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Un año en derrocar a Al Asad: el líder del asalto militar sirio detalla la operación
Opinión - Un tercio de los españoles no entienden lo que leen. Por Rosa María Artal

Cómo impactó la invasión de Ucrania a la operación rusa para sostener a Al Asad

Bombardeos de Rusia en Siria.

Javier Biosca Azcoiti

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Rusia lanzó aproximadamente 1.412 ataques sobre insurgentes sirios entre marzo de 2020 y febrero de 2024. 825 de ellos corresponden precisamente a los dos años previos a la invasión de Ucrania en febrero de 2022, mientras que 587 son de los dos años posteriores. Esto significa que Vladímir Putin redujo sus bombardeos un 29% tras el inicio de la ofensiva contra Kiev, según el análisis realizado por elDiario.es con la información de la organización Armed Conflict Location and Event Data (ACLED).



“No se puede decir que la caída en el número de bombardeos rusos desde febrero de 2022 se deba única y principalmente a la invasión de Ucrania”, explica a elDiario.es Muaz al Abdullah, investigador de la organización para Siria. “La guerra en Europa exigió [a Rusia] muchos recursos y por supuesto que se dio un redespliegue de fuerzas rusas de Siria a Ucrania tras la invasión y también sabemos lo que ocurrió con [los mercenarios rusos] Wagner, pero tenemos que entender que en ese momento en Siria no había frentes de batalla activos que requiriesen un alto nivel de recursos y bombardeos”, añade.

Sin embargo, durante ese periodo de cuatro años no se producen grandes cambios sobre el terreno que pudiesen explicar un cambio repentino en el patrón de bombardeos. Según explica Al Abdullah, en abril de 2020 se congelan las líneas del frente, “esto no quiere decir que se acaben los enfrentamientos, sino que el control territorial entre los diferentes actores no cambia”, explica. 



“En marzo de 2020 sí se produce una gran operación militar en el este de Siria que requirió mucho apoyo ruso en forma de bombardeos. Después de esa fecha, la intervención de las fuerzas rusas fluctuó entre un mes y otro, pero no hubo grandes picos, con excepción de septiembre de 2021 en Idlib [que entonces era el último bastión insurgente] y octubre de 2023”, sostiene Al Abdullah. “Justo después de esa intervención, sí se podía esperar cierto aumento de bombardeos para consolidar esas ganancias y área de control del régimen de Al Asad”, añade.

En los dos años previos a la invasión de Ucrania, ACLED registró una media mensual de 34 ataques rusos. En los dos años posteriores, esa cifra fue de 24, señala a elDiario.es la directora de la organización, Clionadh Raleigh. ACLED se dedica a monitorear las zonas de guerra y registrar todos los incidentes para crear una base de datos sobre la conflictividad mundial.

Poco después de la invasión, un escuadrón de cazabombarderos rusos Su-25 fue retirado de Siria y enviado a Rusia. En agosto de 2022, según algunas informaciones, Rusia retiró un sistema de misiles desde Siria hasta Crimea. La guerra lanzada contra Kiev también obligó a retirar de Siria a mercenarios de Wagner para desplegarlos en Ucrania y, tras el motín de 2023 del líder de los mercenarios contra Putin, Rusia finalmente obligó a los miembros que quedaban en Siria a salir del país o unirse a las filas del ejército, según informa The New York Times. Putin también movió altos cargos de Siria a Rusia para dirigir la ofensiva en Ucrania, como fue el caso de Sergéi Surovikin, apodado ‘general apocalipsis’.

“El régimen sirio subsistía gracias al apoyo de Irán, de Hizbulá, que era el ejército de Al Asad, y de Rusia. Rusia ponía la fuerza aérea; Hizbulá ponía la fuerza terrestre; e Irán ponía el apoyo económico y tecnológico. Y los tres se han debilitado: Hizbulá ha visto prácticamente liquidada su capacidad operativa; Rusia ha retirado su aviación de Siria; e Irán bastante tiene con defenderse de los ataques israelíes”, decía hace unos días en una entrevista a elDiario.es Josep Borrell, ex Alto Representante de la UE para la Política Exterior.

En este sentido, el analista de defensa Michael Kofman, especializado en Rusia, afirmaba en la red social Bluesky que “el poder aéreo ruso no es viable sin una fuerza terrestre subrogada y no tenía a nadie a quien apoyar. El ejército [de Asad] se ha fundido por completo”. “Rusia siempre ha buscado mantener una economía de fuerza y tras 2019 redujo su personal [en Siria] a 3.000-4.000. Esto en parte es por límites logísticos. Considerando su guerra en Ucrania, la capacidad o el deseo de un gran despliegue no existe”, añadía.

Según Kofman, Rusia tiene en Siria una docena de aviones, varios helicópteros de transporte y ataque, dos baterías de defensa aérea de corto alcance, una batería de misiles de defensa costera en Tartus y una pequeña fuerza terrestre para proteger las bases.

Los últimos días

Durante la ofensiva definitiva de los insurgentes que hizo colapsar al gobierno de Bashar al Asad en tan solo 12 días, Moscú incrementó notablemente sus bombardeos, alcanzando un total de 71 ataques desde el 27 de noviembre que comenzó la ofensiva hasta el 8 de diciembre en el que cayó el régimen. Sin embargo, durante todo el mes de octubre realizó 66 bombardeos; en septiembre, 32; agosto, 23; y julio, 37.

Sin embargo, ese apoyo fue insuficiente para sostener al viejo aliado de Rusia. La voluntad y las capacidades parecen haber jugado un papel, pero actualmente Moscú ha tratado de rebajar el tono con los insurgentes con el objetivo de mantener sus bases militares en el país.

Rusia lanzó su operación militar en Siria en septiembre de 2015 con autorización de Bashar al Asad. Los primeros tres años fueron especialmente duros, con más de 45.000 bombardeos y, aunque inicialmente afirmó atacar a la organización terrorista Estado Islámico, la campaña rusa sirvió para devolver al entonces presidente el control de la mayor parte del país.

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