La solicitud masiva de asilo político por Edward Snowden, atrapado en el aeropuerto de Sheremetyevo en Moscú, ha encontrado de momento el rechazo de varios países. Algunos, como mucho, responden que lo están estudiando. 21 países la han recibido, según un comunicado difundido por Wikileaks, una vez que el extécnico de la NSA decidiera retirar su petición de asilo a las autoridades rusas.
Las primeras declaraciones de las autoridades ecuatorianas hicieron pensar que Quito estaría dispuesto, incluso encantado, de dar refugio a Snowden si conseguía encontrar la manera de abandonar Rusia. En una rueda de prensa en Hanoi, donde estaba en visita oficial, el ministro ecuatoriano de Exteriores, Ricardo Patiño, dijo que su Gobierno estudiaría la petición de asilo, pero además no ahorró elogios al referirse al joven norteamericano y críticas a Washington: “El denunciado persigue al denunciante. El hombre que intenta aportar luz y transparencia a hechos que afectan a todas las personas se ve perseguido por quienes deberían dar explicaciones a gobiernos y ciudadanos acerca de las denuncias presentadas”.
El cónsul ecuatoriano en Londres, Fidel Narváez, llegó a firmar un salvoconducto en favor de Snowden a instancias del fundador de Wikileaks, Julian Assange. El mismo Assange se refirió en público a una llamada del vicepresidente norteamericano, Joe Biden, y a las presiones sobre el Gobierno ecuatoriano.
Esta ofensiva pública de Assange ha terminado por molestar a Quito, que ya da refugio a Assange en su representación diplomática en Londres. Ecuador ha marcado distancias con la situación de Snowden. El presidente, Rafael Correa, lo ha confirmado en unas declaraciones a The Guardian en las que parece no tener mucho interés en verse implicado en esta batalla: “¿Somos responsables de que llegue hasta Ecuador? No es lógico. El país que le tiene que concederle un salvoconducto es Rusia”.
Le preguntan si estaría interesado en conocer a Snowden. “No especialmente. Es una persona muy complicada. En términos estrictos, el señor Snowden estuvo dedicado al espionaje durante un tiempo”.
Correa admite que la concesión de un salvoconducto por el cónsul ecuatoriano fue un error, una decisión tomada sin consultar a sus superiores del Ministerio de Exteriores. Fidel Narváez será sancionado, dice Correa, que comenta que la iniciativa partió de Assange. “Mire, él (Assange) está en la embajada (en Londres), es amigo del cónsul y le llama a las cuatro de la mañana para decirle que van a detener a Snowden. El cónsul está desesperado. '¿Cómo podemos salvar la vida de este hombre?', y lo hace” (se refiere a firmar el salvoconducto).
Sin la carta ecuatoriana de momento sobre la mesa, las opciones se reducen. De entre los países a los que ha solicitdo asilo, Brasil e India han respondido el martes con una negativa. Otros se han limitado a no decir nada y algunos como España recuerdan que sólo la considerarán si Snowden la hace en persona en su país o en su embajada.
La única vía que aún no se ha cerrado por completo es la de Venezuela. El presidente Nicolás Maduro, que está en Moscú, ha elogiado a Snowden (“creemos que este joven ha hecho algo muy importante por la humanidad”), pero no ha querido decir si su Gobierno está dispuesto a concederle refugio. El presidente boliviano, Evo Morales, no lo ha descartado.