Nelson Rolihlahla Mandela amanecía cada día a las cuatro y media de la mañana y salía a caminar antes de desayunar. Aquellos paseos podían durar horas, dependía de quién le acompañara y con qué propósito. La conversación solía comenzar con temas sencillos, Mandela hablaba de los árboles, del canto de los pájaros al amanecer… antes de, efectivamente, entrar en materia y discutir sobre alguna cuestión política o abordar temas más densos.
Thenjiwe Mtintso le acompañó numerosas ocasiones en las caminatas. “Cuando terminaba el paseo y te sentabas a desayunar, te dabas cuenta de que el problema por el que habías acudido a él ya estaba resuelto”, sonríe la embajadora de Sudáfrica en Madrid. “Hablar, hablar y hablar”, eso hacía Mandela, destaca Mtintso. Conversaba con todo el mundo y de todos los temas. Y esta es la fórmula con la que la embajadora considera que se podrían empezar a resolver muchos de los problemas en el mundo.
A sus 70 años, Mtintso es una destacada activista sudafricana antirracista y por los derechos de las mujeres que ha viajado por medio mundo, obligada primero por el exilio al que le condenó el régimen segregacionista del apartheid y los últimos años como diplomática. “Nunca me imaginé aquí”, reconoce recorriendo con la vista su despacho en la Embajada, donde ha recibido a eldiario.es con motivo del Día Internacional de Nelson Mandela. Esta fecha, reconocida por Naciones Unidas desde 2010, conmemora que este año Nelson Mandela habría celebrado su 101 cumpleaños.
Mtintso nació dos años después de la entrada en vigor de las leyes racistas del apartheid, que se extendieron desde 1948 hasta 1992. Vivía con su madre, empleada del hogar en casas de personas blancas, y su padre, sindicalista, en un cobertizo que compartían entre decenas de familiares a las afueras de Soweto, una ciudad que limita con la capital Johannesburgo.
Tuvo que dejar la escuela con apenas trece años para ponerse a trabajar y es a esta temprana edad cuando ella marca su entrada a la política y al activismo. “Cuando eres una niña africana negra nacida bajo el régimen del Apartheid, no tienes opción. Incluso antes de que nazcas, las decisiones sobre cómo va a ser tu vida, ya están tomadas: el apartheid determinaba tu nombre, si podías ir a la escuela, de quién te podías enamorar…”, relata. A los 15 años se unió a la Organización de Estudiantes de Sudáfrica y a los 22 al Congreso Nacional Africano (ANC, por sus siglas en inglés), el partido que ha gobernado Sudáfrica desde las primeras elecciones democráticas desde 1994.
Estudió periodismo en la universidad, casi sonríe al recordar la época en la que escribir un reportaje en contra del régimen o llamar a cualquier conato de igualdad significaba ser detenida. La violencia y la represión aumentaron, sin embargo, y cuando empezaron a matar a sus compañeros más cercanos Mtintso marchó al exilio. “Éramos refugiados, pero no estábamos huyendo del apartheid. Nos íbamos del país para combatir el apartheid. Nos veíamos a nosotros mismos como luchadores por la libertad”, narra.
Fue en el exilio cuando se unió al brazo armado del ANC y del Partido Comunista en Sudáfrica. Estuvo en Lesotho, en Botsuana, en Cuba, en Yugoslavia... y volvió a casa en 1992 para ver caer al Régimen contra el que llevaba una vida luchando. Fue una época complicada, las negociaciones fueron duras, “el régimen del apartheid había matado a nuestra gente y nosotros perdonamos”, la embajadora se acomoda en su asiento y vuelve a hablar de Mandela. “Él fue capaz de unirnos y de que nos pusiéramos de acuerdo”.
Sudáfrica sin Mandela
Media década después Sudáfrica no atraviesa un buen momento. La segunda economía africana todavía no se recupera del parón de 2011 y con un crecimiento anual muy inferior a la subida de los precios, se enfrenta a una fuerte crisis económica agravada por las fuertes desigualdades que persisten en el país: el contraste entre las principales ciudades industrializadas y las periferias, y la todavía falta de igualdad entre personas negras y blancas —las dos Sudáfricas, como las llama la embajadora—.
Mtintso no tiene reparos en hablar de la crisis. “El principal problema de Sudáfrica es la pobreza”, comienza, y “seguimos teniendo un problema de corrupción en nuestra sociedad, especialmente en el Gobierno”, puntualiza. Los once años de Jacob Zuma al mando del país y del ANC han estado manchados por los escándalos de corrupción y el clientelismo. El apodado como 'Rey de la corrupción' fue relegado por su propio partido y sustituido por Cyril Ramaphosa, que se validó en las urnas en febrero de 2018.
“Esto está cambiando”, canta Mtintso. “Hemos permitido que ocurran algunas cosas que no deberían haber pasado en nuestro nombre”, admite, “la ANC tarda en reaccionar y confía en que las personas sean autocríticas y rectifiquen”. “El riesgo que hay en Sudáfrica y en todo el mundo es que si las fuerzas progresistas se desintegran tomará el poder la derecha, y no podemos permitir que movimientos reaccionarios decidan nuestro futuro”. Llama a la “unidad de la juventud, porque es su futuro el que está en juego”.
Precisamente son los jóvenes quienes están en el punto de mira en Sudáfrica, con un desempleo juvenil de los más altos del mundo. En el momento en que fue elegido Ramaphosa las cifras alcanzaban el 57,7%. Hay que asegurar, afirma la embajadora, que a medida que se genera crecimiento económico se redistribuya a todas las capas sociales. Estas cifras han dado pie en muchas ocasiones a hablar de la desafección que existe entre los más jóvenes, que cada vez votan menos.
Sin embargo, la embajadora se muestra optimista y niega que los llamados born free, nacidos en libertad y democracia, hayan olvidado el legado de sacrificio y compromiso que labró Mandela en su lucha contra el apartheid. “La libertad no puede darse por garantizada, hay que luchar por ella”, y de eso “es consciente nuestra juventud”, asegura.
La historia de las mujeres sudafricanas
Además de la corrupción y el desempleo, otro de los retos a los que se enfrenta el nuevo presidente tiene que ver con la violencia contra las mujeres, que ha aumentado durante los últimos años, reconoce la embajadora. Y en esa dirección han ido los primeros pasos del nuevo presidente: su gabinete se compone de, al menos, un 50% de mujeres. “Como pasa en España, se da un paso para adelante y dos para atrás”, tras alcanzar un 38% en representación femenina en 2004, hubo un retroceso que este Ejecutivo ha tratado de solventar. “Cada vez que se hacen avances, el patriarcado presiona para que retroceda”, sentencia.
El mismo sistema patriarcal es que el que ha omitido a mujeres como ella del relato de la lucha contra el apartheid. “Cuando se cuenta nuestra historia, la historia de las mujeres suele narrarse a parte”. Mtintso fue la primera presidenta de la Comisión de Igualdad de Género, en 1997, y ha dedicado su carrera a visibilizar y mejorar las condiciones de las mujeres africanas. “Había muchas mujeres y hay muchas ahora” que han luchado por una sociedad igualitaria, cuenta. Y todas ellas, insiste cerrando al salir la puerta de la embajada, fueron y son necesarias en la lucha contra el racismo.