Después del Mundial de Qatar, le toca a Arabia Saudí mostrar músculo en su estrategia de diplomacia del deporte. Esta semana, la monarquía absoluta hospeda por cuarto año consecutivo el legendario Rally Dakar y, la siguiente, se volverá a disputar la Supercopa española en suelo saudí. Además, este martes se ha celebrado la presentación del nuevo fichaje estrella del equipo de fútbol Al Nassr: Cristiano Ronaldo.
El reino ultraconservador también tiene un circuito profesional de golf que pretende competir con el estadounidense y un equipo de fútbol de la primera división inglesa: el Newcastle. La empresa estatal Aramco, la mayor petrolera del mundo y columna vertebral de la economía saudí, también participa en este esfuerzo deportivo patrocinando competiciones de relevancia internacional.
Detrás de estos grandes eventos deportivos y adquisiciones está la necesidad del país árabe de diversificar su economía, que se ha basado en el petróleo en las pasadas décadas: es el mayor exportador de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y posee el 17% de las reservas mundiales de petróleo. El régimen saudí está apostando por el deporte e invirtiendo grandes cantidades de dinero no solo por el beneficio económico, sino para mejorar su reputación internacional y modernizar su imagen.
La estrategia de MBS
Ali Adubisi, director de la Organización Europea Saudí para los Derechos Humanos (ESOHR, por sus siglas en inglés), dice a elDiario.es que no está claro si la monarquía saudí está obteniendo beneficios económicos de las multimillonarias inversiones en el ámbito deportivo: “No importa el dinero, el principal objetivo es mejorar su imagen. Arabia Saudí tiene una gran estrategia de sportswashing, impulsada por el Gobierno y el sector privado y va a seguir invirtiendo mucho dinero”.
Pone como ejemplo el reciente fichaje de Cristiano Ronaldo por parte del club de fútbol saudí Al Nassr, que en su opinión demuestra que algunas estrellas del deporte o de la música “sólo quieren el dinero” que ofrece Arabia Saudí: “Algunos artistas o deportistas han rechazado (las ofertas), otros vienen y aprovechan para lanzar un mensaje a favor de los derechos humanos, pero a algunos no les importan los derechos humanos ni siquiera en sus propios países”, lamenta.
Según un comunicado de Amnistía Internacional, “el fichaje de Cristiano Ronaldo por el Al-Nassr se inscribe en un ejemplo más de la política de lavado de imagen deportivo en Arabia Saudí”. “Es muy probable que las autoridades saudíes promuevan la presencia de Ronaldo en el país como medio para distraer la atención del terrible historial de derechos humanos del país”.
La estrategia ha sido pensada e impulsada sobre todo por el gobernante de facto del país, el príncipe heredero Mohamed Bin Salmán, alias MBS. “Quiere darse a conocer en todo el mundo, atraer la atención, ser el mejor y el número uno e intenta ofrecer una imagen moderna” para contrarrestar su reputación de “enemigo de los derechos humanos”, dice Adubisi. El director de la ONG, con sede en Berlín, recuerda las numerosas violaciones de derechos humanos que tienen lugar en Arabia Saudí bajo la batuta de MBS y el incidente que más ha manchado su reputación: el asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi en octubre de 2018 en el consulado de su país en Estambul, que fue planeado o, al menos, autorizado, por el propio MBS, según concluyeron los servicios de inteligencia estadounidenses.
Una visión para el futuro
David Roberts, experto en el Golfo Pérsico del King’s College de Londres, sostiene que la estrategia de Arabia Saudí se enmarca en un proyecto mucho más amplio y de largo alcance: la 'Visión 2030', lanzada en 2016 y cuyo objetivo es diversificar la economía del reino e impulsar sectores no petrolíferos como el turismo, la cultura, el ocio y el deporte. “La Visión 2030 incluye muchos proyectos: algunos destinados a construir la reputación e imagen del país en el exterior y otros dirigidos al ámbito nacional, para intentar mejorar la economía saudí y diversificarla”, afirma el profesor a elDiario.es.
“Arabia Saudí tiene un especial interés en ofrecer una imagen diferente en Occidente y en todo el mundo, por ejemplo, con inversiones como [la compra del club de fútbol británico] Newcastle por la gran visibilidad que tiene la Premier League a nivel global. Está empleando el fútbol de muchas formas para mejorar la marca de Arabia Saudí y que el país se asocie a algo positivo, que la gente adora, en lo que se gasta mucho de su dinero y de su tiempo”.
Sin embargo, Roberts prefiere no llamarlo sportswashing. “Los líderes saudíes quieren presentar una nueva imagen del reino que reemplace la vieja, asociada con aspectos más tradicionales y negativos del islam. Buscan que las nuevas generaciones, el público nacional e internacional, vean a Arabia Saudí como uno de los principales patrocinadores del fútbol u otros deportes” y, de esa forma, mostrar que “los pilares fundamentales sobre los que se construyó el Estado saudí están cambiando”, dice.
Uno de esos pilares es el petróleo, que ha convertido a Arabia Saudí en una potencia económica y política, con capacidad de influenciar nada más y nada menos que el precio del crudo a nivel global. Otro polémico pilar, que la Casa Real cimentó entre la década de los 80 y los 2000, es el wahabismo: una rígida interpretación del islam en todas las esferas de la vida pública y privada.
Ha sido precisamente MBS, desde que tomó las riendas del país en 2017, quien ha tratado de modernizar la imagen del reino, introduciendo algunas reformas, alabadas por la comunidad internacional, pero consideradas puramente cosméticas o insuficientes por las ONG. “Los saudíes han cambiado en muchos aspectos”, admite Roberts, pero eso ha venido acompañado de una “represión en todo el espectro político, bajo el liderazgo de MBS: desde las mujeres que luchan por sus derechos, algunas de las cuales están encarceladas, hasta los islamistas más radicales e influyentes; inclusive miembros de la familia real y multimillonarios”. “MBS quiere controlar si se producen cambios y el ritmo de los mismos ¡Realmente se han dado enormes cambios! Pero ese control amenaza” el proceso de transformación del país, dice el profesor.
Arabia Saudí Escapa al escrutinio
A pesar de esa represión contra cualquier disidente y de los brutales métodos que el régimen saudí emplea –como la ejecución de los reos en la horca–, los eventos deportivos que organiza no han sido blanco de tantas críticas, ataques o llamamientos al boicot como el Mundial de Qatar 2022.
Según Carlos de las Heras, experto en Deporte y Derechos Humanos de Amnistía Internacional (AI) en España, “la gran diferencia es que el Mundial tiene más repercusión que el Dakar u otros muchos eventos deportivos que tienen lugar en Arabia Saudí, como el circuito de golf”. Aun así, el reino también hace sportswashing a través del fútbol, dice De las Heras añadiendo varios ejemplos: el fichaje de Cristiano Ronaldo, presentado el día 3 de enero en Riad; el nombramiento de Leo Messi como embajador turístico de Arabia Saudí el año pasado; y la Supercopa de España, que se disputará entre el 11 y 15 de enero.
“El año pasado conseguimos hacer hueco, sobre todo en medios de comunicación deportivos, a las preocupaciones de Amnistía Internacional respecto a los derechos humanos en Arabia Saudí, como los derechos de las mujeres, del colectivo LGTBI o la aplicación de la pena de muerte”, siendo uno de los países que ejecuta a más personas en el mundo –“unas 200 al año”, dice–. De las Heras cree que “la opinión pública sabe que en Arabia Saudí los derechos humanos no se respetan” y que, entre los españoles, no hay menos “preocupación y conocimiento” que respecto a Qatar.
La diferencia es que “desde Amnistía Internacional no podemos hablar de violaciones de los derechos humanos que estén directamente relacionadas con la Supercopa”, como sí fue el caso en la Copa del Mundo de Qatar. “Sí podemos decir que la celebración de la Supercopa en Arabia Saudí se utiliza para blanquear su imagen y ofrecer al mundo una imagen que poco tiene que ver con la realidad”, afirma, y agrega que en Arabia Saudí la situación es peor que en Qatar, por ejemplo, para los trabajadores migrantes, o “el sistema de tutela masculino sobre las mujeres es aún más agresivo”.
“El presidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales, declaró que la Supercopa iba a llevar a Arabia Saudí un cambio, especialmente para los derechos de las mujeres. Lamentablemente, tres años después de aquellas palabras y de que se celebrara la primera edición de la Supercopa en ese país, las mujeres siguen siendo ciudadanas de segunda”, dice De las Heras.