“Nadie está a salvo hasta que todos estén a salvo”. Diez palabras, un lema, casi un lugar común repetido por los líderes de las naciones más ricas del planeta cuando se han referido a las vacunas contra el coronavirus durante la pandemia. Pero la enorme desigualdad en la vacunación continúa fracturando el mapa del mundo. No es hora de más palabras ni buenas intenciones, dice un número cada vez mayor de voces. Es hora de actuar.
Las miradas están puestas sobre las siete economías más avanzadas del globo, que se reúnen entre este viernes y el domingo en Cornualles (Inglaterra). En la cumbre anual del G7, la primera desde el inicio de la pandemia y el último de una serie de foros multilaterales en las últimas semanas, los líderes discutirán acciones contra el cambio climático, el comercio o la recuperación de la crisis de la COVID-19, incluyendo la creación de “un sistema de salud global más fuerte que pueda protegernos a todos de futuras pandemias”.
El acceso mundial a las vacunas ocupará un lugar destacado en la agenda de los mandatarios del G7, que se encuentran bajo una presión creciente para acordar medidas inmediatas por parte de expertos, líderes mundiales, organizaciones de la sociedad civil y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Los debates son en su mayoría a puerta cerrada.
El Gobierno británico, anfitrión de la cumbre, ha anunciado que pedirá a los demás líderes que se comprometan a “vacunar al mundo antes de finales del próximo año”. Esto incluye, dicen, aumentar la fabricación, reducir las barreras a la distribución internacional y “compartir los excedentes de dosis con los países en desarrollo de forma bilateral y a través de COVAX”, el mecanismo global de reparto equitativo.
Se esperan planes en esta línea. Según un comunicado oficial de Reino Unido, se prevé que los líderes del G7 acuerden suministrar 1.000 millones de dosis “a través de donaciones y financiación” para “acabar con la pandemia en 2022”.
Los detalles de tal compromiso, entre ellos los plazos o el esquema de distribución, aún no están claros, pero ya comienzan a resonar voces críticas que reclaman más urgencia y ambición, así como medidas que resuelvan los problemas estructurales. “Los líderes del G7 deben comprometerse a compartir colectivamente al menos 1.000 millones de dosis de vacunas este año. No en los próximos 12 meses”, ha dicho la fundación británica Wellcome Trust.
“Si lo mejor que consiguen los líderes del G7 es donar 1.000 millones de dosis, esta cumbre habrá sido un fracaso”, ha criticado Anna Marriott, responsable de políticas de salud de Oxfam. La secretaria general de Amnistía Internacional, Agnès Callamard, ha dicho que tal compromiso “es una gota en el océano”. “No es ni mucho menos suficiente y no aborda los problemas de fondo. No solo es poco ambicioso, sino que desprende interés propio”.
El G7: vacunación avanzada y acopio de dosis
Los miembros del G7 –Reino Unido, EEUU, Canadá, Japón, Alemania, Francia e Italia– debatirán sobre el acceso del mundo a las vacunas mientras buena parte de su población ya está inmunizada en casa, con algunos incluyendo en sus campañas a grupos de menor riesgo, también a los adolescentes. Reino Unido, EEUU y Canadá han administrado una dosis a más de la mitad de sus ciudadanos, mientras que en Alemania, Italia y Francia las cifras superan el 40%. La aceptación en Japón, que comenzó más tarde, ha sido mucho más lenta, pero más del 11% de su población ya tiene una dosis.
Cerca del 25% de los más de 2.200 millones vacunas administradas hasta ahora a nivel mundial se han inyectado en brazos en los países del G7. La OMS asegura que lo más frustrante de este tipo de estadísticas es que no ha cambiado en meses. “La desigualdad en la vacunación es una amenaza para todas las naciones, no solo para las que tienen menos vacunas”, ha dicho la agencia, que ha alertado de que se está desarrollando una pandemia de “dos vías”, con muchos países en una situación peligrosa mientras algunos de los que tienen las tasas de vacunación más altas empezando a poner fin a las restricciones.
Los países ricos han acaparado la mayor parte de los suministros mundiales, algo que se ha considerado uno de los mayores obstáculos para hacer efectivo un reparto más equitativo. En 2020, muchos países de renta alta compraron suficientes dosis para vacunar a sus poblaciones varias veces, incluso antes de que fueran autorizadas, y han seguido adquiriendo más vacunas aprobadas en 2021, con la intención de recibirlas lo antes posible. Sin ir más lejos, la Comisión Europea –que participa en el G7– ha firmado recientemente otro acuerdo con Pfizer-BioNTech para la compra de 900 millones de vacunas entre finales de 2021 y 2023, con la opción de otros 900 millones más.
Todos los miembros del G7 han comprado más de dos dosis por habitante, con Canadá y Reino Unido a la cabeza, con 10,44 y 8,18 dosis por persona (aunque esto no significa necesariamente que ya hayan sido entregadas). Así, es probable que el número de dosis sobrantes en las naciones del G7 sea de cientos de millones.
“Me gustaría creer que los países del G7, la mayoría de los cuales han almacenado un exceso de dosis, quieren estar en el lado correcto de la historia. Distribuyan esas vacunas. Necesitamos ver realmente esas vacunas, no solo promesas y buena voluntad”, ha dicho el director del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de África (África CDC), John Nkengasong, quien ha alertado de que la tercera ola de COVID-19 avanza “agresivamente” en el continente.
Para Els Torreele, activista e investigadora del Instituto para la Innovación y el Propósito Público de Reino Unido, el hecho de que los países ricos “estén discutiendo quién donará cuántas vacunas a qué país es un claro recordatorio de las causas fundamentales de la inequidad en salud”. “Necesitamos justicia, no caridad”, ha dicho en Twitter.
Donar dosis ahora
En los últimos días se han ido conociendo algunos compromisos de cara a la cumbre. Antes de su llegada a Inglaterra, Joe Biden ha anunciado que Estados Unidos comprará y donará 500 millones de dosis de Pfizer a los países de menores ingresos a través del mecanismo COVAX. Según un comunicado de la Casa Blanca, las vacunas comenzarán a enviarse en agosto, pero no todas llegarán en 2021. Así, 200 millones de dosis se entregarán a finales de este año y los 300 millones restantes, en el primer semestre de 2022.
“Estamos en una situación tan grave que cualquier dosis es desesperadamente bienvenida, pero la necesitamos ahora y en grandes volúmenes”, respondía en Twitter Kate Elder, de la campaña de Acceso de Médicos Sin Fronteras (MSF). La ONG humanitaria ha exigido compartir inmediatamente todas las dosis posibles con las naciones de ingresos bajos y medios.
Por su parte, el Gobierno británico ha anunciado que donará 100 millones de dosis sobrantes durante el próximo año. De ellas, cinco millones se donarán a finales de septiembre, desde las próximas semanas, “principalmente para su uso en los países más pobres del mundo”. El 80% de los 100 millones de dosis se destinará a COVAX y “el resto se compartirá bilateralmente con los países necesitados”. “Como resultado del éxito de la campaña de vacunación de Reino Unido, ahora estamos en condiciones de compartir algunas de nuestras dosis excedentes con quienes las necesitan”, ha dicho el primer ministro Boris Johnson.
Las donaciones no son la única solución a la brecha entre países con y sin suficientes vacunas, pero se considera que a corto plazo, junto a otras medidas, pueden ayudar a aliviar los problemas de suministro dada las actuales circunstancias. Los próximos meses son los más críticos, han alertado algunos expertos.
La OMS ha sido clara: no solo vale con donar las dosis, hay que donarlas ahora. “Hago un llamamiento al G7 no solo para que se comprometa a compartir las dosis, sino para que se comprometa a compartirlas en junio y julio”, dijo este lunes Tedros Adhanom Ghebreyesus, el director general de la agencia.
El objetivo que se ha marcado recientemente la OMS es vacunar al menos al 10% de la población de todos los países para septiembre, y al menos al 30% para finales de año. Para alcanzar estos objetivos, dice la agencia, hacen falta 250 millones de dosis más para septiembre, y 100 millones de dosis solo en junio y julio. “Estas siete naciones tienen el poder de alcanzar estos objetivos”.
Por su parte, el grupo independiente de expertos que ha examinado la respuesta internacional a la COVID-19 se marcó otro objetivo más ambicioso y pidió a las naciones ricas con vacunas suficientes que donen al menos 1.000 millones de dosis no más tarde de septiembre.
La OMS y otras entidades impulsoras de COVAX han insistido además en que las donaciones deben canalizarse a través de este mecanismo, ya que “cuenta con la infraestructura necesaria para facilitar y coordinar este complejo esfuerzo global”. A finales de junio, se calcula que COVAX afrontará un déficit de 190 millones de dosis, principalmente por los retrasos del Serum Institute de India, el principal proveedor del programa. Pero las limitaciones a las exportaciones en India solo han profundizado aún más los problemas a los que se enfrenta el mecanismo, del cual dependen muchos países de ingresos medios y bajos.
En una carta reciente, varias personalidades públicas de Unicef –que participa en COVAX– proponen que para ayudar a cubrir este déficit, los países del G7 donen el 20% de sus vacunas entre junio y agosto: más de 150 millones de dosis. Un reciente análisis del centro Airfinity dice que las naciones del G7 podrían hacerlo sin que se produjesen demoras significativas en los planes actuales para vacunar a sus poblaciones adultas, según Unicef.
Hasta finales de mayo, las únicas dosis que se han redistribuido a través de COVAX son las que ha donado Francia de su suministro nacional. El primer lote de poco más de 100.000 dosis llegó a Mauritania. Según explica Gavi, que codirige el mecanismo, tras la cumbre de la semana pasada, se han comprometido cerca de 180 millones de dosis por parte de Francia, Alemania, Italia, España, Noruega, Bélgica, Suecia, Dinamarca, Japón, Nueva Zelanda, Emiratos Árabes Unidos, así como EEUU, que anunció que donará el 75% de 80 millones a COVAX para finales de junio.
“Estamos trabajando estrechamente con los países donantes para conseguir que las dosis compartidas estén operativas con el fin de proteger a algunas de las personas más vulnerables del mundo lo antes posible. La única manera de comenzar a enfrentarnos a la pandemia a nivel mundial es entregarlas en las próximas semanas y meses”, dice un portavoz de Gavi.
Algunas voces han pedido además a las naciones del G7 que basen sus futuras donaciones en criterios epidemiológicos, no geopolíticos. “Ya se done a través de COVAX o de forma bilateral, las dosis sobrantes deberían asignarse para reducir el mayor número de muertes prematuras”, dice en un artículo de The Lancet Thomas Bollyky, director del programa de salud global del Consejo de Relaciones Exteriores, junto a otros dos expertos. COVAX, argumentan, ha sido criticado por su esquema de asignación basado en la población “que no dirige la mayoría de sus primeros suministros a entornos con mayor riesgo de tener altas tasas de muertes por COVID-19”.
La redistribución de excedentes no es, además, una tarea sencilla porque depende de los países donantes, los receptores y de la industria farmacéutica. Este tipo de donaciones suelen dificultar la planificación en los países con sistemas sanitarios menos fuertes, según los expertos. La OMS ha pedido a los fabricantes que se comprometan a ayudar a cualquier país que quiera compartir sus vacunas con COVAX a “levantar las barreras contractuales en días, no meses”.
Según la OMS, el G7 también puede movilizar casi dos tercios de los costes necesarios para financiar Acelerador ACT –la herramienta global para acelerar el desarrollo, la producción y el acceso equitativo a las pruebas, el tratamiento y las vacunas contra la COVID-19, así como el fortalecimiento de los sistemas sanitarios–. Ahora mismo afronta un déficit de financiación de más de 16.000 millones de dólares. “Necesitamos invertir en terapias, diagnósticos y sistemas sanitarios. Las vacunas por sí solas no acabarán con esta pandemia. Los sistemas de salud convierten las vacunas en vacunaciones”.
Apoyo a la suspensión de patentes y la transferencia de tecnología
La Alianza Vacuna para el Pueblo, que engloba a ONG, expertos y líderes mundiales, ha criticado que el plan del G7 de compartir algunas dosis sobrantes con países más pobres “es mucho menos de lo que se necesita”. “Hacen falta con urgencia donaciones de países ricos para salvar COVAX, pero no serán suficientes por sí solas. La necesidad de donaciones es síntoma de un sistema ineficaz que ha creado de forma artificial escasez de vacunas”.
Esta semana, más de 230 líderes mundiales, incluidos 100 ex primeros ministros, presidentes y ministros de Relaciones Exteriores, entre ellos Gordon Brown (Reino Unido), Helen Clark (Nueva Zelanda) o John Mahama (Ghana) han pedido en una carta al G7 que lidere el camino en apoyo “de acuerdos de licencias voluntarias, que podrían incluir exenciones temporales de patentes que permitirían fabricar vacunas en todos los continentes con la transferencia de tecnología y conocimientos necesarios”.
La sociedad civil está demandando a los líderes reunidos en Inglaterra que reconsideren su posición sobre la suspensión temporal de patentes y otros derechos de los productos contra la COVID que se está debatiendo en la Organización Mundial del Comercio (OMC). Se dirigen especialmente a Reino Unido y Alemania, que continúan oponiéndose abiertamente a la medida propuesta por India y Sudáfrica, al igual que la UE. A final de mayo, el G20 no mencionó la exención de patentes en su declaración tras su encuentro.
Oxfam ha pedido al presidente de EEUU –que sí ha mostrado su apoyo a una exención para las vacunas– que convoque a los demás líderes del G7 para que respalden la medida. “Sin compromisos de eximir de las normas de propiedad intelectual, será sencillamente imposible vacunar a todo el mundo antes del final de 2022”, ha dicho Marriott.
“Es lamentable que más de la mitad de los líderes del G7 siga ignorando las demandas de los países de ingresos bajos y medios para ser autosuficientes en la producción y el suministro de medicamentos, vacunas y diagnósticos necesarios para hacer frente a la pandemia”, ha criticado Christos Christou, presidente internacional de MSF. “En lugar de ello, siguen bloqueando decisiones críticas en los foros multilaterales para levantar los monopolios corporativos en la pandemia para facilitar la producción global y la diversificación del suministro. Los líderes del G7 deben actuar de forma solidaria y apoyar las medidas necesarias para garantizar que cada país disponga de las herramientas suficientes para salvar el mayor número posible de vidas”.
La Alianza Vacuna para el Pueblo también defiende que es necesario que las empresas farmacéuticas compartan su tecnología y conocimientos sobre las vacunas para apoyar un aumento masivo de la producción de estas. Hasta la fecha, ni un solo desarrollador de vacunas se ha unido al Acceso Mancomunado a Tecnología contra la COVID-19 (C-TAP) de la OMS, creado hace más de un año para facilitar el intercambio de propiedad intelectual y tecnología y licencias no exclusivas.