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La lucha de los pastores de renos de Suecia contra la industria maderera y la subida de temperaturas

Cuando Magnus Andersson sale cada día para ver a su rebaño de renos, nunca tiene la certeza de que estarán todos sus animales. Los renos cada vez tienen que andar distancias más largas para encontrar pastos y, a veces, desaparecen. También pueden acabar atropellados y malheridos en el arcén de una carretera. Magnus es un pastor del pueblo Sami de Ran, situado en el condado de Västerbotten, en el norte de Suecia. Para él, la cría de renos es, aparte de su sustento económico, una forma de vida conectada con su cultura, sus ancestros y la naturaleza.

En esta comunidad Sami, hay 25 pastores con 10.000 renos. Décadas atrás, los animales pastaban desde las montañas cerca de la frontera con Noruega hasta las orillas del golfo de Botnia, siguiendo el río Vindeln. Sin embargo, esta migración es hoy en día muy complicada, ya que los bosques que sirven de hábitat para los renos están desapareciendo.

A pesar de que el 70% del territorios de Suecia está cubierto por bosque –es el país con más superficie de bosque de la Unión Europea–, tan solo el 8% está protegido. El 70% de la masa forestal del país es explotada por la industria forestal, lo que ha llevado a la desaparición de los bosques boreales en los pasados años.

Los bosques boreales del norte de Escandinavia están formados por grandes extensiones de abetos, pinos, píceas y otras especies de coníferas. En este ecosistema, en el suelo y en los troncos de los árboles crecen los líquenes que sirven de alimento para los rebaños de renos. Los bosques también juegan un papel fundamental en la mitigación del cambio climático, ya que absorben grandes cantidades de CO2.

Pero según un estudio de la Universidad de Lund, casi una cuarta parte de los bosques boreales se talaron entre 2003 y 2019. El estudio concluye que, si la tala continúa al mismo ritmo, estos bosques ecológicamente únicos y tan valiosos se perderán por completo en un plazo de 50 años. Otros estudios científicos también señalan que desde 1950, el 70% de las áreas de bosques con líquenes han desaparecido en Suecia, donde cada vez son menos.

Tala y la subida de temperaturas

Magnus sabe bien lo que cuesta encontrar pastos para sus renos. Una mañana se desesperó al ver que una empresa de la industria papelera había arrasado con el bosque donde sus animales pastaban durante la primavera: “Ese bosque servía como paso migratorio al lado del río, ahora tardará unos 30 años en rehabilitarse”, explica. Con la tala de árboles, la tierra había quedado escarificada de tal forma que hacía prácticamente imposible que el mantel de líquenes se pudiera regenerar de forma natural: “Aquello parecía un campo de patatas”, recuerda. El segundo problema es que, tras la tala, serían replantados árboles de la misma edad y especie, lo que disminuye la biodiversidad y convierte el bosque en un monocultivo.

Según la patronal sueca de la industria forestal (Skogsindustrierna), el número de árboles en Suecia ahora es el doble comparado con 100 años atrás, ya que cada vez que se tala un árbol se plantan dos. Lo que no tienen en cuenta estas cifras es que los bosques monocultivo tienen otros impactos negativos. “Los bosques destinados a la industria forestal son mucho más densos y más oscuros, eso impide que crezcan los líquenes en el suelo y afecta a la biodiversidad autóctona, empujando a la desaparición de otras plantas y animales”, explica Åsa Granberg, miembro del consejo administrativo de Västerbotten.

Según establece la ley sueca, las empresas que explotan la madera de los bosques están obligadas a consultar a la comunidad sami antes de llevar a cabo una tala de árboles para saber si son bosques donde pastan los renos. Sin embargo, los samis lamentan que estas consultas son un espejismo, ya que se limitan a informar a los pastores de las talas previstas, sin tener en cuenta su opinión.

Más allá de la desaparición de los bosques, la cría de renos del pueblo sami está también amenazada por los efectos del cambio climático. Las altas temperaturas registradas en los últimos inviernos cerca del círculo polar ártico provocan que la nieve y la lluvia se alternen, formando una dura y gruesa capa de hielo en el suelo que impide a los renos comer los líquenes. Además, los bosques monocultivo, que predominan ahora en el paisaje del norte de Suecia, también son menos resistentes al calentamiento global, por lo que resultan más propensos a sufrir plagas, inundaciones e incendios. Para Magnus, el problema se resume de la siguiente forma: “Durante generaciones los samis hemos sido quienes hemos cuidado y protegido la naturaleza, pero ahora nadie escucha nuestras necesidades”.

Las nuevas generaciones

En junio, la Unión Europea dio el visto bueno final a una ley que puede suponer un cambio significativo para los bosques del norte de Suecia. La ley de restauración de la naturaleza busca la recuperación de aquellos ecosistemas que tengan más potencial para retener CO2, como los bosques boreales. En concreto, la nueva directiva europea prevé medidas para regenerar y proteger una superficie del 20% de todos los ecosistemas forestales y marítimos degradados para 2030.

Pese a que la ley salió adelante, Suecia votó en contra de la medida. El rechazo del país nórdico no se puede entender sin tener en cuenta el peso económico de su industria forestal, que representa entre el 10% y el 12% del total de las exportaciones, y genera 120.000 puestos de trabajo, sobre todo en las zonas más rurales y deshabitadas del norte. Suecia, como el resto de países miembros de la UE, tendrá que presentar un plan nacional para recuperar la naturaleza y la biodiversidad de sus bosques en los próximos años.

El proyecto Superb, liderado por el Instituto Forestal Europeo, ya está poniendo en práctica algunas de las medidas de reforestación que marcarán el camino en los próximos años. “Aquí trabajamos para promover la restauración de los bosques, pero también para que el paisaje sea más funcional para el pasto de renos”, explica Andreas Garpebring, agente de conservación de la naturaleza en el condado de Västerbotten.

La recuperación de su ecosistema beneficia también a 200 especies de plantas y animales, haciendo posible que los renos puedan volver a pastar por estos bosques.

Uno de los objetivos que se ha marcado el proyecto es recuperar el hábitat natural del pájaro carpintero de espalda blanca, una especie en peligro de extinción tremendamente difícil de ver –en la actualidad se calcula que hay entre 15 y 20 parejas de esta ave, pero hace 20 años tan sólo quedaban una o dos parejas en toda Suecia–.

Para atraer al pájaro carpintero, el bosque necesita asemejarse a su estado más virgen y salvaje, con árboles viejos, madera muerta en el sotobosque y diversidad de flora y fauna. Superb también ha ideado una técnica para simular de forma controlada la quema de troncos y arbustos, lo que favorece a la regeneración del suelo.

Para Magnus y sus renos, los planes de restauración de la naturaleza representan una oportunidad para los bosques de Suecia: “Si lo logramos, será un gran paso para nosotros. No es fácil hacerlo, pero debemos empezar por pequeños pasos” dice. Magnus tiene un hijo de 18 años que pronto tendrá que decidir si quiere continuar cuidando el rebaño de renos de su familia, y dice: “Debemos dar alguna esperanza para que los jóvenes puedan seguir adelante con nuestro legado”.