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El Gobierno de Scholz se resiente pese a la victoria socialdemócrata en Brandeburgo

Andreu Jerez Ríos

Berlín —
23 de septiembre de 2024 22:41 h

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La ajustada victoria del Partido Socialdemócrata alemán (SPD) en las elecciones regionales de Brandeburgo del pasado domingo prometía un balón de oxígeno para Olaf Scholz. El SPD consiguió dar la vuelta a las encuestas y relegar finalmente a la ultraderecha de Alternativa para Alemania (AfD) a la segunda plaza, sobre todo gracias a su candidato y primer ministro en el estado federado, Dietmar Woidke. Se podría decir que este último se impuso a pesar de su partido y del canciller Scholz, ausente durante la campaña y que arrastra una pésima valoración ciudadana.

El balón de oxígeno que prometía el resultado en Brandeburgo amenaza con convertirse ahora en una soga que puede acabar asfixiando a la ‘coalición semáforo’ liderada por Scholz en el gobierno federal. La debacle sufrida por los dos socios del canciller socialdemócrata anuncian tormentas en el otoño político que acaba de comenzar. 

Los ecoliberales de los verdes quedaron por debajo del umbral del 5% (4,1%, para ser más exactos) y salen del parlamento regional. Más grave es la situación de los liberales del FDP, que no alcanzaron el 1% de los votos y ni siquiera aparece desglosados en los resultados electorales definitivos. El socio menor de la coalición tripartita de Berlín quedó enterrado en la barra porcentual dedicada a “otros partidos”, menores e irrelevantes. 

“Otoño de decisiones”

La afrenta electoral del FDP podría tener pronto consecuencias para la política nacional alemana. El presidente de los liberales y ministro federal de Finanzas, Christian Lindner, ha dado a sus socios de gobierno de plazo hasta las próximas navidades para solucionar los principales dos temas en los que oficialmente su partido mantiene diferencias con socialdemócratas y verdes: el presupuesto federal para 2025 y la cuestión migratoria. De no alcanzar consensos, Lindner anuncia “un otoño de decisiones”.

El vicepresidente del FDP, Wolfgang Kubicki, lo expresó de manera menos diplomática: “O conseguimos en las próximas semanas alcanzar puntos en común o para los liberales no tendrá sentido seguir en esta coalición”, dijo en una entrevista con Welt TV, el canal de televisión del diario conservador Die Welt

Kubicki dice sin tapujos lo que se lleva especulando desde hace semanas en Alemania: que la ruptura del gobierno de coalición de Scholz está encima de la mesa, y que ni una moción de confianza en el Bundestag contra el canciller ni un adelanto de las elecciones federales previstas para septiembre de 2025 se pueden ya descartar. 

El gobierno de Scholz se tambalea por su pata más débil, la de unos liberales que muy probablemente se quedarían por debajo del umbral del 5% si hoy se celebrasen elecciones generales y, por tanto, fuera del Bundestag. El cálculo del FDP parece ser que una salida del gobierno con la peor valoración ciudadana de la historia de la República Federal podría ser la última carta para remontar en las encuestas. La victoria del socialdemócrata de Woidke en Brandeburgo se convertiría así en una victoria pírrica para Scholz. 

Fortaleza de AfD

El trasfondo de esta grave crisis interna del gobierno alemán es, en primera instancia, la fortaleza de la ultraderecha de AfD. La victoria del SPD por algo más de un punto (30,9%) respecto a los ultras (29,2%) no esconde una realidad cada vez más incómoda para el resto de partidos: la ultraderecha sigue avanzando cada vez que se abren las urnas en Alemania. En Brandeburgo, AfD fue el partido con representación en el parlamento regional que más creció respecto a las últimas elecciones de 2019. La victoria socialdemócrata amortiguó el avance ultraderechista más que frenarlo.

Analistas y medios en Alemania consideran tradicionalmente que el centro político del país está conformado por la unión conservadora de la CDU-CSU, los socialdemócratas del SPD, los verdes y los liberales. La CDU perdió el domingo más de 3 puntos, mientas que los verdes y lo liberales se convierten en fuerzas extraparlamentarias en el estado que rodea Berlín. 

Mientras, la joven izquierda de corte conservador y antimigratorio fundada el pasado enero por la exdiputada de La Izquierda Sahra Wagenknecht sigue su ascenso meteórico. El domingo, la BSW (por sus siglas en alemán) obtuvo un 13,5% de los votos y será la tercera facción parlamentaria más grande en Brandeburgo por delante de la CDU. BSW está literalmente generando un terremoto en el sistema de partidos políticos alemán, históricamente estable y poco susceptible se sufrir cambios abruptos. 

Alemania y su gobierno, agobiados por una economía estancada y por una crisis de su modelo industrial, ve como su centro político se desgasta en favor de posiciones situadas a la derecha y la izquierda de los partidos tradicionales. Un dato es especialmente preocupante para el futuro del país: al igual que ya pasó en las elecciones europeas del pasado junio, el domingo en Brandeburgo la ultraderecha de AfD fue nuevamente la primera opción entre los electores menores de 30 años.