Nueva investigación de Amnistía Internacional
Mientras dormían y sin ningún aviso: familias enteras aniquiladas en los ataques de Israel en Rafah
Aquel día, Islam Harb oyó una enorme explosión. No recuerda haber visto nada: solo oyó el fortísimo estruendo y perdió el conocimiento. Lo primero que recuerda es que al despertarse en el hospital preguntó por sus hijos. Solo sobrevivió una: Leen, de cuatro años. Sus otros tres hijos –dos niñas gemelas de cinco años y un bebé de seis meses– murieron. El pasado 12 de diciembre, cerca de las 3:00, un ataque israelí impactó directamente en dos casas dela familia Harb en el barrio de Al Zuhour, en Rafah –en el extremo sur de Gaza– y mató a 25 civiles: 10 niños y niñas, nueve hombres y seis mujeres, y otras 17 personas más resultaron heridas. Entre las víctimas mortales también estaban la madre y cuatro hermanas y hermanos de Islam Harb. Su hermana Ahlam sí sobrevivió, pero le tuvieron que amputar el dedo de una mano.
El bombardeo destruyó por completo las dos casas y también causó graves daños en tres viviendas cercanas. “Mi familia estuvo siete días intentando sacar a los muertos de los escombros. El cuerpo de mi hermano Khalil [de 25 años] se encontró a 200 metros de la casa debido a la potencia del ataque, destrozado. Los pequeños cuerpos de mis hijos estaban hechos pedazos”, cuenta el hombre palestino de 30 años a Amnistía Internacional (AI). Dice que sus familiares no tenían ni idea de por qué sus casas se habían visto afectadas y que no se les avisó de antemano del ataque. Según cuenta, su familia alojaba a familiares desplazados que se habían visto obligados a salir de Ciudad de Gaza, al norte del enclave, siguiendo las órdenes de las fuerzas israelíes. También explica a la organización que eran parientes cercanos cuyos antecedentes conocían bien y que no tenían ninguna afiliación política.
Declaraciones de testigos y pruebas fotográficas indican que las casas recibieron más de un impacto. Amnistía Internacional no ha encontrado ninguna prueba de que hubiera objetivos militares en la zona, ni de que ninguna de las personas presentes en los edificios en el momento del ataque fueran objetivos militares legítimos. Israel no ha dado ninguna explicación.
El ataque que mató a varios miembros de la familia Harb es uno de los cuatro bombardeos israelíes letales diseccionados en una nueva investigación de Amnistía Internacional, publicada este lunes. Tres tuvieron lugar en diciembre, tras el final de la pausa humanitaria, y uno en enero. En total, causaron la muerte de al menos 95 civiles, de ellos 42 menores, en Rafah, donde las fuerzas israelíes se están preparando actualmente para una operación terrestre, disparando las alarmas por la escalada militar en esta zona considerada hasta ahora la “más segura” de Gaza, donde cientos de miles de palestinos se refugian de los combates, muchas veces tras desplazarse varias veces.
Amnistía Internacional tilda de “ilegítimos” los cuatro ataques que ha analizado. La organización especializada dice que no ha hallado en ellos ningún indicio de que los edificios de viviendas afectados “pudieran considerarse objetivos militares legítimos, ni de que las personas que estaban en los edificios fueran objetivos militares, lo que hace temer que estos bombardeos fueran ataques directos contra civiles y bienes de carácter civil y, por tanto, deben ser investigados como crímenes de guerra”. Añade que, incluso en el caso de que la intención del Ejército de Benjamin Netanyahu hubiera sido de atacar objetivos militares legítimos en las proximidades, “es evidente que estos ataques no distinguieron entre objetivos militares y bienes de carácter civil y, por tanto, serían indiscriminados”. Los ataques indiscriminados que matan y hieren a civiles son crímenes de guerra, recuerda Amnistía Internacional, cuyos datos apuntan a que las fuerzas armadas israelíes “no avisaron de forma efectiva, o de hecho de ninguna manera —como mínimo a todas las personas que vivían en los lugares afectados— antes de lanzar los ataques”.
Ataques mientras dormían y sin aviso
En este sentido, tres de los bombardeos se llevaron a cabo de noche, cuando era probable que la población civil de Rafah, incluidas las familias desplazadas de otras zonas, “estuviera, y de hecho estaba, en la cama dentro de sus viviendas”. Entre las personas que perdieron la vida en estos ataques había una bebé que aún no había cumplido tres semanas, un destacado médico de 69 años jubilado, un periodista que acogió en su casa a familias desplazadas y una madre que compartía una cama con su hija de 23 años, según explica en un comunicado Erika Guevara Rosas, directora general de Investigación, Incidencia, Política y Campañas de Amnistía Internacional.
“Familias enteras fueron aniquiladas en los ataques israelíes incluso después de haber buscado refugio en zonas promovidas como seguras y sin ningún aviso previo por parte de las autoridades israelíes. Estos ataques ilustran la constante en curso de violación descarada del derecho internacional por las fuerzas israelíes, lo que contradice las afirmaciones de las autoridades israelíes de que sus fuerzas están tomando las máximas precauciones para reducir al mínimo los daños a la población civil”, dice Guevara Rosas.
La ONG visitó los lugares que habían sufrido los cuatro ataques, hizo fotografías y vídeos de la destrucción y entrevistó a 18 personas. Su Laboratorio de Pruebas del Programa de Respuesta a las Crisis ha analizado imágenes de satélite, fotos y vídeos para geolocalizar y verificar los ataques y la destrucción resultante. Las autoridades israelíes no han respondido a las preguntas de la ONG sobre los bombardeos.
Dos días después del ataque que mató a los familiares de Islam Harb, el 14 de diciembre, otro bombardeo de Israel sobre las 11:45 a.m. impactó y destruyó por completo una casa de tres plantas en el barrio de Brazil, propiedad de Abdallah Shehada, un cirujano jubilado de 69 años, que murió junto con al menos otros 29 civiles, 11 de ellos niños y niñas. “Era la casa de un médico que había dedicado su vida a ayudar a la gente, una casa donde buscaban refugio personas desplazadas. [...] Estuvimos días intentando sacar los cuerpos de los escombros, personas que solo querían estar a salvo”, dice el hijo del cirujano, Yousef, que se dedica a lo mismo que su padre. La ONG también habló con Ahmad Nasman, un fisioterapeuta de 30 años que perdió a su esposa, a sus tres hijos de cinco, cuatro y tres años, a su hermana y a sus padres. Aquel día, él había salido a un mercado cercano y se salvó. “Mi cuerpo ha sobrevivido, pero mi espíritu murió con mis hijos, quedó aplastado con ellos bajo los escombros”, dice.
El 19 de diciembre, sobre la 1:30 a.m., un ataque israelí impactó en la casa de dos plantas de Omar Zu’rub, en el oeste de Rafah, y mató a 22 civiles, 11 de ellos niños y niñas. La casa, una vez más, quedó completamente destruida. “No podía abrir los ojos porque estaban llenos de cristales, metralla y arena. Todo mi cuerpo estaba debajo de los escombros, sólo era visible un pie, los rescatadores tal vez tardaron 20 minutos en sacarme”, dice Malak Al Shaer, nuera de Omar Zu'rub, que explica que todos estaban durmiendo. Ella sufrió graves quemaduras y tiene problemas de visión debido a la metralla. Una de las casas cercanas afectadas pertenecía al periodista Adel Zu’rub, que murió en el ataque. Allí vivían más de 70 personas de una familia que había huido de Tal Al Hawa, en Ciudad de Gaza, en la segunda semana de la ofensiva. Nueve de ellas murieron también. La investigación tampoco ha encontrado pruebas de que ninguna de las personas que estaban en la casa que se vio directamente afectada estuviera afiliada a un grupo armado.
El pasado 9 de enero, poco antes de las 23:00 horas, otro ataque israelí afectó a las dos plantas superiores del edificio de la familia Nofal, situado en el barrio Tal Al Sultan. Este bombardeo mató a 18 civiles, 10 de ellos menores. “El mapa que enviaron [las fuerzas israelíes] mencionaba específicamente Tal Al Sultan como uno de los barrios seguros”, dice Nidal Nofal, una enfermera de 47 años que vive en la planta baja y cuenta que familiares de la ciudad de Jan Yunis vivían con ella siguiendo las instrucciones israelíes de desplazarse a Rafah. Expertos en armas de la ONG examinaron fotografías de fragmentos de artefactos recuperados de los escombros. “Los identificaron como una bomba GBU-39 de pequeño diámetro, un arma de precisión guiada provista de una ojiva más pequeña, lo que explica los daños selectivos en las plantas superiores específicamente. La fabrica en Estados Unidos la empresa Boeing”, dice la entidad.
“La investigación de Amnistía Internacional ofrece indicios claros de los terribles estragos de los ataques incesantes e ilegítimos de Israel en Gaza”, dice Guevara Rosas. “Cuando han transcurrido cuatro meses desde que comenzó la ofensiva de Israel, más de 28.000 personas palestinas han muerto y más de 60.000 han resultado heridas en medio de una catástrofe humanitaria sin precedentes. Ante la espantosa magnitud de la muerte y la destrucción, todos los Estados tienen la obligación inequívoca de actuar para impedir el genocidio, pero Estados clave no han hecho un llamamiento claro a un alto el fuego y siguen alimentando crímenes de guerra al suministrar armas a Israel”.
La responsable de AI sostiene que, tras el reciente fallo provisional de la Corte Internacional de Justicia, “según el cual el riesgo de genocidio es real e inminente, los horrendos detalles de estos casos refuerzan la urgencia de que todos los Estados presionen por un alto el fuego inmediato y sostenido, que es la manera más eficaz de implementar las medidas provisionales ordenadas por la Corte”. “También subrayan la importancia de que se imponga un embargo integral de armas a todas las partes en el conflicto”, concluye.