Hace justo un año, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó una plataforma para que quienes estaban desarrollando vacunas, pruebas o medicamentos contra el coronavirus compartieran su conocimiento técnico y sus datos con otros productores. La idea detrás del mecanismo, llamado C-TAP (Acceso Mancomunado a Tecnología contra la COVID-19), era promover un modelo de ciencia abierta, en el que las licencias (la autorización para usar las patentes) se concedieran de forma no exclusiva y transparente para aprovechar la mayor capacidad de fabricación posible por parte de otras empresas cualificadas, sin temor a ser demandadas.
Pero la participación en este repositorio es voluntaria. Impulsado por Costa Rica, solo recibió el apoyo político público de un puñado de países, muy pocos de ellos europeos. En estos 12 meses, a pesar de que la OMS ha abogado por su uso para solucionar la escasez de productos como las vacunas y la falta de acceso de los países más pobres, el C-TAP no había recibido la contribución de ninguna empresa farmacéutica ni de ningún grupo de investigación. Hasta ahora.
El mecanismo de la OMS acaba de recibir su primera oferta oficial, y proviene del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) español, que ha anunciado que pondrá a disposición del mismo la tecnología de un test de anticuerpos que ha diseñado, con el objetivo de que se pueda fabricar en otros países libremente.
¿Qué se ofrece a compartir el CSIC?
Fuentes del CSIC, agencia estatal española adscrita al Ministerio de Ciencia e Innovación, explican a elDiario.es que “ya han puesto la tecnología a disposición de la OMS para que pueda gestionar los siguientes pasos administrativos”.
Según apuntan, lo que pretenden compartir a través de C-TAP es un test serológico con “una fiabilidad del 99%, capaz de identificar y cuantificar tres tipos diferentes de anticuerpos (IgG, IgM e IgA) y capaz de diferenciar los anticuerpos producidos por la vacunación, de los producidos por la infección natural por COVID-19”. Este tipo de prueba usa cuatro proteínas del virus y “es capaz de identificar y cuantificar tres tipos de anticuerpos”.
Este test sido licenciado en formato ELISA, un tipo de kit, a la empresa española Immunostep, ubicada en Salamanca, en términos no exclusivos, indica el centro, que también explica que estas pruebas se comercializan desde otoño de 2020 en Europa y en México. “El CSIC ha mantenido conversaciones con una empresa argentina y otra mexicana para evaluar la posibilidad de fabricar estos test en estos países”.
Hasta ahora, la desigualdad no solo se ha dejado sentir en el reparto global de vacunas contra el coronavirus. En la actualidad, los países de renta alta realizan unas 125 veces más pruebas al día que los de renta baja, en gran parte porque los países de renta baja no han podido adquirirlas al mismo ritmo ni desplegarlas al mismo ritmo, con los mismos volúmenes, según ha dejado claro recientemente la OMS.
“Queremos que lleguen a la sociedad lo antes posible”
Jesús Marco, vicepresidente de Investigación Científica y Técnica del CSIC, ha anunciado la decisión este viernes en el acto del primer aniversario del C-TAP. “En el CSIC, hemos trabajado desde el inicio de esta pandemia para que todas las tecnologías relacionadas con la COVID-19 que se están desarrollando en nuestros laboratorios lleguen a la sociedad lo antes posible”.
“Nuestro objetivo es que se fabriquen tanto en España como en cualquier otro país que las demande, y para ello hemos abordado licencias de cesión de derechos de explotación de las tecnologías del CSIC en términos no exclusivos, evitando situaciones en las que la demanda no pueda ser atendida por limitaciones de producción por parte del licenciatario”, ha dicho Marco.
El representante del CSIC ha explicado que, tras conocer la iniciativa C-TAP, iniciaron hace unos meses conversaciones tanto con la OMS como con el Banco de Patentes de Medicamentos (Medicines Patent Pool, MPP en inglés), una de las instituciones que han estado detrás del mecanismo a lo largo de este año. De hecho, el C-TAP se inspira en la experiencia del MPP, que es una organización respaldada por Naciones Unidas que lleva una década trabajando para aumentar el acceso y facilitar el desarrollo de medicamentos para países empobrecidos gracias a un mecanismo de licencias voluntarias.
El objetivo del CSIC, dicen, es lanzar proyectos de transferencia para que sus tecnologías se produzcan de forma que “lleguen a todos aquellos países que las demanden y a precios asequibles para la ciudadanía”.
“La investigación financiada con fondos públicos desempeña un papel fundamental en el desarrollo de tecnologías sanitarias y, en medio de una pandemia, es el momento de repartirlas de forma justa”, ha respondido el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, tras la intervención de Marco el evento.
“Necesitamos que más desarrolladores compartan herramientas”
La OMS ha dicho que está en negociaciones avanzadas con cinco fabricantes de diagnósticos. “Celebramos el interés expresado por varios fabricantes de diagnósticos que ya están en conversaciones avanzadas con C-TAP para compartir su tecnología. Y también de instituciones de investigación que están dispuestas a compartir sus conocimientos a través de C-TAP”, ha dicho el jefe de la agencia.
“Pero necesitamos que más desarrolladores se presenten y compartan herramientas que salvan vidas para que podamos aumentar la producción y ampliar el acceso. Las empresas originarias que aportan sus conocimientos a C-TAP pueden acceder rápidamente a la capacidad de producción que necesitan para fabricar lo suficiente para todo el mundo, al tiempo que cobran las regalías correspondientes”, ha proseguido el jefe de la OMS.
Una vez firmados los acuerdos, ha continuado, C-TAP “apoyará a las empresas en la gestión de los acuerdos firmados para su aplicación efectiva y proporcionará asistencia técnica a los países cuando sea necesario”. Una vez que esté en “pleno” funcionamiento, ha dicho el jefe de la OMS, la asistencia de C-TAP a la expansión de la fabricación “podría proporcionar un mayor suministro para los países y COVAX [el mecanismo de reparto equitativo de vacunas]”.
Con motivo del primer aniversario, la OMS está tratando de dar un nuevo impulso a la iniciativa. Tedros Adhanom Ghebreyesus escribió este jueves una carta junto a Carlos Alvarado Quesada, presidente de Costa Rica, pidiendo a todos los Estados Miembros que apoyen C-TAP, y fomenten el intercambio de propiedad intelectual y la transferencia de tecnología a través del mecanismo. El año pasado se unieron poco más de 40 países. “Los gobiernos pueden desempeñar un papel principal en la creación de incentivos para que la industria apoye nuestro esfuerzo”, reza la misiva.
El Gobierno de Pedro Sánchez ha anunciado recientemente su respaldo a C-TAP, casi un año después de su creación. En el acto también ha participado Arancha González Laya, ministra de Asuntos Exteriores. “Las licencias no exclusivas y transparentes son vitales para aumentar la producción”, ha dicho González Laya. “Nos enorgullece formar parte de la familia de C-TAP”.
“Bienvenida España, ustedes ahora son copatrocinadores. C-TAP fue lanzado con una convicción, tiene el potencial de ayudar al mundo a detener la pandemia”, ha contestado el presidente de Costa Rica en el evento de la OMS. “Todo ello promoviendo la innovación, sin barreras, de manera voluntaria. Poner a disposición este conocimiento puede ayudar a superar los cuellos de botella en la producción”.
Una presión creciente por la falta de apoyo al C-TAP
En su carta este jueves, el jefe de la OMS y el presidente costarricense defienden que C-TAP es una “iniciativa muy prometedora, funciona dentro del sistema de patentes y ofrece una solución en la que todos salen ganando, tanto los beneficiarios como los propietarios de los conocimientos”. Sin embargo, lamentan, “sigue siendo una herramienta infrautilizada”.
Durante el acto, el representante del CSIC ha dejado la puerta abierta a estudiar la posibilidad de promover las licencias no exclusivas de las candidatas a vacunas que están desarrollando para satisfacer “las demandas de la sociedad y la creación de capacidad en los países de renta baja y media”. “Se espera que los test serológicos sean el primer proyecto de colaboración entre el CSIC y la OMS, y ambas instituciones tienen la idea de extender esta iniciativa a otras tecnologías relacionadas con la COVID-19”, ha dicho Javier Maira, responsable del Área de Estrategia Comercial e Internacionalización del CSIC, en una nota de prensa.
Mariângela Batista Galvão Simão, subdirectora general de Acceso a los Medicamentos, Vacunas y Productos Farmacéuticos de la OMS, ha dicho durante la rueda de prensa que “tienen a la vista dos productores de vacunas que estarían dispuestos a compartir la tecnología” y “las discusiones se están iniciando estrechamente ahora a través del C-TAP”.
La falta de vacunas y la enorme desigualdad en su distribución ha llevado a las organizaciones de la sociedad civil a aumentar su presión para que los gobiernos, las compañías farmacéuticas y los centros de investigación que se unan a la C-TAP, entre ellas la ONG especializada Salud por Derecho, que ha calificado este viernes de “importantísimo” el apoyo del Gobierno español y el CSIC.
“Esperamos que esta colaboración crezca y que, en el futuro, las tecnologías y vacunas de la COVID-19 desarrolladas con éxito por el CSIC sean también parte de este fondo global que permitirá aumentar la producción y la distribución de vacunas, y acelerar el fin de la pandemia”, ha dicho la organización en Twitter.
En un informe reciente, la campaña española No es Sano, en la que participa Salud por Derecho, critica que, hasta ahora, las compañías propietarias de las patentes y los conocimientos técnicos (know-how) sobre vacunas “han mantenido el control de la producción y se niegan a compartir el conocimiento”.
A su juicio, una prueba de ello es “su rechazo a C-TAP”. “La industria farmacéutica no recibió la iniciativa con agrado y recordó que en los derechos de propiedad intelectual se encuentran los incentivos de la industria y que una iniciativa que promueva compartirlos no parecería la mejor opción”, reza el documento. En cambio, denuncian, las empresas “han alcanzado acuerdos bilaterales con compañías socias para la producción completa de las dosis o, en otros muchos casos, cediendo parcialmente sus conocimientos y subcontratando solo algunas etapas, como la producción de la sustancia activa o el llenado y terminado de viales”.
“Impulsar licencias a nivel global y no exclusivas, reforzadas a través de una transferencia de tecnología organizada y bajo el paraguas de la OMS, es una gran oportunidad para cambiar el curso de la historia actual. La escasez de vacunas es artificial y a través de mecanismos como C-TAP se multiplicaría exponencialmente su producción y, con ello, las actuales cantidades disponibles”, dice No es Sano.