El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, se juega su futuro y su legado político en las elecciones de este domingo, “las más importantes de la historia del país desde los primeros comicios libres y justos en 1950”, dice a elDiario.es Soner Cagaptay, director del Programa de Investigación de Turquía del think tank Washington Institute. El presidente está prácticamente empatado con el candidato de la oposición, Kemal KılıçdaroÄlu, que en la mayoría de estimaciones mantiene una ligera ventaja que podría acabar expulsando a Erdogan tras 20 años de dominio absoluto del país.
Si ninguno de los candidatos alcanza el 50% en las presidenciales, se celebrará una segunda vuelta el 28 de mayo entre los dos más votados. Paralelamente, se celebran elecciones parlamentarias. La Gran Asamblea Nacional se compone de 600 diputados y actualmente el AKP de Erdogan controla 286, pero su alianza con la formación ultranacionalista MHP le permite avanzar su agenda legislativa. Hasta 2015 había gobernado ininterrumpidamente con mayoría absoluta, pero la pérdida progresiva de apoyos es evidente. The Economist califica la cita como las elecciones más importantes de 2023 en todo el mundo.
“O pierde Erdogan y se echa a un lado, lo que supondría un regreso de Turquía a la democracia, una política exterior más transatlántica, la liberación de presos políticos, el restablecimiento del Estado de derecho, autonomía institucional e independencia de los medios; o gana y ocurrirá lo contrario: las pocas instituciones que quedan caerán bajo su mano y Turquía seguirá siendo un régimen personalista todavía más autocrático”, sostiene Cagaptay.
Existe la percepción de que esta puede ser la última oportunidad de echar a Erdogan del poder. “Turquía ahora es como Hungría y Polonia, es decir, una democracia que ha caído bajo un autócrata. Una victoria de Erdogan llevaría al país más al campo de Rusia y Bielorrusia en términos democráticos”, sostiene Cagaptay.
En cuanto a las legislativas, Ilke Toygur, profesora en la Universidad Carlos III de Madrid e investigadora senior del think tank CSIS Europe Program, cree que se formará “un bloque más importante de la oposición”: “No solo de las formaciones de la alianza opositora, sino también de la coalición de la izquierda verde. Hay una tendencia de cooperación entre ambos, aunque son muy diferentes. Les espera una legislatura muy dura en economía, reconstrucción de instituciones, política exterior, etc. Hay mucho camino por recorrer”.
Una oposición unida
Tras más de un año de duras negociaciones y delicados equilibrios, la llamada ‘Mesa de los Seis’, una alianza de formaciones de oposición muy diversas que se reunió por primera vez en febrero de 2022, presentó a su candidato: Kemal KılıçdaroÄlu, líder del Partido Republicano del Pueblo (CHP), la formación heredera del fundador de la patria, Mustafá Kemal Atatürk, y principal fuerza de la oposición. El carácter histórico de estos comicios empujaba a la unión de la oposición.
La coalición también incluye al Partido Bueno (Iyi Parti), nacido como una escisión moderada de la formación ultranacionalista MHP; y otros partidos menores. Entre ellos el Partido Felicidad, de tendencia islamista, y otros dos fundados por exministros rebotados de Erdogan en los últimos años, entre los que se encuentra Ahmet Davutoglu, que fue ministro de Exteriores y primer ministro del presidente.
El gran ausente, pero gran necesario en esta amalgama antiErdogan en la que se mezclan islamistas, nacionalistas, conservadores y socialdemócratas era el Partido Democrático de los Pueblos (HDP), segundo partido de la oposición. Su entrada en la mesa haría saltar por los aires la coalición por su apoyo a la autonomía kurda, pero sus votos son imprescindibles para vencer a Erdogan.
Finalmente, a dos semanas de los comicios, la coalición que engloba al HDP, Alianza Trabajo y Libertad –segunda fuerza de la oposición–, anunció que no presentaría a ningún candidato a las presidenciales y expresó su apoyo a la Mesa de los Seis. “En estas elecciones históricas volvemos a pedir al pueblo de Turquía que vote a la Alianza Trabajo y Libertad en las elecciones parlamentarias y a Kemal KılıçdaroÄlu en las presidenciales”, señalaron en un comunicado, en el que aclaraban que esa era la única forma de lograr una “victoria contra el fascismo”.
Selahattin DemirtaÅ, expresidente del partido y encarcelado desde 2016, tuiteó una imagen de KılıçdaroÄlu bajo el texto: “Decimotercer presidente de Turquía. Creo que acabarás con los divisiones y crearás paz social. Mi voto es para ti”. Para esquivar una posible ilegalización en los múltiples casos judiciales que acosan al HDP, el partido ha decidido presentarse al Parlamento bajo la bandera del Partido de la Izquierda Verde.
Guerra sucia
Erdogan sabe que su apoyo se deteriora desde hace años y que existe la posibilidad real de perder la presidencia. Le preocupa la asociación entre el partido prokurdo y la alianza opositora y también ha dado alguna señal sobre su posible respuesta ante una derrota. “Mi nación no entregará este país a alguien que se convierte en presidente con el apoyo de Kandil”, dijo el presidente en referencia a la base de la milicia del PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán), que Erdogan relaciona con el HDP.
El domingo, en un mitin multitudinario en el aeropuerto de Estambul al que los medios oficiales dicen que acudieron 1,7 millones de personas y calificaron como “el más grande presenciado en Turquía o Europa”, Erdogan reprodujo un vídeo manipulado en el que uno de los fundadores del PKK, Murat Karayılan, parece pedir el voto por KılıçdaroÄlu. Algunos expertos sostienen que se trata de un ‘deepfake’, mientras otros apuntan a un montaje. La parte del vídeo en el que aparece el militante del PKK corresponde a un fragmento de un discurso publicado en 2021.
El ministro de Interior, Süleyman Soylu, incluso ha llegado a afirmar que las elecciones son un intento de golpe de Estado político de Occidente. “El 15 de julio de 2016 fue su intento de golpe real. El 14 de mayo es su intento de golpe político”, dijo. Soylu se refiere a unas declaraciones de Joe Biden en 2020 en las que dijo que apoyaría a la oposición para derrotar a Erdogan.
“Si Erdogan gana, es democracia. Si pierde, es un golpe de Estado. Aunque no se pueden amañar las elecciones (Turquía lleva celebrando elecciones libres más tiempo que España), si los resultados son muy ajustados, Erdogan las impugnará del mismo modo que lo hizo Trump. No lo reconocerá”, sostiene Cagaptay. “Controla el 90% de los medios de comunicación y puede escribir una narrativa de fraude”, asegura.
“Realmente estamos entrando en terra incognita en términos de política turca. Nos enfrentamos a dos cosas que nunca han sucedido antes: una carrera completamente injusta paralelamente con un resultado posiblemente muy disputado; y, además, nunca en la historia hemos tenido un líder sugiriendo que no reconocería el resultado si pierde”, añade.
No sería la primera vez. Tras perder las alcaldías de Ankara y Estambul en 2019, que el AKP controlaba desde 1994, Erdogan dijo que “ladrones” habían robado la “voluntad nacional” y que se habían cometido “ilegalidades”. Entonces su partido solicitó oficialmente anular los resultados y convocar nuevos comicios. Los tribunales (cuyo índice de independencia judicial está entre los peores del mundo) le dieron la razón, pero no solo no consiguió revertir los resultados, sino que la oposición multiplicó ampliamente su margen de victoria, pasando de los 13.729 votos de diferencia en la primera votación a los 777.000 en la repetición electoral.
Tras su sorprendente victoria, el nuevo alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu, del CHP, sonaba como posible candidato opositor contra Erdogan en las presidenciales del próximo domingo, pero la justicia le inhabilitó por llamar “idiotas” a los que ordenaron repetir los comicios. El alcalde ha recurrido la sentencia.
“La democracia es una herramienta, no es el objetivo”, dijo en 1996 el entonces alcalde de Estambul de apellido Erdogan. Tras 20 años de poder ininterrumpido, ahora la democracia podría ser su final.