El 7 de abril se cumple un año desde la detención del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, preso desde entonces en una celda de la superintendencia de la Policía Federal de Curitiba (Paraná). Hasta ahora, la fe de la izquierda brasileña en todos los procesos judiciales en los que está implicado el expresidente ha sido plena.
Los gritos de “Lula libre” están presentes en la mayoría de los actos políticos progresistas del país. Consideran sus seguidores y sus socios políticos que los dos casos por los cuales ha sido condenado constituyen una gran manipulación política y jurídica, una violación del estado de derecho que no dudó en liberar audios ilegalmente y que ha llevado al juez que condenó al expresidente a convertirse en ministro de justicia y seguridad pública del gobierno Bolsonaro.
“¡Lula está preso, estúpido!”, le gritó Cid Gomes –exgobernador de Ceará, fugaz ministro de Dilma Rousseff, y hermano del candidato presidencial Ciro Gomes– a uno de los asistentes al evento en el que el Partido Democrático Trabalhista (PDT) oficializaba el apoyo a Fernando Haddad (Partido dos Trabalhadores, PT) en la segunda vuelta de las elecciones del pasado mes de octubre. La frase ha quedado para la historia de la política brasileña y resume a la perfección la opinión de parte de la izquierda, cansada de que el eslogan “Lula libre” encabece cada discurso.
Repitió la frase recientemente el propio excandidato Ciro Gomes –tercero más votado en la primera vuelta presidencial–. “¡Lula está preso, estúpido!”, le espetó tres veces consecutivas en febrero en Salvador de Bahía a uno de los participantes en la 11ª Bienal de la Unión Nacional de Estudiantes. Respondía así a los abucheos generalizados del público. Le llevan acusando durante meses de no haber apoyado lo suficiente a Haddad a la hora de la verdad. “¿Esta es la unidad?”, les preguntaba Gomes. “¿Es así como queréis mi apoyo?”.
Eliana Cacique, de la secretaría nacional de mujeres del Partido dos Trabalhadores (PT), ha recibido a eldiario.es en la sede estatal del partido en Río de Janeiro, en el centro histórico de la ciudad. Anuncian toda una semana de actos reivindicativos, encabezados por una gran concentración para este domingo 7 de abril en la playa de Copacabana, desde las tres de la tarde, con presencia de activistas, juristas y representantes del mundo de la cultura.
Están esperanzados en el PT con los nuevos recursos que prepara la defensa de Lula da Silva y la posibilidad de que el Tribunal Supremo se posicione respecto a la inconstitucionalidad de las detenciones de los condenados en segunda instancia, con posibilidad de apelación aún por delante.
Mientras la Justicia sigue su curso, la izquierda en general y el PT en particular siguen analizando cómo es posible haber perdido la conexión con la base, con las clases más populares, al mismo tiempo que observaban impasibles la facilidad de Bolsonaro para recolectar votos en territorios tradicionalmente lulistas. “Nos hemos olvidado de las nuevas tecnologías”, reconoce Eliana Cacique. Ahora su partido ya cuenta con un grupo de trabajo que a nivel nacional se encarga de movilizar al electorado en redes sociales y a través de aplicaciones móviles de mensajería instantánea, pero por el camino han perdido unas elecciones. Supo Cacique que la situación estaba fuera de control las veces que, en precampaña, algún acto del PT coincidió con algún otro acto a favor de Bolsonaro en los barrios más humildes de la zona oeste de Río. Los representantes de la extrema derecha era recibidos como héroes. “Les ovacionaban. No sabían ni quiénes eran pero les ovacionaban”.
La reforma de la seguridad social, oportundad de unión
Bolsonaro va encadenando medidas y decisiones sin que nadie le haga frente, como si disfrutara de mayoría absoluta en la Cámara de Diputados y en Senado, y no la tiene. Es precisamente ahora cuando la izquierda brasileña tiene una oportunidad de oro para comenzar a construir la oposición: la reforma de la seguridad social (propuesta de enmienda a la constitución 6/2019) lanzada por el ministro de economía, Paulo Guedes. Nadie se atrevió a tocar mucho este tema en la campaña electoral, por su delicadeza y por ser tremendamente complicado de explicar para el electorado, por eso ahora sorprende que Bolsonaro se lo juegue todo a una carta con esta iniciativa.
Dado que el sistema presidencialista obliga a actuar a los candidatos derrotados desde afuera del Congreso –apagado está ya el nombre de Fernando Haddad, del propio Ciro Gomes, de Guilherme Boulos o de Marina Silva, rivales progresistas de Bolsonaro en los comicios de 2018– son los diputados federales y los senadores –elegidos directamente en una votación independiente–, los que toman las riendas.
Uno de esos diputados es Iván Valente, del Partido Socialismo y Libertad (PSOL). Valente se refiere a la reforma de la seguridad social, en palabras a este periódico, como “una propuesta antipopular que radicaliza la pérdida de derechos de los trabajadores”, y que “da fuerza a los partidos de la oposición para tener un foco”. Remarca Valente que esta lucha contra la reforma despierta a partidos como el PDT de Ciro Gomes, que hasta la fecha había hecho gala de una “moderación mayor en esta oposición”.
La unión en la oposición de organizaciones como el Partido dos Trabalhadores (PT), el Partido Democrático Trabalhista (PDT), el Partido Socialista Brasileiro (PSB), el Partido Socialismo e Liberdade (PSOL), el Partido Comunista do Brasil, Rede o el Partido Verde, no es, sin embargo, tan inmediata como parece. El nivel de crítica o autocrítica es diferente según los niveles. El diputado Iván Valente, por ejemplo, asegura que “el PT falló bastante”. Sobre todo en los años de la expresidenta Dilma Rousseff: “Trabajó mucho la política liberal, y aún así cayó”.
La falta de conexión de la izquierda brasileña con sus bases la explica Valente argumentando que Bolsonaro, que sí conectó con las clases más populares, “aprovechó la crisis institucional, la falta de esperanza de la población y la inseguridad”. Él también opina que la detención de Lula fue un “golpe jurídico”, pero no asume que la izquierda solo presente ese argumento. Su programa necesita ir más allá; y así lo hace, en su opinión.
Después de esta agenda actos reivindicativos contra la detención del expresidente Lula da Silva, la siguiente fecha subrayada para la izquierda brasileña, malherida pero rearmándose, es el primero de mayo. Partidos políticos de la oposición y centrales sindicales tratarán de que la jornada se convierta en una manifestación global contra las medidas de la extrema derecha de Jair Bolsonaro.