La comunidad LGTBI se ha convertido en la diana favorita de la ultraderecha en Estados Unidos. De forma paralela a la avalancha legislativa iniciada contra las personas trans, que ya ha prohibido en cuatro estados los tratamientos de afirmación de género, una nueva batalla legal ha aterrizado en los parlamentos estatales dominados por republicanos: los espectáculos protagonizados por drag queens.
El gobernador de Tennessee, Bill Lee, firmó el viernes pasado una ley que prohíbe estas actuaciones en espacios públicos o en aquellos lugares donde pueda haber menores. El estado sureño se ha convertido en el primero en aprobar este tipo de legislación, que ya está en discusión en otra docena de estados y que numerosas organizaciones de derechos humanos ven como un ataque inconstitucional a la libertad de expresión y una práctica criminalizadora de lo queer.
Concretamente, la ley prohíbe los “espectáculos de cabaret para adultos” realizados por “bailarinas en topless, go-go, strippers e imitadores masculinos o femeninos que ofrezcan espectáculos que apelen a un interés lascivo”, es decir, que provean un tipo de entretenimiento “dañino para los menores”. El objetivo, según el promotor de la ley, Jack Johnson, es “proteger a los niños” del contenido “sexualmente explícito”. Por eso se prohíbe en “propiedades públicas” y en lugares donde el espectáculo “podría ser visto por una persona que no es un adulto”.
Este lenguaje ambiguo está específicamente diseñado para la persecución de lo drag. Aunque el texto no se refiere a las “drag queen” de manera explícita, “usa un término sumamente vago y pasado de moda –imitadores masculinos o femeninos–, propio de los años 60, con el que demuestra un deseo de intimidar y no responder a la realidad”, explica Lawrence La Fountain-Stokes, profesor de estudios de género en la Universidad de Michigan, que es travesti desde hace más de diez años.
Además, este lenguaje pone en el mismo plano los espectáculos drag con otros más explícitamente eróticos, como el striptease. “Esta ley asume que todo acto de transformismo apela a un supuesto interés lascivo. Y se presenta como una defensa de los menores de edad, así que está sugiriendo que somos una amenaza social”, lamenta el profesor.
“Ese es un pensamiento retrógrado y profundamente conservador, propio de dictadura fascista, que solo busca generar miedo y criminalizar un trabajo, que en muchas ocasiones es la principal fuente de ingresos y que no es más que una forma de expresión artística”, dice.
Aquellas personas que incumplan la nueva legislación serán apercibidas con una ofensa menor, enfrentándose a multas de hasta 2.500 dólares y un año de cárcel. Pero en caso de reincidir en el delito, podrían ser castigadas con hasta seis años de prisión. La ley entrará en vigor el próximo 1 de julio y conforma un nuevo ataque contra la comunidad drag, que ya sufre una fuerte represión a nivel social.
Tan solo el año pasado se contabilizaron más de 140 ataques y amenazas contra espectáculos drag en hasta 47 estados. En uno de ellos, en Tulsa (Oklahoma), llegaron a lanzar un cóctel molotov contra una tienda en la que se estaba llevando a cabo un evento drag. Más conocido fue el caso del club Q, en Colorado Springs, donde cinco personas murieron y 18 resultaron heridas a causa de un tiroteo en un club LGTBI en el que se estaba celebrando un espectáculo drag.
Un nuevo ataque al colectivo
Su aprobación ha conmocionado a la comunidad drag en Tennessee y ha puesto en alerta al colectivo LGTBI en todo el país, que está sufriendo continuos ataques desde las legislaturas de estados republicanos, como Texas o Florida, donde ya se han registrado más de 300 iniciativas parlamentarias anti-LGTBI. Además de los espectáculos drag, “esta ley podría ser utilizada contra las personas transgénero y no binarias simplemente por querer vivir sus vidas en público”, advierte a elDiario.es Chris Sanders, director ejecutivo de Tennessee Equality Project, un grupo de apoyo local a la comunidad.
Las personas trans “podrían ser acusadas de ser imitadores masculinos o femeninos, según la definición de la ley, por lo que las expone a un acoso todavía mayor del que ya sufren”, explica Sanders.
Según el último informe de The Trevor Project, una organización de apoyo a la comunidad en situaciones de crisis, el 58% de los jóvenes transgénero y no binarios de Teennessee consideraron la posibilidad de suicidarse el año pasado y 1 de cada 4 (25%) intentó quitarse la vida. La directora de asuntos legales y políticos de la organización, Casey Pick, asegura a elDiario.es que “esta ley no hará sino estigmatizar aún más a un grupo de juventudes que merecen ser queridas y apoyadas por ser quiénes son”.
Las fuentes consultadas coinciden en que la entrada en vigor de esta ley antidrag tendrá un efecto disuasorio sobre los espectáculos e incluso otro tipo de actividades donde participen drag queens, como los espacios de cuentacuentos a niños pequeños, que se han popularizado en algunas librerías de EEUU.
“Aunque sepas que tu actividad no es ilegal bajo la nueva ley, decidirás no llevarla a cabo por el miedo a ser arrestado”, asegura Chris Geidner, analista jurídico experto en legislación LGTBI. “Recurrir un caso judicial en EEUU conlleva un importante coste de tiempo, dinero y energía que muchos decidirán no asumir o simplemente no podrán hacerlo”.
La batalla legal que viene
Este tipo de leyes forman parte de la agenda legislativa de los republicanos en otros 12 estados: Arizona, Arkansas, Idaho, Kansas, Kentucky, Missouri, Montana, Nebraska, Oklahoma, Carolina del Sur, Texas y Virginia Occidental. En todos ellos la ley está en trámite al menos en una de las dos cámaras del Congreso. Cuando se aprueben, recibirán las demandas de organizaciones como la American Civil Liberties Union, que ya ha anunciado su intención de recurrir a los tribunales. Según Geidner, que también es el creador del blog Law Dork, los espectáculos y las horas de lectura drag “forman parte de la libertad de expresión y de asociación y están protegidos por la Primera Enmienda, por lo que estas demandas cuentan con argumentos sólidos”.
También considera inconstitucionales las leyes aprobadas, de momento, en cuatro estados republicanos que prohíben a los médicos realizar procedimientos de cambio de género en menores de edad. En lo que llevamos de 2023, se han aprobado seis leyes contra la comunidad LGTBI y cinco de ellas han ido dirigidas a las personas trans. La última se aprobó en Tennessee, que firmó junto con la ley antidrag otra norma que impedirá a los menores acceder a medicamentos o cirugía de afirmación de género.
Geidner no duda que esta ola de legislación anti-LGTBI en todo el país es contraria a la Constitución y a su principio fundacional de la libertad. De hecho, las cortes superiores ya tumbaron dos leyes, en Arkansas y Alabama, que intentaron limitar este tipo de tratamientos. Pero ahora no tiene tan claro que las demandas, a medida que sean recurridas a instancias superiores, consigan tumbar dichas leyes: “Estamos ante el Tribunal Supremo más conservador en muchos años. El año pasado derogó Roe v Wade (el fallo que protegía el derecho federal al aborto), que tenía un precedente de 49 años. No puedo decir con certeza que no vayan a hacer lo mismo con el precedente que protege a los trans y las drag queen”.
“Un falso pánico moral”
La Fountain-Stokes, quien también es autor del estudio Translocas: la política de la performance drag y trans puertorriqueña, ha notado en los últimos años un aumento de la intimidación hacia su comunidad. “En EEUU, la derecha está usando la ideología fascista para intimidar particularmente a las personas transgénero, pero también a cualquier persona LGTBI que participe en una exploración del género”, lamenta.
El profesor, cuyo nombre artístico en su faceta drag es Lola Von Miramar, muestra tímido optimismo ante la ola de leyes anti-LGTBI en el país, que ve como el claro reflejo de una lucha social: “Cuantos más avances hay, más resistencia se presenta y en las últimas décadas hemos progresado mucho en el reconocimiento y la incorporación social y legal de personas LGTBI”. Sin embargo, cree que las regresiones producidas por la ultraderecha en el país rozan el esperpento: “¿Quién hubiera pensado que en 2023 haría falta defender el derecho al transformismo?”.
La derecha política, de la mano de la religión evangélica y el catolicismo más conservador, “ha visto que este tema genera entusiasmo entre sus seguidores y lo ha utilizado para crear un falso pánico moral contra la infancia”, alerta La Fountain-Stokes. Con estos marcos discursivos, “crean un chivo expiatorio y logran distraer a la población de los temas más urgentes, como la violencia por armas de fuego, la violencia social, el racismo o la persistencia de la pobreza”.