“Gaza y Tel Aviv están a sólo una hora y media en coche, pero no podrían estar más lejos la una de la otra. Mientras los palestinos se mueren de hambre, los israelíes hacen cola para comprar hamburguesas en el nuevo Shake Shack. Esta disonancia es un obstáculo importante para resolver esta crisis”, escribía hace unos días la analista senior del International Crisis Group Mariav Zonszein, de doble nacionalidad estadounidense e israelí y residente en Israel. Zonszein publica habitualmente en medios anglosajones e israelíes, como especialista en la situación en la región.
“Hay dos formas de ver cómo hemos llegado a este punto en Gaza. Una, observar que Israel está gobernada por un hombre al que solo le interesa su supervivencia política. Dos, podemos pensar que la devastación y el caos son la estrategia. No son opciones excluyentes. Es posible, de hecho, que se alimenten la una a la otra”, ha señalado esta semana en sus redes sociales, donde es muy activa.
“La narrativa israelí es que Hamás no está interesado en un acuerdo ahora, que ha detenido las negociaciones. Esto es incorrecto. Puede que Israel lo encuentre inaceptable, pero su posición [la de Hamás] se ha mantenido constante: fin total de la guerra, retirada de las fuerzas armadas israelíes y regreso al norte de Gaza de la población desplazada”, añadía este lunes.
Una encuesta reciente muestra que dos tercios de los judíos israelíes se oponen al envío de ayuda humanitaria a Gaza
Su voz, crítica con el Gobierno y la ocupación, no forma parte de la mayoría israelí. “Este es el momento de mayor soledad que he vivido en mi país”, confiesa en conversación telefónica con elDiario.es.
Recientemente el israelí Yuval Abraham, codirector del documental No Other Land, recogió su premio en el festival de cine de Berlín y habló contra la desigualdad que sufren los palestinos. Por ello ha recibido críticas e incluso amenazas en Israel.
Se están usando e instrumentalizando acusaciones de antisemitismo contra gente que critica al Gobierno israelí. En el caso de Yuval Abraham es especialmente problemático. Vemos que, cada vez más, las acusaciones contra palestinos se vierten también contra judíos y judíos israelíes que critican al Gobierno de Tel Aviv.
Yuval vive en Israel, es activista, intenta crear un futuro mejor para palestinos e israelíes. Es probablemente más patriota que buena parte de los israelíes. El Gobierno y los medios vierten acusaciones contra él. Básicamente se trata de una táctica para desviar la atención del problema real, que es la desigualdad y el apartheid.
Una encuesta reciente del Israel Democracy Institute desvela que la mayoría de los judíos israelíes se opone a un acuerdo político para poner fin a la guerra, y dos tercios, a la entrada de ayuda humanitaria en Gaza. ¿Cómo define el ambiente actual en su país?
Desde los Acuerdos de Oslo y más aún desde el fin de la Segunda Intifada, la ocupación ha desaparecido del discurso israelí y de la vida diaria israelí. Ha habido un largo proceso en el que la derecha —y la derecha nacionalista de los colonos— ha tomado el control del Gobierno y de las instituciones, mientras que la mayoría liberal y secular solo se ha centrado en sus propios intereses, en sus vidas, y ha dejado abandonado el conflicto, como si no existiera.
Antes del 7 de octubre había una apatía y un statu quo que permitió a la derecha dictar muchas dinámicas que condicionan los movimientos del país. Tras el 7-O toda esa gente de repente recordó que hay un lugar llamado Gaza y que el precio a pagar para continuar con la política actual es muy, muy alto.
Desafortunadamente, la mayoría de los israelíes son menos partidarios que antes de un proceso de paz o de negociación; están más asustados, viven en un estado de trauma serio. Hay gente que ha tenido que ser evacuada de las zonas cercanas a las fronteras sur y norte. Por primera vez en Israel hay, de facto, zonas de seguridad, y esto solo crea más miedo y desconfianza. La derecha juega con ello, diciendo que no importa lo que se haga, los palestinos siempre querrán matarte.
Se acusa a algunas personas de antisemitismo para desviar la atención del apartheid y la desigualdad
¿Cambiaría la situación con la celebración de elecciones y un nuevo Gobierno israelí?
Cualquier cambio en el Gobierno ahora modificaría las dinámicas. Hay una situación anómala, en la que la mayoría de los israelíes apoyan la guerra, pero no apoyan a Netanyahu ni a su Gobierno. Antes del 7 de octubre había protestas masivas contra el plan de revisión del poder judicial del Gobierno.
Mucha gente cree que habrá elecciones este año. E incluso alguien como Benny Gantz, que presumiblemente ganaría las elecciones —y cuyo acercamiento a los palestinos no es muy diferente al del Gobierno actual— supondría una gran diferencia. Pero no soy muy optimista en cuanto a Gantz, en cuanto al modo de operar de Israel en Gaza y Cisjordania. Aún así creo que sí supondría algún cambio, quizá podría cooperar más con actores internacionales.
Gantz lideró la ofensiva militar israelí contra Gaza en 2014 [en la que murieron al menos 1.462 civiles, según la ONU]
Sí. Y es el actual ministro de Defensa. No soy optimista con respecto a su liderazgo, porque es un antiguo jefe del Ejército y alguien que acaba de llegar a la política. Es difícil saber sus opiniones reales, ha ido cambiando. Tiene una visión muy militarista. Está en contra del Estado palestino, según dice.
La sociedad israelí se ha movido mucho hacia la derecha, así que incluso aquellos considerados de centro plantean un acercamiento similar hacia los palestinos. Y no sé si Gantz tendría la valentía o la legitimidad para abordar un proceso serio que requeriría de grandes concesiones por parte de Israel, un proceso que necesitaría de alguien con mucha capacidad y poder político para entender que este conflicto debe ser resuelto y no solo gestionado. No sé si él está ahí.
La mayoría de los israelíes son menos partidarios que antes de un proceso de paz
¿Hay algún líder u opción política actualmente en Israel que realmente defienda la paz y el fin de la ocupación?
Los únicos partidos contra la ocupación en Israel serían el partido Meretz y el Hadash, que es un partido de judíos y árabes israelíes. No tienen poder político actualmente.
¿Cuál es, desde su punto de vista, el objetivo de Israel en Gaza y cómo ve el futuro de la Franja?
Hay una extrema derecha israelí que quiere despoblar Gaza y recolonizarla, y que tiene una influencia significativa en la sociedad israelí. En cuanto a la gente que toma las decisiones, Gaza va a estar durante algún tiempo como ahora; es decir, caos, muerte y destrucción.
La Franja es prácticamente inhabitable, eso es resultado de las operaciones israelíes y no va a cambiar pronto. Buena parte de esta guerra va de Netanyahu intentando mantenerse en el poder y evitando asumir su responsabilidad. Pero si miramos a otra gente del Gabinete de guerra del Gobierno, o del Ejército, o al ministro de Defensa, lo que buscan en Gaza es otra versión de Cisjordania -aunque quizá sin los asentamientos-. Es decir, buscan que Israel ocupe Gaza por tiempo indefinido, lo que el Gobierno llama control total de la seguridad.
No hay visos de que Israel vaya a ser capaz de derrotar a Hamás del modo en que el Gobierno prometió
La cuestión es si habrá algún tipo de Autoridad Palestina reestructurada o no. La extrema derecha se opone por completo a ello. Netanyahu también, aunque ha dejado alguna ventana abierta. Pero no han ofrecido nada práctico. Y la dimensión del desastre en la Franja indica que va a permanecer bajo control israelí por un periodo largo de tiempo.
No hemos visto ningún progreso para derrotar a Hamás, han pasado cinco meses y Hamás es capaz todavía de operar. No hay visos de que Israel vaya a ser capaz de derrotar a Hamás del modo en que el Gobierno prometió. Las perspectivas son una guerra interminable sin victoria clara, una guerra de desgaste sin fin.
Quienes mandan en Israel buscan en Gaza otra versión de Cisjordania, quizá sin asentamientos, pero con ocupación total indefinida
¿Cómo está afectando todo esto a Cisjordania?
Inmediatamente después del 7-O, el Ejército israelí y los colonos redoblaron sus acciones en Cisjordania, ocupando tierras, intimidando a los palestinos, lanzando oleadas de arrestos. Es decir, todo lo que ya ocurría antes, pero de forma más exacerbada.
Los discursos de la extrema derecha defendiendo la recolonización de Gaza podrían estar dirigidos a desviar la atención de Cisjordania para que, pase lo que pase en Gaza, no afecte al control israelí sobre Cisjordania.
¿Por qué cree que, después de tantos años, no ha sido posible un acuerdo de paz y el cumplimiento del mismo?
Hay una combinación de razones. Israel salió de la Guerra de los Seis Días en 1967 con mucho territorio. Desde el primer momento decidió ocupar y colonizar ese territorio [palestino], lo que supuso décadas de dominio y de violencia de ida y vuelta. A la vez, fue ganando más credibilidad y legitimidad de la mano de EEUU y otros actores, lo que le permitió seguir haciéndolo, hasta hoy.
Israel no ha sido forzado a pagar un precio por sus acciones. Ahora estamos en un escenario en el que eso ya no es posible sin pagar un alto precio de parte de los palestinos, pero también de otros actores, como Hezbolá.
Así que se debe a una combinación de impunidad israelí con falta de habilidad de los palestinos para tener un liderazgo político efectivo. Y el papel de la comunidad internacional, que desde los años 90 simplemente abdicó, abandonó por completo su responsabilidad, y solo logró un fracaso de la política exterior en este tema.
Durante décadas Israel no ha sido forzado a pagar un precio por sus acciones
Si el entonces primer ministro Isaac Rabin no hubiera sido asesinado en 1995 [por un extremista israelí], ¿habría habido un resultado diferente?
No sabría decir. No creo que se pueda jugar al 'qué habría ocurrido si...'. Pero el asesinato de Rabin supuso la muerte total del proceso de paz, eso seguro.
¿Cuáles son los retos y los obstáculos para la paz actualmente?
Tanto palestinos como israelíes tienen que empujar a sus líderes hacia un escenario en el que aborden la raíz del problema, para resolver la situación a través de vías diferentes a las aplicadas hasta ahora. Esto supondrá mucho sacrificio por ambas partes, y nadie está dispuesto a eso en este momento.
Por supuesto, es necesario un alto el fuego inmediato. Está claro cuál es el equilibrio de poder y por qué Israel ha sido capaz de actuar como ha actuado durante tanto tiempo. Ahora los israelíes están sufriendo por ello.
En el momento en el que Israel se convierte en una excepción —mira el diferente abordaje ante Israel y Rusia—, el resultado es contraproducente y no funciona para los intereses de nadie. Para algunos de nosotros esta es una llamada de atención, un despertar, espero. Desafortunadamente, no creo que la mayoría de los israelíes se den cuenta. Tiene que haber un enorme cambio en cómo los israelíes entienden sus vidas sostenibles aquí.
Israel necesita un Gobierno que entienda que el conflicto debe ser resuelto y no solo gestionado
En su opinión, ¿qué solución es mejor o más viable, la de dos Estados o un solo Estado binacional?
En estos momentos es irrelevante, porque primero es necesario retirar el control ilegal israelí, la ocupación, el mando militar. Hay que desligar la noción de la seguridad israelí de los derechos humanos palestinos. Una vez que esos procesos comiencen a ocurrir, entonces podemos hablar.
Pero cualquier solución, un Estado o dos Estados, necesita basarse en los principios de igualdad y democracia. No importa tanto cuál es el Estado final como los principios básicos que permitan a la gente tener acceso igualitario a los recursos de la tierra.
Un proceso serio requiere de grandes concesiones por parte de Israel
¿Cómo definiría usted ser israelí en estos momentos?
Depende de a qué israelí le preguntes. A nivel general, para muchos ser israelí hoy en día es parecido a lo que era sentirse israelí en los años 40 y 50, cuando había una crisis existencial intentado entender las fronteras del Estado, la seguridad y la naturaleza del Estado. Creo que muchos israelíes sienten que están en un lugar en el que no entienden qué está pasando, si están seguros y cómo van a sentirse a salvo de nuevo.
En cuanto a mí, como alguien que ha trabajado desde hace mucho tiempo en esta cuestión en torno a la ocupación, es un momento muy difícil. Es el momento de mayor soledad que he vivido. Sientes que no tienes a nadie que esté deseando entender y trabajar contigo hacia algo mejor, porque todo el mundo solo está encerrado en sus propios traumas, y esto solo trae los peores miedos y preocupaciones.
El Gobierno de extrema derecha, incluso antes del 7-O, era tan opresivo que estaba suprimiendo protestas. En estos años de atrás Netanyahu incitaba contra los árabes y contra la izquierda, llamándonos traidores. Así que cuando llegó el 7-O, algunos ya éramos parias en la sociedad israelí.