El euroescepticismo y el nacionalismo no son las únicas respuestas posibles a las crisis de Europa. Una nueva ola de paneuropeísmo crítico coge carrerilla para intentar entrar en el Parlamento Europeo y revertir una tendencia que considera autodestructiva. Su receta: los problemas de Europa se solucionan con más Europa. Con una Unión Europea más fuerte, reformada y solidaria capaz de afrontar unos retos que nunca jamás volverán a respetar fronteras.
Pese a sus diferencias, DiEM25 y Volt, dos movimientos de bases fundados en 2016 y 2017 respectivamente, creen que las fronteras en el Viejo Continente no pueden representar los límite de la soberanía. “Más Europa es lo que nosotros buscamos, pero desde el europeísmo crítico”, señala Virginia López, miembro de DiEM25. “Mas que más Europa, mejor Europa”, responde Chema Larrea, presidente de Volt España cuando se le formula la misma pregunta.
Volt, por ejemplo, quiere unificar la deuda entre todos los países y crear un superministro de Economía y de Exteriores de la Unión. “La idea es que no ocurra lo que ha ocurrido por ejemplo con el debate sobre la venta de armas a Arabia Saudí, que cada uno va por su parte, sino que ocurra como en el debate del Brexit, que Europa solo tiene una voz”, cuenta Larrea. DiEM25, por su parte, apuesta por crear una gran Constitución Europea: “Aspiramos a que Europa tenga una Constitución, pero no como la que se intentó imponer hace unos años, sino que sea producida por la ciudadanía y no solo ratificada en una votación”.
Un pulso a la regulación electoral
Ambas formaciones nacen desafiando la regulación electoral, la cual no permite la creación de partidos transnacionales. Aun así, ellos se comportarán como tal a través de sus filiales en los diferentes Estados miembros. La legislación sí permite a ciudadanos europeos presentarse en las listas electorales de cualquier país comunitario y por eso Yanis Varoufakis se presentará por Alemania.
“A pesar de que la ley no nos permite establecernos con una entidad jurídica única, eso no va a significar que no nos comportemos como un partido transnacional. Tendremos un programa único”, cuenta López, uno de los 12 miembros del colectivo coordinador de DiEM25, del que también forman parte su fundador, Yanis Varoufakis, Noam Chomsky y Lorenzo Marsili, entre otros.
DiEM25 ha desarrollado un programa para las elecciones europeas, el New Deal Europeo, y apoyará en distintos países a formaciones ya existentes que asuman su programa y, allí donde no existan esas formaciones, creará su propio partido estatal. Por el momento se han constituido como partido en Grecia, Alemania, Bélgica, Holanda y probablemente lo harán también en Italia. La organización creada por Varoufakis tiene más de 97.000 miembros por todo el mundo (el ala política europea es solo una parte de su movimiento internacional).
Volt, por su parte, tendrá las “mismas siglas, los mismos estatutos y el mismo programa en toda la UE”, cuenta Larrea. “Hay una junta directiva a nivel europeo y eso se replica a nivel nacional, regional y local”, añade. Volt tiene presencia en 32 países (toda la UE más algunos otros países del continente que no forman parte del bloque comunitario como Noruega o Suiza) y cuenta con 25.000 afiliados.
“Las instituciones se ajustan más despacio que la sociedad a una realidad que ya está aquí. Vivimos en un mundo cada vez más globalizado y necesitamos un sujeto político transnacional”, sostiene López. “Cuando tratas temáticas que superan fronteras, ser un sujeto democrático estatal limita mucho tu capacidad para influir. Es como si te amputaran. Mutila la capacidad emancipadora del sujeto político”, añade.
DiEM25 se constituyó en febrero de 2016 de la mano de Yannis Varoufakis. “Él vio frustrada su intención de ayudar a solucionar el desastre financiero europeo, del que el griego fue una manifestación de muchas”, cuenta López. “Había un interés por cuestiones políticas paneuropeas y relacionadas con la UE poco común hasta el momento, dada la crisis de la eurozona y especialmente en Grecia”, añade.
Volt, por su parte, nace un año después del Brexit. “Aunque parezca el comienzo de un chiste, una chica francesa, un italiano y un alemán, preocupados ante el retroceso de la UE, la falta de respuesta de los partidos tradicionales y su reticencia a una apuesta clara por la UE deciden crear este movimiento”, cuenta Larrea.
En Volt son federalistas y su objetivo a largo plazo sería construir unos Estados Unidos de Europa, “aunque con otro nombre”, aclara Chema. En DiEM, sin embargo, ese no es necesariamente el objetivo final. “Si construir un continente en el que la ciudadanía esté emancipada, solidarizada y democratizada pasa por construir un Estado federalista a nivel europeo, lo apoyaremos, pero no todo el mundo en DiEM es federealista. Lo que nos une es que buscamos más Europa con una visión crítica. pensamos que las fronteras nos atrapan”, añade.
Rechazo institucional a las listas transnacionales
Aunque la propuesta de introducir listas transnacionales en la Eurocámara ha sido un tema recurrente, la salida de Reino Unido y el destino de los escaños que actualmente ocupa este país sirvió de ocasión para debatirlo (y rechazarlo) una vez más. En febrero de 2018, el Parlamento Europeo rechazó una propuesta que proponía dedicar parte de los escaños que dejará Reino Unido a una lista paneuropea.
“Tal es el arraigo al contexto estatal y el miedo que tienen los partidos tradicionales a dar ese paso, que muchos de ellos, incluso eurodiputados federalistas, decidieron votar en contra”, cuenta López. “Es triste porque gente a la que se le llena la boca hablando de Europa, se echa para atrás a la hora de la verdad. A los partidos tradicionales no les conviene dar este paso porque a nivel nacional se sienten más cómodos, conocen el terreno, no necesitan innovar y controlan a los agentes de poder”, añade.
En este sentido, Larrea critica la llamada regla de la unanimidad en la Eurocámara, según la cual si los eurodiputados de todo un país votan en contra de una medida, esta queda automáticamente suspendida. “Es como si en España el Parlamento aprueba una ley y el presidente de una comunidad la veta porque no le conviene”, afirma.
La solidaridad como identidad europea
Mientras ellos apelan a una Europa sin fronteras, la extrema derecha lo hace al nacionalismo identitario. “Ellos apelan a una identidad estática. Para nosotros la identidad es una práctica. Es la solidaridad más allá de tu vecino inmediato, con las personas que no conoces”, cuenta López, que insiste en una solidaridad que no nace únicamente de la caridad, sino que sirve como herramienta de emancipación.
“La identidad europea son los derechos humanos”, señala de forma similar Larrea. “Especialmente cuando ves cómo surge de las cenizas de la guerra y que nos ha traído el mayor periodo de paz de nuestra historia”, añade.
“Con la llegada de Trump, Estados Unidos ha renunciado a este liderazgo en materia de derechos humanos en el mundo. A lo mejor es el momento de que vengamos los Europeos y que recojamos esa bandera que ahora está en el suelo”, concluye el presidente de Volt en España.