Quién es Luís Montenegro, futuro primer ministro de Portugal, y cuáles son los pasos para que pueda serlo

Ruben Martins

Lisboa —
13 de marzo de 2024 00:19 h

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En la derecha portuguesa hay un líder de transición que se convertirá en primer ministro. Hace poco más de cuatro meses, Luís Montenegro (Oporto, 51 años) era visto como el líder interino de un Partido Socialdemócrata (PSD), incapaz de marcar la agenda mediática y con dificultades para oponerse al Gobierno de mayoría absoluta de António Costa. Las encuestas mostraban repetidamente a un PSD que no convencía a los votantes, si bien la prueba de fuego se fijaba en las elecciones europeas del 9 de junio. Si el PSD perdía las elecciones europeas, la contestación interna –que ya era evidente desde hacía varios meses–, haría inevitable una salida forzada y el cambio por un nuevo líder.

Pero el 7 de noviembre, la Operación Influencer derribó el gobierno de António Costa y cambió el panorama político portugués. El Partido Socialista cambió de líder y la extrema derecha ganó apoyos. Estas elecciones anticipadas se convirtieron en la oportunidad de oro de Montenegro. Cuatro meses después, el líder conservador ha superado la prueba de fuego, pero el escenario de inestabilidad que se avecina deja al líder del PSD en una situación compleja que podría desembocar en nuevas elecciones al menor descuido.

Licenciado en Derecho y abogado, diputado desde 2002, presidente de la bancada parlamentaria del PSD entre 2011 y 2017, Luís Montenegro fue uno de los principales rostros del Parlamento durante el periodo de ayuda financiera internacional, bajo el Gobierno de Pedro Passos Coelho. Nunca ha ocupado un cargo gubernamental. En 2020, intentó tomar el liderazgo del partido, desafiando el mandato de Rui Rio, pero perdió por 2.000 votos.

En 2022, con la mayoría absoluta de António Costa confirmada, Rui Rio renuncia y Luís Montenegro consigue asumir el liderazgo del PSD con el apoyo del 75% de los militantes del partido. Considerado más de derechas que su antecesor, Luís Montenegro se hizo cargo de un partido que se preparaba para otros cuatro años fuera del poder y en el que no había especial entusiasmo por la candidatura al liderazgo, dado el largo horizonte hasta las próximas elecciones.

Montenegro no es especialmente carismático, pero las encuestas realizadas en los últimos meses muestran que los portugueses le consideran más “serio” y “creíble” que a su rival del Partido Socialista, Pedro Nuno Santos. Se apoyó en esta posición para intentar romper con la imagen de líder de un partido que recortó las pensiones a los ancianos y aplicó una serie de recortes durante el periodo de ayuda internacional. “Prometo no recortar ni un céntimo de las pensiones de los ancianos”, afirmó repetidamente durante la campaña electoral.

En esta campaña electoral jugó al “todo o nada”. En la derecha existía la idea de que si no lo hacía ahora, sería difícil ganar unas elecciones contra los socialistas en un futuro próximo. Por eso, Montenegro metió en la campaña a casi todos los líderes anteriores: su predecesor, Rui Rio, el primer ministro cuando Montenegro era líder parlamentario, Pedro Passos Coelho, o el ex presidente de la Comisión Europea Durão Barroso. La idea era clara: transmitir una visión de unidad en torno al líder.

Para evitar que se repitiera el escenario de 2022, en el que hubo una concentración de votos en el Partido Socialista para evitar un gobierno también integrado por el partido de extrema derecha Chega, Luís Montenegro anunció un cordón sanitario en torno a la extrema derecha e intentó transmitir el mensaje de que “no es no” a un acuerdo de gobierno con Chega y que “sólo gobernaría si ganaba las elecciones”.

Esta última declaración suscitó la pregunta de si existía la posibilidad de que el próximo primer ministro fuera alguien que no se hubiera presentado a las elecciones si la derecha sumaba más escaños, pero el Partido Socialista era el más votado. Montenegro nunca fue claro cuando se le preguntó qué haría en este escenario, y surgieron rumores de que el próximo gobierno podría ser presidido por alguien del PSD que estuviera a favor de incluir a Chega en el gobierno. Con una victoria electoral, este escenario queda descartado.

Próximos pasos

Con los resultados de estas elecciones, el Partido Socialista no ha esperado al recuento completo de los resultados electorales –con la asignación de los cuatro diputados restantes elegidos por los emigrantes– y ha anunciado la investidura de Luís Montenegro. Esto se debe a que, incluso en el escenario altamente improbable de que los socialistas tengan más diputados en la Asamblea de la República –si ganan los cuatro diputados que serán elegidos por los emigrantes– no existe una fórmula para sumar a la izquierda con el fin de tener un gobierno estable.

Los socialistas han prometido no presentar ninguna moción de rechazo al programa de gobierno de Montenegro ni votar a favor de las que se presenten, pero no se han comprometido a aprobar los Presupuestos Generales del Estado, lo que abre la puerta a una negociación de la derecha con Chega. El líder de la extrema derecha, André Ventura, en una entrevista a TVI el lunes, ya prometió que rechazará cualquier presupuesto que no sea negociado con él. 

El presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, ha comenzado este martes a escuchar a los partidos políticos con representación parlamentaria. Desde el partido menos representado, el animalista PAN, hasta la coalición Aliança Democrática, los próximos días permitirán al presidente entender cómo cada partido abordará la nueva configuración del Parlamento.

El 20 de marzo deberán conocerse los cuatro últimos diputados electos y Marcelo Rebelo de Sousa deberá nombrar primer ministro a Luís Montenegro.

A continuación, se abrirá un período de formación de Gobierno y de preparación del programa que se presentará en el Parlamento. Sólo si un partido lo exige habrá votación del programa de gobierno en la Asamblea de la República.

Si el programa es rechazado y no hay una mayoría alternativa, el gobierno entra en un periodo de gestión hasta que se convoquen nuevas elecciones –que sólo pueden convocarse seis meses después de las últimas elecciones–, pero se trata de un escenario muy improbable dada la posición anunciada por los socialistas. Si no hay reprobación, el ejecutivo estará plenamente operativo.

Entre las prioridades que ya conoce el nuevo Gobierno figuran la concesión del subsidio de riesgo a todos los policías, como ya ocurre con la Policía Judiciaria –una de las principales banderas de Chega–, la recuperación de la antigüedad de los profesores –congelada durante el periodo de recortes y que condicionaba la evolución de la carrera profesional de los docentes de la escuela pública– y un plan de emergencia para el Servicio Nacional de Salud. 

Hasta finales de año, Luís Montenegro deberá gobernar con los Presupuestos Generales del Estado aprobados por el Partido Socialista. Existe la posibilidad de aprobar un presupuesto rectificativo, pero el difícil escenario de negociación lleva al líder del PSD a ser cauto. El Gobierno socialista deja a Luís Montenegro un superávit de 2.300 millones de euros para que el próximo Gobierno lo utilice como quiera.

Antes de que acabe el año, en octubre, el nuevo Gobierno tendrá que presentar un nuevo presupuesto para 2025, que entrará en vigor el 1 de enero del año que viene. Si no obtiene 116 votos a favor, la mayoría absoluta parlamentaria, el Gobierno caerá y el país tendrá que ir a nuevas elecciones.

Este martes, el todavía primer ministro, António Costa, volvió a hablar y admitió su responsabilidad en el crecimiento de Chega, pero no dejó de presionar a Luís Montenegro diciendo que “las legislaturas están para cumplirlas hasta el final”. António Costa sólo consiguió cumplir el primero de los tres mandatos en los que fue elegido primer ministro.