Cientos de camiones varados en colas kilométricas con las temperaturas bajo cero y las carreteras ya blancas por las primeras grandes nevadas de este final de otoño. La estampa se repite una y otra vez en la frontera entre Ucrania y Polonia desde que una protesta de camioneros polacos iniciada a principios de noviembre bloqueara los principales puestos fronterizos. Primeros fueron los de Dorohusk y Hrebenne, en la región de Lublin, y el de Korczowa, en Subcarpacia. Luego, la semana pasada, el bloqueo se extendió al puesto de Medyca, también en el sureste de Polonia, un lugar que en los primeros meses tras la invasión rusa de Ucrania se convirtió en el símbolo del éxodo y de la acogida de los refugiados. Veinte y un meses después del comienzo de la guerra, la frontera es hoy la imagen de cómo, poco a poco, ha ido cambiado el escenario y se han ido formando grietas cada vez más anchas en el mapa de los apoyos incondicionados que se prometieron a Kiev, abriendo de hecho un nuevo frente para Ucrania: el de la disputa comercial con sus vecinos.
Los camioneros polacos protestan contra las facilidades concedidas a los transportistas ucranianos cuando en junio de 2022, en el marco de los llamados “corredores de solidaridad” para ayudar las exportaciones ucranianas afectadas por el bloqueo del Mar Negro, se levantó el sistema de permisos —unos 160.000 al año— para los conductores de Ucrania que entraban en la UE.
Los transportistas polacos denuncian que la medida les está causando fuertes pérdidas por el aumento de la competencia de los ucranianos en las operaciones en el mercado comunitario. A la protesta se sumaron el pasado viernes los camioneros eslovacos, cerrando el paso fronterizo que conecta Vysne Nemecke a la localidad ucraniana de Uzhhorod, y es el único para el transporte de mercancía. El bloqueo en este puesto fue levantado finalmente este martes. Unos días antes, cinco grandes organizaciones representantes del gremio en Polonia, Eslovaquia, República Checa, Hungría y Lituania escribieron una carta conjunta a la Comisión Europea pidiendo el restablecimiento del sistema de permisos.
Unas reivindicaciones que el Gobierno polaco en funciones ha hecho suyas. El primer ministro saliente, Mateusz Morawiecki, reiteró este lunes su apoyo a las peticiones de los camioneros. “Definitivamente exigiremos a la Comisión Europea restablecer el sistema de permisos que regularía este mercado [de transporte] de manera equitativa y justa”, afirmó. Lejos queda la imagen de Morawiecki subido a un tren rumbo a Kiev junto a sus homólogos eslovaco y checo tres semanas después del comienzo de la invasión rusa. Eran los días en los que el Gobierno de Varsovia era uno de los más exigentes en pedir un apoyo decidido a Ucrania y más sanciones contra Rusia.
Nuevo pulso entre Varsovia y Bruselas
La cuestión ha abierto otro pulso entre Varsovia y Bruselas, que no ha dejado de mostrar su decepción ante la postura del Gobierno polaco. La comisaria de Transportes, Adina Valean —informa Irene Castro—, ha sido muy crítica con el Gobierno polaco y ha amenazado incluso con un procedimiento de infracción argumentando que el asunto no solo afecta a los acuerdos relativos al transporte por carretera, sino que también tiene “implicación” en los acuerdos comerciales.
A su llegada a la reunión de ministros de Transportes este lunes, el representante polaco pidió que se convoque una comisión para abordar los desacuerdos, pero Valean ha reiterado que prefiere que antes se resuelva “la situación crítica en la frontera”. La Comisión rechaza la petición que reiteraron el lunes Polonia, Hungría y Eslovaquia de reintroducir ya el 1 de enero el sistema de permisos suspendido ahora hasta el 30 de junio de 2024.
“Tenemos que seguir poniendo presión en el Gobierno [polaco]. Tomo nota de que hubo elecciones en Polonia, están en el proceso de formar una nueva mayoría y espero trabajar con el próximo Ejecutivo para resolver el problema lo antes posible. Es una pena porque el actual Gobierno apoyó muy activamente a Ucrania en tema de transportes... Es una pena que acaben con esta tensión”, dijo la comisaria. “Dicho esto, tenemos que dar un paso adelante y resolver la situación lo antes posible y cuento con las autoridades para que resuelven el problema en el terreno, porque es invierno, las condiciones son terribles”, añadió.
Tras las elecciones del pasado octubre, el partido en el Gobierno, Ley y Justicia, quedó primero, pero sin los números para superar un voto de confianza en el Parlamento, por lo que se espera que el nuevo Ejecutivo salga de la alianza de partidos europeos liderada por el ex presidente del Consejo Europeo y candidato de la Coalición Cívica, Donald Tusk. Pero quedan aún días para la formación del Gobierno.
En la búsqueda de una solución, tampoco ayuda que uno de los organizadores de la protesta, Rafal Mekler, propietario de una empresa de transporte, sea también un representante de Confederación, la formación de extrema derecha que ha hecho campaña con posturas claramente antiucranianas.
Mientras tanto, como subrayó la comisaria, la situación en la frontera empeora para los conductores varados en condiciones límites, por la falta de suministros y de servicios sanitarios. Dos camioneros ucranianos han muerto por causas naturales mientras se encontraban en las colas esperando para cruzar.
Golpe a la economía ucraniana
Con cuatro de los ocho puestos fronterizos con Polonia cerrados –salvo para el paso de la ayuda humanitaria y militar–, los efectos del bloqueo amenazan con afectar a la economía de Ucrania, ya duramente golpeada tras casi dos años de guerra. El viceministro de Economía del país, Taras Kachka, aseguró en una entrevista a Reuters que el bloqueo reducirá las importaciones totales de Ucrania en una quinta parte en noviembre y que las protestas, si se prolongan, podrían costarle a Kiev un punto porcentual del crecimiento del PIB.
La disputa en la frontera se suma al gran malestar causado en los países vecinos por la competencia de los productos agrícolas ucranianos, hasta el punto de que los agricultores polacos se han unido en los últimos días al bloqueo de los transportistas. Fueron los agricultores de los Estados vecinos de Ucrania quienes, con sus protestas, forzaron sus Gobiernos a aprobar medidas restrictivas contra la importación de productos –sobre todo cereales– desde ese país.
La Comisión Europa accedió a principios de mayo a las exigencias de Polonia, Bulgaria, Rumanía, Eslovaquia y Hungría de vetar temporalmente las importaciones de trigo, maíz, colza y girasol de Ucrania que, como parte de las medidas de ayuda a Kiev, estaban libres de aranceles. El veto caducó el pasado 15 de septiembre y, con el compromiso de Ucrania de limitar algunas exportaciones, la Comisión no lo renovó, causando una nueva oleada de protestas en el bloque del Este. El nuevo frente con el que Kiev tiene que lidiar.