La Cumbre del Clima de Bonn (COP23) ha concluido la madrugada de este viernes con la aprobación de los reglamentos de desarrollo del Acuerdo de París contra el cambio climático, con el que cerca de 200 países han reafirmado sus compromisos.
A pesar de la salida de Estados Unidos, los negociadores han esbozado los reglamentos del acuerdo, dejando los temas más polémicos sobre transparencia o contabilidad de las emisiones de cada país para la próxima cumbre de la ciudad polaca de Katowice, en diciembre de 2018.
Concretamente, la primera cuestión se ha centrado en los intentos de los países en desarrollo de asegurar que los más ricos pongan sobre la mesa los 100.000 millones de dólares anuales para la financiación climática a partir de 2020. De esta forma, los países con menos recursos podrían poner en marcha estrategias para el recorte de emisiones de gases de efecto invernadero, y de adaptación a los efectos negativos del calentamiento.
Desde un principio, se creyó que la cita en Bonn podría cerrarse por primera vez este viernes, según el programa previsto. Sin embargo, las discrepancias y desacuerdos en torno a la financiación han paralizado las negociaciones y han mantenido abierta la cumbre durante buena parte de la noche.
En ese sentido, la cuestión de financiación, concretamente, ha retrasado hasta las 5.00 horas de la madrugada (4.00 GMT) la adopción de un acuerdo por el que los países en desarrollo exigen a los ricos que reporten con dos años de antelación cuánto dinero van a aportar y qué plazos, con el objetivo de que puedan saber con qué fondos cuentan.
Fuentes de la delegación europea han asegurado que con los márgenes presupuestarios que manejan los países no es factible decir, aquí y ahora, cuánto dinero van a aportar en un horizonte de diez años.
La salida de Estados Unidos
Aunque la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París no se materializará hasta 2020, su anuncio y el hecho de ser uno de los grandes donantes, ha creado un clima de desconfianza general en los países en desarrollo que, de manera casi unánime, han presionado al resto de países ricos que permanecen comprometidos para que les aseguren la financiación.
Según los científicos, que aportarán un informe previo a ese diálogo sobre los impactos de 1,5 grados de aumento de temperatura, los objetivos de reducción de emisiones actuales de los países no van por buen camino para ese objetivo, sino que conducen a entre 3 y 4 grados más a finales de siglo.
En ese sentido, la COP23 ha servido, según Paula Caballero, portavoz de cambio climático del World Resources Institute (WRI), para demostrar que la Administración Trump “vive en un universo paralelo con su obsesión trasnochada por promover los combustibles fósiles”.
De esta forma y con la Adhesión de Siria al Acuerdo de París durante la COP23, Estados Unidos queda “aislado” como único país fuera del pacto, aunque su sociedad haya demostrado que “sigue dentro”, atendiendo al nombre del inmenso pabellón alternativo que han tenido en el encuentro, y por el que han pasado incontables gobernadores, alcaldes, empresarios, científicos y activistas estadounidenses.
Plan de Acción de Género
Entre otros planes, la COP23 ha cerrado con un Plan de Acción de Género en materia climática, y con una plataforma que permitirá a las comunidades indígenas tener voz en las negociaciones, además de llevar a cabo innumerables compromisos de la sociedad civil.
“Todos estamos en la misma canoa. Los impactos pueden variar, pero ningún país podrá escapar del daño del cambio climático”, ha sostenido el primer ministro de Fiyi, quien además señala que esa “canoa” queda en manos de Polonia, ¡que debe conducirla con mucha diplomacia para alcanzar el éxito en su próximo destino: la cumbre del clima Katowice (COP24), en diciembre de 2018.