La portada de mañana
Acceder
Sánchez rearma la mayoría de Gobierno el día que Feijóo pide una moción de censura
Miguel esprinta para reabrir su inmobiliaria en Catarroja, Nacho cierra su panadería
Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

El inicio de la ruptura de EEUU con la OMS alarma a los expertos: “No es exagerado decir que costará vidas”

Primero vinieron las acusaciones de un encubrimiento no demostrado, una supuesta mala gestión y demasiada cercanía con China. Después, en abril, el presidente Donald Trump anunció que iba a congelar los fondos que el Gobierno estadounidense aporta a la Organización Mundial de la Salud (OMS). Luego, a finales de mayo, dijo que EEUU iba a cortar definitivamente los lazos con la organización internacional. Después de dos meses de amenazas, la Casa Blanca ha notificado a Naciones Unidas su voluntad de retirarse de la OMS tras más de 70 años de membresía.

Lo hace en un momento en el que la pandemia de COVID-19 no hace más que acelerarse a nivel mundial, con EEUU claramente a la cabeza en casos detectados, un total de tres millones, y fallecimientos asociados al virus, más de 130.000. Lo hace también a pesar de la falta de apoyo internacional –numerosos líderes ya se manifestaron en su día en contra y mostraron su respaldo a la OMS–, así como las críticas generalizadas que despierta que la primera potencia abandone el principal pilar en el que se sustenta la cooperación mundial en materia de salud.

Tras el anuncio del inicio formal de la retirada, numerosos expertos han expresado su preocupación, alegando que es una decisión profundamente miope que pone en peligro, insisten, la protección de la salud de la población de EEUU y del resto del planeta, con especial impacto en los países empobrecidos. “Un movimiento autodestructivo”, “temerario y totalmente injustificado”, “un crimen contra la humanidad” son algunas de las expresiones de frontal rechazo que se han escuchado en las últimas horas.

El paso, no obstante, tardará al menos un año en hacerse efectivo. La fecha prevista para la ruptura oficial es el 6 de julio de 2021. En 1948, EEUU, que jugó un papel central en la creación de la OMS, se unió a ella mediante una resolución aprobada por ambas cámaras del Congreso que exige dos condiciones: avisar con un año de antelación y pagar todas las cuotas del organismo para el año fiscal actual. Para Naciones Unidas no está claro aún si se va a producir la salida. “El secretario general, actuando como depositario, está en el proceso de verificar con la OMS si se cumplen todas las condiciones para la retirada”, ha explicado en un comunicado el portavoz de António Guterres, Stéphane Dujarric. La constitución de la OMS no incluye disposiciones para que los miembros se retiren.

Más de 750 expertos piden al Congreso que bloquee la medida

El proceso, por tanto, puede interrumpirse si Trump pierde las elecciones de noviembre. El candidato demócrata, Joe Biden, ha prometido unirse de nuevo a la OMS y “restaurar” el liderazgo de EEUU en el escenario mundial en su “primer día como presidente”. Tampoco esta claro si el Gobierno va a poder hacerlo sin incumplir el marco legal estadounidense. Más de 750 académicos y expertos en Salud pública y Derecho han firmado una carta pidiendo al Congreso que bloquee la medida, argumentando que el presidente carece de autoridad legal estadounidense para retirarse sin la participación y aprobación del poder legislativo. El Congreso estadounidense está dividido entre el control republicano del Senado y el demócrata de la Cámara de Representantes. “No es exagerado decir que la retirada probablemente costará vidas, estadounidenses y extranjeras”, alerta la misiva. 

En un artículo publicado este miércoles en la revista The Lancet, más de una decena de especialistas enumeran varios de los riesgos que conlleva la decisión de Trump. Por ejemplo, la labor de varias instituciones estadounidenses que colaboran con la OMS, como los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), “se vería perjudicada si se rompiera la relación”. Otro ejemplo: las dificultades que puede implicar para la lucha contra la gripe estacional, que también supone una carga para las capacidades del sistema sanitario, a la hora de poder acceder a nuevas muestras del virus para su investigación y desarrollo. También temen complicaciones si EEUU no participa en la iniciativa coordinada por la OMS para lograr una vacuna contra la COVID-19“: ”Los estadounidenses podrían tener un acceso limitado a los escasos suministros de vacunas, y es probable que se les prohíba viajar a destinos extranjeros“, indican.

Estados Unidos es en la actualidad el mayor donante de la agencia de Naciones Unidas, a la que ha aportado entre 400 y 500 millones de dólares anuales, aproximadamente el 15% del presupuesto total del organismo. Por tanto, una de las principales dudas en estos momentos es la viabilidad económica de la OMS, y con ella el futuro de programas como el de la erradicación de la poliomielitis –los expertos temen que los casos anuales tras la pérdida de la financiación estadounidense salten de unos pocos cientos a 200.000 en una década– o el sistema para informar de brotes de enfermedades infecciosas.

Además de la COVID-19, la organización internacional trabaja contra el sarampión, la malaria, el ébola, el VIH, la tuberculosis, la malnutrición, el cáncer o la diabetes. En la actualidad, por ejemplo, responde a la fiebre amarilla en Togo, al síndrome respiratorio del Oriente Medio en Arabia Saudí o el dengue en el Brasil. “La labor fundamental de la OMS en materia de VIH, tuberculosis, paludismo y mortalidad materna hace que la ayuda exterior de los EEUU sea eficaz”, recuerdan los académicos en su artículo. La agencia liderada por Tedros Adhanom Ghebreyesus anunció en abril que iba a trabajar con sus socios “para subsanar cualquier brecha financiera” tras la cancelación de fondos de EEUU y “asegurar que nuestra labor continúe sin interrupción”. Los especialistas recuerdan que gracias a la OMS se consiguió erradicar la viruela en 1980, un logro histórico.

“La decisión de Donald Trump de retirar a Estados Unidos de la OMS pasa por alto el papel clave que desempeña la agencia en la prevención y respuesta a los brotes”, ha afirmado en twitter Devi Sridhar, la profesora y presidenta de la Unidad de Salud Pública Global de la Universidad de Edimburgo.

“Necesitamos a la OMS, necesitamos que sea más fuerte”

En declaraciones remitidas a elDiario.es, Jeremy Konyndyk, especialista del Centro para el Desarrollo Global que ha participado en audiencias en el Senado sobre este tema, también considera que la retirada de EEUU tendrá consecuencias perjudiciales tanto para el país norteamericano como para el mundo en general. “La OMS hace contribuciones vitales para la salud de los estadounidense, incluyendo la investigación de vacunas y terapias y la coordinación de las vacunas anuales contra la gripe (...). El debilitamiento de la OMS también repercutirá en todo el mundo en desarrollo, donde los ministerios de salud dependen en gran medida de su orientación técnica”.

Como muchos expertos, subraya la precaria situación financiera que ya padece el organismo. “La OMS cubre numerosas funciones con un presupuesto que es menor que el presupuesto anual de un sistema hospitalario estadounidense, y solo una fracción del gasto anual de los CDC”.

Muchos analistas leen los ataques de Trump como un intento de búsqueda de chivos expiatorios de la cuestionada respuesta estadounidense a la epidemia. “La gestión de la pandemia por parte de la OMS no ha sido perfecta, pero ha sido más que suficiente para proporcionar una amplia alerta temprana y una orientación práctica a los países que estaban prestando atención. El estado desastroso del brote en Estados Unidos no es el resultado de haber seguido la orientación de la OMS, sino más bien el resultado de haber ignorado sus advertencias cada vez más urgentes a partir de finales de enero. Si EEUU hubiera seguido los consejos de la OMS, estaríamos mucho mejor”, opina Konyndyk.

También se considera que el liderazgo de la OMS es un blanco fácil, ya que es una organización internacional que parece tener más poder del que realmente tiene. Puede hacer recomendaciones a los países sobre qué hacer para mejorar la salud de sus ciudadanos y qué medidas tomar para prevenir el brote de enfermedades. Sin embargo, no puede hacer cumplir esas recomendaciones: no tiene la capacidad de obligar o sancionar a sus miembros. Al final, actúa como un centro de intercambio de información, investigación y recomendaciones técnicas, y también apoya la erradicación de enfermedades que afectan especialmente a los países empobrecidos. Preguntados por las medidas aplicadas por los diferentes Gobiernos a la COVID-19, desde Ginebra insisten en que se limitan a proveer protocolos, recomendaciones y guías técnicas, pero los países son soberanos a la hora de ponerlos en marcha.

Ante las críticas recibidas cuestionando su papel en la pandemia, el director de la OMS ya ha dejado claro que iniciará lo antes posible una evaluación independiente de su respuesta para extraer lecciones, como marcan los mecanismos ya existentes, aunque ha dicho que cada país y cada organización deben examinar sus actuaciones para garantizar que “esto nunca vuelva a suceder”. El pasado mayo, los países reunidos en la Asamblea Mundial de la Salud, el mayor órgano de toma de decisiones de la OMS, acordaron iniciar lo antes posible “una evaluación imparcial, independiente y exhaustiva” de la respuesta sanitaria internacional coordinada por la agencia de Naciones Unidas.

Varias voces han apuntado que las críticas que ha recibido la OMS solo pueden subsanarse dándole nuevos poderes sobre las políticas sanitarias de los Estados, algo que es poco probable que países como EEUU estén dispuestos a aceptar. “La COVID-19 ha revelado deficiencias en las facultades y la financiación de la OMS, lo que justifica reformas sustanciales. La OMS tiene una autoridad limitada para garantizar el cumplimiento del Reglamento Sanitario Internacional por parte de los Estados, incluida la capacidad limitada de verificar de forma independiente los informes oficiales de los Estados”, indican los expertos en The Lancet

El camino, por tanto, no es abandonar la organización internacional, sino permanecer para fortalecerla, insisten. “La mejor manera de rectificar las deficiencias de la OMS y de la gobernanza mundial de la salud en general es mantener el compromiso y esbozar una visión constructiva de la reforma. Las administraciones anteriores han respondido a brotes anteriores haciendo exactamente eso”, explica Konyndyk, en referencia a los Gobiernos de Bush y Obama tras los brotes de SARS y ébola, respectivamente. “Retirarse ahora, particularmente por motivos tan engañosos, destruirá la credibilidad de Estados Unidos y disminuirá su influencia en las reformas que inevitablemente seguirán a la presente epidemia. Otros países esperan que la OMS desempeñe un papel central en cualquier arquitectura futura de pandemia, y los esfuerzos de Estados Unidos fracasarán si pasan por alto esta realidad”.

Tom Frieden, médico y exdirector de los CDC, coincide. “Abandonar la OMS no sirve a los intereses de la gente en EEUU ni en ningún otro lugar del mundo. Necesitamos a la OMS, necesitamos que sea más fuerte, y puede ser más fuerte con la presencia y el apoyo sostenido de los EEUU. La OMS es esencial para responder a COVID-19 y para una protección sanitaria mundial más amplia”, ha zanjado en Twitter.