La pregunta del titular se responde con facilidad. Ninguna. Es un edificio de viviendas en Khan Yunis, Gaza, después de un ataque aéreo de la aviación israelí de este lunes. Las paredes exteriores del edificio han sido destruidas por la explosión. Varias personas intentan rescatar a un herido ensangrentado que ha quedado en el límite.
Desde hace un año, los rusos han atacado con misiles varios edificios residenciales en Kiev, Járkov y otras ciudades ucranianas. La fachada ha volado. El edificio ha quedado al descubierto. Los habitantes de algunos de esos pisos han muerto. Es un ejemplo de los ataques directos contra la población civil, objetivos que no tienen un valor militar, pero que sirven para provocar terror entre los que viven en esas ciudades.
Los gobiernos europeos y norteamericanos han declarado una y otra vez que esos ataques pueden ser crímenes de guerra, como queda reflejado en las Convenciones de Ginebra. A eso se añade el hecho de que es Rusia quien ha invadido territorio ucraniano. Pero incluso aunque esto fuera distinto, no supondría ninguna diferencia en el asunto básico. Matar a civiles no combatientes es un crimen de guerra y así aparece estipulado. Bombardear zonas civiles es un crimen de guerra. Coger como rehenes a civiles es un crimen de guerra.
Un país, cualquier país del mundo, tiene derecho a defenderse de una agresión. Para el tema que nos ocupa, el cómo es esencial.
La imagen superior del artículo es de esta semana, pero no es nueva. En las operaciones militares masivas de las Fuerzas Armadas israelíes contra Gaza de la última década, se han atacado edificios de viviendas, fábricas, mezquitas, centrales eléctricas y todo tipo de infraestructura civil.
Ningún Gobierno europeo planteó ni siquiera la sospecha de que Israel hubiera cometido un crimen de guerra en Gaza. Y ahora vuelve a ocurrir.
Ahora esas imágenes vuelven a repetirse en Gaza y evocan de forma irremediable lo visto en Ucrania en el último año. Veremos más en las próximas semanas. Aun habiéndose producido después del asalto masivo de Hamás en las localidades israelíes cercanas en las que mataron a centenares de civiles, lo que también es un crimen de guerra, los ataques a zonas residenciales continúan teniendo la misma característica: son un crimen de guerra.
Pero esta vez, como las víctimas están en Gaza, los gobiernos europeos no quieren admitir ese hecho indudable.