La ultraderecha, como en Brandeburgo, puede pararse, pero no basta con eso
Hola, ¿qué tal estás? Este año hay un centenar de citas electorales, así que aquí estamos un lunes más mirando los resultados de unas elecciones importantes, como son las del estado de Brandeburgo, en Alemania. Todos los pronósticos auguraban una victoria de la ultraderecha de AfD, como hace unas semanas ocurrió en Turingia, también en el Este del país. Pero, quizá precisamente porque era lo previsto, la movilización de los últimos días ha llevado al SPD a conservar el primer puesto en la región por un estrecho margen, y dejar a los ultras en segundo lugar.
Así acababa una semana marcada, también, por el capítulo final –de momento– de las elecciones legislativas celebradas en julio en Francia, que terminó ganando el Frente Popular en un nuevo ejercicio de freno a la ultraderecha, en aquel caso de Marine Le Pen. Sin embargo, Emmanuel Macron ha preferido encargar un gobierno a Michel Barnier, conservador, del partido que quedó cuarto en las legislativas, para montar un gabinete mirando a la derecha y con guiños a Le Pen.
Cuando en Francia gana la izquierda pero gobierna la derecha con guiños a la extrema derecha y cuando líderes socialdemócratas como Keir Stamer aplauden las políticas migratorias de Giorgia Meloni –cosa que esta semana también ha hecho el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo–, puede que llegue un día en el que apelar al mal menor quizá no sea suficiente para frenar a la extrema derecha.
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