circunstancias, es fácil y natural sentirse apático y desmotivado, experimentar hartazgo”, dijo Kluge. “En medio de esta prolongada emergencia de salud pública, que ha obligado a las personas a vivir con incertidumbre y alteraciones durante muchos meses, es de esperar estos niveles de hartazgo”. También se expresa como desmotivación a la hora de buscar información, así como en sentimientos de complacencia, aislamiento y desesperanza, y evoluciona gradualmente con el tiempo.
Sin embargo, aunque esté lejos de ser una sorpresa, el hartazgo pandémico supone una grave amenaza para los esfuerzos para controlar la propagación, según la OMS. “Hasta que no se disponga de una vacuna o de tratamientos eficaces, el apoyo de la población y los comportamientos protectores siguen siendo fundamentales para contener el virus”, señala. Y aunque la experiencia sobre la mejor manera de mantener el apoyo de la población durante una crisis sanitaria mundial que dura meses (potencialmente años) es escasa, la agencia insiste: es necesario comprender y abordar el hartazgo y reactivar la vigilancia pública.
Ir más allá de las ciencias biomédicas
A juicio de la OMS, los Gobiernos deben ir “más allá de de la ciencias biomédicas” en su respuesta a la COVID-19 para desarrollar políticas basadas en un mayor conocimiento de las necesidades y comportamientos de las personas. Aboga, en este sentido, por escuchar, además de a los especialistas en medicina y salud pública, a expertos de ciencias sociales y del comportamiento, a la hora de debatir medidas y restricciones.
La agencia ha elaborado un documento con recomendaciones de políticas para guiar a los Gobiernos a la hora de planificar y aplicar estrategias para reforzar el apoyo de la población las medidas de prevención. Se deben basar, según indican, en cuatro claves: comprender a las personas –recopilando información, por ejemplo, para tener en cuenta matices culturales, entendiendo las necesidades de poblaciones como los estudiantes o las personas mayores o proporcionando una comunicación de calidad–, involucrarlas a la hora de encontrar la solución, hacer frente a las dificultades que atraviesan por el profundo impacto de la pandemia y permitir que la gente regrese a algo que se asemeja a la vida normal, pero pensando en términos de reducción de riesgos.
Algunas formas para lograr esto último es ayudar a diferenciar entre las actividades de bajo riesgo y las de mayor riesgo, combinar eventos online y físicos y evitar juzgar y culpar por comportamientos de riesgo, “ya que esto puede contribuir a la vergüenza y el aislamiento más que el compromiso y la motivación”. También piden preparar en este sentido la época de fiestas de final de año “Necesitaremos combatir el hartazgo satisfaciendo las necesidades de los ciudadanos de formas innovadoras. Vimos esto durante el Ramadán en toda la región, cuando las comunidades encontraron soluciones seguras para romper el ayuno, incluso hacerlo de manera virtual o repartir comida en los hogares para celebraciones a distancia”, explicó Kluge.
Algunas ejemplos de medidas en marcha
El documento incluye también una lista de acciones concretas y ejemplos de lo que han hecho algunos países que puede ilustrar al resto.
A la hora de comprender el comportamiento de la gente, subrayan el ejemplo de Francia, donde investigadores del ministerio de Sanidad, que documentó la experiencia relacionada con las restricciones a través de un cuestionario semanal. También el de Alemania, cuyo Gobierno consultó durante el debate de las restricciones a filósofos, historiadores de la ciencia, teólogos, expertos en pedagogía, juristas... que ayudaron a “equilibrar aspectos éticos, culturales o de comportamiento mientras se salvaguardaba la salud pública”. La OMS destaca asimismo la experiencia de Ucrania, que detectó en una encuesta que los hombres con bajo nivel educativo tenían una baja adherencia a las medidas y una baja percepción del riesgo, y trató de adaptar su comunicación a este grupo crítico.
Sobre involucrar a la población en las soluciones ponen el ejemplo de Dinamarca, donde una asociación ha creado una campaña dirigida a los jóvenes alentándoles a participar en un concurso de ideas sobre cómo pasar el tiempo juntos de una manera segura durante la pandemia, o el de Turquía, donde se están haciendo encuestas en redes sociales para conocer qué medidas está siguiendo la gente, o el de Noruega, donde el personal de las guarderías participó en la adaptación local de los requisitos nacionales para reabrir los centros.
Respecto a las formas de ayudar a la gente a reducir los riesgos, destacan algunos eventos culturales puestos en marcha por los países, como el cine flotante sobre un lago en Israel o la guía del Gobierno holandés destinadas a personas solteras, aconsejándoles que busquen un “compañero de arrumacos”, y eviten ver a más personas.
En cuanto a las medidas para abordar las dificultades de la gente y el profundo impacto de la pandemia en su vida, ponen como ejemplo el Ingreso mínimo vital en España, o los subsidios mensuales para familias vulnerables con hijos pequeños en Rusia, así como la línea telefónica de ayuda puesta en marcha en Francia para abordar el impacto en la salud mental.