El día después del ataque iraní con cientos de misiles y drones contra Israel –ninguno de los cuales causó daños destacados ni víctimas mortales–, la principal pregunta era si el Gobierno de Benjamín Netanyahu responderá, atacando a su vez a Irán y desoyendo los llamamientos internacionales a la “contención”, la palabra más repetida por los líderes y organismos mundiales en las 24 horas posteriores al ataque.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel fue el primero en ofrecer una respuesta, afirmando que “Irán debe pagar un precio por su agresión” contra el Estado judío, aunque el Ministerio no hizo referencia a una represalia militar israelí. Según un comunicado, ese “precio inicial” debe ser la designación de la Guardia Revolucionaria iraní –encargada de llevar a cabo y anunciar el ataque– como organización terrorista.
Tel Aviv también ha celebrado que “el mundo está con Israel y apoya su derecho a defenderse”, después de las “fuertes condenas al brutal ataque iraní que se han escuchado desde todo el mundo”. Efectivamente, las condenas a las acciones de Irán han llegado de prácticamente todos los países y líderes mundiales, mucho más numerosas y contundentes que las que siguieron al ataque del 1 de abril contra el consulado iraní en Damasco, un bombardeo atribuido a Israel y en el que fallecieron siete miembros de la Guardia Revolucionaria –incluido un alto mando de este poderoso cuerpo que forma parte del Ejército iraní y tiene mucha influencia dentro y fuera del país–.
Teherán afirmó que su ataque de este fin de semana responde al último y más letal bombardeo contra sus 'guardianes' en Siria. El 1 de abril no fue la primera vez que Israel tuvo como objetivo a la Guardia Revolucionaria, que opera en suelo sirio para apoyar al régimen del presidente Bashar Al Assad. Otros efectivos iraníes habían sido asesinados en los pasados meses, desde el comienzo de la guerra en Gaza y el consiguiente aumento de las tensiones en la zona, pero el bombardeo de la legación diplomática fue una afrenta directa al Gobierno de Irán.
Este lunes, el portavoz del Ministerio de Exteriores iraní, Naser Kananí, insistió en que el ataque fue “necesario, proporcional y dirigido a objetivos militares”, y que su objetivo era únicamente la “disuasión”.
EEUU trata de limitar la respuesta de Netanyahu
Desde Washington, la reacción al ataque iraní ha sido más tibia de lo que cabría esperar, porque la Casa Blanca busca por todos los medios evitar la conflagración de un conflicto a gran escala, al que inevitablemente se vería arrastrado, informa Antònia Crespí. El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional estadounidense, John Kirby, declaró este domingo que el presidente Joe Biden busca evitar una guerra amplia en Oriente Medio y no quiere que EEUU se vea involucrado en el conflicto entre Irán e Israel. Sin embargo, en una entrevista con la cadena de televisión ABC, Kirby señaló que cualquier respuesta al ataque iraní depende del Ejército y del Estado soberano de Israel.
El domingo el gabinete de guerra israelí, integrado por Netanyahu, el ministro de Defensa y otros tres altos cargos, se reunió en la tarde del domingo para estudiar esa posible respuesta pero la reunión concluyó sin una decisión, después de varias horas. Según fuentes israelíes anónimas, citadas por la agencia de noticias Reuters, hay diferencias en el seno del gabinete respecto al momento y a la envergadura de esa respuesta. Este lunes, el gabinete volvió a reunirse, mientras los ministros más radicales del Gobierno (que no participan en ese órgano) presionan para que Israel responda de forma contundente.
Una fuente de la Casa Blanca dijo de forma anónima a la prensa que EEUU no se sumará a ninguna acción de represalia que Israel tome contra Irán. Según esa fuente, Washington cree que Israel “tiene la libertad de defenderse”, pero la política de EEUU es no participar en ese tipo de acciones militares. “No podríamos imaginar participar en algo así”, aseguró, de acuerdo con la Agencia EFE.
Otra fuente de la Casa Blanca dijo a Reuters que el propio presidente Biden le comunicó a Netanyahu que no participaría en una posible represalia contra Teherán –que, a su vez, ha amenazado con responder atacando a EEUU–. Su ministro de Exteriores, Hosein Amir Abdolahian, volvió a advertir este domingo a EEUU de que no emplee las bases militares que tiene en los países próximos a Irán para “defender y apoyar al régimen de Tel Aviv”, porque eso conllevaría “inevitablemente” un ataque iraní contra esas posiciones. EEUU tiene dos grandes bases militares en el Golfo Pérsico, en Bahréin y Qatar, además de presencia militar en Irak, donde las tensiones con Irán ya han desembocado en el pasado en ataques contra contra las tropas estadounidenses.
En 2020, Irán lanzó varios misiles balísticos contra dos bases iraquíes en las que había tropas de EEUU, después de que un ataque selectivo efectuado por un dron estadounidense en la capital iraquí acabara con la vida del general iraní Qasem Soleimani. El fallecido era el comandante de la brigada de élite Fuerzas Quds, perteneciente a la Guardia Revolucionaria, y supervisaba las operaciones iraníes en el extranjero, especialmente en Irak y Siria, esas fuerzas donde jugaron un papel fundamental en la lucha contra los terroristas del Estado Islámico entre 2014 y 2019.
El asesinato de Soleimani elevó notablemente la tensión en Oriente Medio a principios de 2020, sobre todo entre Irán y EEUU, y los aliados de cada potencia en la región, pero no derivó en un conflicto abierto. En este caso, la involucración de Israel añade tensión y riesgo a una situación muy delicada y explosiva; y no ayuda en absoluto el hecho de que el Gobierno israelí sea el más extremista de la breve historia de este país y tenga algunos ministros ultraderechistas y sionistas que desearían eliminar a Irán y a los árabes del mapa de Oriente Medio.
El mundo árabe recuerda que el origen de la violencia es Gaza
Teniendo en cuenta lo ocurrido en 2020, cuando Irak se convirtió en el campo de batalla entre Teherán y Washington, el presidente iraquí, Abdelatif Rashid, señaló este domingo “la necesidad de reducir las tensiones y no dejarse arrastrar a ensanchar el círculo del conflicto” en Oriente Medio, donde Bagdad trata de mantener un difícil equilibrio entre su socio político y comercial chií, Irán, y los demás países árabes vecinos o aliados.
Por su parte, Líbano, el más afectado hasta el momento por la guerra de Gaza –en su territorio actúa el grupo chií Hizbulá, que lleva desde octubre intercambiándose fuego a diario con el Ejército israelí en la frontera entre los dos países–, celebró una reunión de emergencia del Consejo de Ministros este lunes, después de la que el primer ministro Najib Mikati advirtió de que “Israel está arrastrando a la región a la guerra”. Beirut lleva meses temiendo que el enfrentamiento de Hizbulá con Israel acabe llevando a todo el país a un conflicto de alta intensidad, como el de 2006, en el que los cazabombarderos israelíes destrozaron barrios enteros de la capital libanesa y mataron a numerosos civiles.
Todos los Gobiernos árabes implicados más directamente llamaron a la “máxima contención” tras el ataque iraní, aunque no responsabilizaron a Teherán del aumento de la tensión regional, ni siquiera aquellos que no mantienen buenas relaciones con el régimen chií (por ejemplo, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos). Desde El Cairo, el Gobierno afirmó que “la peligrosa escalada que vive actualmente” Oriente Medio “es un resultado directo de lo que Egipto ha advertido repetidamente”, esto es, de la ofensiva israelí en Gaza y otras “acciones militares provocadoras” por parte de Tel Aviv. Egipto fue el primer país en sellar un acuerdo de paz con Israel, en 1979, seguido de Jordania en 1994.
Jordania, que además juega un papel relevante en el conflicto palestino-israelí, intervino en la noche del sábado al domingo a favor del Estado judío y derribó algunos de los drones que sobrevolaban su territorio rumbo a Israel. El rey Abdalá II habló este domingo con el presidente Biden y le aseguró que Jordania no será el “escenario de una guerra regional”. Según un comunicado de la corte jordana, Abdalá dijo que “poner fin inmediatamente a la guerra en Gaza es la manera de detener la escalada y proteger la región de sus consecuencias”.
No ha sido el único que ha recordado que en el origen de la escalad está la matanza que Israel está cometiendo en la Franja, donde los fallecidos superan los 33.700, incluidos más de 14.500 niños, desde el pasado 7 de octubre. La ofensiva israelí contra el grupo islamista Hamás en Gaza ha tensado las relaciones con el llamado 'Eje de la Resistencia', encabezado por Irán y del que forman parte movimientos armados enemistados con Israel y que abanderan la causa palestina, como Hizbulá o los rebeldes hutíes de Yemen, además del propio Hamás.
“Ya hemos visto los efectos regionales en Líbano, Yemen, Irak, Siria y Egipto. El riesgo de una conflicto regional más amplio aumenta cada día que se permite que continúe el asedio sobre Gaza y la guerra contra su población civil”, afirma a elDiario.es Timothy Kaldas, vicedirector del Instituto Tahrir para la Política de Oriente Medio (TIMEP, por sus siglas en inglés, con sede en Washington). “La mejor manera de asegurarnos que evitamos una guerra en la región es mediante un alto el fuego duradero”, agrega el experto, quien cree que se ha evitado una guerra más amplia, al menos de momento.
“Cualquier gobierno responsable y comprometido con la desescalada y ha estabilidad regional debe hacer todo lo que pueda para presionar a Israel para que ponga fin a su guerra en Gaza”, señala Kaldas, que también es profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Entre las medidas de presión, el experto menciona la interrupción inmediata del envío de armas –principalmente por parte de EEUU, que suministra el grueso del material de defensa que Israel importa– y la suspensión del acuerdo de asociación entre la Unión Europea e Israel –una medida que España ya ha solicitado–.
Kaldas carga directamente contra EEUU por su apoyo incondicional a Israel en la guerra de Gaza, durante más de seis meses. Afirma que el ataque de Irán nos recuerda que “la decisión temeraria de Washington y de otros que apoyan a Israel”, que han permitido que la guerra en Gaza se prolongue “sin una presión de verdad para poner fin a las hostilidades, ha aumentado significativamente el riesgo de un conflicto regional más amplio”. Un riesgo que es ahora mayor que nunca después del primer ataque directo de Irán contra Israel en décadas de enemistad y odio recíproco que la masacre de Gaza ha exacerbado.