La noche electoral brasileña fue 'verde-amarela', los colores de la bandera de Brasil que orgullosamente visten los seguidores de Jair Bolsonaro (PSL). En Río de Janeiro las feministas, los gays y en general los más afectados por las ideas del candidato ultraderechista, cedieron las calles de la ciudad en exclusiva a los 'Bolsominions', como llaman despectivamente a quienes apoyan al futuro presidente de Brasil. Esas mujeres que se manifestaron con tanto fervor las pasadas semanas para reivindicar sus derechos y rechazar a Bolsonaro este domingo por la noche se quedaron en casa.
“Me quedaré en casa y no quiero ver ni el recuento, sólo el resultado” preveía Marina Lima, abogada de 39 años, en su colegio electoral en el privilegiado barrio de Leblón. Vive desde hace unos meses en Río, pero no se olvida ni de su origen nordestino –el nordeste de Brasil es una de las zonas más deprimidas y en las que el Partido de los Trabajadores (PT) tiene más apoyo– ni de ser hija de una madre profesora y activista que luchó contra la dictadura y el machismo. Aunque Marina no sea 'petista' desde hace años, ha ido a votar vestida de rojo hasta las uñas y lleva varias pegatinas con el número 13, el que hay que marcar en la urna electrónica para escoger al PT.
“Estoy aterrorizada, pero creo que hay que resistir, luchar, enfrentarlo, por eso he venido vestida de rojo. Voto a Haddad, entre otras cosas, por el machismo de Bolsonaro. Las mujeres no podemos retroceder en lo que hemos conseguido avanzar”, explica. Después del resultado de la primera vuelta notó algunos cambios. “Hace dos semanas, un hombre me insultó en la calle, reaccioné y me dijo que cuando Bolsonaro sea presidente, va a tener derecho a darme una bofetada si le contesto. Bolsonaro obviamente no va a hacer esas cosas personalmente, pero su discurso va a legitimar a las personas para ser violentas contra mujeres, negros y gays. Tengo mucho miedo y estoy pensando en irme de Brasil. Mi tía tuvo que huir durante la dictadura (1964-1985) y yo no quiero vivir en un país en el que alguien como Bolsonaro es presidente. Y menos, tener hijos”.
Marina se atreve a ir de rojo a votar en pleno Leblón –uno de los barrios más elitistas y en los que Bolsonaro tiene mayor apoyo– por el día, pero por la noche hasta las más reivindicativas prefieren seguir los resultados desde un lugar privado y seguro, teniendo en cuenta las agresiones de las últimas semanas a personas contrarias a Bolsonaro.
Tatianny Araújo, 40 años, es candidata a diputada estatal en Río de Janeiro por el izquierdista Partido Socialismo e Liberdade (PSOL). Activista desde los 16, lucha por los derechos de las mujeres. Hoy su firme voz tiembla, aunque no sus ideas. “Hemos luchado mucho y todas las mujeres feministas que han salido a defender sus derechos en la calle están de enhorabuena, a pesar del resultado”. Se le entrecorta la voz, se emociona y pide seguir hablando en otro momento para ir a abrazar a los amigos que le acompañan en este difícil momento de derrota. Acaba de confirmarse que Bolsonaro será el próximo presidente de Brasil, lo anuncian los gritos de alegría y las bocinas de los coches con banderas brasileñas.
Ellas, las mujeres que apoyan a la ultraderecha, sí recorren hoy la ciudad orgullosas, con sus banderas. Desde la mañana sus seguidores se acercan a Barra de Tijuca, el barrio carioca que quiere parecerse a Miami, en el que vive en primera línea de playa 'el mito'. Celia Dantas es una de las mujeres que montan guardia frente a la casa del militar retirado convertido en político para celebrar la victoria mucho antes de que se cuenten los votos. Ama de casa, con cuatro hijos, Celia se ha levantado hoy con tanta fuerza como el verde de la peluca que se ha puesto para la ocasión. Ha tenido la suerte de ver pasar hace un momento al futuro presidente. Habla a toda velocidad emocionada: “¡Acaba de pasar en coche y nos ha saludado!”. Cuando oye varios bocinazos no puede evitar ondear la bandera y que se le escapen gritos de alegría: “¡Sin duda voto Bolsonaro. Sin él, se acabó Brasil!”. A su lado otras mujeres se hacen selfies en la rampa de entrada por la que acaba de pasar el candidato que según ellas va a poner orden. “Su próxima casa será en Brasilia” exclama una sonriente seguidora.
A sus 65 años, Celia, como muchas otras que ahora apoyan al ultra conservador, depositó su confianza varias veces en el Partido de los Trabajadores (PT). “Fui 'petista' durante años, desgraciadamente voté a Lula, que hoy está preso y no confío más en ninguno de ellos. Bolsonaro es honesto, cristiano y teme a Dios. Sólo quiere el bien de Brasil y no es ladrón. Cuando me di cuenta de que es la salvación de Brasil, me entregué en cuerpo y alma. Como mujer no se siente amenazada, a pesar de algunos de sus comentarios claramente sexistas. ”Yo quiero poder votar, trabajar, tener el mismo salario que un hombre y Bolsonaro no va a quitar derechos a las mujeres. Eso son invenciones del PT porque ya perdieron“, asegura.
No todas las mujeres que apoyan a Bolsonaro niegan que sea machista. Carolina, 32, geóloga, votaba al PT hasta estas elecciones. Envuelta en una bandera de Brasil para protegerse de la brisa marina del playero barrio de Leme, celebra con sus vecinas de clase media-alta el triunfo de Bolsonaro y está orgullosa de haber contribuido a su victoria, incluso sin estar de acuerdo con algunas de sus ideas. “Creo que su visión de la mujer está equivocada, pero las mujeres podemos seguir luchando día a día para conseguir derechos. Apostar por él vale la pena porque la otra opción -el PT- es mucho peor. Son corruptos”, argumenta.
Justifica las polémicas frases de Bolsonaro diciendo que “es una persona que no tiene mucha inteligencia emocional y a veces dice tonterías”. “Me siento tranquila votándole porque, aunque algunas de sus ideas no sean buenas, sólo es un presidente que no tiene poderes ilimitados. Los medios de comunicación han creado un histerismo por sus frases desafortunadas, porque no pueden decir que es corrupto, pero no creo que quite derechos de la mujer”, confía.
Desde algunas posiciones feministas este tipo de comentarios llaman la atención y más que hayan surgido grupos de mujeres defensoras de Bolsonaro que reaccionan contra el feminismo y se declaran “femeninas”, como las 'Bolsogatas' -Bolsoguapas-, un grupo de “chicas bonitas, de derechas e inteligentes” con consignas como “Soy mujer antifeminista, soy cristiana, estoy en contra del aborto, estoy en contra de las drogas, amante de armas, amo cuidar de mi familia y votaré a Jair Bolsonaro como presidente”.
Flavia Biroli, politóloga especialista en teoría política feminista y profesora de ciencias políticas de la Universidad de Brasilia, intenta explicar la posición de esas mujeres que se declaran antifeministas. “El feminismo no es hegemónico. Hay mujeres que entienden que existe un orden moral que hay que preservar y que el PT y los movimientos feministas y LGTB están en contra de ese orden”, explica. Pero resalta que entre los grupos organizados en la campaña lo que destaca es la organización de las mujeres brasileñas contra Bolsonaro y observa que en las encuestas de intención de voto los hombres votan más a Bolsonaro y las mujeres a Haddad.
“Es muy interesante que una de las principales cribas del voto sea la de género, son las elecciones en las que el debate sobre género se ha vuelto más central, es la primera elección brasileña desde el 89 en la que no se discute sobre pobreza ni desigualdad, se discute sobre corrupción y toda esa agenda de la moralidad”, explica la experta. Destaca que “es una afirmación de las mujeres como sujeto político diferenciado de los hombres en las elecciones”.
Esto es un avance para la mujer, pero con Bolsonaro como presidente los derechos femeninos peligran. “Para Bolsonaro el estado no tiene ningún papel en la promoción de la igualdad de la mujer ni en la eliminación de las injusticias y él ha estimulado la estigmatización de las mujeres que huyen del patrón tradicional porque cuestionan el machismo o porque no encajan en los patrones heteronormativos”, analiza Flavia.
Las mujeres que están en la celebración 'verde-amarela' de la noche electoral carioca no analizan las frases de Bolsonaro, no tienen miedo a perder derechos, están en la calle, opinan y se sienten aliviadas y esperanzadas por haber conseguido expulsar al PT a cualquier precio.