Hebrón, una de las principales ciudades de Cisjordania, es el paradigma de lo que los palestinos llaman “deportación silenciosa”, con la que Israel los están obligando poco a poco a marcharse de sus casas. Este miércoles ha sido escenario también de las manifestaciones que se han sucedido por todo el territorio tras las declaraciones de Donald Trump reconociendo la ciudad de Jerusalén como capital de Israel. Han sido las más violentas desde el pasado viernes de la ira, en una reactivación de la resistencia contra la ocupación y un intento de tercera intifada que, sobre el terreno, pocos creen posible a día de hoy.
Durante la jornada de huelga general convocada por la Autoridad Nacional Palestina, los manifestantes han recorrido desde el mediodía la avenida que divide entre norte y sur la ciudad en dirección a los asentamientos de judíos en el casco antiguo, pero los militares les han impedido avanzar, obligando a la mayoría a refugiarse en los comercios, que a su vez los soldados han ordenado cerrar.
Los israelíes han usado bombas de humo, gases lacrimógenos y munición real -lo que varios testigos han contado que no ocurría desde hace dos años- para controlar la movilización de gente armada con pancartas, banderas y, los más jóvenes, con piedras, varios de los cuales han terminado detenidos.
Han sido unas cuatro horas de protestas de máxima intensidad, si bien los enfrentamientos entre soldados, que se han desplegado por todo el centro, y los palestinos continuaban pasadas las cinco de la tarde en Hebrón, ciudad en cuyo casco antiguo hay 2.000 militares para proteger a una población de colonos que se calcula en unos 800, y todos ellos también fuertemente armados.
Los soldados han dificultado también el trabajo de la prensa y han intimidado a los pocos extranjeros que hay, en su mayoría activistas, dado que el turismo es testimonial en una ciudad cuyo casco antiguo fue recientemente declarado Patrimonio de la Humanidad en peligro por la Unesco.
Sostienen que las grabaciones de imágenes son la única arma eficaz que les queda, por lo menos para la denuncia de la vulneración de sus derechos humanos en un territorio donde manda el ejército. Ni siquiera los palestinos pueden organizar el suministro de agua, porque, como relata Ahmad Jaradat, coordinador del Centro de Información Alternativa (AIC en inglés), “el 80% del suministro está controlado por las colonias del centro mientras el 20% queda para los 150.000 palestinos” que viven en la ciudad.
“La causa palestina sigue”
En su opinión, el anuncio de Donald Trump “ha servido para quitarles la máscara y ha enterrado los Acuerdos de Oslo definitivamente, con lo que se ha visibilizado que la causa palestina sigue”. Por ello, comparte que hay que ganar la batalla de la opinión pública a tres niveles: en lo local, buscando el gobierno de unidad; en lo internacional, donde ha agradecido las movilizaciones por ciudades de todo el mundo; e incluso entre los propios colonos “demostrándoles que son usados políticamente”.
Imad Abu Shaunsiya, fotógrafo y cámara de Human Right Defenders, apostilla: “Mi arma es mi cámara”. La organización a la que pertenece graba violaciones de derechos humanos, abusos del ejército y de los colonos y los da a conocer por Internet. Entre otros, el caso tan mediático en 2016 del asesinato por parte de un soldado del joven Abdelfatá Abed Fatha al Sharif, rematado en el suelo cuando cayó herido.
Hisham Sharabati, del Comité de Defensa de Hebrón, que ha llamado a la movilización, insiste en que “la batalla es por los derechos humanos y por la dignidad porque el proceso de paz se ha hecho pedazos”. Define lo que está ocurriendo en Hebrón, “y que ya se está empezando a notar en Jerusalén”, como “apartheid”.
De hecho, en Hebrón hay 12 kilómetros de carreteras que no pueden usar los palestinos y más de 1.300 metros en vías urbanas igualmente vetados. “En Hebrón están los colonos más extremistas y racistas, hasta el punto de que a veces ha sido el ejército israelí el que ha tenido que proteger a los palestinos. Mientras haya colonización, habrá resistencia”, asevera.
La calle jaula de la ciudad fantasma
Un simple paseo por el casco antiguo es revelador. La que hace una década era una próspera calle comercial, Al-Shuhada, ha visto sus salidas taponadas por muros y alambradas para protección de los colonos instalados en el casco antiguo. Los palestinos que vivían en las calles adyacentes las abandonaron tras ser bloqueadas por el ejército por motivos de seguridad.
Desde esas viviendas, ocupadas por los colonos luego, arrojaban basura sobre los puestos de Al-Shuhada, por lo que los palestinos instalaron rejas de alambre arriba para protegerse, terminando de completar una gran jaula. “Fight Ghost Town”, reza una pintada para animar a que no se pierda la vida de la calle, que en la parte final está inmersa en un proyecto de rehabilitación que permite vislumbrar un futuro algo esperanzador.
Moufid Sharabati, voluntario de Human Right Defenders lo describe en pocas palabras: “La calle Al-Shuhada refleja mejor que ninguna otra el sufrimiento del pueblo palestino. Encierra y muestra por sí misma todo lo que ocurre aquí desde 1967. No hemos avanzado nada, sino que hemos dado pasos atrás”.
Tras pasar el puesto militar israelí de Tel Rumeida, uno de los principales asentamientos de judíos en este entorno, de nuevo aparecen decenas de comercios que eran de palestinos y que han sido cerrados por órdenes militares. Se suma que los palestinos vieron ocupar por colonos la que era la mayor estación de autobuses de Cisjordania y su mercado de abastos. En total, en el casco antiguo de Hebrón se han cerrado 520 establecimientos comerciales por esta vía, y otro millar lo ha hecho por la falta de clientes por las dificultades de acceso.
Pero forma también parte de la resistencia de los palestinos, como ellos mismos relatan, no haber vuelto a construir ni otra estación de autobuses ni otro mercado de abastos, porque eso sería aceptar que han perdido los suyos, de manera que despliegan su mercancía de frutas y verduras por cualquier esquina de Hebrón. Incluso a riesgo de que pase un blindado de los israelíes y doblando una esquina les tumbe todo el puesto y les suelte un par de bombas de humo, como ha ocurrido este miércoles.