La jornada electoral en Filipinas, que este lunes vota para elegir al próximo presidente, se ha visto marcada por un ataque a un colegio electoral que ha dejado tres muertos.
Según confirmaron a EFE las autoridades, tres guardias de seguridad perdieron la vida este lunes durante un ataque con armas de fuego contra un colegio electoral en el sur del país. Un grupo no identificado abrió fuego contra el recinto electoral poco después del inicio de las votaciones en el municipio de Buluan en la isla de Mindanao, donde actúan numerosos grupos armados en un asalto cuya autoría aún no ha sido reclamada.
Un representante de la oficina provincial de la Policía de Maguindanao, en el sur de la isla, confirmó a Efe los tres decesos.
Los incidentes violentos son comunes en Filipinas antes y durante los procesos electorales, donde generalmente chocan los intereses de los diversos clanes políticos que controlan el país. Horas antes del comienzo de la jornada electoral nueve personas resultaron heridas en la misma provincia por ataques con artefactos explosivos, recoge el portal de noticias Rappler.
En 2009, 58 personas perdieron la vida también en Maguindanao, en el peor incidente de violencia política en Filipinas, cuando un grupo armado vinculado al clan político de los Ampatuan, uno de los caciques locales, atacaron una caravana de una familia rival para impedir que presentarán su candidatura a unas elecciones locales.
Unos 67 de los 108 millones de filipinos están llamados a votar este lunes para elegir a los ocupantes de la presidencia y vicepresidencia para los próximos seis años, así como 12 asientos en el Senado, el Congreso y numerosos cargos provinciales y municipales. “Bongbong” Marcos, hijo del fallecido dictador Ferdinand Marcos, parte como favorito, según las encuestas, a reemplazar al actual presidente, Rodrigo Duterte.
260 euros por un voto
Además de la violencia política, los casos de compra de votos también están empañando esta jornada electoral.
“Me dieron 14.500 pesos (unos 260 euros), mucho dinero. No me lo esperaba, puedo arreglar varias cosas de mi casa que quería desde hacía tiempo”, cuenta a Efe por teléfono Allan Rosales, de 31 años.
Rosales (un pseudónimo) habla desde la turística isla de Siargao, al sur del archipiélago, donde asegura haber sido sobornado para votar a un determinado candidato a la alcaldía, que prefiere no revelar.
La entrega de dinero efectivo a cambio de sufragios es una práctica común en Filipinas y otras democracias asiáticas, pero este año el valor de los votos ha aumentado con respecto a las anteriores elecciones, según la Red Legal para unas Elecciones Limpias (LENTE, por sus siglas en inglés), una asociación de voluntarios que vigila y denuncia abusos y fraude durante las elecciones.
Según dijo a Efe Ona Rosales, unas de las coordinadoras en LENTE en Manila, la compra de votos ha sido una práctica común en las elecciones, pero “desde que se digitalizaron los procesos electorales cada vez se paga más por los votos”, y añade que los métodos de soborno “se van sofisticando cada vez más”.
Por ejemplo, los 260 euros que el vecino de Siargao asegura haber recibido contrastan con el salario mínimo en esa zona del país, por debajo de los 320 pesos al día (5,83 euros), por lo que la cantidad “donada” es casi un 50% superior a los ingresos mensuales de muchos trabajadores.
Si bien estas prácticas ocurren con los votos para todas las candidaturas, tanto a cargos de alcaldes, gobernadores, congresistas como en el caso de los aspirantes a la presidencia y vicepresidencia, la frecuencia y el dinero ofrecido a los votantes es significativamente mayor en los puestos locales, afirma Rosales.
Cuál es el impacto
La coordinadora destaca que, aunque “no hay datos sobre la influencia de estos sobornos en el resultado final de las elecciones, a nivel local (su incidencia) es muy superior, porque les resulta mucho más fácil organizar estas reuniones y ocultar estas prácticas”, detalla Rosales.
Los métodos para llegar a los votantes finales con los sobornos varían. Las campañas de algunos candidatos destinan un presupuesto paralelo para “convencer” a los votantes de cada distrito en reuniones celebradas en sus respectivos barangay (barrios en tagalo), donde se les habla del programa y “y donde casi siempre se acaba dando un sobre con dinero en efectivo”, explica Rosales.
Los capitanes de los barangay, la autoridad local en cada barrio, son los encargados de repartir las dádivas entre los electores.
“A mí me han dado 500 pesos (unos 9 euros), pero no voy a votar por el candidato que me ha pagado”, relata a Efe Grace Matos (un pseudónimo), manileña de 38, desde Taguig, en Manila, que explica que cree que no hay manera de comprobar a qué candidato votó este lunes ni tampoco lo quiere revelar.
Sin embargo, en algunas de estas reuniones, en las que suele darse el dinero efectivo dentro de sobres con la papeleta electoral ya marcada con la candidatura del aspirante, sí que se pide acuse de recibo.
“Pedimos a la gente que escondan sus móviles y hagan una foto para comprobar que votan a nuestro candidato”, afirma a Efe un encargado de una campaña de un aspirante vicepresidencial cuyo nombre prefiere no desvelar.
En los colegios electorales en Filipinas está prohibido entrar con los teléfonos móviles, pero “no hay otra manera de comprobarlo”, añade la misma fuente, que admite haber comprado numerosos votos durante la semana previa a las elecciones en un distrito de Ciudad Quezón, la ciudad más habitada del área metropolitana de Manila.