El mapa de los 'ganadores' y 'perdedores' de la integración europea: así ha crecido la economía de cada región desde 2002
Han pasado más de dos décadas desde la llegada del euro a la Unión Europea en 2002 y desde entonces 20 países han adoptado la moneda común. En estos 20 años, la distinta velocidad a la que han crecido las economías ha ensanchado las desigualdades entre cada país de la UE. Una brecha que se dispara si se miran los datos región por región.
Los datos de Eurostat de más de 200 regiones europeas analizados por elDiario.es permiten conocer quiénes son los ganadores y perdedores de la integración europea a partir de las cifras de crecimiento del PIB per cápita en cada región de los 27 países que conforman la Unión Europa a lo largo de los últimos 20 años.
El siguiente mapa muestra un proceso de integración que ha dejado las regiones del sur estancadas y ha concentrado el crecimiento del PIB en las capitales y en los grandes núcleos industriales del centro de Europa, quedando así islas de prosperidad económica respecto al resto del territorio. También refleja la puesta al día de los países de Europa del Este, regiones jóvenes que se adhirieron más tarde que el resto de Estados a la UE.
Norte y Este frente al Sur de Europa
Coincidiendo con la llegada del euro, en 2002, hasta la actualidad, la Unión Europea ha aumentado el Producto Interior Bruto (PIB) en 15.500 euros per cápita ajustado a la paridad de poder adquisitivo. Esto es, teniendo en cuenta el nivel de vida de cada país. En las dos últimas décadas, el PIB per cápita ha pasado de 19.900 euros por habitante a 35.000 en 2022, último año con datos disponibles.
Sin embargo, hay países que han superado con creces este crecimiento económico y en cambio en otros el avance ha sido más escaso. El siguiente gráfico muestra cómo Rumanía, Lituania y Bulgaria son los países que más han aumentado su renta por habitante a lo largo del tiempo. En términos porcentuales han triplicado y cuatriplicado su renta per cápita en apenas 20 años.
Esto no quiere decir que sean más ricos (en términos de PIB) que otros Estados miembros como, por ejemplo, Alemania (41.300 euros por habitante), sino que han crecido a mayor velocidad desde 2002. Principalmente, porque partían de una situación peor. “Cualquier inversión en un sitio muy pobre se nota mucho en términos porcentuales”, señala Jorge Nuñez, director para cohesión y presupuesto del think tank CPMR (Conference of Peripheral Maritime Regions).
Si dejamos a un lado países como Irlanda, Luxemburgo o los Países Bajos, donde el aumento del PIB se debe más al traslado de empresas por los beneficios fiscales que a un crecimiento real de la economía del país, según explica Berna León, docente del Centro de Estudios Internacionales de Sciences Po, en París, e impulsora del think tank Future Policy Lab, otros países del norte y centro de Europa también han tenido un buen empuje. Como Dinamarca, que duplicó su PIB por habitante.
En el lado contrario, se ubican aquellos países del sur de Europa que fueron duramente golpeados por la Gran Recesión y que acabaron siendo bautizados por aquel entonces como los PIGS (“cerdos”, en inglés), un acrónimo despectivo usado para referirse a Portugal, Italia, Grecia y España. Los datos reflejan que Grecia, Italia y España son los tres países de la UE en los que menos ha crecido la renta por habitante desde 2002 en términos porcentuales.
El crecimiento en Europa del Este se debe a que estos Estados miembros han pegado un acelerón para “ponerse al día” y conseguir acercarse a sus homólogos europeos, tal y como aclara León. “Se trata de países que llevaban muy poco tiempo en la UE [se adhirieron en 2004 y 2007] por lo que las cifras responden simplemente al proceso de ‘puesta al día”, dice.
Hace casi 20 años, el PIB per cápita de Rumania, Bulgaria y Lituania rondaba los 6.900 euros, mientras que el de Grecia o España ya superaba los 20.000 euros. Ahora, los datos muestran cómo los países del Este han avanzado a mayor velocidad que los del sur y se sitúan en valores similares o incluso superiores de renta por habitante. Es más, estados como Polonia han triplicado el PIB per cápita en apenas dos décadas.
Fondos europeos e inversión extranjera
El ingreso en la Unión Europea y el acceso a los fondos europeos explican parte de este crecimiento. “La entrada al mercado común europeo ha facilitado la llegada de inversión extranjera y, a su vez, las empresas e industrias son atraídas por los bajos costes y la mano de obra barata en comparación al oeste europeo”, detalla Berta L. Domènech, experta en política de ampliación de la UE del European Policy Centre.
Esto unido a que “cada euro de los fondos tiene un efecto más grande en las zonas menos desarrolladas que si se emplean en otras más avanzadas”, según indica Nuñez, han permitido este crecimiento en la región. “Los beneficios se evidencian aún más si lo comparas con el PIB de los países de los Balcanes que aún no son miembros como Albania o Kosovo”, añade Domènech. El reto que tienen ahora los países de Europa del Este es saber cómo mantenerse arriba una vez han crecido, tal y como subraya el experto del CPMR.
“Es importante tener en cuenta que este crecimiento no ha sido homogéneo”, especifica Domènech. “Ha sido mayor en esos países o regiones donde la economía ya tenía vínculos y estaba bien conectada con la del resto de la UE o en las capitales”. En cambio, en regiones agrícolas menos desarrolladas, como Eslavonia (Croacia), “la entrada al mercado único trajo bastantes desafíos al no poder competir con los precios de otros países con gran producción agrícola en la UE”. Además, a esta brecha este-oeste se une también la brecha norte-sur porque “la parte más importante de la economía europea sigue concentrada en la Europa occidental”.
Las capitales concentran un mayor aumento del PIB
Como regla general, en aquellas regiones donde se ubica la capital se concentran también los mayores aumentos de PIB. Una brecha entre el centro del país y la periferia que se repite en la mayoría de los Estados de la UE. Esto convierte a una región en una isla de crecimiento, pero deja estancadas las zonas que le rodean.
En el caso de Francia, donde el país apuesta por un modelo de desarrollo centralista, según comentan expertos consultados, el crecimiento se acumula en Île de France, con París como capital. “Las empresas están en París, hay un hub muy potente de empresas financieras, las startups más potentes y se ha seguido haciendo una política industrial fuerte”, explica León. El fenómeno de la capitalidad se repite en países como España con Madrid, Grecia con Atenas, Finlandia con Helsinki o Rumanía con Bucarest.
Baviera o Lombardía, los grandes núcleos industriales
Eso sí, la regla no siempre se cumple y las diferencias en los propios Estados también aumenta dependiendo de la industrialización o la concentración de la tecnología en la región. “Hay países donde la capitalidad explica poco, como por ejemplo Italia o Alemania. Regiones como Lombardía o Baviera, donde se concentran los núcleos industriales o tecnológicos, eran más ricas y han experimentado un crecimiento mucho mayor que Lacio [donde se encuentra Roma] o Berlín”, analiza León, en referencia a aquellos conglomerados empresariales que tienen una actividad en común y están asentados en una misma región.
Por ejemplo, Oberbayern (Alta Baviera) y Hamburgo están entre las regiones donde más ha subido en cifras brutas el nivel de renta por habitantes en los últimos 20 años. En el siguiente buscador puedes consultar cuánto ha subido, en cifras absolutas y en porcentaje, el PIB por habitante en cada una de las regiones de la Unión Europea.
El último informe de la Comisión Europea sobre este tipo de núcleos industriales, European Cluster Panorama 2021, indica que estaban centrados en actividades científicas y técnicas, en el ámbito de la información y la comunicación y el sector de los seguros y finanzas, entre otros. Además, analizó que España, Italia y Alemania encabezan la tabla de países con más ‘clusters’ (o núcleos) mientras que Francia o Bélgica cuentan con más personal.
España es el reflejo de cómo la desigualdad en el PIB se manifiesta de distinta forma entre las regiones. La Comunidad de Madrid a lo largo de los últimos 20 años ha pasado de tener un PIB per cápita de 26.500 euros a 41.400 euros, siendo la comunidad autónoma que más crecimiento en valores absolutos ha tenido, con 14.900 euros más. Sin embargo, Euskadi, debido a su tejido industrial, también presenta un elevado crecimiento del PIB, con un aumento similar al de Madrid, 14.300.
Además del efecto capitalidad de Madrid, el mapa del crecimiento económico por habitante en España dibuja una brecha entre las regiones del norte y las del sur. Comunidades como Andalucía o Canarias, las más pobres, son también las que menos han crecido en las últimas dos décadas.
Texto publicado en el número 44 de la revista de elDiario.es, 'Qué ha hecho Europa por nosotros'.
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