Kosovo desestabiliza el polvorín de los Balcanes con aranceles del 100% y amenazas de crear un ejército

En tan solo unos días, Kosovo y Serbia han pasado de hablar de una posible solución al enfrentamiento que viven desde finales de los 90 a una grave crisis que ha disparado las tensiones políticas y sociales. Una volatilidad propia de los Balcanes, calificado por muchos como el polvorín de Europa.

¿Qué ha ocurrido en Kosovo para que se haya pasado de hablar de un intercambio de territorios (y población) con Serbia a imponer unos aranceles del 100% a este país y anunciar su pretensión de crear un ejército regular? El rechazo a la adhesión de Kosovo a la Interpol, la organización internacional de coordinación de cuerpos de policía, ha sido el desencadenante de esta última crisis. Kosovo se declaró independiente de Serbia en 2008 y no está reconocido por toda la comunidad internacional.

El pequeño país balcánico necesitaba el pasado 20 de noviembre 128 votos en el organismo internacional para su adhesión y solo obtuvo 68. Era su tercer intento fracasado. Tan solo un día después, Pristina alegó que Serbia tiene en marcha una campaña contra su soberanía y disparó los aranceles de un 10% a un 100% para los productos importados desde Serbia y Bosnia Herzegovina.

El presidente serbio, Aleksandar Vucic, alertó entonces de que el proceso de negociaciones bilaterales quedaba interrumpido y que no se reanudaría hasta que Kosovo no dé marcha atrás con los aranceles. Por su parte, el primer ministro kosovar, Ramush Haradinaj, alegó que los aranceles se mantendrían hasta que Serbia reconozca la soberanía de Kosovo.

El intercambio comercial entre Serbia y Kosovo había prosperado en los últimos años. Las ventas serbias alcanzaron en 2017 un valor de 440 millones de euros, un 10% más que en 2016, mientras que las importaciones sumaron 22 millones, un 70% más que el año anterior. El director de Aduanas de Kosovo, Adriatik Stavileci, ha asegurado que las importaciones de productos serbios y bosnios “han caído a cero” tras los nuevos aranceles.

La media unilateral de Kosovo ha desencadenado protestas en el norte del país, de mayoría étnica serbia. Varios alcaldes de esta región han presentado su dimisión contra lo que consideran “políticas discriminatorias del Gobierno de Kosovo contra los serbokosovares”. Diputados del partido kosovar apoyado por Belgrado, Lista Srpska, pasaron la noche del domingo pasado en el edificio del parlamento de Kosovo en protesta por los aranceles bajo una pancarta que rezaba “100% tax = 0% freedom”.

“Si no se revoca este arancel en un breve periodo de tiempo tendremos grandes problemas, no solo los serbios en kosovo, a los que representamos, sino todos los ciudadanos de Kosovo porque habrá escasez de leche, agua y comida”, afirmó el presidente del grupo parlamentario, Sasa Milosavljevic. El martes pasado, la policía de Kosovo impidió la entrada a los jugadores del equipo serbio de baloncesto Partizan, que querían entrar en el país para unirse a las protestas de la población serbia en el país.

La creación de un ejército regular

En medio de esta crisis política erigida como guerra comercial, Kosovo ha anunciado que su parlamento votará el 14 de diciembre para transformar sus fuerzas de seguridad en un ejército regular. Las autoridades serbias denuncian que dicho ejército se utilizaría contra la minoría serbia en el país y han amenazado con represalias si esta medida se lleva a cabo. “El comportamiento irresponsable de Pristina podría provocar una catástrofe porque Serbia no puede ver tranquilamente la destrucción del pueblo serbio”, ha señalado Aleksandar Vucic, presidente de Serbia.

“Tendremos oficialmente un ejército de Kosovo el 14 de diciembre, que es cuando la Asamblea de Kosovo votará las propuestas de ley para transformar las fuerzas de seguridad en un ejército”, afirmó el pasado lunes el presidente del Parlamento kosovar, Kadri Veselji. En un primer paso hacia este objetivo, el parlamento kosovar votó en octubre una resolución autorizando la entrega de armamento pesado a las fuerzas de seguridad kosovares.

En 2008, la OTAN participó en la creación de las fuerzas de seguridad de Kosovo, cuya misión era responder ante emergencias y labores de protección civil. Dichas fuerzas tenían autorización para llevar únicamente armamento ligero. Tras el anuncio de su intención de reconvertir la unidad en un ejército regular, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha asegurado que la alianza revisará su “nivel de compromiso con Kosovo”. Un aviso importante, teniendo en cuenta que la OTAN tiene actualmente más de 3.600 militares en Kosovo, donde está presente desde 1999 para garantizar la paz y la estabilidad en las tensiones entre Serbia y Kosovo.

Sonia Andolz, profesora de la Universitat de Barcelona experta en conflictos y seguridad internacional recuerda que “Kosovo quedó en el limbo por su forma de conseguir la independencia”. “Para gran parte de la comunidad internacional, es un país independiente de iure, pero de facto su situación es mucho más complicada. La presencia serbia es muy notable y la ayuda internacional es indispensable para su economía y su estabilidad”.

Andolz recuerda que Kosovo no tiene un valor estratégico especial ni unos recursos naturales extraordinarios, sino que “Serbia lo ve como un tema religioso [Kosovo tiene importantes templos históricos de la iglesia ortodoxa serbia] y de identidad en un momento en el que crece el nacionalismo”.

En este sentido, recuerda que las negociaciones sobre un intercambio de territorios y población entre Serbia Kosovo pone de relieve un debate existente en los Balcanes y extrapolable, en cierta medida, a Europa. “¿Son más seguros los Estados étnicamente homogéneos o los Estados multiculturales y multiétnicos? Puede que los estados étnicamente homogéneos tengan menos problemas internos, pero en cualquier momento puede estallar la chispa”, señala.

En plena crisis, el Parlamento Europeo votó el jueves 29 de noviembre una resolución instando a España, Rumanía, Eslovaquia, Grecia y Chipre a reconocer la independencia de Kosovo. Estos cinco países son los únicos Estados de la Unión Europea que no reconocen Kosovo. La resolución cree que el reconocimiento “podría ser beneficioso” para la normalización de las relaciones entre Belgrado y Pristina y fue apoyada por 393 votos a favor y 139 en contra.