Cómo se construye la paz en una guerra

Merche Negro

26 de febrero de 2023 22:29 h

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Cuando ya son más de 21.000 las víctimas civiles en las zonas que ha conseguido monitorizar la ONU desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania, cualquier paz negociada parece muy lejana. En el primer aniversario del estallido de la guerra, elDiario.es ha consultado con varias voces expertas en geopolítica de la paz cómo suelen resolverse los conflictos y sus posibilidades de aplicación en el caso de Ucrania.

Empezando por el principio, a grandes rasgos, ¿cómo acaba una guerra? “Principalmente hay dos opciones: por un lado, las guerras acaban con una 'paz de los victoriosos' que significa que uno de los dos bandos derrota militarmente al otro e impone los términos de la paz. Esto fue así, por ejemplo, en las dos guerras mundiales o en la guerra civil española”, dice Pol Bargués, investigador principal del think tank CIDOB (Barcelona Centre for International Affairs).

Sin embargo, explica que en la actualidad son más habituales los finales negociados –por ejemplo, un alto al fuego o un acuerdo político–, “en parte, por la internacionalización de los conflictos e incidencia de organismos internacionales como la ONU u otras potencias, que pueden ejercer presión para que se negocie el fin de la guerra”.

En ocasiones, esas negociaciones tienen fases exploratorias y no públicas. Ana Villellas, investigadora de la Escola de Cultura de Pau de la Universidad Autónoma de Barcelona, no hace conjeturas sobre si actualmente se están llevando a cabo conversaciones secretas, pero coincide en que habitualmente toman un papel relevante las terceras partes. Cita como ejemplo el alto al fuego parcial entre Armenia y Azerbaiyán en 2020, en el que el papel mediador externo fue ejercido por Rusia, precisamente.

“Desgraciadamente, en muchos conflictos armados se llega a la fase de negociación cuando el coste de la guerra (económico, humano) deviene imposible para las dos partes”, dice Jordi Armadans, analista sobre paz y conflictos que ha dirigido la fundación FundiPau durante 25 años. Se pregunta si, tras el enquistamiento de los enfrentamientos el pacto parece la única salida, “por qué no avanzar y promoverla antes”.

En la búsqueda de aprendizajes previos, Villellas rememora el caso de Sri Lanka como ejemplo de “no dejar ninguna vía sin explorar para que las negociaciones lleguen a buen término y que no se reanude la violencia”. En esta isla del Índico, alejada de la atención de Occidente, se libró una cruenta guerra civil durante 26 años en los que durante solo dos intentó mediar India, que retiró sus fuerzas en 1990. El balance de víctimas mortales se ha cifrado en más de 100.000 personas y años después, han llegado acusaciones internacionales de crímenes de guerra hacia las dos partes de la contienda.

“Tanto ucranianos como rusos piensan hoy que pueden ganar esta guerra militarmente y por lo tanto la guerra se alarga y las negociaciones de paz se hacen inimaginables”, dice Bargués, que resume así la posición actual de ambos bandos. “También la UE y la OTAN están convencidos de que Ucrania puede vencer militarmente a Rusia”.

El académico explica que Estados Unidos y Europa no son neutrales, y, a la hora de plantear esfuerzos diplomáticos no tienen ningún poder posible sobre Rusia. “Podrían, eso sí, ejercer influencia sobre Ucrania para que opte por el diálogo, pero posiblemente esto implicaría concesiones territoriales a Rusia”. Sin embargo, en su plan de 10 puntos, Kiev exige actualmente a Moscú que “restaure la integridad territorial” de Ucrania y retire todas sus fuerzas armadas del país.

Armadans sostiene que es “obvio y evidente” que se ha hecho poco esfuerzo diplomático hasta ahora. Aclara que nadie puede asegurar que más diplomacia habría llegado a buen puerto, pero, dice, “en muchos momentos, el diálogo casi ha sido descartado de antemano”. Sobre la negativa a negociar con tiranos o criminales de guerra responde: “Si eso fuera así la mayoría de acuerdos de paz no se habrían ni intentado, ni negociado, ni alcanzado. Y cuando se ha querido obviar esa evidencia para acordar acuerdos o pactos, se ha hecho. Sin ir más lejos, en esta misma guerra de Ucrania, a finales de 2022, Estados Unidos y Rusia negociaron un intercambio de prisioneros”. En diciembre, Moscú liberó a una jugadora de baloncesto norteamericana, Brittney Griner, y Washington a un antiguo y conocido traficante de armas, Viktor Bout. 

Cambio de posiciones

La mayoría de las negociaciones, indica Villellas, afrontan “numerosas dificultades, se alargan durante años, y a menudo afrontan fases de ruptura y bloqueos”. “Hay temas complejos de negociar, como disputas territoriales”, dice la investigadora. “Otras dificultades son la desconfianza entre las partes, la instrumentalización de las negociaciones, el incumplimiento de acuerdos o la gestión de facciones disidentes, entre otras muchas. En la mayoría de negociaciones, suele haber actores mediadores o facilitadores, que acompañan la interlocución entre los actores en conflicto”.

Las voces consultadas recuerdan que ya ha habido intentos de sentarse a la mesa negociadora en relación con la actual ofensiva rusa. Bargués recuerda que antes del 24 de febrero de 2022, el presidente francés, Emmanuel Macron, viajó a Moscú para mediar, convencer a Putin y frenar la escalada. “Fue imposible ante su deriva nacionalista y lunática, al mismo tiempo que evidenció que la prevención de conflictos es una tarea más de fondo”, dice el investigador, que señala que Francia “tradicionalmente ha sido de la opinión de que Europa debería haber integrado a Rusia, en vez de optar por una versión atlantista que la ve como una amenaza”. Una vez ya consumada la invasión del territorio ucraniano, Kiev y Moscú mantuvieron conversaciones, primero en Bielorrusia a finales de febrero del 2022, y posteriormente en marzo bajo supervisión de Turquía, pero no consiguieron consensuar acercamiento alguno.

Para la investigadora de la Escola de Cultura de Pau, ha habido una evolución en los posicionamientos de los dos países enfrentados desde el comienzo de los ataques rusos. Además de cuestionar Ucrania como Estado soberano y de considerar al Donbás como territorio irrenunciable, explica, “Rusia ha dado pasos que alejan la solución, como su anexión de cuatro regiones y su exigencia de reconocimiento de esa situación, y parece decidida a continuar con una guerra que concibe como existencial”. Por su parte, en Ucrania “ha habido un desplazamiento desde posiciones iniciales –neutralidad respecto a la OTAN, postergar la cuestión del Donbás y Crimea, retirada de tropas rusas al menos a las posiciones del 23 de febrero de 2022–, hacia posiciones hoy de entrada en la OTAN y retirada completa de tropas a las fronteras reconocidas internacionalmente”.

En esta situación, y aunque apuesta por intensificar los esfuerzos no militares, la experta cree que el diálogo es poco probable. Tampoco ve posible en estos momentos una repetición de los llamados Acuerdos de Minsk, con los que desde 2014 se intentó solucionar, por la vía de la negociación, el conflicto en el este de Ucrania con la mediación de los líderes de Francia y Alemania en el llamado Formato Normandía.

“Tarde o temprano debe conseguirse un acuerdo como el de Minsk, auspiciado por diferentes actores internacionales y que se vea como un compromiso entre Rusia y Ucrania y no como una imposición del uno al otro”, dice por su parte Pol Bargués. “Siempre habrá concesiones. Idealmente es importante que las partes no vean el acuerdo como una derrota, para evitar recelos o el afán de revisión en un futuro”.

Preguntada acerca de si hay algún modelo de resoluciones de conflictos pasados –como el caso de Corea del Sur, como han sugerido algunas voces– que pueda ser aplicable a Ucrania, Villellas responde que “cada modelo es específico, no aplicable directamente a otros casos” e insiste en que las partes en conflicto tendrán que “explorar, abordar y acordar opciones y acuerdos posibles que puedan ser aceptables, preferiblemente con apoyo de terceras partes”.

En referencia a esta figura externa de mediación, cita a la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya, la más antigua institución dedicada a la resolución de controversias internacionales, creada a finales del siglo XIX. Tanto Rusia como Ucrania la conocen bien, ya que la han utilizado anteriormente, en un caso de disputa relacionada con la detención de buques y personal naval ucraniano de 2019 que aún está pendiente de resolución. Solo en el siglo XXI, la Corte ha participado en 26 arbitrajes entre estados y fue clave, por ejemplo, en la resolución de las exigencias de fronteras entre Etiopía y Eritrea en los últimos años del siglo XX, que cerró dos años de conflicto bélico tras la invasión por parte de Eritrea en 1998 de un territorio que Etiopía consideraba propio.

Coincidiendo con el aniversario del comienzo de la guerra, China pidió el viernes un alto al fuego “integral” y llamó a reanudar las conversaciones de paz entre Rusia y Ucrania, al presentar un documento de 12 puntos en el que refrenda la posición de Pekín. El primer punto reza: “La soberanía, la independencia y la integridad territorial de todos los países deben ser defendidas de manera efectiva”. “China siempre se ha declarado como un actor neutral que apela a la moderación y a una salida negociada de la guerra. Con el plan de 'paz' ha reiterado su apuesta por la desescalada militar y nuclear y aprovechado para criticar a Occidente”, dice el investigador del CIDOB.

Una paz duradera

Tras analizar la situación, las voces consultadas por elDiario.es coinciden en que, en el primer aniversario de la guerra, la paz no asoma como un horizonte cercano, aunque debe seguir siendo anhelada. Según recuerdan, la construcción de la paz va más allá de las posibles mesas negociadoras.

“Hay que involucrar iniciativas en múltiples niveles por diferentes actores, locales e internacionales, a menudo con las poblaciones locales, que no deben excluir a las mujeres”, dice Villellas. Pol Bargués dice que, para 'sostener la paz', como se llama desde la ONU al proceso hacia una “paz duradera”, sería necesario que los dos países “retomaran cierta normalidad diplomática, cooperación entre instituciones y establecer relaciones, además de la reconciliación entre la sociedad civil y la paz social”.

El pasado jueves, la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó una resolución que subrayó la necesidad de alcanzar la paz, exigió que Rusia retire sus fuerzas militares y enfatizó la necesidad de garantizar la rendición de cuentas por los delitos cometidos en el territorio de Ucrania. Exhorta a los Estados Miembros y a las organizaciones internacionales a que “redoblen su apoyo a los esfuerzos diplomáticos encaminados a lograr una paz general, justa y duradera en Ucrania”.

El texto salió adelante con 141 votos a favor contra siete en contra (Bielorrusia, Corea del Norte, Eritrea, Malí, Nicaragua, Rusia y Siria), con 32 abstenciones, entre ellas las de China e India.

Ambos bandos han manifestado su voluntad de seguir luchando. Vladímir Putin afirmó la semana pasada en un discurso televisado que es “imposible derrotar a Rusia en el campo de batalla”. “Resistimos. No fuimos derrotados. Y haremos todo lo posible para obtener la victoria este año”, dijo Volodímir Zelenski en el aniversario de la invasión. La OTAN acaba de autorizar el envío de más armamento de apoyo y la UE planifica comprar conjuntamente material bélico para cederlo a Ucrania, en los mismos días en que el primer mandatario de Estados Unidos, Joe Biden, visitó Kiev por primera vez en la guerra y aseguró, en la vecina Polonia, que Ucrania “nunca será una victoria para Rusia”.