“Gaza no es el lugar más bonito del mundo, pero es donde está mi fe, mi destino y mis raíces. Pertenezco a una familia que lleva siglos viviendo en esa parte del mundo y estoy orgulloso de ello. Hemos estado allí desde siempre y estaremos allí para siempre”, decía convencido Raji Sourani unos meses antes del estallido de la guerra actual. Nacido en Gaza hace 70 años, ha vivido la Franja ocupada, la retirada israelí, la llegada al poder de Hamás, un bloqueo que dura 16 años y todas las guerras de Israel contra el grupo armado.
En 1979, recién graduado en Derecho, fue encarcelado durante tres años por las autoridades israelíes. “Es kafkiano, pero fueron de los mejores años de mi vida”, decía en marzo sentado en una cafetería en Madrid. Allí estudió hebreo, los decretos militares israelíes y los Convenios de Ginebra. La prisión, dice, le “arrastró” a una carrera como activista de derechos humanos. Fundó la ONG Centro Palestino de Derechos Humanos y presume de haber sido el “primer prisionero político de Yasser Arafat”. Desde la ONG, Sourani ha criticado las violaciones tanto de Israel como de Hamás. “Si los israelíes, la Autoridad Palestina y Hamás nos amasen, algo estaríamos haciendo mal”.
Sourani ha estado en contacto con elDiario.es desde el estallido de la guerra.
Día 1: “La venganza será sangrienta”
Sourani coge el teléfono en su casa en la ciudad de Gaza unas horas después del inicio del ataque de Hamás contra Israel el pasado sábado 7 de octubre. El asalto todavía está en marcha, pero se cobrará la vida de 1.300 personas en Israel, la mayoría civiles, y 199 serán tomados como rehenes.
Como respuesta, acaban de comenzar los primeros bombardeos sobre la Franja, pero Israel aún no se ha pronunciado. “Conocemos la mentalidad israelí y no lo dejarán pasar. La venganza será grave, larga y sangrienta como ninguna otra”, anticipaba.
Las horas le darán la razón, pero Sourani está tranquilo, con aire resignado. “Gaza es inhabitable desde hace años. Yo no tengo nada que perder, qué más da. Estamos acostumbrados y no podemos hacer nada. Gaza es ahora una ciudad fantasma”.
“Israel no se ha sometido a algo así desde hace 50 años con la guerra del Yom Kippur. Esto no tiene precedentes. He vivido aquí toda mi vida y nunca imaginé que podría pasar algo así”, dice. “Es un fracaso absoluto de Israel. El ataque viene de una zona bajo asedio y asfixiada desde hace 16 años con un bloqueo brutal y sometida a seis guerras. Tenían el control absoluto sobre la seguridad y se han visto superados cuando Gaza estaba en su momento más débil y en la peor situación de su historia”.
“La ley de la jungla no es un billete solo de ida, sino de ida y vuelta. Si eliges apartheid, racismo y jungla, tienes que esperar las consecuencias. Es triste, pero no esperen que la gente sea una buena víctima, que los asalten y que los maten”.
Poco después de colgar, el primer ministro israelí, Benjamin Nentanyahu, promete una “venganza poderosa” y una “ofensiva sin reservas y sin tregua”. 10 días después, esa ofensiva se ha convertido en la guerra más mortífera de las cinco libradas entre Israel y Hamás con 3.200 muertos, según el Ministerio de Sanidad de Gaza. Entre ellos hay al menos 724 menores.
Día 3: “Me estoy ahogando”
“Hola, no puedo hablar ahora, estamos bajo bombardeos constantes”, escribe el lunes por Whatsapp. Casi dos horas después, coge el teléfono. La conversación dura menos de 10 minutos, pero se interrumpe cuatro veces por el sonido perfecto de las explosiones. “¿Lo escuchas?”, pregunta en cada una de ellas. Entre el sábado y el lunes, Israel bombardeó 1.200 objetivos. Solo el lunes duplicaron esa cifra.
“Esto es un crimen contra dos millones de civiles. He vivido todas las guerras aquí, pero nada se compara con esto. Es como el infierno”. Las paredes de su casa vibran cuando se derrumba un edificio por las bombas e Israel dice haber solicitado a los ciudadanos que salgan de determinadas zonas que van a ser bombardeadas. “Claro que estoy en casa. No tengo ningún sitio al que ir. No hay lugar seguro en Gaza. No hay refugio. Tu casa es tu número de lotería. Es nuestro destino”.
La última bomba de esos diez minutos golpea especialmente cerca y deja unos segundos de silencio. “Esto son cinco bombas a la vez, son las GBU, estadounidenses. Ya las puedo diferenciar”, dice tras recuperar la palabra. Pasan unos minutos. “Huele toda la casa a explosivo. Me estoy ahogando”.
Día 4: “¿Cuánto tiempo vamos a sobrevivir?”
Raji Sourani llama sobre las ocho y media de la tarde en Gaza. “Solo quieren causar daño a la población civil y echarnos a Egipto”. Está enfadado y cuenta la historia de un amigo al que dice que le han destruido su fábrica de helados. “¿Un asunto de seguridad? Están eliminando la industria entera de Gaza de manera deliberada”.
“La situación es mucho peor que ayer”, dice. El asedio a la Franja es absoluto y empieza a sentirse. “Lo han cortado todo ¿Cuánto tiempo vamos a sobrevivir? No tenemos ningún equipo para sacar a la gente [de los escombros]”. “Se prepara una incursión terrestre y eso lo empeorará todo. No creo que les reciban con flores”.
El día anterior, el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, había dicho que estaban luchando contra “animales” y respondería como tal. “No habrá electricidad, ni comida, ni combustible, ni agua. Todo está cerrado”.
Día 7: “Hasta el último suspiro”
Los bombardeos continúan de norte a sur y el ejército de Israel ha pedido a toda la población de la zona norte de la Franja que se vaya hacia el sur ante una escalada inminente de la ofensiva. Más de un millón de personas viven en la zona de evacuación y Sourani es uno de ellos. Tras dos días sin contacto, el palestino manda un mensaje de texto entre el enfado y el auxilio.
“Querido, no vi la Nakba hace 75 años, pero veo claramente lo que nos está pasando ahora: el estilo, la metodología, los patrones y los socios del crimen. Europa y EEUU, racistas y coloniales, son socios de la ocupación en este genocidio y esta nueva Nakba en proceso”, escribe.
La Nakba de 1948 fue el desplazamiento forzoso y expulsión de 750.000 palestinos de sus casas y sus tierras durante y tras la creación del Estado de Israel. Las palabras de Sourani suenan similares a las que ese mismo día hace la relatora especial de la ONU para Palestina, Francesca Albanese: “Hay un grave peligro de que lo que estamos viendo sea una repetición de la Nakba de 1948 y la Naksa de 1967 a una escala mayor [...] Israel ha llevado a cabo una limpieza étnica masiva de palestinos bajo la niebla de la guerra”.
“Los civiles son objetivo de los aviones de tecnología más avanzada y de las bombas inteligentes. Es una gran vergüenza apoyar la ley de la jungla y no el Estado de derecho. Ucrania ha sido apoyada por dos razones: la invasión y la ocupación rusa. Nosotros tenemos las mismas razones durante los últimos 75 años”, dice. “Nos merecemos dignidad y libertad. Israel se está vengando matando a civiles. Se está volviendo loco”.
“Todo lo que queremos es Estado de derecho, dignidad y el final de la ocupación. Somos fuertes, pero lo seríamos mucho más con el apoyo de los pueblos libres como vosotros. Lucharemos por nuestros derechos inalienables hasta el último suspiro y no nos rendiremos. Somos las piedras del valle. Un día venceremos. Amor desde Gaza”.
Día 9: “No es una carretera segura. Mienten”
Cumpliendo las órdenes de Israel y temiendo un aumento de los bombardeos, Sourani ha abandonado Ciudad de Gaza, considerada por Israel como el núcleo de Hamás. “Bajo la presión de mi familia, hemos venido a Jan Yunis”, dice resignado. Él quería quedarse. “Una bomba nos cayó a 100 metros, aunque decían que era una carretera segura, pero no lo es. Son unos mentirosos. No hay lugar seguro”.
La agencia de la ONU para los refugiados palestino, UNRWA, ha denunciado que los bombardeos han continuado en Jan Yunis y otras zonas del sur “a pesar de la directiva para que la población de Gaza se desplazara hacia allí”.
“Aquellos que golpean edificios con 100 apartamentos, hospitales y escuelas quieren infligir terror en las mentes y corazones de los civiles para que se vayan y para que la resistencia se rinda”, dice. “Quieren una nueva Nakba, pero la conclusión final del 48 es que nunca más los palestinos cometeremos de nuevo el error de dejar nuestra tierra. Está en nuestra memoria”.
“Se han vuelto locos. Están enfermos. Están cometiendo todo tipo de crímenes y lo están bombardeando todo. Familias enteras que no tienen nada que ver con las milicias han sido eliminadas”, dice. “Parece que Occidente ha empezado a despertarse y a entender lo que está pasando. Nosotros ya no tenemos nada más que perder excepto miseria y humillación. Tenemos que defender nuestra dignidad”.
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