Germexit en lugar de Grexit
Aunque Angela Merkel haya logrado que la mayoría en el Parlamento alemán apoye por ahora la propuesta de un tercer rescate a la economía de Grecia, la idea de que este país mediterráneo termine saliendo de la zona euro se ha popularizado en cierto sector de la población germana, incluida en buena parte del partido de la canciller, la Unión Cristiano Demócrata (CDU). Sin embargo, fuera del territorio germano, y a rebufo del tenso debate sobre el Grexit, vuelve a oírse hablar de esa idea que a muchos sonará peregrina y que consiste en imaginar a Alemania, la mayor economía europea, saliendo de la moneda única.
El influyente periódico conservador alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung recogía hace unos días que en Francia se está haciendo cierto eco la idea del Germexit. Con ese término se alude a un eventual abandono de Alemania de la moneda única. Esa expresión la utilizaba recientemente en un editorial Luc Le Vaillant, periodista del diario progresista galo Libération. Le Vaillant planteaba en su columna: “¿Y si echamos fuera a Alemania?¿Y si la dejamos que se pudra en su riqueza?”. Tal era la propuesta que planteaba el editorialista de Libération con el objetivo de, entre otras cosas, “liquidar el rigor recesivo que impone Berlín como una evidencia propia de quienes no comprenden que se pueda poner en entredicho una ideología vestida con la sobrepelliz del realismo”.
En su artículo, citaba este periodista francés la descripción de Alemania contenida en el último ensayo del líder izquierdista galo Jean-Luc Mélenchon, Le Hareng de Bismarck, le poison allemand (Ed. Plon, 2015) – “El arenque de Bismarck, el veneno alemán”. En ese libro, Alemania aparece como la principal responsable de una Europa transformada en “una apoteosis contrarrevolucionaria, un gran mercado cristiano, una avanzadilla del ordoliberalismo”, según resumía Le Vaillant el contenido del volumen firmado por el eurodiputado del Frente de Izquierda francés.
La respuesta del Frankfurter Allgemeine Zeitung al artículo de Le Vaillant ha sido calificar los comentarios del periodista de Libération como el resultado del “florecer de un gran resentimiento anti-alemán” en Francia. Sin embargo, la salida de Alemania del euro no es algo que se plantee exclusivamente en países donde hay más o menos motivos para que florezca una renovada germanofobia. Por ejemplo, en Estados Unidos, el economista indio Ashoka Mody, quien fuera director adjunto del departamento europeo del Fondo Monetario Internacional (FMI), escribía hace unos días que, dada la crisis de la eurozona, “Alemania, no Grecia, debería salir del euro”.
“El regreso alemán al Deutsche Mark (DM) causaría que el valor del euro cayera inmediatamente, dando a los países de la periferia de Europa un más que necesario impulso a su competitividad”, señalaba Mody en una columna para la agencia de noticias internacional Bloomberg. “La alteración de una salida alemana sería menor”, porque “el DM compraría mas bienes y servicios en Europa (y el resto del mundo) de lo que el euro lo hace hoy”, y, además, “los alemanes se harían más ricos”, añadía.
Esta idea no la ha gestado Mody, actualmente profesor de Economía Internacional en la Universidad de Princeton. Hace tres años, el magnate y filántropo estadounidense de origen húngaro, George Soros, ya popularizó por un tiempo el Germexit. Lo hizo a través de su participación en varios foros en los que defendió esa tesis. También se apoyó para lanzar ese debate en un artículo que firmó para la prestigiosa revista estadounidense New York Review of Books.
Titulado The Tragedy of the European Union and How to Resolve it – “La tragedia de la Unión Europea y cómo resolverla” –, Soros planteaba en dicho ensayo que, “sin Alemania, la zona euro no tendría dificultades para llevar a cabo un cambio de 180 grados que de otro modo necesitaría el consentimiento de la canciller Merkel”. “Una salida de Alemania sería un evento que perturbaría por un tiempo” la eurozona “pero sería gestionable” a diferencia “del caótico y extendido efecto dominó que tendría que los países con deudas se vieran obligados a salir del euro”, agregaba Soros.
No obstante, en Alemania, éstas ideas están muy lejos de ser tenidas en cuenta. Ocurre, más bien lo contrario. Las altas instancias germanas parecen querer preparar el terreno para remodelar una zona euro de modo que ésta pueda perder miembros si no queda más remedio. En este sentido, el Consejo Asesor de Economistas del Gobierno alemán se ha pronunciado recientemente a favor de la creación de un mecanismo que permita abandonar la moneda única a aquellos miembros insolventes.
Esta influyente institución germana no planteaba esta idea para ofrecer herramientas con las que ayudar a países como Grecia, aunque el Grexit, según el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, puede ser “el mejor camino para Grecia”. En realidad, los conocidos como “sabios” de la economía alemana están pensando en los votantes de los países donde reina el escepticismo respecto a la onerosa política de rescates. “Para asegurar la cohesión monetaria deberíamos tomar nota de que el electorado de los países acreedores no está dispuesto a financiar a los países con deudas de manera permanente”, ha aclarado Christoph Schmidt, el presidente del Consejo Asesor de Economistas teutón. En los planes de Schmidt y compañía no figura que Alemania deje una zona euro en la que, no en vano, el país de Angela Merkel es el más influyente.