Las incógnitas que quedan por resolver sobre el motín de Wagner

La rebelión armada liderada el sábado por el jefe del Grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin, ha dejado más preguntas que certezas. En medio de una gran especulación, los expertos coinciden en que, para encontrar respuesta a la mayoría, es necesario esperar.

¿Qué propició el paso atrás de Prigozhin? ¿Qué le espera al líder del grupo? ¿A qué se dedicará ahora Wagner? Repasamos varias piezas del puzle que quedan por encajar.

¿Qué pasará ahora con el jefe de Wagner?

Una vez llegado a Bielorrusia, Prigozhin se enfrenta a un futuro incierto. El Kremlin aseguró que tenía “la palabra” de Putin para dejar el territorio ruso hacia el país aliado de Moscú y que no sería acusado penalmente.

Pero varias voces expertas han hecho hincapié en que el acuerdo que selló su rebelión puede no garantizar necesariamente su seguridad. “Prigozhin se ha convertido en un objetivo extremadamente vulnerable: puede ser encarcelado, puede ser asesinado y no pasará nada”, dijo el bloguero militar Michael Nacke a la agencia AFP.  “Para Prigozhin, acabar en Bielorrusia es una especie de cárcel abierta porque allá, si es que le dejan en libertad, estará vigilado constantemente. En su lugar, yo estaría vigilando hasta mi sombra. Esto no va a quedar sin castigo, aunque no haya caído uno inmediato ahora mismo”, decía la analista Carmen Claudín, investigadora sénior del think tank CIDOB de Barcelona, a elDiario.es.

Nacke sugirió que Prigozhin planea establecer una base con algunas de sus fuerzas Wagner en Bielorrusia y continuar sus operaciones en África.

Varios expertos han subrayado en los últimos días que Putin valora la lealtad y no perdona a los traidores. “A la hora de la verdad, Putin es bastante primario en lo que respecta a las lealtades”, dijo en su pódcast Mark Galeotti, especialista en Rusia. “Prigozhin es un traidor y mientras sobreviva, por no hablar de que prospere, más débil parecerá Putin. Así que puede que haya un cierto periodo de gracia, entre otras cosas porque no quiere enemistarse con Lukashenko”, sostuvo. 

En este sentido, Galeotti también especuló con la posibilidad de que Prigozhin “siga dirigiendo una empresa rusa desde Bielorrusia, en África. Lo que puede ser bastante más cuestionable es si Prigozhin podrá hacerlo durante mucho tiempo. Sería asombroso que Putin estuviera dispuesto a permitirle seguir haciendo de las suyas como millonario en Minsk”. También hay quienes creen que si el Kremlin decide mantener a Wagner como una entidad diferenciada, intentará reemplazar a Prigozhin.

“El Kremlin aún no ha encontrado la manera de tratar con él: este no es el final. (...) Aunque Prigozhin se ha retirado, ahora es una figura de una escala completamente diferente. Putin tendrá que abordarlo, sopesando todos los riesgos de una posible reacción negativa de los simpatizantes de Prigozhin”, dijo este lunes Tatiana Stanovaya, fundadora del think tank R.Politik. En su opinión, es posible que Putin “le haya prometido seguridad a condición de que Prigozhin permanezca tranquilamente en Bielorrusia”.

¿De qué va el acuerdo que detuvo la rebelión?

Muy vinculada con el futuro de Prigozhin está una de las mayores incógnitas desde que Wagner detuvo su rebelión: los términos del acuerdo anunciado por el Kremlin a última hora del sábado.

Horas después de que Putin prometiera un “castigo inevitable” para los responsables del motín armado, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, anunció que las autoridades rusas retirarían la causa penal contra Prigozhin y que este se marcharía a Bielorrusia. Peskov agradeció al presidente de este país, Alexander Lukashenko, su papel de mediador en el acuerdo y dijo que una parte de los combatientes de Wagner firmará contratos con el Ministerio de Defensa ruso, así como que ningún miembro del personal de Wagner será acusado por su participación en una rebelión armada.

Sin embargo, los detalles del acuerdo siguen sin estar claros: por ejemplo, qué concesiones se hicieron, cómo y en qué plazo se aplicará, qué resultados espera cada bando y hasta qué punto todas las partes implicadas lo cumplirán. “Es importante destacar que aún no sabemos mucho sobre cómo acaba esto, cuál era el acuerdo y si se mantendrá”, ha advertido el destacado analista militar Michael Kofman en Twitter.

El medio independiente ruso Meduza informó, citando una fuente cercana al Kremlin, que las autoridades rusas empezaron las negociaciones con Prigozhin la noche del 23 de junio, cuando anunció el comienzo de su “marcha por la justicia”. La cúpula militar, los empleados del Kremlin y cargos del Gobierno intentaron negociar con Prigozhin, “aunque era difícil saber exactamente qué había que negociar, dadas sus acciones”, recoge Meduza. “Las exigencias de Prigozhin eran vagas y extrañas. Quería la marcha de [el ministro de Defensa] Shoigú, autonomía sobre los asuntos de Wagner y más financiación. Sin embargo, después de una rebelión armada, ya no había lugar en el sistema [para Prigozhin]”, apunta.

¿Con qué fuerzas contaba Wagner en su rebelión?

La composición de las unidades de Wagner que se acercaron a Moscú tampoco se conoce con precisión. Los investigadores del think tank Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW) creen que “la fuerza de Prigozhin habría tenido dificultades para ocupar totalmente Moscú o llevar a cabo combates prolongados con el Ejército ruso”. En un informe publicado el domingo, citaban a blogueros militares rusos que afirmaron que las columnas que se dirigían a Moscú estaban compuestas por “4.000 personas”, con un equipo que incluía carros de combate, sistemas de defensa antiaérea y sistemas múltiple de lanzamiento de cohetes Grad MLRS.

¿Por qué se dio la vuelta?

El sábado por la tarde, a medida que sus tropas se acercaban a Moscú y tras varias horas de caos y tensión, el jefe de Wagner anunció que debido “al posible derramamiento de sangre rusa de ambos bandos”, daba la vuelta a sus “columnas” y regresaban “en dirección contraria”, hacia sus “campamentos”.

Sin embargo, se desconoce qué hay exactamente detrás de esta decisión, aunque los analistas han dado algunas pistas, y apuntan a que, probablemente, Prigozhin calculó mal. Muchos coinciden en que la rebelión de Prigozhin fue un “intento desesperado” de preservar la independencia del Grupo Wagner dada la fecha límite del 1 de julio para que el Ministerio de Defensa formalizara el control sobre todas las formaciones irregulares, incluido su grupo de mercenarios. El propio Prigozhin dijo que su objetivo era “impedir la destrucción” de su empresa militar privada.

En este sentido, Stanovaya cree que el líder de Wagner buscaba llamar la atención de Putin “e imponer un debate sobre las condiciones para preservar sus actividades”. Pero Prigozhin “se vio sorprendido por la reacción” del presidente y “no estaba preparado para asumir el papel de revolucionario. Tampoco estaba preparado para el hecho de que Wagner estaba a punto de llegar a Moscú, donde le quedaba como única opción 'tomar el Kremlin', una acción que inevitablemente acabaría con él y sus combatientes”. A su juicio, tras el discurso de Putin por la mañana, la principal preocupación del líder de Wagner “era encontrar una salida. La situación le habría llevado a una muerte inevitable en apenas unas horas”.

Los investigadores del ISW han especulado con la posibilidad de que su intención fuera conseguir deserciones en el Ejército ruso, pero “sobreestimó sus propias perspectivas”. Prigozhin, dicen, “optó por arriesgarse a utilizar sus fuerzas en un intento de cambiar el liderazgo del Ministerio de Defensa”.

Lukashenko ha asegurado este martes que el sábado habló con Prigozhin, al que ha caracterizado como “muy impulsivo”, y le llevó “mucho tiempo convencerlo”. Para Galeotti, esta impulsividad “ayuda a explicar por qué finalmente se echó atrás, incluso cuando sus fuerzas estaban tan cerca de Moscú. Me pregunto si Prigozhin se dio cuenta de que ya había ido demasiado lejos, pero se tambaleaba a punto de ir aún más lejos, a un punto en el que básicamente no sería capaz de sobrevivir. Después de la euforia y probablemente la conciencia de que había llegado más lejos y más rápido de lo que había previsto en un principio, hay una cierta dosis de realismo que se impone”.

¿Tuvo apoyos?

Se ha especulado mucho acerca de si Prigozhin tuvo apoyos –por ejemplo, dentro de la élite–, pero no hay una respuesta clara.

Las fuerzas de Wagner tomaron rápidamente el control del cuartel militar en Rostov, una de las ciudades más grandes de Rusia, donde aparentemente encontraron una resistencia mínima, y avanzaron a lo largo de cientos de kilómetros hacia el norte. “Aunque los extranjeros consideran a Wagner como una fuerza separada, no fue tratado como tal en Rostov. Esto se puede atribuir a la simpatía o a la estereotipada falta de iniciativa de las fuerzas locales”, dijo Kofman. Sin embargo, no hubo deserciones masivas de los militares regulares y otras fuerzas de seguridad.

Lo que sí han destacado varios expertos es el apoyo de parte de la población. “El Kremlin debería estar preocupado por el hecho de que las columnas de Wagner fueran recibidas abiertamente por la población de Rostov (...). Viendo la reacción del público a la presencia de Wagner, y los abucheos a la Policía posteriores (en Rostov), creo que hay algo que ha surgido y que merece la pena seguir. No es antibelicismo en sí, pero parece una expresión contra las autoridades”, dijo Dara Massicot, investigadora del think tank RAND Corporation.

¿Qué pasara con la cúpula militar rusa?

La ira de Prigozhin iba dirigida claramente contra la cúpula militar, principalmente el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, y del jefe del Estado Mayor, Valeri Guerásimov, a los que acusa de burócratas y culpa de los fracasos en el frente. Su futuro, por tanto, ha estado en entredicho.

Cuando se le preguntó si habría cambios de personal en el Ministerio de Defensa ruso como resultado del acuerdo, el portavoz de Kremlin dijo: “Estos asuntos son prerrogativa exclusiva y dentro de la competencia del comandante jefe Supremo (Putin)”.

Por el momento, Putin no ha anunciado ningún cambio. El lunes, el Ministerio de Defensa publicó un vídeo de Shoigú inspeccionando las tropas en Ucrania, posiblemente destinado a proyectar una sensación de orden tras lo vivido fin de semana.

“Es probable que el Kremlin intente señalar que Shoigú mantendrá su posición por ahora y que Putin no cederá al intento de chantaje de Prigozhin”, dice el ISW. Una de las fuentes de Meduza dudó de que haya cambios de personal en el Ministerio de Defensa en el corto plazo, asegurando que Putin “casi nunca se doblega a la presión”. Varios analistas han remarcado también que Shoigú y Guerásimov han demostrado su lealtad al presidente ruso, y eso es importante para él.

“Creo que [Prigozhin] en realidad esperaba que se hiciera algo con respecto a Shoigú y Gerasimov, que Putin fallara a su favor. En lugar de ello, su motín puede haber asegurado su permanencia en el cargo, a pesar de ser universalmente reconocidos como incompetentes, y ampliamente detestados en las fuerzas armadas rusas”, tuiteó Kofman.

¿Wagner va a desaparecer?

Otra de las grandes incógnitas tiene que ver con el futuro del grupo de mercenarios, sobre el que existe una gran incertidumbre. Aquí surgen multitud de preguntas, entre ellas cómo serán organizados en la estructura militar, si Wagner se disolverá o se mantendrá como entidad –por ejemplo, para sostener las operaciones en otros lugares, como África– o qué pasará con sus fuerzas en Ucrania.

Entre las cosas que sí se saben es que el Ministerio de Defensa ruso ha asegurado que hay preparativos en marcha para la entrega de armamento de Wagner a las fuerzas armadas, mientras que Putin ha dicho que los combatientes del grupo pueden firmar contratos con el Ministerio de Defensa, irse a casa o marcharse a Bielorrusia. Por otro lado, el Servicio Federal de Seguridad (FSB) ruso ha anunciado este martes el cierre de la investigación penal de la “rebelión armada”.

Según Stanovaya, las autoridades rusas han estado divididas sobre qué hacer con Wagner: algunas han defendido a Wagner, mientras que otras insisten en su desarme.

El lunes, The Guardian informó de que Wagner parecía continuar algunas de sus operaciones, con centros de reclutamiento abiertos y combatientes regresando a sus bases en el este de Ucrania, aunque no hay confirmación visual de los movimientos. Putin ha admitido este martes que el grupo, que solía ser una de las organizaciones más opacas de Rusia, estaba “totalmente” financiado por el Estado ruso.

Los expertos del ISW aseguran que es posible que Wagner no siga existiendo como entidad distinta o unitaria. Por su parte, Rob Lee, analista militar, cree que es difícil saber cómo se integrarían en el Ministerio de Defensa, según ha tuiteado, remarcando que “pueden jugar con reglas diferentes que no estarían permitidas en el Ejército ruso”.

“Si Wagner pierde el apoyo del Gobierno ruso, su capacidad de reclutamiento y a muchos de sus miembros actuales, no será la misma organización”, ha dicho Lee. “Por supuesto, Putin puede cambiar los términos de este acuerdo en cualquier momento. El Kremlin puede decidir permitir que Wagner continúe sus operaciones actuales en África por el momento y abordar la situación más adelante”, sostuvo.

Sobre la presencia del grupo mercenario en África, que se ha cuestionada con la rebelión, el ministro de Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, aseguró este lunes que los combatientes de Wagner permanecerían en la República Centroafricana y Malí.

“Es poco probable que Moscú deje marchar a Wagner tan fácilmente. Las actividades paramilitares de Wagner son una piedra angular de los esfuerzos de Rusia por expandir su poder geopolítico y militar en el continente africano, y la explotación de los recursos naturales”, escribe Catrina Doxsee, directora asociada del think tank Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS). “El grueso de las operaciones de Wagner se centra en África, en países como Mali, República Centroafricana, Sudán, Libia y Madagascar. Allí, Wagner intercambia habitualmente servicios paramilitares por acceso a recursos naturales como oro y piedras preciosas”, asegura.

Cree que Prigozhin “probablemente se concentrará en salvaguardar el control del resto de su imperio comercial” y anticipa que Wagner y las diversas “compañías ficticias vinculadas a Prigozhin podrían dividirse en dos o más facciones, con Prigozhin reteniendo el control de una facción y una o más absorbidas por el ejército ruso o subordinadas a un nuevo liderazgo sin dejar de ser una entidad casi independiente”. 

Kofman sospecha que lo que Moscú espera es que los comandantes “se trasladen a Bielorrusia y luego posiblemente se vayan a África” y “mientras tanto intentarán recuperar el equipo pesado de Wagner y luego decidirán cómo utilizar a los soldados rasos que decidan quedarse”.