El presidente francés, Emmanuel Macron, reelegido este domingo frente a la líder de extrema derecha Marine Le Pen, empieza a diseñar su nueva política con la meta de reconciliar el país y ganar las próximas legislativas, que el resto de formaciones también se han marcado como objetivo.
Esos nuevos comicios tendrán lugar el 12 y 19 de junio y su resultado determinará el margen del Ejecutivo a la hora de efectuar sus reformas. La actual mayoría está compuesta por el partido de Macron, con 267 de los 577 diputados, por el centrista MoDem (57) y por el grupo Agir Ensemble (22).
El quinquenio iniciado en 2017 finaliza el 13 de mayo y cierra etapa tras unas presidenciales en las que Macron se ha impuesto con el 58,54% de los sufragios, con los que pierde unos dos millones de votos desde 2017, frente a los 2,6 millones ganados por su rival de la Agrupación Nacional.
Esos resultados y los tres millones de votos nulos o en blanco perfilan una Francia fracturada de la que el presidente dice ser consciente. “Sé que muchos compatriotas me votaron no para apoyar las ideas que defiendo sino para bloquear las de la extrema derecha”, dijo en su primer discurso tras la victoria.
Cambio de Gobierno
“Esta nueva etapa no será la continuidad del quinquenio que termina, sino cinco años mejores al servicio de nuestro país”, prometió Macron durante la noche electoral. Se espera que el presidente reelegido anuncie un nuevo primer ministro en los próximos días para su nuevo mandato de cinco años.
Está previsto que el actual primer ministro, Jean Castex, presente su dimisión y la de su Gobierno a finales de semana o principios de mayo, y aunque en teoría podría ser volver a ser nombrado para el puesto, él mismo ha admitido que cree que tras la reelección de un presidente debe darse “un nuevo impulso”.
¿Quién le sucederá? Uno de los nombres que más ha sonado para sustituir al actual primer ministro es el de la ministra de Trabajo, Elisabeth Borne, que sería la segunda mujer en ocupar el cargo después de Édith Cresson (1991-1992).
“El presidente ha tenido la oportunidad de expresarse, le gustaría tener un nombramiento femenino para [Hotel] Matignon [residencia oficial del primer ministro]”, ha dicho el lunes en la cadena BFM TV Clément Beaune, actual Secretario de Estado de Asuntos Europeos. Pero preguntada este lunes por su posible nombramiento en en la radio RTL, la ministra ha evitado pronunciarse y ha respondido: “Esa no es la cuestión”.
También ha circulado el nombre del ministro de Agricultura, Julien Denormandie, del que a menudo se dice que es un Macron un poco más joven. “Dos trabajadores duros, perfiles técnicos, que tienen la virtud añadida de saber liderar debates, sobre todo de cara a la futura reforma de las pensiones”, dice un asesor citado por Le Parisien.
Otros posibles candidatos podrían ser el presidente de la Asamblea Nacional, Richard Ferrand; el ministro de Economía y Finanzas, Bruno Le Maire o Gérald Darmanin, ministerio del Interior. Hace tiempo que se cita también el nombre de Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE) y exdirectora del Fondo Monetario Internacional (FMI).
“Un nuevo método”
Durante su discurso, Macron prometió este domingo un “método refundado” para ser, dijo, “el presidente de todos”. “Queremos ir mucho más lejos en cierto número de retos, principalmente la cuestión del poder adquisitivo, pero también el desafío climático. Y también en cuanto a seguridad, protección de los franceses. Queremos inventar un nuevo método”, ha dicho este lunes en BFM TV el portavoz gubernamental, Gabriel Attal.
Le Maire ha coincidido en que debe haber un cambio en la forma de gobierno para que la ciudadanía se exprese con más frecuencia, tanto con referendos como con mecanismos “más simples”, como una enmienda ciudadana que necesitaría 100.000 firmas para elevarla al Parlamento.
Pero esas buenas intenciones podrían chocar de nuevo con la voluntad y necesidad de reforma. Le Maire no pudo garantizar en la emisora France Info que no recurrirán al artículo constitucional 49.3, que exime del voto parlamentario, para aprobar la reforma de las pensiones, que retrasaría de los 62 a los 65 años la edad de la jubilación.