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Los contagios se desploman en los países europeos que han apostado por confinamientos y cierres estrictos en todo el territorio

Europa comienza a notar el efecto de las medidas más drásticas tomadas hace más de dos semanas contra la pandemia. En concreto, los países que apostaron entre mediados y finales de octubre por restricciones duras en todo su territorio, desde el confinamiento domiciliario (algo más laxo que en primavera) hasta el cierre de prácticamente todos los negocios no esenciales, pasando por limitaciones muy severas para las reuniones sociales.

Es el caso de Francia, República Checa y Países Bajos. También el de Bélgica, que decretó sus medidas el 2 de noviembre. A todos ellos les unen varias cosas: durante el mes pasado vivieron una explosión de contagios que aceleró rápidamente sus curvas y registró las incidencias más elevadas del continente. Tras intentarlo con medidas parciales, apostaron por paralizar en diferente medida su actividad para evitar el colapso del sistema hospitalario. Más de dos semanas después de que las restricciones entraran en vigor, los contagios están bajando de manera significativa en todos ellos, según un análisis de elDiario.es a partir de los datos de Johns Hopkins, que dependen del número de pruebas efectuadas.

En los gráficos se puede apreciar la evolución del número de nuevos casos confirmados cada día, con una línea roja que marca el momento en el que se tomaron medidas de cierres y confinamientos en todo el país. En otras partes de Europa, como Inglaterra y Alemania, que tomaron también medidas muy duras a principios de este mes como el confinamiento o el cierre de restaurantes y la vida cultural (respectivamente), el efecto aún no se refleja en las curvas, pero su aumento respecto a las dos últimas semanas es menor al que están experimentando otros países europeos. Las cifras tampoco muestran todavía el impacto de las restricciones nacionales que han tomado recientemente países como Austria o Polonia.

Cierres nacionales

Para el análisis, este medio se ha fijado en los países que han adoptado cierres de la mayoría de las tiendas e instalaciones o han pedido a toda la población que no salga de casa. No es el caso de territorios como Portugal, Italia o España, cuya estrategia se basa de momento en medidas más específicas como el toque de queda, las limitaciones de aforo y horarios comerciales mientras reservan los cierres y confinamientos para áreas muy afectadas. A lo largo de toda Europa hay restricciones, pero en Francia, Bélgica, Países Bajos y República Checa la extensión y el alcance ha sido mayor.

Si bien los nuevos casos siguen una clara trayectoria a la baja, aún mantienen incidencias muy elevadas: 1.070 infecciones por cada 100.000 habitantes en las últimas dos semanas en República Checa; 798 en Francia, 781 en Bélgica y 493 en Países Bajos.

La evolución de las muertes de pacientes de COVID-19 tampoco muestra de momento una clara mejoría en estos países, pero es esperable que dentro de unos días la curva de fallecidos note la reducción actual de contagios. La mortalidad siempre llega con retraso respecto a los casos. Es decir, ahora mismo se aprecian los fallecidos que se contagiaron hace más de dos semanas.

No obstante, la tendencia señala una cierta estabilización de la mortalidad en los últimos días, principalmente en Bélgica y Países Bajos. En Francia ya superan las 500 muertes diarias (el pico de abril fue de 1.000 al día). En el territorio galo han fallecido 69 personas de cada 100.000 con COVID-19 en las últimas dos semanas, algo menos que en España (88) o Italia (76). En Países Bajos y República Checa son 50 y 60, respectivamente. La tasa es más elevada en Bélgica, que cuenta también los casos sospechosos: 126 muertes por cada 100.000 habitantes en las últimas dos semanas.

A nivel general, aunque ahora se contabilizan más defunciones por el aumento de pruebas, muchos países europeos están igualando o superando sus cifras de muertes de marzo y abril. Este último es el caso de República Checa.

Francia

Francia es uno de los países que más lejos ha llegado en las restricciones de las últimas semanas. Tras un primer intento de frenar la propagación con limitaciones a las reuniones, cierres de determinados establecimientos y un toque de queda, el presidente Emmanuel Macron restableció el confinamiento domiciliario en todo el territorio francés a partir del 30 de octubre. Las medidas son algo más laxas que en primavera, ya que permiten que los colegios, las playas y los parques permanezcan abiertos, así como los lugares de culto para funerales y bodas con aforo limitado. Pero el país vecino cerró todos los comercios no esenciales y prohibió salir de casa salvo por motivos justificados, como ir al trabajo o comprar suministros y para hacer ejercicio. El teletrabajo es obligatorio “siempre que sea posible”. Las fronteras con la UE siguen abiertas.

Algo más de dos semanas después, la curva refleja una bajada importante de los contagios. El primer ministro francés ha subrayado la mejoría, pero mantiene de momento las medidas para confirmar la tendencia. “Nuestra estrategia de confinamiento parece producir los primeros efectos esperados”, dijo la semana pasada, defendiendo que sería “irresponsable levantar o aligerar” las restricciones ante la “segunda oleada extremadamente fuerte” que atraviesa el país. El Ejecutivo galo quiere controlar ahora la pandemia para intentar que el comercio y los viajes puedan reanudarse para Navidad, aunque ha mostrado prudencia: “No es razonable organizar grandes festejos”. Si se relaja el confinamiento en dos semanas como estaba previsto, se limitará estrictamente a la reapertura de las tiendas, pero no de bares y restaurantes, “donde los riesgos de contagio son por naturaleza más elevados”,.

La clave está en la presión sobre el sistema sanitario. Como ya anunció el Gobierno, Francia ha superado ya el récord de hospitalizaciones de abril por la pandemia, con más de 33.000. Además, los enfermos de COVID-19 suponen ya el 96,5% de las capacidades de las unidades de cuidados intensivos, una cifra que, si no baja, puede provocar nuevas medidas, según el Ejecutivo. Otros indicadores públicos sobre la evolución de la pandemia como la incidencia, la tasa de positividad (pruebas que dan resultados positivos) o la tasa R0 (el número de personas de media que contagia cada infectado) son algo más favorables, ya que muestran una tendencia a la baja con un pico claro que marca el descenso: finales de octubre.

Bélgica

Las autoridades belgas decidieron endurecer las restricciones a partir del 2 de noviembre para detener la creciente presión sobre los hospitales del país y “revertir la curva de infecciones lo más rápida y drásticamente posible”. No decretaron un confinamiento tan duro como la vecina Francia, aunque sí limitan mucho las actividades.

Se permite, por ejemplo, un contacto cercano por persona y reuniones de un máximo de cuatro al aire libre con distancia de 1,5 metros. Pero bares y restaurantes están cerrados excepto para comida para llevar y a domicilio, así como las tiendas no esenciales, incluidas peluquerías, en todo el territorio. No hay cine, casinos, teatros ni conciertos. Los colegios prolongaron las vacaciones de otoño unos días más, hasta este lunes. El teletrabajo es obligatorio en todas las empresas a menos que no sea posible por su actividad. Las fronteras permanecen abiertas, aunque no se aconseja viajar.

Los casos continúan cayendo con fuerza respecto a la semana pasada. El número de ingresos hospitalarios –que ha superado el pico de abril con más de 7.000 en total – está disminuyendo cerca de un 20% respecto a la semana pasada, según el instituto de salud pública belga. La ocupación de las UCI muestra una ligera tendencia a la baja. Las medidas se aplicarán durante un mes y medio hasta el 13 de diciembre, aunque dos semanas antes se examinará si se pueden reabrir las tiendas no esenciales.

República Checa

Tras un goteo de decisiones como el cierre de todos los restaurantes, gimnasios o cines en un intento de domar el virus, el Gobierno de República Checa decidió dar una última vuelta de tuerca y clausurar las tiendas no esenciales desde el 22 de octubre con el objetivo de evitar que el sistema de salud “colapsara”.

También prohibió la libre circulación por todo el país, aunque con varias excepciones como desplazamientos para visitar a familiares, trabajar o comprar artículos de primera necesidad. Sí se podía salir a los parques o irse a una casa de vacaciones para quedarse allí. Una semana después, instauró un toque de queda que prohíbe salir salvo casos muy concretos entre las 9 p.m. y las 5 a.m. y limitó el horario comercial de la mayoría de las tiendas que podían abrir. El Ejecutivo pide a los ciudadanos que se queden en casa y limiten el contacto con otras personas (pueden permanecer un máximo dos personas juntas en espacios públicos con distancia de dos metros). Los colegios están cerrados desde el 14 de octubre –es la restricción más impopular–, aunque este miércoles pueden volver los primeros alumnos de primaria a las aulas.

El número de nuevos contagios sigue una tendencia a la baja. Según los últimos datos oficiales, el número de personas hospitalizadas con COVID-19 muestra una leve tendencia a la baja y la cantidad de pacientes en estado grave o en cuidados intensivos parece estabilizarse. La cantidad de muertes ha superado con creces la registrada en el pico de primavera.

El ministro de Sanidad cree que las estadísticas indican que las medidas tomadas contra el coronavirus funcionan bien, según los medios checos. Los expertos dicen que la propagación del virus se está desacelerando en el país, especialmente esta semana, pero piden cautela a la hora de emprender la desescalada. Algunos consideran insuficiente el volumen de pruebas y temen que los datos no reflejen la situación real. El Gobierno ha suavizado algunas restricciones que afectaban a las ceremonias religiosas y solicitará una prórroga de un mes del estado de emergencia actual, que vence el 20 de noviembre.

Países Bajos

Después de varios récords de nuevos casos, el Gobierno holandés decretó el 14 de octubre lo que denominó un “confinamiento parcial” para reducir los contagios, que en la práctica consistió en “intervenir en situaciones donde el riesgo de transmisión del virus es mayor”: cerró los bares y restaurantes a nivel nacional, limitó los horarios de las tiendas hasta las 8 p.m. y acotó las reuniones sociales. Pidió también a los ciudadanos que teletrabajaran “a menos que realmente no sea posible”.

En un “endurecimiento temporal” a principios de noviembre, el Ejecutivo dio un paso más y clausuró durante dos semanas museos, teatros, cines, piscinas y bibliotecas. Sostuvo entonces que, a pesar de que se había logrado detener el aumento de las infecciones y el país estaba en el camino correcto, no se estaba avanzando “lo suficientemente rápido” para evitar que el sistema hospitalario estuviera bajo presión. También se prohibieron las reuniones de más de dos personas que no pertenecen a la misma familia y el Gobierno pidió a la población que se quedara en casa el mayor tiempo posible y evitara los viajes no esenciales. Los colegios han seguido abiertos.

La evolución de las nuevas infecciones es a la baja. El ministro de Sanidad dijo la semana pasada que Países Bajos ya ha superado el pico de la pandemia. La última actualización semanal de las estadísticas apunta a una leve disminución en las hospitalizaciones y los ingresos en cuidados intensivos. Las últimas medidas endurecidas, como el cierre de museos o cines, se mantienen hasta este miércoles y el Ejecutivo ha dicho que evaluará el resto de restricciones a mediados del mes que viene: “Antes de que se puedan reconsiderar las medidas en vigor, es necesario que existan pruebas suficientes de que el número de infecciones está disminuyendo y de que nuestros servicios sanitarios habituales están sometidos a menos presión”.

Reino Unido

Desde el 5 de noviembre, Inglaterra cumple un confinamiento domiciliario que prevé mantener como mínimo hasta el 2 de diciembre. “Debemos actuar ahora para controlar la propagación del virus”, dijo el Gobierno británico tras tomar la medida. Se puede salir por trabajo, para comprar lo básico, por razones médicas o de cuidados. En general, las personas no deben reunirse con otras, pero se permite hacer ejercicio o reunirse en un espacio público al aire libre con convivientes, con la llamada “burbuja de apoyo” o con una persona de otro hogar. Está prácticamente todo cerrado, desde restaurantes a cines, salvo tiendas esenciales, aunque se permiten los servicios de recogida y entrega a domicilio. Los colegios siguen abiertos. Las otras regiones británicas –Escocia, Gales e Irlanda del Norte– mantienen diversas medidas para contener la pandemia.

El impacto del confinamiento en Inglaterra, que lleva 12 días en vigor, aún no es evidente en la curva epidemiológica de nuevos casos de Reino Unido. El ministro de Sanidad ha dicho que aún “es pronto” para notar el efecto en los datos: “La mayoría de las pruebas que estamos recibiendo, y la mayoría de los casos positivos, son de aproximadamente el momento en que se produjo el confinamiento, por lo que aún no hemos visto los datos”. La directora de Salud Pública de Inglaterra dijo que, si las medidas funcionan, puede empezarse a ver una bajada de los contagios durante la próxima semana y una disminución de los ingresos hospitalarios aproximadamente una semana después.

Alemania

El 2 de noviembre, Alemania ordenó un nuevo parón de la vida pública que se traduce en el cierre de la gastronomía, el ocio nocturno, el deporte en sitios cerrados y la vida cultural (teatro, conciertos, ópera...) durante al menos todo el mes mientras apuesta por mantener abiertas las escuelas y guarderías en la medida de lo posible. El comercio sigue abierto. El Gobierno pide también reducir al mínimo absolutamente necesario el contacto con otras personas ajenas a los convivientes, aunque permite reuniones de un máximo de diez personas.

De momento no se aprecia una bajada drástica en el número de nuevos contagios en la curva alemana, pero sí cierta estabilización. Hace unos días, el presidente del Instituto Robert Koch (RKI) de virología, que efectúa el seguimiento de la pandemia en el país, se mostró “precavidamente optimista” con la evolución epidemiológica, ya que los nuevos casos estaban aumentando con menos fuerza y la curva es más aplanada. No obstante, insistió en que la situación sigue siendo “muy seria” y advirtió de la capacidad cada vez más limitada de los hospitales para atender al número creciente de pacientes de COVID-19 en cuidados intensivos. Sin embargo, Alemania mantiene una incidencia acumulada mucho más baja que sus vecinos.

La canciller alemana, Angela Merkel, quiere medidas más estrictas para rebajar de forma consolidada las nuevas infecciones pero no se ha llegado a un consenso en su reunión de este lunes con los jefes de gobierno de los “Länder”. Se volverá a tratar la semana que viene. Merkel ha dicho que el retroceso en las cifras no está siendo tan rápido como se esperaba porque se siguen teniendo “muchos contactos”. “El número de infecciones ya no crece exponencialmente, pero sigue siendo demasiado alto. Por lo tanto, tenemos que reducir los contactos, reducir los contactos, reducir los contactos”.