EEUU eleva el tono con Israel durante su ofensiva en el sur mientras mantiene su apoyo incondicional

Javier de la Sotilla

Washington —
5 de diciembre de 2023 22:39 h

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Tras el asalto de Hamás en el sur de Israel el pasado 7 de octubre, Estados Unidos mostró al mundo un apoyo “inquebrantable” a Tel Aviv en su “derecho a defenderse ante los ataques terroristas” del grupo islamista. Una posición que no ha cambiado en dos meses de escalada y bombardeos indiscriminados sobre población civil que han dejado 15.899 muertos, el 70% de ellos mujeres y niños, según las autoridades de Gaza.

Sin embargo, sí se percibe un cambio de tono y una mayor presión para que Israel se contenga en su ofensiva hacia el sur. El portavoz del Departamento de Estado de EEUU, Matthew Miller, ha señalado que Washington “observa muy de cerca” las operaciones: “Hemos dejado claro a Israel que esperamos que cumplan con el derecho internacional humanitario y que hagan todo lo que puedan para minimizar el daño a civiles de forma que no veamos una repetición en el sur de los que hemos visto en el norte”.

“Demasiados civiles inocentes han sido asesinados”, lamentó la vicepresidenta, Kamala Harris, este sábado. Una señal de alarma a la que se sumó el secretario de Defensa, Lloyd Austin, quien aseguró que es necesario proteger la vida de civiles para evitar una “derrota estratégica” en Gaza, y dijo que EEUU ha aprendido la lección de lo sucedido en Irak y Afganistán: “Solo se puede ganar en la guerra urbana si se protege a los civiles”, de lo contrario “los dejas en manos del enemigo”.

En las primeras 24 horas tras el fin de la tregua, Israel anunció que ampliaba la ofensiva hacia el sur y Hamás comunicó la muerte de 700 gazatíes. “La magnitud del sufrimiento civil y las imágenes y vídeos procedentes de Gaza son devastadores”, lamentó Harris desde Dubái, donde se encontraba por la cumbre del clima COP28.

El cambio de tono de Washington se ha hecho notar también en la Cisjordania ocupada. En una medida poco frecuente contra Israel, el secretario de Estado, Antony Blinken, ha anunciado este martes la prohibición de la entrada al país a los colonos israelíes “radicales” que son responsables de los ataques violentos contra la población palestina en este territorio. La decisión llega apenas un mes después de que Israel obtuviera la entrada en un programa que permite a sus ciudadanos entrar en el país sin visado.

Un plan para “el día después”

Sin embargo, de momento no parece que la presión de EEUU, pública y privada, esté teniendo efecto sobre el gabinete de guerra de Benjamin Netanyahu, que no suavizó el tono belicista ni siquiera durante la tregua. Tanto Tel Aviv como Washington aseguran que Hamás “violó el marco acordado” al negarse a liberar a 17 mujeres y niños más, impidiendo así la ampliación de la tregua.

Blinken, jefe de la diplomacia estadounidense, reiteró que “la pausa llegó a su fin por culpa de Hamás”, que mantiene a otro centenar de rehenes bajo su custodia.

“Como resultado de su incumplimiento del acuerdo, y tras hablar con el Gabinete de Guerra, di instrucciones a las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) para que reanudaran el fuego”, sostuvo el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant. Alrededor del 80% de la población de Gaza está desplazada internamente. La mayoría de ellos, residentes del norte que fueron hacia el sur por los bombardeos, y que ahora están recibiendo de nuevo los avisos de Israel para que evacúen la región.

EEUU lleva semanas pidiendo a su aliado, el mayor receptor de su ayuda exterior desde la Segunda Guerra Mundial, que tenga un plan para “el día después de la guerra” en Gaza. Los norteamericanos, así como Occidente en su conjunto, insisten en que la única salida es la llamada solución de los dos Estados. “Es la única manera de garantizar la seguridad a largo plazo tanto del pueblo israelí como del palestino”, publicó Biden en X (Twitter): “No dejaremos de trabajar para lograr este objetivo”.

La idea estadounidense es que la Autoridad Palestina de Mahmud Abás, que gobierna en Cisjordania, administre también el enclave mediterráneo; sin embargo, este plan no convence a Israel y está por ver su apoyo entre la población local. Quien sea que tome el mando deberá encargarse de la reconstrucción de Gaza, lo que incluye hospitales, viviendas, instalaciones eléctricas y el suministro de agua, entre otros.

Según EEUU, la única manera de conseguirlo es mediante un mando único de la Autoridad Palestina en todos los territorios palestinos. “No nos hacemos ilusiones, sabemos que esto no va a ser fácil. Seguramente tendremos desacuerdos por el camino”, dijo Blinken durante su último viaje a Tel Aviv, pero “la alternativa ­–más ataques terroristas, más violencia, más sufrimiento inocente– es inaceptable”.

El apoyo a Israel, un asunto de “seguridad nacional”

A pesar del cambio de tono, el apoyo de EEUU a Israel sigue inequívoco, y seguirá así mientras se mantenga el apoyo militar. De momento, las llamadas a la contención se quedan en conversaciones privadas y algún discurso, es decir, más en la retórica que en lo material. EEUU tiene comprometidos 3.800 millones de dólares anuales hasta el 2028, una ayuda aprobada por el Congreso en 2019, y está buscando activamente la manera de enviar ayuda adicional.

Preguntado por si habría consecuencias en el caso de que Israel no se alinee con el plan estadounidense para proteger a civiles, John Kirby, el portavoz del Pentágono, fue meridiano: “Vamos a seguir apoyando a Israel en su lucha contra Hamás. La ayuda a la seguridad va a seguir fluyendo. Eso no va a cambiar”, aseguró el domingo en una entrevista con NBC News.

El presidente estadounidense, Joe Biden, se dirigió el 19 de octubre por primera vez a sus compatriotas para convencerles del alineamiento con Israel. Enmarcó el apoyo militar a Tel Aviv como central en la “estrategia de seguridad nacional” y consideró que es un asunto de “vital importancia”. “Nos encontramos en un punto de inflexión en la historia”, dijo.

Al día siguiente, envió una “petición urgente” al Congreso de 106.000 millones de dólares para financiar, entre otras partidas, el envío de armas a sus dos socios en guerra, Ucrania e Israel. “Las decisiones que tomemos hoy determinarán las próximas décadas”, dijo, asegurando que esta es una “inversión inteligente” que va a “pagar los dividendos de la seguridad estadounidense durante las próximas generaciones”.

Ha pasado un mes y medio desde entonces y las divisiones entre demócratas y republicanos han imposibilitado su aprobación. Por un lado, los republicanos buscan desvincular la ayuda a Israel de la ucraniana, que genera mayor rechazo en la población por el estancamiento del conflicto y ya aprobaron en la Cámara Baja una asistencia independiente que ni siquiera llegó a votarse en el Senado (de mayoría demócrata). Por otro lado, los demócratas, que ven innegociable el paquete conjunto, se enfrentan a divisiones internas sobre la ayuda a Israel.

Un alto el fuego, pero con condiciones

Una veintena de senadores demócratas se reunió la semana pasada con el consejero de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, para exigirle garantías por parte de Netanyahu de que destinará la ayuda militar de acuerdo con el derecho internacional. El senador Chris Van Hollen, uno de los que está preparando la proposición de ley para proveer a Israel los 14.300 millones de dólares (más otros 61.000 millones para Ucrania) que solicitó Biden, opinó que esta es una línea roja: “Necesitamos esas garantías expresas (de Netanyahu) y estamos debatiendo cómo conseguirlas”.

Esta petición se suma a las multitudinarias manifestaciones que han tenido lugar en las principales ciudades de EEUU en los últimos dos meses, a la carta abierta firmada por cientos de trabajadores gubernamentales pidiendo un alto el fuego y al aumento de congresistas que han alzado la voz contra el “cheque en blanco” a Israel, que inicialmente eran una decena y ya superan los 40.

Una reciente encuesta de Data for Progress estima que el 66% de los votantes está a favor de un alto el fuego. Sin embargo, en el Congreso la mayoría de los que piden un alto el fuego le ponen dos condiciones: que Hamás libere a todos los rehenes y que el grupo islamista sea expulsado del poder. Por su parte, este es el argumento que está dando Israel para mantener el flujo de bombardeos sobre Gaza.

La desaparición de Hamás no parece muy probable. Palestina celebró sus últimas elecciones en 2006 en todo su territorio, Cisjordania y Gaza. Hamás ganó los comicios con un 44% de los votos y Fatah, el otro gran partido palestino, recibió un 41%. Tras el estallido del conflicto interno, las milicias de Hamás vencieron a las unidades de Fatah y tomaron el control de Gaza, anunciando una ruptura con la Autoridad Palestina de Cisjordania y la presidencia de Mahmud Abás, de Fatah.

El cambio de tono de la Administración Biden, que se explica por el rechazo interno e internacional a los crímenes de guerra perpetrados por las FDI, no parece devenir en una presión efectiva hacia Tel Aviv, que en estos momentos está dejando en el sur de Gaza una repetición de las imágenes vistas en el norte: evacuación forzosa, bombardeos y destrucción de edificios civiles.