Fidel Sendagorta, actualmente director general de Política Exterior y Seguridad de España, lleva buena parte de su carrera analizando las dinámicas de poder en el sistema internacional. Diplomático de formación, ha sido director general para el Mediterráneo, Magreb y Oriente Próximo; embajador en Egipto; y director general para América del Norte, Asia y Pacífico. Sendagorta acaba de publicar el libro 'Estrategias de poder: China, Estados Unidos y Europa en la era de la gran rivalidad' (Deusto). El título no da lugar a equívoco y es un ensayo geopolítico que ayuda a comprender la batalla por el liderazgo mundial.
¿Ha cambiado la pandemia algo en el panorama geopolítico internacional? Distribución de poder, dinámicas de competición y rivalidad entre potencias...
Hay analistas que piensan que han cambiado muchas cosas y que van a cambiar todavía más y hay otros que piensan que lo que está haciendo es acelerar e intensificar tendencias que ya existían antes de la pandemia. Por ejemplo la rivalidad entre Estados Unidos y China, el ascenso de fuerzas autoritarias y el repliegue de EEUU, cuyo electorado no está tan dispuesto como en el pasado a las cargas que supone ejercer el liderazgo internacional. Yo creo que estas tendencias ya existían antes, pero se van a intensificar.
En este sentido, ¿cree que ha favorecido la política de la Administración Trump y especialmente su retirada del sistema internacional al auge y fortalecimiento de China en los últimos cuatro años?
Bueno, no sé si el auge, pero desde luego la naturaleza aborrece el vacío y cuando se produce una retirada o un paso atrás de EEUU del sistema multilateral, pues tiende a haber otros actores, y desde luego China, para llenar esos huecos. Pero el auge de China viene determinado por su poderío económico. En el año 2000 China tenía un PIB aproximadamente como el de Italia. 20 años después, su economía es diez veces mayor de lo que era entonces. Es decir, que su poder económico es diez veces mayor. Pero ese poder también se traslada a sus capacidades militares y a su capacidad de influencia política en todo el mundo. El auge es un fenómeno anterior a esta Administración, pero es en esta Administración cuando se ha producido un despertar de EEUU respecto a las consecuencias de este poder chino, como también ha sucedido por otra parte en Europa.
¿Cree que hasta ahora Europa ha dependido demasiado de Estados Unidos y le ha faltado una visión estratégica conjunta?
Con Estados Unidos tenemos una relación histórica importante, somos aliados en la OTAN y es un socio comercial y de inversiones fundamental. Pero es verdad que hemos aceptado depender excesivamente de EEUU para nuestra seguridad y ahora nos damos cuenta de que Estados Unidos empieza a mirar hacia otro lado, especialmente hacia Asia-Pacífico porque ahí es donde está su prioridad en materia de seguridad. Entonces se abre un debate, que ya mencionó el presidente Macron, sobre si podemos mantener esta dependencia en el tiempo o si habría que corregirla con mayores dosis de autonomía estratégica.
Sin embargo, esta idea no se ve igual en toda Europa porque hay países, sobre todo los que están más cerca de Rusia, que consideran fundamental su relación de seguridad con Estados Unidos y no quieren ni siquiera pensar en debilitar esa relación aunque sea a base de fortalecer el pilar europeo de la relación transatlántica. Necesitamos seguir siendo un aliado fuerte de EEUU. Nos gustaría que hubiera un trato de respeto en esa relación y nos gustaría que hubiera un clima de confianza, pero también creo que Europa debe ir aprendiendo a ser cada vez menos dependiente porque un día se puede encontrar con que EEUU va desconectando hasta dejar al continente desprotegido en su esquema de seguridad.
Es verdad que un factor importante de esa autonomía estratégica es la defensa, pero cuando algunos países europeos han mencionado la posibilidad de un tratado europeo de defensa colectiva o algo por el estilo, Estados Unidos, aunque la relación transatlántica se haya debilitado, lo ha rechazado ¿Por qué?
Es cierto que existe una ambigüedad por parte de EEUU. Por un lado quiere que Europa asuma mayor carga de su defensa, pero tampoco quiere que se desvinculen de EEUU. Yo diría que en estos últimos años ha habido mensajes que nos deben hacer reaccionar. Europa tiene que pensar que a lo mejor en el futuro no podemos contar ya como en el pasado con Estados Unidos para resolver conflictos o crisis que están en nuestro vecindarios como por ejemplo en Oriente Medio, el norte de África o el Sahel. Tenemos que ser capaces de asumir y de afrontar estos desafíos pensando que EEUU no siempre va a estar a nuestro lado, que tiene otras prioridades y que tiene una parte de su ciudadanía con un menor apetito de intervención en el extranjero del que ha tenido en el pasado.
EEUU fue el principal arquitecto del orden internacional tras la Segunda Guerra Mundial y principal potencia mundial tras la Guerra Fría. Ahora China desafía su rol como gran hegemón ¿Qué ha hecho Pekín para llegar hasta aquí?
China, bajo Deng Xiapoing, tenía una máxima que era ir creando capacidades propias, ocultarlas y ganar tiempo.
¿Ocultarlas?
Se trataba de tener un perfil bajo internacional e ir construyendo un desarrollo, pero sin asustar a nadie ni crear suspicacias... Eso ha sido así durante décadas, pero ha habido un momento en el que China se ha encontrado ya con un nivel de fuerza suficiente como para dar el paso de proyectarse en todo el mundo y no solo económicamente, sino también con unas fuerzas armadas cada vez más poderosas, una influencia política que llega a todos los países del mundo...
¿Por qué han dado este paso ahora? Quizá porque parten de la percepción de que EEUU está en un momento de declive, en el que sufre también una fractura interna. Han hecho el análisis según el cual se puede dar el paso hacia adelante sin que las consecuencias sean excesivamente nocivas para ellos. Algunas de esas consecuencias son perjudiciales, pero yo creo que China ve esas consecuencias negativas en su relación con EEUU en términos de un proceso necesario que tiene que pasar para asentarse como superpotencia mundial.
¿Y quieren reformar el sistema o les conviene seguir jugando bajo las normas actuales?
Es curioso porque quieren reformar el sistema geopolítico para tener más poder relativo, más capacidad de decisión y que el orden internacional no sea tan 'occidental', sino que respete sus principios, el primero de ellos la soberanía nacional y la no injerencia en los asuntos internos. Pero al mismo tiempo, es un país que quiere preservar el orden comercial internacional con su grado de apertura actual y quieren preservar la globalización. A Estados Unidos le pasa un poco lo contrario: quiere preservar el sistema geopolítico que le da preponderancia, pero quiere modificar una globalización que de pronto piensa que ya no le está favoreciendo como en el pasado.
Pasando al sector tecnológico, al que también dedica buena parte del libro ¿Por qué es tan importante la batalla del 5G?
El 5G es la tecnología e infraestructura de la que va a depender el internet del futuro, que a su vez va a ser predominante en una serie de sectores económicos, no solo para tener una mayor velocidad para descargar vídeos, sino por ejemplo para permitir los automóviles autónomos, la conexión de factorías con centros de decisión, el internet de las cosas... Yo diría que el 5G va a ser la infraestructura más crítica de las críticas.
Entonces, Estados Unidos considera que depender excesivamente de una compañía de un determinado país que en un momento determinado puede querer presionar a sus usuarios para conseguir ventajas políticas es una muestra de vulnerabilidad y no debe permitirse. En Europa, hasta ahora habíamos pensado en estos temas en términos puramente comerciales y no habíamos introducido ese factor de seguridad. Ahora lo estamos introduciendo, pero lo interesante es que no es un debate entre la tecnología china y la tecnología norteamericana, porque los norteamericanos en este caso no tienen tecnología 5G porque han apostado por el software más que por el hardware y, sin embargo, los europeos si tenemos empresas en ese sector que son competitivas.
Pero Snowden ya reveló el programa PRISM de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, en inglés) a través del cual EEUU espiaba a ciudadanos, entre ellos europeos, a través de Microsoft, Google, Facebook, Yahoo, Skype o Apple ¿No es realmente una batalla por quién nos espía?
Bueno, yo creo que el problema de seguridad en las redes 5G no solamente es una cuestión de información. Es verdad que eso [el espionaje] ha sucedido en el pasado, pero también creo que ahora los europeos somos más conscientes de nuestro derecho a la privacidad. Y eso no solamente frente al espionaje de los grandes, sino también frente a la captura de datos por parte de las grandes compañías del sector.
Luego hay otra cuestión que no tiene que ver con la información y el espionaje. Para eso es interesante ver cómo lo están gestionando en algunos países de Asia-Pacífico. Algunos aliados de EEUU como Australia y Japón han excluido de sus redes 5G a empresas chinas, pero hay países que no son aliados, por ejemplo Vietnam y Singapur, que también lo han hecho. Otros como India lo están considerando. No se sienten cómodos dependiendo de una infraestructura crítica que a su vez puede depender de decisiones que se tomen en otro país. Esa consideración también está presente en el debate europeo. No es solo una cuestión de captura de información, sino también de autonomía respecto a terceros países.