La noche del domingo ha dejado nuevas tensiones entre Kosovo y Serbia, con bloqueos de los pasos fronterizos y carreteras, a pocas horas del comienzo de la aplicación por parte de Kosovo de la prohibición de documentos y matrículas serbias, medida a la que se opone este país. Tras la escalada de la tensión, el Gobierno de Kosovo ha pospuesto la aplicación de la norma hasta septiembre, según Reuters. El primer ministro, Albin Kurti, condiciona el aplazamiento a la retirada de las barricadas colocadas en protesta por la medida.
La Policía de Kosovo ha cerrado los pasos fronterizos de Brnjak y Jarinje para el tráfico “debido al bloqueo de carreteras a sus accesos”, según el comunicado policial recogido por la emisora kosovar RTK, que indica que la policía ha desplegado sus patrullas en el norte kosovar, donde se concentra la minoría serbia. Los serbios que se oponen a las nuevas medidas de Pristina han instalado barricadas en las carreteras que llevan de la ciudad norteña de Mitrovica, donde hay una mayoría serbia, hacia los pasos fronterizos de Jarinje y Brnjak.
Kosovo anunció a finales de junio pasado su intención de prohibir desde el 1 de agosto el uso de documentos de identidad y matrículas de Serbia en su territorio, en una decisión similar a la que el pasado septiembre generó una crisis que implicó que los dos países aumentaran sus fuerzas de seguridad en la frontera.
Según las nuevas medidas, quienes entren en Kosovo con carnés de identidad emitidos por Serbia recibirán un documento temporal kosovar válido durante 90 días para su estancia en el país. Además, las matrículas de coches emitidas por Serbia para ciudades kosovares de mayoría de población serbia tendrán que ser sustituidas por las oficiales de Kosovo a partir del 1 de agosto y en todo casi antes del 30 de septiembre.
La prohibición de circular en Kosovo con matrículas de Serbia provocó el pasado septiembre cortes de carreteras por parte de la minoría serbia kosovar. Kosovo reaccionó desplegando fuerzas especiales, con blindados y armas automáticas, y Serbia elevó el nivel de alerta de sus tropas cerca de la frontera. El Gobierno de Serbia asegura que el objetivo de Pristina es expulsar a los serbios del norte del país y desestabilizar la situación.
El líder serbio acusa al kosovar de imponer medidas “a las que no tiene derecho”
El presidente serbio, Aleksandar Vucic, acusó este domingo al primer ministro kosovar, Albin Kurti, de pretender “imponer a los serbios del norte de Kosovo medidas a las que no tiene derecho”. Aseguró que esas medidas son contrarias a los acuerdos entre las dos partes logradas en el diálogo amparado por la Unión Europea (UE) y pidió a Occidente ayudar “para que se preserve la paz y la seguridad”.
Kosovo y Serbia llevan a cabo desde 2011 difíciles y poco fructíferas negociaciones para normalizar sus relaciones. La antigua provincia serbia de Kosovo proclamó en 2008 la independencia, que Serbia no reconoce, y que ha sido apoyada por Estados Unidos y la mayoría de los socios de la UE, pero no por Rusia, China, India, Brasil o España, entre otros Estados.
La Fuerza Internacional de Seguridad para Kosovo (KFOR) de la OTAN ha dicho en la noche del domingo que está dispuesta a intervenir si se pone en peligro la estabilidad en el norte de Kosovo. KFOR ha resaltado que está en contacto con todos sus principales interlocutores, incluidos representantes de organizaciones de seguridad de Kosovo y el Jefe de la Defensa Serbia y que continuará ofreciendo su apoyo a la normalización del proceso entre Pristina y Belgrado.
“No habrá perspectivas reales para un mejor futuro en los Balcanes sin un respeto total a los derechos humanos y valores democráticos, estado de derecho, reformas internas, y buenas relaciones vecinales. El diálogo constructivo es la llave para la estabilidad regional”, afirma.
Esta noche del domingo han surgido fuertes tensiones entre Kosovo y Serbia con bloqueos de los pasos fronterizos y carreteras, a pocas horas del comienzo de la aplicación por parte de Pristina de la prohibición de documentos y matriculas serbias en Kosovo, medida a la que se oponen los serbios.