Con más de mil muertes acumuladas, Italia es el país europeo más afectado por la pandemia del coronavirus. Tal y como indicó el domingo la Organización Mundial de la Salud (OMS), su experiencia en la gestión del brote, sus aciertos y también sus errores, pueden servir al resto de países como España.
Giorgio Palù, virólogo de la Universidad de Padua [norte de Italia], es uno de los especialistas más prestigiosos de Europa en su campo. “Los italianos hemos aprendido mucho de los chinos. Por ejemplo, fueron ellos, por primera vez en la historia, quienes aplicaron una cuarentena a sesenta millones de personas. Evidentemente los chinos han comprendido el peligro del coronavirus, no sólo a nivel sanitario, sino también industrial, económico y demás”, señala el especialista. Según Palù, el caso de China ha demostrado que “una cuarentena forozosa, con medidas drásticas y coercitivas, incluso acompañadas de sanciones extremas que nosotros nunca podríamos aplicar, ha funcionado”.
Dentro de los límites de su Constitución, Italia está aplicando las medidas más drásticas de todo Occidente contra el coronavirus. Eso sí, la orden de permanecer en casa (salvo por motivos laborales, de salud o de necesidad) no está siendo respetada por toda la población: hasta la fecha, 161 italianos han sido denunciados por los Carabinieri por moverse sin una razón justificada.
Entre los errores cometidos por Italia, según Palù, cabe mencionar el “espectáculo, frenesí mediático e histeria comunicativa de los primeros casos. Hubo un momento en el que comenzó una carrera por hacer, con supuestos expertos, que había que aislar a todo el mundo. Sin embargo, el aislamiento tiene que ser una medida limitada a los pacientes sintomáticos y a las personas con quien los sujetos infectados han entrado en contacto”.
La recomendación en Italia ha sido no hospitalizar a los pacientes sin síntomas graves, según explica a eldiario.es un médico de la unidad de cuidados intensivos de un gran hospital del norte de Italia. Carlo [nombre ficticio] no quiere divulgar su identidad real porque “solo el médico de cabecera puede hablar con los medios de comunicación”.
Carlo está en la primera línea de la lucha contra el coronavirus y, según él, “una lección por aprender es la necesidad de aumentar el número de plazas de cuidados intensivos, incluso en los hospitales alejados de las zonas más afectadas”. Otro imperativo es “tener el valor de posponer todas las actividades aplazables. Es decir, los que se tengan que operar, por ejemplo, de menisco, lo harán más adelante. Eso permite ahorrar recursos y reducir el número de personas que acudirán al hospital”.
Según Carlo, “los compañeros de España, Alemania, Reino Unido y Francia deben ser conscientes de que esta infección es muy traicionera”, sostiene. “Nosotros hacemos todo lo que podemos, pero somos la retaguardia; en realidad la verdadera batalla la libran los ciudadanos... si se quedan en casa, si se lavan las manos cuidadosamente, nos ayudan mucho”, indica. “Y es importante que lo hagan, porque estamos cansados, trabajamos muy duro y somos pocos debido a los años de recortes en la sanidad pública”.
Los mensajes contradictorios de los políticos
El error más grave cometido por los políticos italianos durante la emergencia del coronavirus fueron los mensajes contradictorios. “El mismo político un día decía que teníamos que ir a tomar el spritz [bebida alcohólica típica de Venecia y de Trieste] y al día siguiente pedía a todo el mundo que limitara los movimientos”, sostiene un asesor de comunicación política del norte de Italia que ha trabajado para políticos y empresas importantes de Italia y que prefiere no revelar su identidad. “Otro exigía el cierre total de las fronteras un día y una semana después quería que se acabara la cuarentena en las zonas rojas. Todo esto ha confundido a los italianos”.
Tampoco han ayudado las peleas entre médicos en la tele. Y, sobre todo, “es fundamental que el Gobierno central, así como las administraciones regionales, tengan a un portavoz que hable en nombre de todo el Gobierno o de toda la administración regional”.
Gianfranco Pasquino, profesor de ciencias políticas de la Universidad John Hopkins SAIS Europa en Bolonia y uno de los politólogos más seguidos de Italia, comparte esta opinión. El politólogo señala que aparentemente “la respuesta más eficaz es la centralizada, aunque obviamente depende de cómo la construyas”. Durante la emergencia surgieron tensiones entre el Gobierno nacional y al menos tres juntas regionales diferentes. Hubo incluso quien habló de revocar las competencias de las regiones en materia de salud. Una fuerte coordinación entre centro y periferia es crucial.
Claudio Veronese es vicealcalde de Vo’, un pueblo de Véneto que fue uno de los primeros epicentros de la infección en Italia y que registró el primer fallecimiento de un italiano. Este pueblecito de unos 3.000 habitantes recibió atención mediática de todo el mundo tras declararse el pasado 23 de febrero en cuarentena. Las medidas incluyen controles policiales en las carreteras de acceso. El mismo Veronese dio positivo y fue hospitalizado.
Afortunadamente, ya está curado y se encuentra bien. “Todos, desde los primeros ministros hasta los alcaldes de las aldeas más pequeñas, deben entender que la salud debe ser lo primero”, dice a eldiario.es. “Este coronavirus es una verdadera apisonadora. El error que no se debe cometer es pensar que la economía, la producción, el comercio, el turismo, son más importantes que la protección de la salud de las personas”.
Contra el coronavirus necesitamos medidas drásticas y decisivas, dice el vicealcalde. “Nuestro pueblo es bastante turístico, hay muchas granjas, restaurantes... el cordón sanitario ha bloqueado la economía, pero ¿sabe qué? Ahora que el cordón sanitario ha sido eliminado, los ciudadanos casi preferirían que volviera”. Según Veronese, el arma ganadora contra el coronavirus es quedarse en casa. “Durante quince días en Vo' nadie entró ni salió del pueblo ni de casa, permanecimos encerrados. Todos hicimos sacrificios por el bien de la salud”.
La importancia de una comunicación efectiva
La batalla, entonces, es política, pero también social y cultural. Los ciudadanos no siempre entienden su rol crucial en la lucha contra el coronavirus. Aunque los medios de comunicación italianos han hablado mucho de los jóvenes de Milán que, a pesar del coronavirus, seguían quedando para tomar algo por la noche, muchos mayores también siguen subestimando el peligro del coronavirus, a pesar de ser la categoría de mayor riesgo. “El coronavirus no conseguirá mantenerme atrapado en casa, ¡nunca!”, asegura a eldiario.es una mujer de 80 años de Venecia.
La comunicación y la capacidad de explicar la gravedad de la situación juegan un papel crucial. Suspender el campeonato de fútbol, prohibir a la gente cenar en un restaurante, ir al cine o al teatro, impedir una procesión religiosa o una fiesta popular son medidas que molestan a las personas. Sin embargo, las autoridades sanitarias italianas consideran que son medidas necesarias.
Marco Guerini es investigador en la Fundación Bruno Kessler, en Trento, y experto en fenómenos socio-lingüísticos de las redes sociales. “Las instituciones no entendieron inicialmente la importancia de la comunicación en los medios de comunicación sobre el brote”, explica a eldiario.es. “En internet circulaban noticias correctas, pero también fake news. Sin embargo, más tarde se lanzaron muy buenas campañas en medios tradicionales, pero también en redes sociales. Se crearon infografías muy eficaces, por ejemplo sobre cómo lavarse bien las manos”.
“Poco después empezaron los llamamientos de los famosos: cantantes, actores, presentadores, actores y demás. Fue una auténtica movilización para animar a la gente a quedarse en casa”, indica. Por encima de todo, según el investigador, han jugado un papel fundamental las iniciativas de comunicación (como posts de Facebook, Instagram y Twitter) que mostraban “la primera línea de los hospitales”. La foto de una enfermera exhausta durmiendo sobre el teclado del ordenador, el llamamiento de un médico a entender que el cierre de los colegios era necesario, la foto de la enfermera enseñando su cara llena de marcas por la mascarilla... todo esto contribuyó a responsabilizar a la gente“.
Es necesario crear un sentido de comunidad. Las personas deben entender lo que está en juego y que la lucha contra la epidemia está siendo llevada a cabo por mujeres y hombres como ellos. Por ejemplo, tuvo mucho éxito el vídeo de una médica anestesista que con cierta vehemencia les rogaba a los italianos quedarse en casa. Probablemente podría ser una buena medida para los hospitales más grandes de España tener un gestor de redes sociales que comunique al público lo que significa luchar contra el coronavirus en las UCI.
El rigor en la lucha contra las epidemias ha sido una constante en la historia italiana durante muchos siglos. El concepto mismo de quarantena (cuarentena) fue inventado por la República de Venecia, en el siglo XIV, para contrarrestar la propagación de la peste.
Eugenia Tognotti es una especialista en salud pública y profesora de Historia de la Medicina en la Universidad de Sassari, en Cerdeña. “Nunca hubiera creído, como historiadora de la medicina, que un día aprobaría medidas tan rígidas como las decididas por el Gobierno italiano, sin precedentes en la historia moderna y contemporánea de Italia”, comenta. “Son medidas que en la Edad Media se tomaron ante una terrible y fatal enfermedad como la peste y que naturalmente plantean problemas éticos, ante la interrupción de la libertad personal, la movilidad, etc.”.
“Hemos observado las consecuencias de que las competencias sobre la gestión de la salud estén repartidas entre el Estado central y las regiones”, sostiene. Según la historiadora, la lección principal “que el resto de Europa puede aprender de Italia, es que este tipo de medidas draconianas deben ser adoptadas por una autoridad central fuerte y aplicarse no sólo en las zonas donde hay brotes, sino en todas partes”.