ENTREVISTA

La directora ejecutiva del movimiento MeToo: “No vamos a terminar con el abuso sexual sin contar con los hombres”

Durante los últimos cuatro años, la etiqueta #MeToo ha conseguido unir a millones de mujeres de todo el mundo y de todas las clases para denunciar delitos de violación y abusos sexuales. Esta frase se hizo viral en 2017 gracias a la publicación de las exclusivas del New York Times y el New Yorker sobre los abusos del exproductor Harvey Weinstein.

No obstante, la directora ejecutiva de la organización de ayuda a las víctimas de abusos 'Movimiento Me Too', Dani Ayers, dice que desde 2017 uno de los mayores problemas del movimiento es la falsa idea de que buscan “cancelar” a personas acusadas de abusos, cuando en realidad su objetivo principal es ayudar a las víctimas y crear una conciencia social.

“Nos llegan muchos correos o publicaciones en las redes sociales llenos de cólera”, relata la activista. Ayers explica que el problema es que estas personas creen que la misión del movimiento es buscar y acusar a los “perpetradores de la violencia”, cuando la organización se centra en “apoyar a las supervivientes”.

Para ejemplificar sus palabras, Ayers mira hacia 2010, cuando el movimiento aún no era conocido pero su fundadora, Tarana Burke, ya iba a escuelas y trabajaba con jóvenes que habían experimentado violencia sexual para ayudarlas a “superar el trauma y encontrar la felicidad”. “Una de las piezas más importantes de Me Too es ayudar a las supervivientes a encontrar alegría. Queremos que las personas que sobrevivieron a este tipo de violencia tengan vidas completas y felices”, dice la directora.

Según datos de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, casi una de cada cinco mujeres ha sufrido una violación o un intento de violación a lo largo de su vida. En el caso de los hombres, es casi uno de cada 38. El 30% de las mujeres y el 25% de hombres víctimas de violación la experimentó por primera vez entre los 11 y los 17 años.

El papel de las redes

Ayers lleva trabajando con Burke desde hace una década y confiesa que le preocupó que la organización no recibiera el reconocimiento necesario cuando el nombre del movimiento se convirtió en una etiqueta en redes en octubre de 2017, después del tuit de la actriz Alyssa Milano.

“Si has sido acosada o agredida sexualmente, escribe 'yo también' como respuesta a este tuit. Yo también. Si todas las mujeres que han sufrido agresiones o acoso sexual escribieran en su estado 'Yo también', la gente podría hacerse una idea de la magnitud del problema”, escribió Milano.

Durante las siguientes 24 horas, 12 millones de personas tuitearon #MeToo y entre ellas estaban Lady Gaga, Gabrielle Union o Rosario Dawson.

“Cuando vi que la etiqueta se volvió viral, no me lo podía creer, al principio estaba muy preocupada y asustada de que le pudieran quitar esa frase (a Burke). Pero, al poco, varias personas empezaron a comentar que había una mujer negra que usaba ese término y llevaba mucho tiempo trabajando en el asunto”, recuerda Ayers.

Las redes sociales han sido clave para este movimiento, ya que permiten llegar a la gran diversidad de víctimas, incluso a aquellas personas a las que su trauma aún no les permite reunirse en persona o hablar directamente sobre el abuso que han sufrido. No obstante, Ayers destaca que es un arma de doble filo. Esos tuits pueden servir para que una víctima reciba ayuda, pero también ataques.

Victorias

En estos cuatro años, #MeToo se ha usado tanto en octubre de 2017 en la denuncia de decenas de actrices de Hollywood contra el productor Harvey Weinstein –quien ahora cumple 23 años de cárcel por delitos sexuales–, como cuando este año 11 mujeres, algunas empleadas y exempleadas del ahora exgobernador de Nueva York Andrew Cuomo, acusaron al demócrata de acoso sexual. El gobernador dimitió y pidió perdón a las víctimas este verano.

Y el movimiento ha empoderado a millones de hombres y mujeres a contar su historia y pedir justicia. Según sus datos, más de 85 países han creado sus propias marcas, encuentros y conversaciones de #MeToo. 

El foco está en las mujeres, pero Ayers recalca que el papel de los hombres es clave para este movimiento, ya sea como supervivientes o como aliados. “No vamos a terminar con el abuso sexual sin contar con los hombres, este movimiento necesita hombres, queremos que ellos se pongan en pie y digan: 'Eso no está bien'”.