En cuestión de semanas, el presidente francés, Emmanuel Macron, ha pasado de querer marginar al partido de Marine Le Pen a situarlo como árbitro de la estabilidad del futuro Gobierno. La noche de la primera vuelta de las elecciones legislativas el pasado 30 de junio, con la extrema derecha claramente en cabeza, Macron aseguró que la prioridad era “evitar el peligro inminente de una mayoría absoluta para Agrupación Nacional”, para lo que pidió a “una amplia concentración claramente democrática y republicana de cara a la segunda vuelta”.
La coalición de centro y la unión de la izquierdas en Nuevo Frente Popular (NFP) alcanzaron entonces un acuerdo para formar un “frente republicano” contra la extrema derecha, llamaron a ciertos candidatos a retirarse y a apoyar en circunscripciones a rivales políticos que estaban en disposición de derrotar al candidato de extrema derecha. Este dique contuvo el avance de los de Le Pen, que contra todo pronóstico quedaron terceros en los comicios, mientras que la coalición progresista se alzó como la primera fuerza en la Asamblea Nacional.
Este jueves, dos meses después de aquella cita, el presidente nombró como primer ministro al conservador Michel Barnier, cuyo partido (Los Republicanos) no quiso participar en ese acuerdo para formar un cordón sanitario contra Le Pen y sus aliados. Su supervivencia en el cargo y la estabilidad de su Gobierno dependen ahora en buena medida de la extrema derecha, la misma a la que Macron llamó a dejar fuera del poder.
El nombramiento de Barnier ha puesto de manifiesto el acercamiento del macronismo a la derecha. A pesar de que la coalición de partidos de izquierdas es la que cuenta con más escaños, el presidente francés rechazó la candidatura de Lucie Castets, propuesta por el NFP. Un Gobierno “basado únicamente en el programa y en los partidos propuestos por la alianza con más diputados, el Nuevo Frente Popular, sería inmediatamente censurado por todos los demás grupos representados en la Asamblea Nacional”, justificó el presidente.
Bendición de Le Pen
El presidente francés consultó en varias ocasiones en los últimos días con Marine Le Pen, entre otros líderes políticos, para conocer su postura ante posibles candidatos a la jefatura del Gobierno. Las garantías que la líder ultraderechista ha dado al presidente en caso de una moción de censura contra el Gobierno pueden haber jugado un papel decisivo en la elección de Barnier, según diputados de la izquierda.
“Tenemos la casi total certeza de que si Michel Barnier ha podido ser nombrado por el presidente Macron es porque Agrupación Nacional, la extrema derecha ha dado algún tipo de garantía”, denunció este jueves el expresidente socialista y actual diputado, François Hollande, para quien el nuevo primer ministro deberá “explicarse” sobre este punto en la Asamblea Nacional.
Tras el anuncio del Elíseo, Le Pen dio su bendición al nombramiento. Aseguró que el nuevo primer ministro “parece responder al menos al primer criterio” que pedía su partido, “es decir, alguien respetuoso con las diferentes fuerzas políticas”. “Es un hombre que nunca ha despreciado públicamente a Agrupación Nacional, que nunca ha excluido a nuestro partido. Es un hombre de diálogo”.
La posición de Michel Barnier a favor de una moratoria de la inmigración, expresada durante las primarias de su partido en 2021, parece haber jugado también un papel importante en el asentimiento de Le Pen, quien se felicitó de que “por una vez, no se ha nombrado a inmigracionista loco” al puesto, en sus palabras. Barnier –al igual que la líder ultraderechista– propuso un referéndum que permitiera inscribir en la Constitución un “escudo” que permitiese a las autoridades francesas ignorar el derecho comunitario en materia migratoria.
De momento, el nuevo inquilino del 57 rue de Varenne, la residencia del primer ministro, ha recibido el encargo de “formar un Gobierno de unión al servicio del país”, según Macron. Tendrá que encontrar el equilibrio adecuado en la composición del Gobierno, que dará una primera indicación de su capacidad de convencer. De momento, ha dicho que se compromete a “respetar a todas las fuerzas políticas” representadas en el Parlamento, sin “sectarismos”, una alusión al partido de Le Pen, pero con la que también puede estar refiriéndose al partido de izquierdas Francia Insumisa, a la que múltiples voces del centro y de derecha equiparan con la extrema derecha.
Opción Cazeneuve
En las últimas semanas, Macron había explorado la posibilidad de nombrar al socialista Bernard Cazeneuve, con el que se entrevistó en varias ocasiones y que podría haber reunido una mayoría suficiente de diputados de centro e izquierda. Los motivos que llevaron a descartar a Cazeneuve no se conocen aún. Una parte de la prensa francesa apunta a la que el socialista había advertido que trataría de anular la controvertida reforma de las pensiones impulsada por Macron en la pasada legislatura y que el mandatario francés trata de preservar a toda costa.
No obstante, varios miembros del Partido Socialista señalan a sus propias filas. “Podríamos haber tenido un primer ministro de izquierda, en línea con el voto de los franceses. Había un nombre, el de Bernard Cazeneuve, y fue mi propio partido el que impidió su nombramiento”, ha dicho la alcaldesa de París, Anne Hidalgo. “Michel Barnier es un hombre respetable, pero siento una profunda rabia porque mi partido ha tenido la oportunidad y no ha estado a la altura de la Historia”.
En cualquier caso, otro partido del NFP, Francia Insumisa, ha prometido activar una moción de censura contra Barnier tan pronto como sea posible. Es probable que, con este partido, voten ecologistas, comunistas y una parte de los socialistas. Con un voto favorable de buena parte de los 193 diputados de la izquierda, la postura de los 142 parlamentarios de la extrema derecha será decisiva (son necesarios 289 diputados de 577 para obligar a dimitir al primer ministro).
De momento, el partido de Le Pen no baraja una moción de censura automática y ha anunciado que esperará a escuchar el discurso política general de Barnier y ver sus primeros pasos.
“No sabemos qué compromisos ha adquirido el presidente de la República con Marine Le Pen, y aún no conocemos las orientaciones políticas de Michel Barnier”, señala el politólogo Frédéric Sawicki en una entrevista en The Conversation. “Pero solo puede mantenerse si se hacen concesiones importantes a Agrupación Nacional. Eso equivale a dar el mando a este partido”.
“Coexistencia exigente”
“La manera en la que me gustaría basar mi mandato es una en la que cada uno esté en su sitio: el presidente debe presidir, el Gobierno debe gobernar, el Parlamento debe ser respetado y escuchado”, explicó Michel Barnier en 2021, durante su campaña a las primarias de Los Republicanos. Entonces criticó con dureza la “verticalidad” y “la soledad” con las que Macron ejercía el poder. A partir de ahora, los dos hombres deberán crear una nueva relación y un tándem inédito en la historia política reciente francesa.
El Elíseo habla de 'coalización' (contracción de coalición y cohabitación –como se denomina en Francia a la convivencia de un presidente y un primer ministro de distinto color político–) o de “coexistencia exigente” para describir esta nueva situación.
Así, se abre también una nueva etapa en el tramo final del mandato de Macron, que en 2022 vio su partido privado la mayoría absoluta y que ahora, tras las elecciones que él mismo convocó, se ve obligado a ceder parte de su poder.
¿Adelanto electoral?
Un día antes de anunciarse el nombre del nuevo primer ministro, uno de los predecesores en el cargo de Michel Barnier, Édouard Philippe, anunció su intención de ser candidato al Elíseo en las próximas elecciones presidenciales en 2027, en una entrevista concedida al semanario Le Point.
Primer jefe de Estado elegido por Macron en 2017 y aliado parlamentario del presidente con su grupo Horizontes, Philippe fue muy crítico con la decisión del jefe de Estado de disolver la Asamblea y convocar elecciones, considerando que el presidente “había disuelto su propia mayoría”.
A esa queja añade ahora la decisión de obligar a Elisabeth Borne a dimitir como primera ministra en enero y sustituirla por Gabriel Attal, quemando el cartucho de cambiar el Gobierno como respuesta tras el batacazo en las elecciones europeas. Ahora, la imposibilidad de convocar nuevas legislativas hasta dentro de un año priva al presidente de margen de maniobra. “Sí, había recomendado al presidente de la República que mantuviera a Elisabeth Borne. Pero esa no fue su decisión”, reconocía Philippe.
Si bien el anuncio no ha sorprendido a nadie –el de Philippe es uno de los nombres que más suenan para las próximas elecciones presidenciales, junto a Marine Le Pen y Jean-Luc Mélenchon–, el momento de hacerlo, en pleno caos político, con el presidente inmerso en un largo periodo de consultas, se interpreta como una forma de distanciarse de Macron y, tal vez, de posicionarse en caso de un adelanto electoral.
En la misma entrevista, evoca la posibilidad de que las elecciones, prevista para 2027, pueda adelantarse y que Macron no esté en condiciones de acabar la legislatura o que deba adelantar los comicios en caso de agravarse el bloqueo político. Así, Philippe ha confirmado que estaría preparado para presentarse, “incluso en caso de elecciones presidenciales anticipadas”.
Se trata de una posibilidad que también evoca Sawicki en su entrevista. “Al poner la supervivencia del Gobierno en manos de Agrupación Nacional le da la oportunidad de paralizar las instituciones”, analiza el politólogo. “Marine Le Pen podrá tumbar el Gobierno en el momento más oportuno para ella, una vez que se haya anotado algunas victorias. Y como no hay posibilidad de disolución hasta dentro de un año, podría crear una situación de bloqueo del poder durante varios meses, lo que llevaría a las fuerzas políticas a exigir la dimisión del presidente de la República”.