Perú no es para principiantes. La sucesión de cinco presidentes en los últimos cuatro años muestra que ganar las elecciones no es sinónimo de poder gobernar en ese país. Pero a esta crisis estructural que caracteriza al sistema político peruano, el presidente Pedro Castillo le suma una serie de errores propios que confirman su falta de experiencia para ocupar el cargo. La ecuación da como resultado cuatro gabinetes distintos en poco más de seis meses y 21 bajas de ministros.
Por eso, la posibilidad de la renuncia del presidente se escucha cada vez más fuerte. “Hemos llegado al punto en el que hay que hablar con seriedad de una posible renuncia del presidente Castillo. Esa resulte quizás la salida menos traumática a la crisis pero no resuelve el problema”, dice el periodista peruano, Diego Salazar, autor de los libros No hemos entendido nada: Qué ocurre cuando dejamos el futuro de la prensa a merced de un algoritmo y ¿Ahora qué? Apuntes urgentes para entender una campaña electoral interminable (Debate, 2021).
¿Cómo definiría al nuevo gabinete de Pedro Castillo?
Podríamos denominarlo como un gabinete de supervivencia. La composición está diseñada para repartir cuotas de poder entre algunos partidos clave que podrían estar dispuestos a garantizar la continuidad del Gobierno.
¿Lo dice pensando en la posibilidad de la destitución del presidente desde el Congreso?
Sí, en el Perú existe una figura que ya se ha utilizado un par de veces en los últimos años que se llama “vacancia presidencial por incapacidad moral”. Esto es una suerte de arma nuclear que está en manos del poder legislativo. En verdad, es parte de las distintas herramientas que existen para garantizar el control de poderes en el país, pero en el Perú su utilización se ha degradado y hoy en día si esa opción prospera es más que nada por una cuestión meramente aritmética.
¿Cómo se traduce en esa ecuación en votos?
La oposición necesita 87 votos en el pleno del Congreso de los 130 para sacar al presidente por una supuesta “incapacidad moral”, un término que tampoco está definido en la Constitución. Castillo ya ha sobrevivido a un pedido de vacancia presentado por la congresista de la oposición Patricia Chirinos.
En las últimas semanas la oposición también ha dicho que avanzará con una “acusación constitucional”, ¿qué quiere decir esto?
Eso es un juicio político orientado a inhabilitar al presidente. Ese es un proceso distinto al pedido de vacancia porque aquí las causales importan y son mucho más específicas.
Entonces el legislativo tiene en sus manos el pedido de la vacancia, la acusación constitucional y, antes de eso, el voto de confianza que necesita el nuevo gabinete, ¿tiene Castillo el respaldo suficiente?
No lo sabemos. El actual presidente del Consejo de Ministros tiene 30 días para solicitar el voto ante el Congreso a partir del momento en que se publica la resolución en la que anuncia a su gabinete. Esto puede ocurrir en cualquier momento. Hay quienes piensan que sí conseguirá el respaldo y de esa manera estará garantizada al menos la supervivencia unas semanas más del presidente Castillo. Yo no estoy tan seguro.
La instancia del voto de confianza al gabinete también pone en juego el instinto de supervivencia de los congresistas, teniendo en cuenta que el presidente puede disolver el Congreso y llamar a una nueva elección…
Sí, las herramientas de control entre poderes le dan al presidente la posibilidad de cerrar el Congreso si es que una mayoría le niega la confianza a dos gabinetes seguidos. Entonces claro, si se le niega la confianza al primero queda abierta esa puerta para que la siguiente nominación sea un gabinete directamente diseñado para ser rechazado y así, de esa manera, el presidente puede cerrar el Congreso y llamar a una nueva elección.
¿Piensa que puede ocurrir eso?
No lo sabemos. A esta altura una de las características fundamentales del Gobierno del presidente Castillo es su imprevisibilidad. Lo único previsible pareciera ser que va a hacer todo cada vez peor.
¿Cómo definiría Aníbal Torres, el nuevo jefe del Consejo de Ministros?
Torres es extremadamente leal al presidente y Castillo tiene una debilidad por nombrar en estos cargos a personas de confianza, oriundas del mismo lugar que él, de Chota, porque es extremadamente desconfiado. Eso es lo que hemos podido recoger todos los periodistas que venimos cubriendo este gobierno. Y Aníbal Torres es de Chota. Por otro lado, es un hombre que funciona como muro de contención del presidente, sale a golpear, es muy confrontacional.
¿Cuáles son los puntos débiles de Pedro Castillo?
Sin duda, es un tipo sin prácticamente ninguna experiencia en ningún tipo de administración, ya sea pública o privada. Castillo es un profesor rural y un líder sindical, con cierta habilidad, pero creo que es una persona que tiene una incapacidad de aprendizaje muy severa. Resulta paradójico que el profesor sea alérgico al aprendizaje. Pero a esta altura, seis meses y pocos días, con cuatro gabinetes, con una fila de escándalos acumulados dejó en evidencia que no entiende la importancia del cargo que ejerce y tampoco parece querer aprender.
Menciona la falta de experiencia de Castillo en un país que no es para principiantes. ¿Es posible gobernar en Perú?
Bueno, creo que hay que abrir un poco el foco ahí. Evidentemente, resulta difícil, vivimos una crisis que es cada vez es más grave y se acelera cada vez más rápido. Este último gabinete no ha durado ni una semana. Cuando Pedro Pablo Kuczynski es forzado a renunciar en 2018 por una serie de escándalos de corrupción, se abre la caja de Pandora. Las fuerzas políticas de la oposición representadas en el Congreso se dieron cuenta que podían tumbar a un presidente a la primera de cambio, que no era más que una cuestión aritmética, y desde entonces aplican el recurso del pedido de vacancia con mayor alegría.
¿Puede renunciar el presidente?
Creo que hemos llegado al punto en el que hay que hablar con seriedad de una posible renuncia del presidente Castillo. Esa resulte quizás la salida menos traumática a la crisis pero no resuelve el problema. El señor Castillo ha demostrado que no tiene la capacidad, que no tiene el interés, que sus decisiones responden a deseos de supervivencia pura y dura. Pero ¿qué hacemos al día siguiente de su renuncia?
¿Puede ser que esta crisis le convenga al fujimorismo para aparecer como “garantía de gobernabilidad” en medio del caos?
Creo que a esta altura, luego de haber visto el comportamiento de Keiko Fujimori en la segunda vuelta electoral, cuando enarboló la bandera absurda de un supuesto fraude, cualquier persona que vea a Fujimori como una solución al problema tiene un serio problema de percepción de la realidad.
¿Keiko Fujimori sigue liderando la oposición dentro del Congreso?
A ella también le están disputando el liderazgo de la oposición desde la derecha más conservadora. Tenemos al ex candidato presidencial Rafael López Aliaga, que es un miembro del Opus Dei ultraconservador, además es un hombre que dice unas cosas con una desfachatez terrible, que le disputa ese liderazgo. La supervivencia de Castillo es en buena medida también responsabilidad de la oposición que no parece ser más inteligente que el gobierno.
¿El Gobierno está ante una doble crisis? ¿Una crisis interna y otra en su relación con la oposición?
Sí, sin duda. Es algo novedoso en el sentido de que cada vez es peor y no tengo ninguna expectativa de que el señor Castillo corrija el rumbo porque nos ha demostrado, una y otra vez, que no está dispuesto a hacerlo y que no tiene capacidad para hacerlo.
El primer gabinete representó al ala más radical del partido Perú Libre. El segundo hizo un giro hacia los sectores progresistas moderados ¿Cómo definiría este último cambio?
Es un gabinete diseñado sólo para apaciguar a ciertos sectores políticos con miras a garantizar su supervivencia en este enfrentamiento diario con el Congreso. Lo que estamos viendo es como un lego del infierno, como un niño jugando al lego con las piezas equivocadas en todo momento.
¿Piensa que la presidencia de Castillo ha sido una oportunidad perdida para Perú?
No, porque eso supondría pensar que había algo. La única razón por la que Castillo ganó las elecciones es porque supo capitalizar, desde un punto de vista identitario, las frustraciones de una parte muy importante de la población que está harta y que tienen razones para estarlo.
¿En qué puede derivar?
Bueno, llevo varios meses hablando y analizando estos temas, y ¿sabes qué es lo más triste? que nadie tiene idea de cómo podemos salir de esta situación. Para mí, eso es lo más grave. Y eso puede llevar a la frustración, a una nueva decepción probablemente mayor que las anteriores. Todo esto, a mi modo de ver, parecería que está pavimentando el camino para una opción realmente radical y autoritaria.
¿Por derecha o por izquierda?
No lo sé. Este señor llegó por la izquierda y es ultraconservador. Lo vimos la semana pasada regalándole el sombrero a Jair Bolsonaro. Entonces que sea de izquierda o de derecha es lo menos relevante ahora mismo.