Los ataques de Israel matan a más de cien palestinos durante el rescate de dos rehenes en la ciudad de Rafah

elDiario.es / The Guardian

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Los ataques aéreos se han sucedido mientras la población dormía en la hasta ahora supuesta ciudad “segura” del extremo sur de Gaza. Más de cien personas han fallecido, “todos ellos civiles”, incluidas mujeres y niños, en la “horrible masacre” perpetrada por el Ejército israelí en Rafah, según un comunicado del Gobierno de Gaza, controlado por el grupo palestino Hamás.

Por su parte, las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) han anunciado haber liberado a dos rehenes durante la incursión de sus fuerzas especiales en la ciudad meriodional. Se trata del segundo rescate exitoso de rehenes que logra Israel en más de cuatro meses de ofensiva, que se ha cobrado más de 28.300 vidas en el enclave. Desde finales de octubre, mes en el que comenzó la operación terrestre en la Franja de Gaza, solo había conseguido liberar a la soldado Ori Megidish. El Ejército israelí dice que sus ataques aéreos de la pasada madrugada han coincidido con la incursión para permitir la retirada de las tropas terrestres.

Anteriormente, un periodista de la agencia Associated Press había contado al menos 50 cadáveres en el hospital Abu Youssef Al Najar, mientras en las redes sociales circulan imágenes del hospital kuwaití de Rafah en las que aparecen niños muertos o heridos. Los residentes dicen que, además, han sido bombardeadas varias casas y mezquitas –estas últimas acogían a desplazados–. El Gobierno gazatí ha detallado que 24 viviendas han sido blanco de ataque, así como varios templos religiosos, en una zona densamente poblada.

Los intensos bombardeos causaron el pánico generalizado en la localidad, ya que muchas personas dormían cuando comenzaron los ataques, según la agencia de noticias Reuters. Desde Ramalá, la Autoridad Nacional Palestina (ANP) ha denunciado el “brutal bombardeo” de Israel y ha asegurado en un comunicado que ese país busca “atacar a los civiles y trasladar la guerra a la zona de Rafah, que está ampliamente poblada, para empujar a emigrar y desplazarse”.

Dos rehenes liberados y tres supuestamente muertos

Los dos rehenes fueron liberados durante una “compleja operación de rescate” en el corazón de Rafah, efectuada el Ejército, la Agencia de Seguridad de Israel y las fuerzas especiales de la Policía, según las FDI. Fueron trasladados al hospital de Sheba, en el centro de Israel, según un comunicado del hospital, y los médicos confirmaron que se encontraban en “buen estado”.

Las IDF anunciaron en Telegram que los rehenes son Fernando Simon Marman (60) y Louis Har (70), ambos secuestrados en el kibutz Nir Yitzhak en los ataques de Hamás del 7 de octubre. De origen argentino, son hermano y marido de Clara Marman, que estuvo en Madrid hace 5 días para reunirse con el presidente del Gobierno, Pedro Sanchez, y la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso.

El Ejército israelí ha informado de que había llevado a cabo una “serie de ataques” en el sur de Gaza, que ya han “concluido”, sin dar más detalles en medio de la preocupación internacional ante la perspectiva de una ofensiva sobre la ciudad del sur de Gaza.

Por su parte, el grupo islamista Hamás afirmó en un comunicado que el ataque israelí contra Rafah era una continuación de la “guerra genocida y del intento de desplazamiento forzoso que Israel ha emprendido contra el pueblo palestino”. El brazo armado de Hamás anunció, horas después de la incursión para liberar a dos rehenes, la muerte de otros tres como consecuencia de las graves heridas que supuestamente habían sufrido en recientes ataques israelíes contra la Franja. Se trata de tres de los ocho cautivos que se encontraban gravemente heridos según la Brigadas de Al Qassam. El domingo, los milicianos informaron de que dos rehenes israelíes habían fallecido y otros ocho habían resultado gravemente heridos en los cuatro días previos.

Preocupación internacional

El presidente estadounidense, Joe Biden, dijo el domingo al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, que Israel no debería lanzar una operación militar en Rafah sin un plan creíble que garantice la seguridad de alrededor de un millón y medio de personas que se refugian allí, según la Casa Blanca.

El alto representante de la Unión Europea, Josep Borrell, ha aprovechado esas críticas de Biden para plantear que se pase de las palabras a los hechos. “Tenemos que hacer algo más que expresar preocupación”, ha dicho: “Más allá de las palabras, ¿qué más se cree que hay que hacer? Si crees que el número de muertes es muy alto, ¿tienes alguna posibilidad para reducirlo?”. A preguntas de los periodistas sobre el embargo de armas, Borrell ha respondido: “La UE no está proporcionando armas a Israel; otros, sí”. Y ha vuelto a insistir: “Si creen que el número de muertes es muy alto, puedes hacer algo para que sea más bajo”.

Netanyahu parece decidido a seguir adelante con una ofensiva terrestre contra Rafah, la ciudad más meridional de Gaza, para eliminar a los batallones de Hamás que supuestamente quedan en la urbe, donde actualmente hay 1,4 millones de personas–según las autoridades locales–, de las cuales unos 1,3 millones son desplazados de otros lugares de la Franja, a los que Israel había pedido que se marcharan hacia el sur por su seguridad.

“Vamos a hacerlo”, dijo el primer ministro de Israel a ABC News en una entrevista emitida el domingo. “Vamos a acabar con los batallones terroristas de Hamás que quedan en Rafah, que es el último bastión, pero vamos a hacerlo”. Y añadió: “Vamos a hacerlo mientras proporcionamos un paso seguro a la población civil para que pueda salir”.

La ONU y otras organizaciones humanitarias han advertido del peligro que supone una ofensiva a gran escala en Rafah, debido al gran número de personas que se encuentran hacinadas en esa zona, en campamentos levantados a medida que las fuerzas israelíes han ido ampliando las operaciones terrestres hacia el sur en los últimos cuatro meses.

Una nueva investigación de Amnistía Internacional ha puesto la lupa sobre cuatro ataques israelíes en esta zona fronteriza con Egipto, tres del diciembre pasado y uno en enero, que causaron la muerte de al menos 95 civiles, de ellos 42 niños y niñas. La organización especializada dice en un comunicado este lunes que no encontró ninguna prueba de que los edificios de viviendas afectados pudieran considerarse objetivos militares legítimos, ni de que las personas que estaban en los edificios fueran objetivos militares, “lo que hace temer que estos bombardeos fueran ataques directos contra civiles y bienes de carácter civil y, por tanto, deben ser investigados como crímenes de guerra”.

Netanyahu ha afirmado que Israel está “elaborando un plan detallado” para evacuar a los civiles. Y añadió: “No somos arrogantes al respecto. Forma parte de nuestro esfuerzo bélico para poner a los civiles fuera de peligro. Es parte del esfuerzo de Hamás para mantenerlos en peligro”. El primer ministro no ha facilitado detalles ni un calendario sobre una invasión terrestre de Rafah, después de anunciar el viernes que había dado instrucciones al Ejército y a los aparatos de seguridad para que elaboraran un plan conjunto para una operación militar en Rafah y la evacuación de los civiles.

La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA) ha alertado de que Rafah es actualmente uno de los lugares más poblados del planeta y allí se encuentran familias que “se han visto desplazadas varias veces”. “Hay pánico y desesperación entre los 1,4 millones de personas que tratan de sobrevivir, de conseguir comida y agua, y al mismo tiempo temen por sus vidas debido a las continuas operaciones militares”, ha afirmado en la red social X (antes Twitter).

Nueva investigación de Amnistía Internacional

Mientras dormían y sin ningún aviso: familias enteras aniquiladas en los ataques de Israel en Rafah

Aquel día, Islam Harb oyó una enorme explosión. No recuerda haber visto nada: solo oyó el fortísimo estruendo y perdió el conocimiento. Lo primero que recuerda es que al despertarse en el hospital preguntó por sus hijos. Solo sobrevivió una: Leen, de cuatro años. Sus otros tres hijos –dos niñas gemelas de cinco años y un bebé de seis meses– murieron. El pasado 12 de diciembre, cerca de las 3:00, un ataque israelí impactó directamente en dos casas dela familia Harb en el barrio de Al Zuhour, en Rafah –en el extremo sur de Gaza– y mató a 25 civiles: 10 niños y niñas, nueve hombres y seis mujeres, y otras 17 personas más resultaron heridas. Entre las víctimas mortales también estaban la madre y cuatro hermanas y hermanos de Islam Harb. Su hermana Ahlam sí sobrevivió, pero le tuvieron que amputar el dedo de una mano.

El bombardeo destruyó por completo las dos casas y también causó graves daños en tres viviendas cercanas. “Mi familia estuvo siete días intentando sacar a los muertos de los escombros. El cuerpo de mi hermano Khalil [de 25 años] se encontró a 200 metros de la casa debido a la potencia del ataque, destrozado. Los pequeños cuerpos de mis hijos estaban hechos pedazos”, cuenta el hombre palestino de 30 años a Amnistía Internacional (AI). Dice que sus familiares no tenían ni idea de por qué sus casas se habían visto afectadas y que no se les avisó de antemano del ataque. Según cuenta, su familia alojaba a familiares desplazados que se habían visto obligados a salir de Ciudad de Gaza, al norte del enclave, siguiendo las órdenes de las fuerzas israelíes. También explica a la organización que eran parientes cercanos cuyos antecedentes conocían bien y que no tenían ninguna afiliación política.

Declaraciones de testigos y pruebas fotográficas indican que las casas recibieron más de un impacto. Amnistía Internacional no ha encontrado ninguna prueba de que hubiera objetivos militares en la zona, ni de que ninguna de las personas presentes en los edificios en el momento del ataque fueran objetivos militares legítimos. Israel no ha dado ninguna explicación.

El ataque que mató a varios miembros de la familia Harb es uno de los cuatro bombardeos israelíes letales diseccionados en una nueva investigación de Amnistía Internacional, publicada este lunes. Tres tuvieron lugar en diciembre, tras el final de la pausa humanitaria, y uno en enero. En total, causaron la muerte de al menos 95 civiles, de ellos 42 menores, en Rafah, donde las fuerzas israelíes se están preparando actualmente para una operación terrestre, disparando las alarmas por la escalada militar en esta zona considerada hasta ahora la “más segura” de Gaza, donde cientos de miles de palestinos se refugian de los combates, muchas veces tras desplazarse varias veces.

Amnistía Internacional tilda de “ilegítimos” los cuatro ataques que ha analizado. La organización especializada dice que no ha hallado en ellos ningún indicio de que los edificios de viviendas afectados “pudieran considerarse objetivos militares legítimos, ni de que las personas que estaban en los edificios fueran objetivos militares, lo que hace temer que estos bombardeos fueran ataques directos contra civiles y bienes de carácter civil y, por tanto, deben ser investigados como crímenes de guerra”. Añade que, incluso en el caso de que la intención del Ejército de Benjamin Netanyahu hubiera sido de atacar objetivos militares legítimos en las proximidades, “es evidente que estos ataques no distinguieron entre objetivos militares y bienes de carácter civil y, por tanto, serían indiscriminados”. Los ataques indiscriminados que matan y hieren a civiles son crímenes de guerra, recuerda Amnistía Internacional, cuyos datos apuntan a que las fuerzas armadas israelíes “no avisaron de forma efectiva, o de hecho de ninguna manera —como mínimo a todas las personas que vivían en los lugares afectados— antes de lanzar los ataques”.

Ataques mientras dormían y sin aviso

En este sentido, tres de los bombardeos se llevaron a cabo de noche, cuando era probable que la población civil de Rafah, incluidas las familias desplazadas de otras zonas, “estuviera, y de hecho estaba, en la cama dentro de sus viviendas”. Entre las personas que perdieron la vida en estos ataques había una bebé que aún no había cumplido tres semanas, un destacado médico de 69 años jubilado, un periodista que acogió en su casa a familias desplazadas y una madre que compartía una cama con su hija de 23 años, según explica en un comunicado Erika Guevara Rosas, directora general de Investigación, Incidencia, Política y Campañas de Amnistía Internacional.

“Familias enteras fueron aniquiladas en los ataques israelíes incluso después de haber buscado refugio en zonas promovidas como seguras y sin ningún aviso previo por parte de las autoridades israelíes. Estos ataques ilustran la constante en curso de violación descarada del derecho internacional por las fuerzas israelíes, lo que contradice las afirmaciones de las autoridades israelíes de que sus fuerzas están tomando las máximas precauciones para reducir al mínimo los daños a la población civil”, dice Guevara Rosas.

La ONG visitó los lugares que habían sufrido los cuatro ataques, hizo fotografías y vídeos de la destrucción y entrevistó a 18 personas. Su Laboratorio de Pruebas del Programa de Respuesta a las Crisis ha analizado imágenes de satélite, fotos y vídeos para geolocalizar y verificar los ataques y la destrucción resultante. Las autoridades israelíes no han respondido a las preguntas de la ONG sobre los bombardeos.

Dos días después del ataque que mató a los familiares de Islam Harb, el 14 de diciembre, otro bombardeo de Israel sobre las 11:45 a.m. impactó y destruyó por completo una casa de tres plantas en el barrio de Brazil, propiedad de Abdallah Shehada, un cirujano jubilado de 69 años, que murió junto con al menos otros 29 civiles, 11 de ellos niños y niñas. “Era la casa de un médico que había dedicado su vida a ayudar a la gente, una casa donde buscaban refugio personas desplazadas. [...] Estuvimos días intentando sacar los cuerpos de los escombros, personas que solo querían estar a salvo”, dice el hijo del cirujano, Yousef, que se dedica a lo mismo que su padre. La ONG también habló con Ahmad Nasman, un fisioterapeuta de 30 años que perdió a su esposa, a sus tres hijos de cinco, cuatro y tres años, a su hermana y a sus padres. Aquel día, él había salido a un mercado cercano y se salvó. “Mi cuerpo ha sobrevivido, pero mi espíritu murió con mis hijos, quedó aplastado con ellos bajo los escombros”, dice.

El 19 de diciembre, sobre la 1:30 a.m., un ataque israelí impactó en la casa de dos plantas de Omar Zu’rub, en el oeste de Rafah, y mató a 22 civiles, 11 de ellos niños y niñas. La casa, una vez más, quedó completamente destruida. “No podía abrir los ojos porque estaban llenos de cristales, metralla y arena. Todo mi cuerpo estaba debajo de los escombros, sólo era visible un pie, los rescatadores tal vez tardaron 20 minutos en sacarme”, dice Malak Al Shaer, nuera de Omar Zu'rub, que explica que todos estaban durmiendo. Ella sufrió graves quemaduras y tiene problemas de visión debido a la metralla. Una de las casas cercanas afectadas pertenecía al periodista Adel Zu’rub, que murió en el ataque. Allí vivían más de 70 personas de una familia que había huido de Tal Al Hawa, en Ciudad de Gaza, en la segunda semana de la ofensiva. Nueve de ellas murieron también. La investigación tampoco ha encontrado pruebas de que ninguna de las personas que estaban en la casa que se vio directamente afectada estuviera afiliada a un grupo armado.

El pasado 9 de enero, poco antes de las 23:00 horas, otro ataque israelí afectó a las dos plantas superiores del edificio de la familia Nofal, situado en el barrio Tal Al Sultan. Este bombardeo mató a 18 civiles, 10 de ellos menores. “El mapa que enviaron [las fuerzas israelíes] mencionaba específicamente Tal Al Sultan como uno de los barrios seguros”, dice Nidal Nofal, una enfermera de 47 años que vive en la planta baja y cuenta que familiares de la ciudad de Jan Yunis vivían con ella siguiendo las instrucciones israelíes de desplazarse a Rafah. Expertos en armas de la ONG examinaron fotografías de fragmentos de artefactos recuperados de los escombros. “Los identificaron como una bomba GBU-39 de pequeño diámetro, un arma de precisión guiada provista de una ojiva más pequeña, lo que explica los daños selectivos en las plantas superiores específicamente. La fabrica en Estados Unidos la empresa Boeing”, dice la entidad.

“La investigación de Amnistía Internacional ofrece indicios claros de los terribles estragos de los ataques incesantes e ilegítimos de Israel en Gaza”, dice Guevara Rosas. “Cuando han transcurrido cuatro meses desde que comenzó la ofensiva de Israel, más de 28.000 personas palestinas han muerto y más de 60.000 han resultado heridas en medio de una catástrofe humanitaria sin precedentes. Ante la espantosa magnitud de la muerte y la destrucción, todos los Estados tienen la obligación inequívoca de actuar para impedir el genocidio, pero Estados clave no han hecho un llamamiento claro a un alto el fuego y siguen alimentando crímenes de guerra al suministrar armas a Israel”.

La responsable de AI sostiene que, tras el reciente fallo provisional de la Corte Internacional de Justicia, “según el cual el riesgo de genocidio es real e inminente, los horrendos detalles de estos casos refuerzan la urgencia de que todos los Estados presionen por un alto el fuego inmediato y sostenido, que es la manera más eficaz de implementar las medidas provisionales ordenadas por la Corte”. “También subrayan la importancia de que se imponga un embargo integral de armas a todas las partes en el conflicto”, concluye.

Por Iciar Gutiérrez