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Los fabricantes de armas de EEUU aumentan sus beneficios mientras crecen los tiroteos masivos

Mostrador con rifles y armas de largo alcance en una tienda de Suffern, Nueva York.

Cristina F. Pereda

28 de julio de 2022 22:44 h

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En el anuncio aparecía un niño de apenas tres años con un rifle de asalto sobre las piernas y acompañado de un mensaje: “Instruye al niño en su camino y cuando crezca no se apartará de él”. Esta campaña de la marca de rifles Daniel Defense fue publicada el pasado mes de mayo, apenas cuatro días antes de la matanza de Uvalde (Texas), donde fueron asesinados 19 escolares y dos profesores con un rifle de la misma marca.  

Con métodos como este, los fabricantes de armas de Estados Unidos han recaudado en la última década más de 1.700 millones de dólares (1.670 millones de euros) gracias a la venta de rifles semiautomáticos como el utilizado por Salvador Ramos, el tirador de Uvalde, según un informe sobre el sector de armas de una comisión de la Cámara de Representantes presentado este miércoles en el Congreso.

En respuesta a las últimas matanzas, la Cámara de Representantes ha solicitado a los principales fabricantes que detallen sus ingresos de la última década, un período que coincide con una mayor incidencia de tiroteos masivos así como un amplio debate público sobre la necesidad de aumentar los controles a la venta de armas. 

Las ventas de AR-15 de Daniel Defense, el fabricante del rifle empleado en la matanza de Uvalde, se triplicaron entre 2019 y 2021, con unos ingresos que aumentaron de 40 a 120 millones de dólares. En total, la marca facturó 528 millones de dólares entre 2012 y 2021 gracias a la venta de rifles. En el caso de Ruger, sus ingresos casi se triplicaron entre las mismas fechas, creciendo de 39 a más de 103 millones de dólares. 

Las armas utilizadas en los últimos tiroteos masivos

Daniel Defense también es uno de los fabricantes de los rifles automáticos que empleó Stephen Paddock en la matanza de Las Vegas en 2017, en la que hubo 60 fallecidos y más de 800 heridos. Paddock disparó desde la planta 32 de un hotel contra los asistentes a un concierto. El asesino contaba con un arsenal de 23 armas, 12 de ellas semiautomáticas, y en menos de 10 minutos había disparado más de 1.100 balas. 

Los congresistas preguntaron este miércoles al consejero delegado de la compañía, Marty Daniel, si estaba dispuesto a ampliar las medidas de seguridad de estos rifles. Daniel respondió que las matanzas “son problemas locales que deben resolverse a nivel local”, que los únicos responsables son “los asesinos” y que su empresa vende “rifles deportivos modernos” que no considera “armas de guerra”. 



Como en el caso de Daniel Defense, Smith & Wesson también ha visto multiplicados sus beneficios. El fabricante del rifle empleado por el autor de la matanza del 4 de julio en Highland Park, en la que fueron asesinadas siete personas, duplicó sus beneficios entre 2019 y 2021 hasta alcanzar los 253 millones de dólares solo en ventas de rifles de asalto. 

Estrategias de marketing “perturbadoras”

“Estas empresas utilizan estrategias de marketing perturbadoras que incluyen la presentación de las armas como un medio para que los hombres jóvenes demuestren su masculinidad”, concluye la investigación de la Cámara de Representantes. Al mismo tiempo, dice el informe, los fabricantes “no aplican ni las medidas más básicas para vigilar la destrucción que causan sus productos”. 



El documento recopila cómo han crecido los ingresos de los principales fabricantes de armas al mismo tiempo que se multiplican las muertes por disparos tanto por homicidios como por accidentes y tiroteos masivos. Solo en 2020, 45.000 personas murieron en Estados Unidos por arma de fuego. En 2022, ya se han producido más de 300 tiroteos con más de cuatro víctimas, considerados tiroteos masivos.

Las principales iniciativas legislativas para regular la compra y venta de armas se han topado hasta ahora con el lobby de estos fabricantes, considerado uno de los más influyentes del país. La Asociación Nacional del Rifle (NRA, según sus siglas en inglés) se gastó en 2021 casi cinco millones de dólares (4,6 millones de euros) para evitar las restricciones sobre quiénes pueden tenerlas y cómo pueden usarlas.

En este contexto, y dada falta de un acuerdo parlamentario para aumentar drásticamente los controles en la venta de armas, los demócratas buscan trasladar la presión a los fabricantes para que instalen mecanismos que impidan, por ejemplo, que niños pequeños puedan apretar el gatillo. Los fallecimientos por impacto de bala son también la primera causa de muerte en menores de edad en EEUU, pero los fabricantes de rifles de asalto aseguran que sus clientes no están interesados en estas medidas.

Las campañas publicitarias de estas empresas van en la dirección opuesta: aluden a sus cualidades militares, simulan escenas de disparos en videojuegos populares entre los niños, hacen referencias indirectas a grupos supremacistas o se aprovechan de las inseguridades de los jóvenes al asegurar que sus productos les situarán “en lo más alto de la cadena alimenticia de la testosterona”, según ha concluido la investigación de la Cámara de Representantes.

La congresista demócrata Carolyn Maloney describió estas estrategias como “profundamente inquietantes y temerarias” y denunció que “la industria se está lucrando a costa de la sangre de americanos inocentes”. Maloney también criticó a los fabricantes de rifles porque “cuando alguien aprieta el gatillo no se hacen responsables”.

Frente a esas acusaciones, los fabricantes aseguran que la responsabilidad de los tiroteos está en los asesinos y no en la falta de medidas de seguridad de los dispositivos —“¿Por qué conlleva más pasos desbloquear mi teléfono que disparar un arma?”, preguntó una congresista— en la ausencia de controles a la hora de adquirirlos, ni en las campañas de marketing utilizadas para promocionarlos. 

“Cualquier arma puede usarse para hacer el bien o el mal”, alegó Christopher Killoy, presidente de Sturm, Ruger & Company, uno de los principales fabricantes del país. Para Killow, “la diferencia está en la persona que empuñe el arma”. 

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